jueves, septiembre 27, 2007

The Remains, pop de terciopelo y músculo

Sorprende la historia de los Remains, uno de los grupos estadounidenses que emergieron al calor de los nuevos caminos trazados por los Beatles. Soprende porque su pop, energético, cargado de melodías de alto poder adhesivo y de un estilo muy peculiar en el que tiene mucho que ver la voz de Barry Tashian -desganada, rebelde- y las guitarras ásperas, no se ajusta a su historia como grupo: una banda acomplejada, a la que nadie hizo mucho caso a pesar de haber firmado algunas de las mejores canciones que dio el pop cristalino de mediados de los 60. Quizá se trataba de su indefinición, con un Tashian voluble que hacía muchas cosas bien, pero muy distintas y sin constancia, quizá la excesiva desconfianza en sus posibilidades (jamás pensaron en publicar "When I Want To Know", sensacional composición, clásico instantáneo desde que fue concebida). Hoy día, escuchar su colección de singles es una delicia, todo un placer que se asienta sobre dos bases fundamentales: unas canciones fenomenales y un particular sonido, entre hostil y luminoso, tierno y gélido, que se despliega en pildorazos de dos minutos y medio.

Podemos citar "Why Do I Cry" para introducirnos en su sonido, la voz de Tashian ya traza espirales introvertidas, también cargadas de fuego, en una melodía circular, con un bajo obsesivo, sin por supuesto olvidar la importancia de un estribillo glorioso. "When I Want To Know" es demasiado, como ya he dicho cuesta comprender cómo no pudieron darse cuenta del calibre de este tema. No sólo es valiosa su insólita estructura, con una primera parte a caballo entre la voz de Tashian, voluntariamente dejada, y una sección rítmica sensacionall, del todo enigmática, para acabar con una breve explosión pop -dura apenas unos segundos- venida directamente de los grupos de chicas y de las canciones de Phil Spector. Un tema genial y perfecto, de escucha imprescindible, y el más claro ejemplo de dónde podrían haber llegado los Remains si se lo hubiesen creído más. "Ain't That Her" también tiene mucho encanto, es puro pop a lo Beatle, con mucho cuidado en las armonías y una melodía juvenil, fresca, resentida, que muestra la increíble habilidad de los Remains para abrir estribillos con garra, incrustrados como joyas. Otras canciones como "I'm Talking 'Bout You" muestran su lado más garage, más apegado al rock primigenio, faceta en la que tenía más importancia el bajista Vern Miller. En todo caso, su particular sonido, seco y áspero incluso en sus momentos más pop, hace que este tipo de canciones les venga muy bien, son capaces de acoplarse perfectamente a trallazos como "Say You're Sorry", fenomenal y rudo beat a garrotazos, con sus gotas de tristeza.

Sin embargo, el corazón sensible de Tashian fue el que al final ofreció las mejores canciones. Es imposible no sentirse atraído por "Baby I Believe In You". Su comienzo tiene algo de esotérico, suena demasiado moderna para haber sido grabada en el 65, otra vez son originales tanto en el ritmo que marca la batería como en ese sonido cristalino de teclado, y todo para moldear una canción de la que enamorarse, en la que los destellos melódicos chispean con frescura, con la naturalidad de los grandes. En "I Can't Get Away" parecen directamente los Rolling Stones, están a la misma altura que ellos en sus mejores momentos, con una melodía sinuosa, de cierto olor a incienso, en la que irrumpen unas vibraciones más propiamente rhythm & blues, lo que en conjunto conforma un mecanismo de precisa belleza y malsana adicción. Con "Me Right Now" siguen siendo clásicos, la canción, cabezona en el buen sentido, imposible más pegajosa, incluye además el mismo puente que "When I Want To Know" (iniciativa de Barry, porque le gustaba mucho y porque no pensaba que nadie fuera a escuchar nunca la canción en la que estaba originalmente). Las perlas caen una tras otra, "Time Of The Day" se presenta con un furioso ritmo garage (delicadamente envuelto en teclados de cristal) que no puede dejar de destilar el apego por la melodía directa. Por otro lado, la depurada estructura de "Once Before", al grano y desarrollada con guitarras al borde del estallido, nos hará preguntarnos el inexplicable motivo por el que los Remains pasaron tan desapercibidos en su época.

