lunes, junio 25, 2007

XTC, en el Paraíso de los 80

Por fin llega el momento de hablar de XTC, un grupo no tan infravalorado como otros a causa de su prologanda trayectoria y su generosidad en canciones de oro y en obras maestras pero, como siempre, nunca lo suficientemente valorados. Hay que dejar claro que estamos ante unos de los héroes del pop, los reyes indiscutibles de los 80, así como Teenage Fanclub lo fueron de los 90. Una formación imprescindible, liderada por un genio, Andy Partridge, y que ofrece un exquisito licor en el que se mezclan sabores tan excitantes y valiosos como los Beatles o los Beach Boys.

Su andadura empieza a finales de los 70, claramente enmarcados en la new wave, y con dos discos, White Music y Go 2, pródigos en melodías briosas que galopaban los caminos firmemente trazados por Elvis Costello, Stiv Bators y otras luminarias del power pop clásico. Energía, frescura y una filosofía de ir al grano que incluía a partes iguales las guitarras angulosas y el amor por los estribillos adictivos. La explosiva "Radios in Motion", las curvas inquietantes de "This is Pop", el clásico de la nueva ola "Statue of Liberty" o esa joya de la emoción que es "Are You Receiving Me" (qué facil resulta engancharse a ella) son los primeros pasos de un grupo que ya ofrece claras muestras de personalidad pero que todavía no acaba de definirse.

Su último disco de la década, Drums & Wires, ya es el primer disparo en la dirección a la que irían en su momento más glorioso. Se trata de un álbum lleno, por una parte, de clásicos de los 80, como la parsimoniosa "Making Plans for Nigel", la compleja y adictiva "Teen Feet Fall" o la festiva "Life Begins at the Hop", junto con una serie de canciones distintas, mucho más personales, en las que Partridge desarrolla por fin su particular visión del pop y empieza a componer un universo de colores vibrantes y estructuras imprevisibles, sin perder de vista nunca, por supuesto, la accesibilidad y la pegada inmediata que se le supone al estilo. Aquí entran canciones inclasificables como la juguetona "Helicopter", la melodía que se desliza por un engranaje de "Reel By Reel", esa canción nerviosa, directa y encantadora que es "Scissor Man" o la vacilona "Change Of Command". Cambios de ritmo sorprendentes, armonías vocales que parecen desperdigadas pero que luego acaban configurándose en un conjunto mágico, guitarras que recuerdan muchas veces a la mejor época de Talking Heads y estribillos deliciosos que brotan en cualquier parte, cuando menos lo esperamos, son las premisas básicas del libro de estilo que Partridge perfeccionará en los discos sucesivos.

En ese camino hacia la perfección llega Black Sea, el siguiente destello dorado en el pop más exquisito de los 80. Una colección de clásicos, un disco que parece un grandes éxitos, canciones que se suceden de manera infatigable y que nos dejan al final del disco con la boca abierta. "Generals & Majors" es una de sus obras maestras, con ese silbido que ratifica el fascinante poder de la melodía que arma el esqueleto de la canción. "Rocket From a Bottle", con sus entusiastas teclados del principio, es una de las mejores canciones de amor nunca escritas, sin una gota de sensibilidad barata, absolutamente rítmica pero también grande en su estribillo, un gancho arrojado de manera precisa hacia nuestro corazón. "Towers of London" es otro hit, uno de los fijos de las colecciones de singles de XTC cortesía de las espirales de su hipnótica melodía, y a la misma altura o más está "Sgt. Rock (Is Going to Help Me)", un compendio de los tics de los Beatles, los Kinks, Move o los Hollies, un delicado plato que contiene las mejores esencias del pop y que jamás nos cansaremos de probar. Todas las canciones alcanzan un nivel sorprendente y participan de una heterogeneidad en la que cabe el reggae ("Living Through Another Cuba") o la música tribal ("Travels in Nihilon"), pero siempre como vestimenta y al servicio de un espíritu inconfundiblemente pop y plagado de estribillos.

