viernes, marzo 30, 2007

Algunas tiendas de discos

Las tiendas de discos no van a desaparecer, o al menos no deberían hacerlo aquellas que, con una cierta honestidad, ponen a disposición de sus clientes toda una serie de estilos que no entran dentro de las pautas corrientes. Es decir, aquellas personas que en cuanto les es posible compran un disco del que ya están enamorados, porque quieren poseerlo original, porque no es lo mismo que tener una insípida carpeta virtual en un DVD apelmazado de discos y películas. Así que esas tiendas logran mantenerse, y yo, que vivo en Barcelona, sigo acudiendo a ellas con esa pizca de ilusión y expectación ante lo que deparará la tarde.

Antes iba a CD-DROME, en la calle Tallers, en su momento (hace años que no paso por ahí) uno de los mejores lugares para encontrar discos a partir de los 90 (cabría preguntarse por qué no venden cosas anteriores). Dejé de ir cuando se pusieron paranoicos con la seguridad. Tenían esas barreras de infrarrojos en la entrada, y además las cajas de los CD's estaban vacías, pero aun así un día me pidieron que dejara mi bolsa con otras compras en el mostrador. Me molesta mucho que me traten como presunto ladrón y me niego a que desconfíen de mí de esa manera, así que normalmente me voy cuando ocurre algo de este tipo. Aquel día, no obstante, dejé la bolsa. A la salida me la devolvieron y, justo delante de ellos, la inspeccioné detenidamente. Tenía tanto derecho a no fiarme como ellos a no fiarse de mí, pero no les gustó demasiado mi gesto y me pusieron mala cara. No volví.

Las dos tiendas Revolver, también en Tallers, son todo un mundo. De ellas suele encargarse un heavy-rockero bajito, de melena grasienta y aspecto de troll, junto con una camarilla de ayudantes a cada cual más desagradable y antipático. La verdad es que me parece una tienda con cierta honestidad, donde venden sin complejos buena música y la morralla justa para ganar un poco de dinero (esos discos para modernillos y góticos), sin embargo se pierden en toda una serie de patrañas absurdas que sólo llevan a entrar allí con cierta incomodidad y a la defensiva. Por ejemplo, aunque los discos suelen tener buenos precios, es muy fácil que intenten colarnos una novedad que en realidad es un disco de segunda mano (artimaña perfectamente detectable por el nuevo precintado cutre que usan). Fastidia mucho llegar a casa tras haber pagado por 15 euros un CD, abrirlo y comprobar que la caja está rota (como ocurre con casi todos) o que el CD está lleno de huellas dactilares e incluso a veces de arañazos. También son altamente desconfiados y no les importará que seamos habituales o que nos hayamos dejado ahí bastante dinero, si la alarma pita al salir por la puerta (lo cual es fácil, porque su sistema de infrarrojos proviene casi de los orígenes de la revolución industrial), no nos dejarán en paz hasta averiguar por qué. Por cierto, su capacidad para elegir a cajeras repletas de piercings, con cara de perro y mirada y actitudes de estúpida superioridad no tiene límites, son especialistas en eso.

Discos Edison, en Riera Baja, es mi favorita. Ofrecen buenos precios y es muy fácil encontrar auténticas gangas si se tiene paciencia en revisar una a una todas las cubetas de discos, de la A a la Z (con lo que eso supone de ver una y otra vez los mismos discos de Bryan Adams, Neil Diamond, Lionel Richie y similares). La sensación de sorpresa y el aumento de los latidos del corazón cuando se extrae una joya entre tanta basura, a la que se libra de ese tormento, y darse cuenta de que el precio es increíblemente barato, compensa el tiempo perdido y las capas de polvo acumuladas en los dedos. Además, los encargados dejan absoluta libertad -jamás he notado miradas de suspicacia- y hacen buenos descuentos.

En esa misma calle, justo al lado, Discos Wah Wah resulta completamente distinta. Es loable su talibanismo irreductible (allí se puede encontrar lo más granado del power pop, del punk, de la psicodelia, de la música negra), pero también es cierto que los precios no son nada baratos y que casi todo son reediciones. Un buen sitio para ir a tiro fijo, pero que no permite demasiadas alegrías cuando se dispone de un salario normal. Sigue pareciéndome demasiado caro 20 euros por cualquiera de esas reediciones de vinilo de 180 gramos, que luego decepcionan al abrirlas y comprobar que no incluyen nada que justifique ese precio.