De "Mercy Mercy Mercy" hay que destacar la implacable batería, cortesía de Chip Damiani (que en todas las canciones daba muestras de su talento), así como esa melodía pop en la que se cuela una adictiva vena de soul a lo Motown. Y en "Heart" es del todo estimulante escuchar la progresión de ese blues sin concesiones, extendido como un latido traducido a notas musicales. Porque después llegan canciones como la excepcional "Thank You", otro de los grandes momentos de Tashian, y que habría sido un hit inmediato si hubiera salido de la pluma de los Stones en su faceta más melódica, un tema con aroma a raíces, pero aun así centrado en el pop. Podría hablar también de canciones con las que gozarón de una mayor repercusión, como la versión de Bo Didley "Diddy Wah Diddy" o, especialmente, la legendaria "Don't Look Back", que debe su reconocimiento a haberse convertido en una de las leyendas de la recopilación Nuggets, épica envasada en tres minutos, un memorable batiburrillo de garage, pop y blues.

Todas estas canciones salieron como singles y formaron parte en su mayoría de su único LP. Aquí os las dejo, esperando que disfrutéis de su peculiar y adhesivo sonido tanto como yo lo he hecho. Piezas sensibles pero con nervio, y en conjunto uno de los tesoros más valiosos de las profundidades de los 60.

The Remains. Barry & The Remains (1966)

Artículo recomendado: The Remains. Excitante garage beat de mediados de los 60. En Sensaciones Sonoras.

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jueves, septiembre 20, 2007

Los Iberos: la causa perdida del pop

Los Iberos fueron un grupo creado para el éxito, que dispuso en su momento, a finales de los 60, de un presupuesto privilegiado para dar forma a algunas de las mejores canciones que se han grabado nunca. No cumplieron las expectativas comerciales y su carrera se desinfló rápidamente. Sin embargo, dejaron una estela de fabulosos temas que bebían del mejor pop de la época, un batido dulce y refrescante formado a partes iguales por el libro de estilo del pop británico, la exuberancia del sunshine pop californiano (siempre para embellecer, nunca para empalagar) y una serie de melodías que hoy por hoy son clásicos caídos en el olvido, y que demuestran de nuevo el inmenso talento que floreció en España a raíz de la invasión británica. El influjo de la música sajona ha inspirado en este país toda una serie de grupos capaces de ponerse al mismo nivel que sus modelos, ha dado como resultado un substrato cultural de un valor incalculable y que todavía fermenta (basta con citar a grupos como los Feedbacks o Protones). Y por este motivo es una lástima, casi una desgracia, que hoy por hoy en nuestros medios de difusión masivos -y podría decirse que también en muchos de los especializados- la música autóctona se reduzca al flamenco o similares, los subproductos latinoamericanos, los cantautores, los grupos "indies" y demás fantoches que pululan por ahí sin avergonzarse.