En ese momento culminante llega su mejor disco, English Settlement, obra imprescindible e ineludible de los clásicos del pop. Después de una crisis nerviosa que empuja a Partridge a abandonar los conciertos, el sonido de sus canciones se vuelve mucho más personal y todas ellas adquieren una cohesión extraña, podría decirse que milenaria, un sonido acústico, muy primitivo, unas melodías cada vez más extravagantes y personales (pero siempre, no lo olvidemos, sin perder un ápice de su poder adhesivo), lo cual en conjunto es un extraordinario generador de la imaginería más mágica y exótica de los 80. Cualquier palabra se queda corta al enfrentarse a este disco, pero ya los tambores célticos de "Runaways" nos avisan del universo en el que estamos entrando. Y lo mejor de todo es que, al final, las canciones están rellenas del más puro, ortodoxo y fanático espíritu del pop británico. Por eso, "Ball and Chain", con sus trompetas que parecen llamar a la batalla, no deja de ser en realidad una extraña mezcla en la que prima la estela de los Beatles. "Senses Working Overtime" es sin duda la mejor canción que hicieron nunca, también con esa brisa folk y celta en la que emerge de improviso su acaramelado estribillo. "Jason And The Argonauts" es fascinante, misteriosa, se respira en ella el remoto aire de siglos pasados, y la aguerrida "No Thugs in Our House" presenta un estribillo furioso que deslumbra por su perfección y que jamás podremos quitarnos de la cabeza. En este disco cabe hasta lo que parecen bailes tradicionales nunca escuchados ("Yatch Dance"), y curiosos ritos de iniciación africanos que encierran en su interior contagiosas, irresistibles, entrañables melodías pop ("It's Nearly Africa"), y también una canción para enamorarse directamente de ellos, "Knuckle Down", o cómo juntar el poder de un estribillo que habría sido fácilmente número 1 en ventas de haberse tratado de una manera más comercial y el sonido inconfundible de los singles más poderosos de los 60. En definitiva, un disco esencial, una recomendación absoluta, un conjunto de magníficas canciones con raíces en el pop clásico y en un etéreo e imperceptible sentido del paso del tiempo.

El disco siguiente, Mummer, es más bien crepuscular, extraño, se buscan nuevos caminos después de la brutalidad anterior y se consigue la grabación más rebelde y diferente de todas. La amenazante "Beating of Hands" parece pertenecer aún al disco anterior. "Wonderland" es una preciosidad, una canción que usa los componentes de los éxitos comerciales de ese año para obtener una fantasía que rebosa imaginación y exotismo, algo así como meterse en un jardín japonés del siglo XIX. "Great Fire" es tan primitivista como las canciones de English Settlement, y "Ladybird" un prodigio del pop melancólico con firma McCartniana. Otras canciones, como "Jump", que parece casi de juego infantil, la preciosa "Toys", mi favorita, donde XTC demuestra una vez más su pulso firme en los estribillos gloriosos, que hubieran sido muy comerciales si alguien se hubiese preocupado de creer en ellos, y la sorprendente, cercana y llena de calor "Desert Island", son una prueba del nivel fuera de serie que el grupo había alcanzado.

Entonces llega The Big Express, igual de bueno que los anteriores, y que destapa los problemas porque XTC se proponen ser más comerciales que nunca pero, obviamente, no lo consiguen. Y todo esto a pesar de canciones tan redondas como "Wake Up", otra de las que habrían quedado perfectas en un anuncio, la placenteramente machacona "All You Pretty Girls" o "This World Over", que en un mundo hipotético equivaldría a que Sting hubiese tenido talento. Otros temas continúan siendo igual de mágicos e intimistas, en la línea del mejor Partridge, como "I Bought Myself a Liarbird", que parece una fábula. Además, siempre estarán esas canciones que nacen en plenos 60 y que se convierten en clásicos de todos los tiempos, como "The Everyday Story of Smalltown", un nuevo y encantador batido de Beatles, Beach Boys y Kinks, y "You Are The Whis You Are I Had", que toma de inspiración al McCartney de "Penny Lane" o de "Your Mother Should Know".

La fuerza creativa de Partridge prosigue su vigoroso impulso en Skylarking, una completa maravilla de principio a fin, un canto a la naturaleza, al verano, a la sangre de la tierra y de la vida. "Summer's Cauldron", con sus cantos de grillos y pájaros del comienzo, sirve para entonar esta peculiar, genial, brillante oda, siempre enmarcada en la canción pop. "The Meeting Place" nos parece estar contando verdades ocultas y hermosas, y "That's Really Super, Super Girl" es esa característica canción infernalmente pegajosa a la que es tan dado Partridge con su voz grave, flexible y modulada. "Ballet For a Rainy Day" es una preciosidad, que empieza melancólica y delicada, suavamente acompañada por unos teclados, y que se abre en un estribillo que genera una adicción preocupante. "1000 umbrellas" ya es genial sólo por estructurarse sobre la parte instrumental de "Looking For a Glass Onion" del disco blanco de los Beatles. ¿Y "Season Cycle"? Otra joya lustrosa del pop de quilates, con irresistibles armonías y melodías y un estribillo luminoso, poseído por los mejores singles de los 60. Lo mismo podría decirse de la casi neurótica pegajosidad de "Earn Enoug For Us", o ese mágico primitivismo del que ya hemos hablado, usado en otros discos, y que también usan en "Sacrificial Bonfire", que da la impresión de ser una canción medieval.