He comprado discos en muchos otros sitios, en mercados, en ferias del vinilo en mi pueblo, en anticuarios e incluso a un amigo mío cuyo padre era DJ en los setenta, lugares que incluiré más adelante en otro artículo.

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lunes, marzo 26, 2007

Pequeñas alegrías

Me siento muy feliz por el hecho de que me guste la música. También me gusta leer tebeos, o novelas (aunque creo que en la literatura es muchísimo más fácil caer en pedanterías y profundidades vacuas), y ver cine, pero nada me llena tanto como una buena canción de tres minutos. Dentro de lo que son los vaivenes de la vida, la música siempre está ahí, expectante para asaltarme y para darle ese punto vibrante sin el cual todo sería mucho peor.

Es más fácil explicarlo con un ejemplo. El otro día voy a una tienda de antigüedades de segunda mano y me encuentro con una sección de discos de vinilo. Se nota que no dominan demasiado y no saben lo que tienen. Los LP's están en unas condiciones horribles, de hecho me lamento porque aunque hay mucha morralla, también encuentro otros discos bastantes buenos pero tan maltrechos que es mejor no comprarlos. Sin embargo, descubro que hay una sección de singles mucho más potable. Con un poco de paciencia -y desesperación, hay varios de Los Brincos que están quemados o que directamente no tienen el vinilo dentro de la funda-, selecciono siete que valen mucho la pena y cuando los dejo en el mostrador, me pongo nervioso al escuchar que la dependienta sólo me pide dos euros por todos. Fantástico, decido volver por si me he dejado algo y me llevo un par más.

Uno de los que escojo es de unos tal Gen Rosso de los que no tengo ni idea, pero a ese precio ridículo no importa. La canción se llama "Questa Gente", parece de principios de los sesenta, y cuando pongo el single en el tocadiscos me gusta mucho, todo es perfecto, una música juguetona y un estribillo cantado con ese tipo de emoción sencilla que me alcanza directamente la fibra. La melodía me da vueltas en la cabeza durante días, en cualquier circunstancia. En mi aburrido trabajo, en mis paseos por el pueblo, en mis desvaríos alcóholicos.

Hace poco voy a la tienda Revolver, en Barcelona, y en la sección de CD's de segunda mano me llevo un disco de The New Pornographers, Electric Version, y un recopilatorio de Sloan, A Sides Win. Son dos discos de un potencial enorme, me engancho a las melodías de los Pornographers y me enamoro de la voz de Neko Case, envuelta en guitarras cristalinas, en coros sin concesiones, en teclados pegajosos, o sea, todo lo que me gusta. Y qué decir de Sloan. Se me inyecta directamente en las venas su canción "She Says What She Means", voy a una comida con una compañía muy agradable y no sólo me lo paso muy bien sino que estoy todo el rato pensando en la canción y recreándome en la fuerza de su melodía y de sus cambios de ritmo. Eso me ha pasado muchas otras veces, e incluso en ocasiones aburridas en las que pensar en ese tipo de canciones me llena de un optimismo ciego e inexplicable. Pienso en esa frase de Donovan: "Dios regaló el pop a los humanos para hacer la vida más bella". Indudablemente hay algo místico y verdadero en la música.

Pienso en novias que he tenido que sonreían sarcásticamente cuando les ponía el Forever Changes de Love y trataba de explicarles lo mucho que me emociona ese disco. Me acuerdo de gente que me dice que para ellos la música es un puro acompañamiento de otras cosas. Para mí, en cambio, es una pasión que condiciona mi vida. Preferiría ser ciego a ser sordo. En momentos de desesperanza o de incomprensión hacia el género humano, siempre sobresale una canción que insufla energía, que parece decir con humildad, pero también con convicción, que las cosas no son tan malas.