La producción de los Iberos es más bien escasa. Apenas dejaron una ristra de singles y un LP que los recopilaba. Cronológicamente, "Summertime Girl" fue su primer bombazo. El comienzo sabe a clásico, el resto ya es historia. Se trata de una canción que podría haber sido uno de los hits de los Turtles, y que se construye sobre una exquisita, refinada melodía, apoyada por unas trompetas sencillamente geniales. En definitiva, un motivo más para creer en la leyenda del pop de los 60. La cara B de este single, "Hiding Behind My Smile", recurre a los estallidos preciosistas del pop californiano, es una orgía del sonido elaborado a partir del Pet Sounds y de grupos como Millenium, Yellow Balloon o Sagittarius, quizá con cierto ritmo trepidante que parece más bien extraído del garage. "Las tres de la noche", ya cantada en español, encarna el mejor pop de cámara que se ha hecho nunca en este país, preciso, se parecen a los Zombies, a Love, la melodía es delicada, está tiernamente arropada por unas cuerdas como riachuelos. Y entonces llega su absoluta obra maestra, la apabullante, directa como un gancho, fresca, síntesis de lo mejor que dio esa década de oro, "Corto y Ancho". Y encima, cantada en español. Lo mágico de esta canción es que empieza de la mejor manera posible, la introducción es de matrícula de honor, una melodía excitante que nos lleva adonde quiere, es decir, al estribillo, seductora, embaucadora, hipnótica. Una vez lo consigue, no vuelve a aparecer, porque ya nos tiene en sus manos: en cuanto escuchamos esas voces, entre ascendentes y descendentes, esas trompetas trazando líneas celestiales a su antojo, no podemos hacer nada, los ojos nos brillan, estamos poseídos, somos parte de todos esos sonidos chispeantes, de ensueño, que cristalizan a nuestro alrededor y nos enseñan un paraíso desconocido, de una belleza indescriptible, rebosante de promesas y secretos. Una catarsis sonora inolvidable.

Después llegaron varios singles potentes. "Nightime" es una canción suave, llevada a ritmo de mecedora, y "Why Can't We Be Friends" se mueve con soltura en las pautas del pop de calidad, con un sonido más entregado a los arreglos orquestados, pura psicodelia californiana cuando aún no había degenerado en los insoportables empachos de grupos como Grateful Dead. "Liar Liar" es una estupenda versión del grupo de garage The Castaways, magnífica tanto en el falsete como en captar a la perfección el espíritu de la canción original y revestirla de sonidos de cristal y ébano. Los pildorazos energéticos de la factoría Motown aparecen por primera vez en "Mary and She", junto con el gusto por la canción chicle y las ganas de ser pegadizos y de que cada melodía entre en el paraíso de las grandes. "Te alcanzaré" es un paso más a la hora de fijarse en los ritmos que utilizaban las Supremes, y por eso resulta tan cándida y especial, es la canción del enamorado ingenuo, al que todavía no han roto el corazón. En síntesis, una ingeniosa mezcla del pop de Detroit y el británico a manos de un grupo que por entonces estaba dando lo mejor de sí mismo. Y como siempre han hecho los grandes grupos del pop de cámara, "Amar en Silencio" es una de esas canciones de pop medieval, parece escrita hace siglos, sin que deje de sonar instantánea y popular, como un romance, misteriosa, perenne. Con "Fantastic Girl" quizá llegaron a la cumbre, se trata de otra golosina de pop envuelto en celofán a la que no le falta nada de lo que tienen los grandes éxitos del sunshine pop, un estribillo luminoso y radiante y un sonido con arreglos tan cálidos que cada detalle golpea por dentro. Aún tuvieron tiempo de entregar una nueva obra maestra del pop lustroso, "Back In Time", con una melodía refinada y emocionante y unos "pa-pa-pa" que enamoran.

No obstante, el grupo comenzaba ya su declive. En 1970, Enrique Lozano, uno de los dos miembros importantes, se resintió de las secuelas de un antiguo accidente de tráfico y tuvo que abandonar el grupo. Se quedaba al mando Adolfo Rodríguez, que terminaría formando parte de los excepcionales Solera para seguir contribuyendo a la causa del pop. Precisamente, "Angelina" ya suena mucho a lo que Adolfo haría con ese grupo, es una gran canción que se fundamenta en un cambio de ritmo pensado para inyectar sentimientos, gracias a un estribillo memorable. "Con tu amor" también suena estupenda, no podía ser de otro modo si nos fijamos en ese bajo que le debe tanto a los Beatles. "Mañana", una versión de los Honeycombs, es más ramplona, empiezan a quedar lejos los logros de otros momentos y el sonido no es el mismo -ya no podían permitirse grabar en Inglaterra-, y aun así la melodía despierta un cierto cosquilleo y al final acaba haciéndose simpática. Lo mismo puede decirse de "Isabel", una grabación más sencilla, más de andar por casa, en la que ya se ve una decidida voluntad de vender más y una menor importancia de lo artístico, pero tiene su punto de gracia. "María, Tobías y John", aunque pueda resultar acomodaticia, engancha, especialmente sus cuerdas, sutilmente introducidas en la parte estratégica de la canción, y también con una melodía que parece un silbido humilde. En "Bajo el Álamo" ya no son ellos, me sabe mal decirlo pero hay una enorme distancia entre esta canción y sus más gloriosas composiciones, en los tiempos de Lozano. Por suerte, es la última y no repercute en la trayectoria de un grupo que alcanzó alturas prodigiosas.