Ya llevamos una ristra de varias obras maestras, y lo increíble es que el asunto no acabó aquí. Oranges & Lemons vuelve a ser otro disco maestro, con una magnífica portada que hace clara referencia a los Beatles del Yellow Submarine. "Garden of Earthly Delights" es una de esas canciones donde el paganismo y la delicia pop se dan de la mano y obtienen como resultado un optimismo vigorizante, una inyección de felicidad en el corazón que nos lleva volando hacia un mundo de sueños. Y "Mayor of Simpleton" se deshace como un caramelo pop sin concesiones, una de las canciones más adictivas de Partridge, nacida para ser tarareada hasta que se acabe el mundo. "The Loving" es otro himno inmediato, elegante, más pulido y quizá comercial, pero igual de brillante y preparado con las mismas esencias de los 60. Otras canciones, como "One Of The Millions" o "Across the Antheap", vuelven a los sabores celtas de English Settlement con el mismo grado de acierto y belleza, y "Scarecrow People" representa el pop nervioso y con garra tan propio de Partridge. Un conjunto de canciones brillantes con el que XTC cierran la década y dan paso a los 90, en los que producirán discos más fríos y ya alejados de la vida y la intensidad de su época dorada.

No lo hemos dicho aún todo sobre XTC. Porque entre 1985 y 1987, y bajo el seudónimo de The Dukes of Stratosphear, publicaron dos estupendos discos en los que se encarnaban en cada uno de los grupos que les habían influido, y donde daban rienda suelta a su amor por la psicodelia, los Byrds, los Zombies, Brian Wilson, la recopilación Nuggets, Lennon y McCartney y todos los dioses del estilo. Sin embargo, hablaremos de esto más detenidamente en otro artículo. Cualquier cosa que se escriba sobre ellos será siempre muy poco. Afortunadamente, sus discos han sido frecuentemente reeditados en CD y es muy fácil encontrarlos a buen precio.

Leer más...

lunes, junio 18, 2007

Spongetones, "Beat & Torn"

La llama que prendieron los Beatles no perdió su chispa a lo largo de las siguientes décadas, todo lo contrario, siempre hubo fanáticos dispuestos a recogerla y a avivarla, a extender el culto a lo largo de los años en espera de su nueva llegada. Cada vez menos escuchados, cada vez más arrinconados por revistas, radios y críticos en ese oscuro agujero de lo que no le importa a nadie, se hicieron fuertes en la clandestinidad de su sonido y dejaron un reguero de fabulosas canciones que dejan en evidencia al que ve en ellas sólo la nostalgia de una epoca que nunca se vivió ni se vivirá.

A ese grupo de fieles pertenecen The Spongetones, los cuales en 1982 lanzan Beat Music, un disco que retrocede a 1964 y que aglomera los ritmos incansables de los Beatles, las perfectas armonías de los Hollies, la frescura y juventud de una música eterna que conmocionó al mundo. Sus doce canciones son una declaración de amor a una época que hoy día, tal y como están las cosas, parece una barbaridad, más una leyenda que unos hechos claramente demostrables.

"Here I Go Again" destapa la botella gran reserva, una melodía sencilla y adictiva, unas voces cristalinas, desacomplejadas, volcadas en su tarea de revivir el espíritu Beatle en dos minutos y medio, solos de guitarra a lo Harrison incluidos. El ritmo marcial de "Tell me Too" es igual de encantador, los Spongetones no sólo capturan fotográficamente el espíritu del merseybeat, sino que lo desarrollan a su gusto, como si hubieran sido uno de los grupos esenciales del estilo, teletransportados en el tiempo. "Cool Hearted Girl" es puro beat a lo McCartney, un extraño y original cruce entre "I Saw Here Standing There" y "Ask Me Why". "Take My Love" es sensual, melancólica, brota de ella un hermoso y agridulce sentimiento característico de las mejores canciones de los Spongetones. La briosa "A Part Of Me Now" aparece como un glorioso y delicado aperitivo antes de llegar a "She Goes Out With Everybody", uno de los primeros hits de los Spongetones, donde las voces y las guitarras suenan más cristalinas que nunca, en una canción que vive de una potente línea de guitarra siempre al servicio de la melodía. Lo mismo puede decirse de "Every Night is a Holiday", que empieza majestuosa y elegante porque es muy consciente de su clase, siempre con el estribillo pegadizo y refinado para acabar la jugada. "Don't You Know" es resuelta, dolida, el beat entregándose a la causa de los corazones rotos, con las guitarras lanzando acordes como si quisieran ocuparse de la percusión, y el bajo acompañando la cota de malla del ritmo, que no cede ni un segundo.