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lunes, marzo 12, 2007

Entrevista a Miguel Ángel Villanueva

La larga carrera de Miguel Ángel Villanueva ha acabado configurándolo como uno de los nombres más importantes del pop en español, todo un claro referente que debería ser mucho más conocido de lo que es. Su trayectoria, plagada de canciones brillantes, evoluciona desde la nueva ola de finales de los setenta hacia un pop sofisticado, elegante, melancólico, adicto a la melodía y a los arreglos de cuerda. Especialmente dos discos, uno bajo el nombre de Los Brujos, Sin ver el sol (1998), y el otro ya como Miguel Ángel Villanueva, Ningún cielo (2004), son todo un orgullo para nuestra música, obras que beben sin complejos de la explosión pop de finales de los 60 y que toman como referentes a The Beatles, Left Banke, The Zombies, Billy Nicholls, los Beach Boys del Pet Sounds y, especialmente, a Pete Dello (que se encargó de los arreglos de cuerda y viento de los dos discos).

Sin ver el sol es una obra maestra edificada sobre los ejes fundamentales del pop de verdad. Canción tras canción se nos ofrece un proyecto personal fascinante en su gusto por la melodía y, principalmente, en ese aroma atemporal que emana del disco (por cierto, en hermosa edición en vinilo blanco). "Reflejos de un espejo mágico" es energética, un cañonazo ideal para empezar, y "Nuestra historia imposible" ya deja entrever complejos paisajes melódicos, algo que se concreta en "Cielo rojo en mi habitación", que parece un hipotético hit de los mejores Kinks en los 60. "Soy transparente" brilla con luz propia, la impotencia con su punto de sarcasmo de la letra contrasta con su ritmo pegadizo, sus dulces y suaves, hipnóticas formas. Y "Rumbo a Saturno" tiene una línea de guitarra arrebatadora. "Que hoy se pare el mundo" es otra pieza deslumbrante, la habilidad de Villanueva para hacer música elegante, emotiva, con un contenido desolador alcanza aquí cotas abrumadoras. "Una vez más" es otro clásico de los 60 compuesto en los 90, y "La historia de Sebastián Paredes" parece directamente Honeybus, su melodía tierna y adictiva no podría estar mejor acompañada que con esas guitarras abrasivas. "Cansado y de vuelta en la feria" es otra incursión en los imaginarios singles de éxito de hace cuarenta años, y de "Me voy" basta decir que su gancho, con una adecuada promoción, le hubiera bastado para empujarle a la radiofórmula.

En Ningún cielo, Miguel Ángel depura todavía más su gusto por la melodía y logra un disco a la altura del anterior, quizá más reposado, convirtiéndose directamente en el Pete Dello español. Las fragancias sensuales de "Desde que no estás" son inolvidables, esto es pop de quilates a la altura de los clásicos del género. "Entre el cielo y el suelo" es otra joya de la melancolía, y cuando se llega a "Verdades de alquiler", excelente, una increíble reencarnación del talento de Ray Davies, ya es imposible no darse cuenta de la altura de este disco. "Los días que no volverán" encoge el corazón, parece que Villanueva ha hecho suyo el pop y nunca va a parar de ofrecer clásicos, impresión que se reafirma en "Nubes" y sus impresionantes arreglos de cuerda, marca de la casa de Dello. "Como agua de Luna" parece un single inédito de Left Banke, "San Judas" es más agresiva y rockera, y "El 27 de nunca" vuelve a esas canciones delicadas e hirientes en las que Villanueva es maestro. La agitada "Infierno personal" tiene el encanto de sus trompetas mexicanas, "Miedo en la estación" es otro estándar del particular estilo de Villanueva y "Todos vamos perdidos" es una fenomenal, reflexiva, deliciosa manera de acabar lo que parece el personal Into Your Ears de nuestro músico.

Dos grandes discos que han merecido un unánime reconocimiento entre los amantes del pop ajeno a modas, poses e intelectualismos diversos, y que merecen todavía mucho más. Podréis comprar éstos y muchos otros en la la página web de Miguel Ángel Villanueva, donde también encontraréis una detallada biografía y discografía. Le agradecemos enormemente su amabilidad al concedernos la siguiente entrevista:

-¿De cuál de tus canciones estás más contento, o cuál crees que sintetiza mejor tu estilo?

No es fácil para mi seleccionar una de entre todas mis canciones. Supongo que soy parte demasiado implicada para ser medianamente objetivo en el asunto. Además, la percepción que cada uno tenemos de las cosas suele ser bastante diferente, e incluso variar según días.
No obstante, y de entre las publicadas hasta el momento, digamos que le tengo un cariño particular a canciones como "Cansado Y De Vuelta En La Feria", "Cielo Rojo En Mi Habitación", "Los Días Que No Volverán", "El 27 De Nunca" o "Cinco Secuencias En Globo". Cuestión de melodía y sentimiento.