Todas sus canciones fueron recopiladas en un CD de bizarro y desastroso diseño, titulado Pop de los 60, y que apareció en 1988. Un cofre del tesoro en el que podréis escuchar la magnífica producción de los Iberos, y que está a vuestra disposición en este enlace:

Los Iberos. Pop de los 60 (grabaciones completas)

Fotos tomadas de Guateque.net

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martes, septiembre 11, 2007

The Zombies, "Odessey And Oracle"

Tenía muchas ganas de escribir un artículo sobre este disco, uno de los infravalorados más ilustres de la historia de la música. Afortunadamente, poco a poco parece salir del agujero al que fue condenado durante décadas desde el momento de su grabación, en 1967, pero nunca es suficiente. Hay que decir de una vez, sin que quede lugar a dudas, que Odessey and Oracle es uno de los pilares fundamentales del pop de los 60, un clásico desconocido que está a la misma altura de obras maestras como Pet Sounds, Sgt. Peppers o Forever Changes, una deslumbrante colección de canciones que ha pasado eternamente desapercibida, que ha sido constantemente despreciada, y que ya es hora de elevar a las alturas que merece.

Los Zombies venían de grabar un fabuloso disco de pop a lo Beatle, Being Here (1965), formado por canciones beat que ellos cubrían con una peculiar capa de terciopelo que las convertía en algo distinto. Aquí encontraron el éxito comercial con canciones ultraconocidas como "Tell Her No" o "She's Not There", habituales de recopilatorios poco profundos de los sesenta. En su siguiente y último disco, creció la sofisticación y a sus excepcionales dotes para el pop añadieron una exuberante variedad de arreglos, al más puro estilo Pet Sounds (es decir, un sonido rico, orquestado con concisión y en su punto justo, sin caer en el exceso). La delicia sonora se lanzaba al infinito, además, con la voz de su cantante -Colin Blunstone- en pleno estado de gracia, cálida, sensual y precisa (muchos se sorprendieron al darse cuenta, en directo, de que no se trataba de un truco de grabación). El cóctel concentraba como no se había hecho antes las señas de identidad del pop de cámara, e influyó en grupos tan esenciales como The Left Banke o Honeybus.

La caja de las maravillas se abre con "Care Of Cell 44", el clavicordio del principio ya señala por dónde van los tiros, para después encontrarnos con una canción pop pegadiza que reúne lo mejor de los Kinks y los Beatles, mención también para unos coros que son puro Beach Boys, todo ello encajado con precisión. El resultado es increíble, sobre todo si se tiene en cuenta que el estribillo contiene esa sangre tan puramente Zombie formada a partes iguales por componentes de nostalgia, elegancia y belleza. Y qué decir de "A Rose For Emily", más mesurada imposible: la voz de Blunstone y un piano son suficientes para una melodía arrebatadora, con la inclusión en momentos estratégicos de unas armonías vocales que son pura magia. "Maybe After He's Gone" ya es festín del pop de cámara: coros entregados y estribillos radiantes para una canción esencialmente compleja y llena de giros, pero que en conjunto no deja de ser pop de dos minutos. Después llega "Beechwood Park" para confirmarnos que los Zombies han dado con el misterio del pop, no puede ser de otro modo con esa guitarra arrastrada, que acoge la desganada voz de Blunstone, para que luego todo estalle en unos coros furiosos en los cuales los trucos de estudio suman puntos y emoción (cuántas veces esperaremos a que Blunstone diga "Beechwood Park" con su voz filtrada, ese detalle queda simplemente perfecto).