Lo mejor de "You're The One" es esa melodía descendiendo por una frenética montaña, tan a lo Hollies, otra vez apuntalada por un estribillo explosivo a varias voces. "Better Take It Easy" es la más dura, aquí la guitarra adquiere protagonismo y de hecho parece uno de esos temas más cañeros de Honeybus. Y "Eloquent Spokesman" es puro McCartney del Magical Mistery Tour, absolutamente concentrado y servido sin concesiones. Aquí acabaría Beat Music, de no ser porque en posteriores reediciones le añadieron el excelente EP que Spongetones publicaron dos años después, Torn Apart, más alejados del sonido Beatle, pero no del pop puro y nítido, más personal pero igualmente directo. El resultado de la suma, Beat & Torn, es una brutalidad que une un primer disco excepcional y uno de los mejores Ep's de la historia del pop.

En todo el EP es constante la presencia del desengaño amoroso, del dolor y la incredulidad después de una ruptura, de la herida de la que todavía mana sangre, y todo eso con la forma de unas canciones de pop más pulcro imposible, matemáticamente hermoso, pulido con el perfeccionismo más exigente. "Have You Even Been Torn Apart" ya incluye todos esos ingredientes, más melancólica y herida precisamente por ese sonido perfecto y puntilloso. "Lana Nana" es directamente hermosa, relajada y extremadamente personal, buscando ya un camino alternativo a la furia Beatle del primer disco. Con "(My Girl) Marianne" estamos ante todo un clásico del power pop, digno de figurar en cualquier recopilación del estilo, y brillante en su forma de mezclar unos acordes de guitarra infecciosos y potentes con una melodía más bien sensible. Y, bueno, "Now You're Gone", la mejor canción que hicieron nunca Spongetones, y un tema que se autoimpulsa hacia donde habitan los clásicos, tanto por la modestia con que está planteado como por todo el dolor que contiene tras su belleza de cristal. "This Kiss Is Mine Tonight", por otro lado, supone el final perfecto, un tema tan brillante como los otros y absolutamente certero en la búsqueda del estribillo limpio, puro y por encima de todo, arrebatador. Una canción salida de un sueño.

Spongetones grabaron más discos, cada vez más orientados al pop puro y atemporal, entre los cuales cabe destacar el magnígico Oh Yeah!, prácticamente a la altura del que hemos hablado. El grupo en sí, y su obra, es uno de los mejores ejemplos de lo mucho que le debemos a los Beatles en todos los sentidos. Beat & Torn, como suele ocurrir con los discos fuera de modas, no es fácil de encontrar. Desde aquí podréis descargarlo:

Leer más...

domingo, junio 03, 2007

Vancouvers, "Quintessential"

Un disco áspero, de sonido sucio y asilvestrado, directo al grano, que hace honor a su propio nombre, Quintessential, y en el cual refulge, sin embargo, el calor de las melodías que lleva dentro. Un disco perdido, prácticamente ignorado y desconocido, que jamás ha tenido, como tantos otros, su justo reconocimiento. En definitiva, una de las joyas fulgurantes del rock de este país, aparecida a principios de los 90, dentro de la vorágine del noise-indie-rock o cómo se le quiera llamar, y que desde su misma aparición deja en ridículo la obra de grupos como Australian Blonde, Los Planetas o esa gente sin sangre que son Le Mans o Family.

Porque se trata de un disco del que se puede hablar sin complacencias absurdas, sin darle más valor sólo por ser español, que se aúpa a sí mismo hacia esa categoría de los grandes del rock alternativo de los noventa en la que brillan discos como Slanted and Enchanted de Pavement, Bakesale de Sebadoh o cualquiera de los de Superchunk. Y además sobresale su innegable y cercano encanto, tan íntimo, porque no se aprovechan de esa moda de las texturas de guitarra para dar lugar a elucubraciones aburridísimas y de duración absurda (la sensación que suelo tener siempre que escucho discos de Sonic Youth), todo lo contrario. Más bien se acerca a clásicos desconocidos como el primer disco de Urusei Yatsura, We Are Yatsura, obra estelar e ignorada del rock de los 90 y que participa por encima de todo del mismo sentido de amor por la canción y por la diversión.