-Tus letras son muy expresivas y personales, sin ser pedantes transmiten una visión muy desencantada y melancólica de la vida. ¿Tienes algún referente literario o musical a la hora de escribirlas, algún autor que te haya influido?

Pues no. Nunca me baso en nada ni en nadie a la hora de escribir la letra de una canción. Intento ser sincero conmigo mismo y decir mis cosas lo más bonitamente que puedo, dejando alguna puerta abierta siempre que es posible.
Soy más músico que poeta y siempre me dejo las letras para el final. Para cuando no hay más remedio que hacerlas.
Me encuentro más agusto y más vivo haciendo las músicas. Para mi las letras siempre son un parto más doloroso. Le tengo un cierto respeto a las palabras, que por lo general suelen ser más altivas y engañosas que los sonidos.

-¿Con qué periodo de la historia del pop te quedarías si tuvieras que elegir? ¿Por qué?

Siempre se han hecho y se seguirán haciendo grandes canciones. En todas las épocas y lugares. Incluso ahora, como es natural.
Aunque, si como dices tuviera que elegir, es casi inevitable que me decidiera por los años sesenta. Especialmente, del 64 al 69. Todavía me sigue pareciendo increíble que en esos años se pudieran hacer tantas cosas nuevas, con tanta intensidad y colorido, y con tanta energía. La música evolucionó más en esos seis o siete años que desde entonces hasta ahora. Es realmente sorprendente.
Es cierto que obviamente era otra época, y ni el mundo era el mismo ni la gente sentía de igual forma. Salvo alguna que otra excepción, la música en general suele ser un reflejo de su tiempo. El desencanto y el escepticismo actuales poco tienen que ver con la ingenuidad y el corto kilometraje de entonces que, paradójicamente fueron el principal motor de la fascinante explosión multicolor de esa época.

-¿Podrías decir cuáles son tus 10 canciones de pop favoritas y por qué?

Esto de las listas siempre me ha resultado muy dificil. Cuando se tienen pocas resulta fácil elegir... pero yo tengo toneladas de canciones favoritas!
Para salir del paso, te copio a continuación una lista que tenía ya hecha para un amigo. Puede resultar divertido localizar las canciones y a buen seguro, escucharlas será una buena recompensa:

"Ce Fou De Nicolas", Michel Delpech , Barclay, 1975, Francia
"Bachelor Kisses" , The Go Betweens , Sire, 1984 , Australia
"The Stars", Barbara Lewis, Enterprise/Stax, 1969, USA
"The Book Lovers", Broadcast, Warp, 1996, UK
"Piensa En Mí", Los Huracanes, Belter, 1971, España
"This Kind Of Feeling", The Last Bomp, 1979, USA
"Non É Francesca", Lucio Battisti , Dischi Ricordi, 1969 , Italia
"Bless You", Martha & The Vandellas, Tamla Motown, 1972, USA
"Pandilla En Motocicleta", The Boss Martians , Kamikaze, 2001, USA
"I’m A Fool", Sandy Coast , Delta, 1966, Holanda
"Together ", Wayne Fontana , Warner Brothers, 1973, UK
"Need Your Love So Bad", Little Willie John, King, 1955, USA

-¿Qué grupos o músicos actuales crees que merecen la pena?

También esto es muy amplio. Pero bueno, digamos algunos nombres interesantes: Of Montreal, Midlake, The New Pornographers, Badly Drawn Boy, Isan, The Kills, The Soundtrack Of our Lives, ... En cuanto a lo nacional, y como siempre, el asunto es más parco y desértico. La última hornada me parece un tanto light y falta de peso. A la espera de algún engorde general, me sigo quedando con corredores de fondo y compañeros de infortunio como Tarik, Lapido o Scarpa.

-Como enamorado del vinilo que eres, ¿cuál es tu pieza más querida? ¿Por cuál has pagado más?