Y ahora escucharemos "Brief Candles", una temblorosa, delicada melodía llevada otra vez por un piano, y desgarrada por un estribillo vibrante y lleno de orquestaciones, los Zombies están en racha y entregan una obra maestra tras otra, como también los es, y en mayúsculas, "Hung Up On A Dream", la particular excursión psicodélica del grupo, misteriosa, colorista, onírica, adictiva, cargada de ese punto especial que tienen las grandes canciones, una pieza más en el increíble mosaico que están conformando. "Changes", para añadir más colores, suena medieval, parece creada por un trovador en pleno siglo XX, las percusiones primitivas respaldan esa melodía que recuerda a cantares de gesta y leyendas populares. Porque "I Want Her She Wants Me" retorna a caminos pop más habituales, pero eso no quiere decir que sea peor, de hecho es una de las mejores canciones del disco: pop a lo Beatle, de lo mejor que se ha hecho nunca, infeccioso, recuerda mucho a "It's Getting Better" de los de Liverpool, pero claro, con ese sentido melancólico que tenía todo lo que los Zombies componían. La siguiente, "This Will Be Our Year", es un clásico, con cierto aroma soul, pero es que su melodía, de una elegancia escrupulosa, fluye tan fácil que parece que no pudiese haber sido de otro modo.

"Butchers Tale" es otra muestra de algo así como pop medieval con influjos de psicodelia (debo remarcar que a pesar de todo, esto es pop, aquí no vamos a encontrar digresiones instrumentales ni nada que se le parezca), Theremin incluido -por algo se había publicado el Pet Sounds un par de años antes- en el estribillo ascendente; en definitiva, una canción con sentido dramático, teatral, como si se estuviese desarrollando una historia. Y de "Friends of Mine" sólo puedo decir que es mi favorita, porque lo tiene todo para ser la canción pop perfecta: una voz angelical, armonías carismáticas y un estribillo maravilloso que pone los pelos de punta, mientras de fondo se escuchan nombres de parejas. Diferente, distinguida, un momento estelar del pop. Como lo es también todo el disco, que finaliza con "Time of The Season", el mayor hit de los Zombies, un clásico al alcance de cualquier ocasional de la música, y del que a mí me gusta especialmente esas originales expiraciones (que los audaces Boys americanos tomaron prestadas, años después, para su descomunal "Baby, It's You").

El grupo había encontrado un estilo definido, un sonido maravilloso que lamentablemente terminó con este disco. Sin embargo, como ya dije, para mí una de las pruebas de que un disco es una obra maestra es que las canciones descartadas son también muy buenas, y Odessey and Oracle no es una excepción. Podemos destacar la belleza de la línea de piano de "I'll Call You Mine", el pop vitamínico de "Don't Cry For Me", muy cercano al beat de su primer disco, o especialmente esa joya que es "She Loves The Way They Love Her", nunca Colin Blunstone fue tan sensual cantando (de hecho, la recuperó para su primer disco en solitario).

Podéis descargar el disco aquí:

The Zombies. Odessey And Oracle (1968)

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martes, septiembre 04, 2007

Byrdy, tributo a las maneras de The Byrds

The Byrds aportaron a la historia de la música un sonido embriagador, inquietante, esotérico, fundamentado en la fusión de la guitarra Rickenbacker de 12 cuerdas de Roger McGuinn con las melodías ásperas y ultraterrenales de Gene Clark -como si viniesen de un rincón profundo e inexplorado del espíritu-, un milenario sabor folk y unas espirales psicodélicas y cósmicas que encajaban a la perfección en el conjunto. Su sonido marcó época e influyó posteriormente a cientos de grupos que se dejaron llevar por esos senderos místicos del pop, siempre enmarcados en canciones de dos minutos y medio. Uno de los grupos más especiales y originales de la historia de la música no merecían menos que un tributo a su altura.