Se trata del segundo álbum de Vancouvers, grupo del que apenas he encontrado información, más allá de que ahora algunos de sus componentes tocan en Jet Lag. En No Particular Place, su primer álbum, se acercaban al parecer a unas directrices más power-pop. Con este disco entran de pleno, y con una calidad incontestable, en el sonido de moda en los 90 (no hay más que leer -o mejor dicho, ojear- las Rockdelux de ese periodo). "Chicken Song", el tema que abre el disco, es un puñetazo rockero directo, no quieren engañar a nadie, y el ritmo salvaje y desgarrado casi oculta la importancia de la melodía, que la tiene, especialmente en ese estribillo delicioso que rompe la furia de la canción en cuanto aparece. "Finest Young Lady" no pierde la brisa guitarrera, pero es mucho más amable, con una melodía optimista, casi feliz, quizá la más power-pop del disco, y además jamás nos vamos a cansar de esos acordes reprimidos y el cielo claro, lleno de coros, que viene a continuación. "Bad Bad Bird" es impresionante, sofisticada, cantada con una especie de soberbia mágica, dejando caer las sílabas con desgana junto a esas guitarras tan absolutamente geniales en su acompañamiento, y sin perder de vista una vez más un estribillo lleno de luz, porque Vancouvers no buscan la pose ni la actitud, sino simplemente disfrutar. "The Comer" es la más salvaje, la más impregnada de un ritmo garage sin concesiones, grasienta y marginal, llena de punteos que se pavonean sin complejos. "My Friends And I" recupera la cara amable, dentro de la mejor tradición del rock independiente, y es abiertamente melódica, triste, con una progresión de acordes de guitarra que, al igual que el resto del disco, se graban dentro de nosotros en cuanto los escuchamos, porque dicen muchas cosas, expresan emoción pura. Y "Well Bred", bueno, la primera cara no podía acabar de mejor manera, esto es un clásico del rock, desde el comienzo engañoso, que da paso a un ritmo frenético y veloz, una canción que parece reivindicar algo, con un gancho increíble, absolutamente pegadiza y furiosa.

La cara B comienza con un hit, "No Better Way", nacida para la gloria pero condenada al desprecio. Gigante la melodía, las guitarras acústicas, los coros que subrayan el momento más emocionante de la canción. Y "Time Flies, Fruit Flies" incorpora un ritmo extravagante, obsesivo, casi hipnótico, dentro de la voluntariosa amabilidad que se desprende de todo el disco, porque no deja de ser tarareable. "Porno" es de nuevo una canción poco higiénica, en el buen sentido, que parece salir de la recopilación Nuggets (sólo le falta el organillo), peligrosa, arisca, concreta, excitante. "Here Tonite" no hay manera de explicarla de manera precisa, en realidad se trata de un conjunto de todo lo mejor de los grupos de ese momento, la mejor canción posible dentro del rock alternativo, una estrella del estilo que hubiera corrido diferente suerte de haberla grabado Yo La Tengo, encantadora y viciosa, otra vez una estructura monocorde, muy rítmica, que de repente se rompe en unos acordes de guitarra en espiral combinados con unos coros perfectos, un caramelo delicioso que desearemos probar infinitas veces más. "In My Garage" incluye otro estribillo explosivo, cantado a gritos y en coro, y se supone que saltando con ganas, porque no hay otra manera de hacerlo. Vacilona y directa, otra joya más que da paso al final, "Tell Your Daddy", la más furiosa, la más rápida, la más inquietante, con el mejor espíritu de los Stooges, o quizá de Hüsker Dü, o posiblemente del primer y mejor disco de los Pixies, Surfer Rosa. En definitiva, sublime.

Al principio intenté escribir un artículo completo sobre toda la discografía del grupo, que al parecer consta sólo de tres álbumes más, pero me fue imposible encontrarlos. Me parecía un deber hablar de éste, demasiado bueno como para que quede en el olvido, un clásico del estilo -y no sólo en España- que merece ser reeditado, reescuchado, reconocido y todo lo que se precie. Como no veo manera posible de encontrarlo de otro modo, aquí os lo podéis descargar:

Vancouvers. Quintessential

Y por supuesto, agradecería enormemente que alguien pudiera explicar algo más sobre los Vancouvers o el modo de hacerse con su discografía.

* Fotografías en blanco y negro aparecidas en Ruta 66 del año 1992. Cortesía de Carrascus

Leer más...