¡Uh! Esta si que no. O todos o ninguno. Me resulta absolutamente imposible elegir uno entre todos. Como es natural le tengo un algo especial a algunos de los discos que viven conmigo pero, por respeto a su intimidad, no los nombraré.
Con respecto a lo de los precios, la pasión suele llevar a cometer locuras y yo no estoy libre de ambas. Aunque, por pudor, tampoco diré las mías.

-Y por último, ¿estás trabajando ya en algún nuevo disco?

Tengo tres proyectos diferentes, a falta de uno... pero dadas las circunstancias y la especial dureza del panorama musical en este país imposible, me temo que todavía me tomará un buen montón de tiempo materializar siquiera alguno de ellos. Sigo haciendo primitivas, bonolotos y euromillones, a ver.

Página web de Miguel Ángel Villanueva
Entrevista por Mr. Glasshead

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miércoles, marzo 07, 2007

Caravan, "In The Land of Grey and Pink"

Me apetece hoy hablar de uno de los discos más preciados para mí, el cálido, imaginativo In the Land of Grey and Pink, que en la edición española en vinilo que tengo incluye, además, el disco anterior, If I Could Do It All Over Again I'd Do It All Over You (aunque esto no se indica en ninguna parte, lo presentan directamente como disco doble). Me pasé años escuchando los dos pensando que eran el mismo.

De hecho, sí se nota una evolución entre uno y otro. En If I Could Do It All Over... hay todavía una especie de indecisión, se percibe un talento inmenso pero, al mismo tiempo, no hay un camino definido. Encontramos grandes canciones pop, porque Caravan era un grupo firmemente apegado a la belleza de la melodía, aunque se le asocie con el rock progresivo. "And I Wish I Were Stoned Don't Worry" es para mí la obra maestra de este disco, una cuidada y cambiante composición con montañas emocionales, cuerdas, melodías, curvas, senderos. Aquí se define ya un sonido reflexivo, amable, pero lleno de sustancia, esa especie de punto de encuentro entre la psicodelia, las digresiones jazz, el folk y el pop que todavía no sabían concretar a la perfección. Por ejemplo, "Only Cox Reprise" es pura psicodelia de un par de años atrás, y con "Hello Hello" se vuelve a un folk casi se podría decir que medievalizante. Un gran disco, todavía una prueba, pero un gran aperitivo para el siguiente, destacado generalmente en las listas de los mejores discos del rock.

Y es que con In the Land of Grey and Pink se relajan, todo fluye de manera mucho más natural, sus influencias se concentran en un sonido que no se parece a ningún otro y que se llena de encanto y amabilidad. De hecho, la portada, una paisaje imaginario que parece sacado de cualquier novela de Tolkien, da muchas pistas sobre la identidad del disco. "Golf Girl" es muy suya, con sus estribillos folk, sus flautas y cuerdas, y ese sonido de trompeta que la hace tan característica. "Winter Wine" es un mundo aparte, al principio hasta parece un cantar de gesta a manos de un juglar, pero luego aparecen el bajo y la batería y para acabar un fabuloso estribillo pop marca de la casa, y al conjunto en sí no hay que buscarle más explicaciones, es simplemente el inconfundible sonido Caravan. "Love To Love You" basa su pegada en su sencillez, su inocencia, es una recreación desacomplejada del "Louie Louie" pero mucho más pop. La cara A se acaba con "In The Land Of Grey and Pink", carismática, épica, incansable, estamos ante algo especial que resume las características de todo el disco, accesible, sencilla, incluso muy pegadiza, pero algo distinto, es rock experimental en el sentido más positivo del término. No se convierte en un ejercicio aburrido para pedantes, sino que sigue manteniendo un espíritu fresco y una garra invencible.

La cara B se presenta más jazz, de carácter más improvisador, pero curiosamente suena igual que las canciones más pop de la cara A, es toda una delicia escuchar esas ramificaciones porque no se pierde el sonido, tan sencillo y adictivo (por decirlo de alguna manera, entra como el agua). Aunque parece proponer otro tipo de escucha, en realidad tampoco es tan distinto, y de hecho alguna que otra canción sigue brotando, ya casi heroica, entre los bosques instrumentales firmemente trazados.

Lo único que me queda es recomendar por completo su escucha, es toda una gozada, un disco al que volveréis continuamente, si es que no lo conocéis. Y mejor aún si os hacéis con esa edición en disco doble que incluye también el disco anterior.

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