La historia de este recopilatorio que hoy presento es casi igual de misteriosa que la música de Clark y compañía. No tengo dudas de que se trata de una de las mejores colecciones de canciones que he escuchado nunca, y sin embargo nunca se ha comercializado, de hecho creo que ésta es la primera vez que alguien lo cuelga, pese a tener ya merecida fama en varios foros. Su autor, Manolo Martos, un usuario de Soulseek que se conecta cada mucho tiempo, demuestra un gusto exquisito en la elección de las canciones y una sorprendente cultura musical. No hay ningún tema que suene fuera de lugar, todos remiten inmediatamente a los Byrds, en sus distintos matices, y lo que es más difícil: podrían haber sido compuestos por ellos. No es un puro calco sin sustancia, se trata de canciones de primer orden que podrían haber salido en cualquiera de sus discos.

Veintidós temas, casi ochenta minutos de música de una calidad extraordinaria que resucita los mejores momentos de los Byrds con sencillez, humildad y pasión, y entre los cuales, como quien no quiere la cosa, se encuentran algunas de las mejores y más escondidas canciones del pop. Vamos a encontrar guitarras Rickenbacker por doquier, increíbles giros emocionales, voces susurrantes a lo Gene Clark, armonías vocales pluscuamperfectas y el cósmico sentido de la belleza que se inventaron los Byrds. Hay que destacar la canción de The Fraternal Order of The All, "Space And Time", espectacular trallazo de comienzo en el que se emulan los coros derretidos tan característicos del grupo, y que mantendría el tipo en Mr. Tambourine Man. En cambio, "Candle and Birds", de The Lears, es una maravilla que se acerca mucho al sonido de los grupos del Paisley Underground, fanáticos de los singles perdidos de garage, de la recopilación Nuggets y, cómo no, de los discos de los Byrds. De la canción de The Quarter After, "So Far To Fall", hay que señalar las voces que caen en cascada, sostenidas por la fuerza de la Rickenbacker y su férrea estructura de acordes. Adictiva a más no poder, se trata de una hermosa melodía que se desgrana con facilidad, como una sucesión de imágenes de caleidoscopio.

Resulta inevitable citar a los Jayhawks y "Sprayforme". Son unos grandes, quien lo dude no tiene más que escuchar su gigantesco disco Rainy Day Music. Nunca han dejado de demostrar su amor por el pop clásico, y aquí, cómo no, toca homenajear a los Byrds, con un emocionante, breve, potente estribillo que sugiere bellos y reflexivos atardeceres. Igual de necesario es hablar de Teenage Fanclub y su aportación, "Accidental Life". El grupo más importante de los 90 nunca ha ocultado que una de sus fuentes primordiales son los Byrds, y han sido tan buenos que su importancia, sin exagerar, podría equipararse a la de su grupo fetiche. Aquí suenan a Byrds más que nunca, pero es que Teenage Fanclub casi siempre suenan a este grupo, y lo genial es que, aun así, no dejan de ser ellos. Por lo demás, la canción sigue su magnífica línea: elegante, refinada, cristalina, pura. Más desconocida es "Starbyrd", de Starbyrd, y esta canción me gusta especialmente, porque recuerda mucho a Gene Clark, mi debilidad personal, en la voz, en la manera de cantar, tranquila, susurrante, cargada de experiencia y sabiduría. Algo así como una persona comunicándose con el universo en una noche estrellada. Una absoluta genialidad que se queda en la memoria para siempre.

Tampoco puedo dejar de mencionar "She's The Girl (Who Said No)", de The Tweeds, otra de mis preferidas. Cuando una canción me llega me parece la mejor cosa del mundo, no puedo evitarlo, y éste es uno de esos casos. Este tema lo tiene todo, es una apasionante y despechada confesión, no deja de emocionar en cada uno de sus segundos, una melodía increíblemente pegajosa, pero no en el sentido lúdico, sino más bien en su vertiente más triste y apática, sin histrionismos de ningún tipo, desoladora y hermosa al mismo tiempo. Otro alto ineludible en el camino es la canción de The Optic Nerve "Like To Get To Know Her". Magistral, una de esas canciones que pone la piel de gallina, de nuevo una voz que susurra a lo Gene Clark, hablando desde la inmensidad de los tiempos y magníficamente acompañada por un coro que repite las palabras justas en el momento adecuado. Y de "If He's So Great", de The Resonars, se puede decir que es una joya pop que nos va a conmover mil veces con sus desesperados coros, deliciosamente modulados.

Hay que dar especial importancia a la canción de Rockfour, "Oranges". La obra maestra de este recopilatorio, quizá colgarlo sea una excusa para hablar de ella. El grupo israelí Rockfour demuestra que cuando se olvidan de sus insípidos desvaríos a lo Radiohead y se centran en lo que saben hacer, componer canciones redondas de influencias del pop clásico, son insuperables. Y de hecho, recuerdo especialmente esta canción porque se acopló enigmáticamente a mis sueños, mientras dormía en un largo viaje en tren. Una canción que sale de un lugar abismal y misterioso, imposible más perfección, desde esa puntillosa guitarra de doce cuerdas, trazando sus destellos complejos y a la vez tan sencillos, poniéndose en primer plano a veces, detrás de la canción en otras ocasiones; hasta la convicción con la que cantan, reivindicando quizá un extraño secreto en una de las melodías más furiosas y adhesivas que he escuchado nunca, con un claro parecido al tono de otro clásico de The Electric Prunes ("I Had Too Much To Dream Last Night"). Todos sus detalles son geniales, concisos, funcionan como un mecanismo de relojería y en definitiva resulta una experiencia alucinante, una especie de sueño absorbente que no puedo más que recomendar una y otra vez. En definitiva, un clásico de todos los tiempos publicado en el año 2000 en su disco a veces excepcional, a veces aburrido, Supermarket. Y le sigue "You're My Drug" de Dukes of Stratosphear. De este grupo, la encarnación psicodélica de XTC, hablaré detenidamente más adelante. Por ahora, basta decir que esta canción es un genial cóctel de Byrds y garage, trazado con una clase ilimitada, empezando con el bajo burbujeante y siguiendo con esas apabullantes, celestiales, entrelazadas voces, como si estuviesen esculpidas en oro, que dan paso al estribillo, diluido en una distorsión inspirada en la clásica "Open Your Eyes" de The Nazz.

Sólo he citado unas cuantas, pero lo cierto es que el resto son también muy buenas y probablemente acabaréis teniendo vuestras propias favoritas. Vuelvo a decir que este recopilatorio es imprescindible, pues condensa a la perfección el marasmo de sueños y folk que en definitiva fue la música de los Byrds. Estoy convencido de que os hará disfrutar tanto como lo ha hecho conmigo, y que descubrir todos sus secretos os llevará un largo tiempo de placer, diversión y experiencias místicas.

Byrdy. Tributo a las maneras de The Byrds

1. The Fraternal Order of the All. Space And Time
2. Starry Eyed & Laughing. Chimes Of Freedom
3. The Lears. Candle And Birds
4. The Remayns. Go Ahead
5. The Quarter After. So Far To Fall
6. The Jayhawks. Sprayforme
7. Teenage Fanclub. Accidental Life
8. American Suitcase. Million Dollar Man
9. Starbyrd. Starbyrd
10. The Grip Weeds. Strange Bird
11. Tweeds. She's The Girl (Who Said No)
12. The Optic Nerve. Like To Get To Know Her
13. Beachwood Sparks. Something I Don't Recognize
14. Bobby Sutliff. In My Perfect Dream
15. The Resonars. If He's So Great
16. Dramarama. I Wish I Was Your Mother
17. George Usher. Another Man's Crown
18. Rockfour. Oranges
19. Dukes Of Stratosphear. You're My Drug
20. Bill Kaffenberger. In A Winter's Dream
21. The Rhinos. Memories And Bones
22. Gene Parsons. Melodies From a Bird in Flyght (For Clarence)

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