tag:blogger.com,1999:blog-328259382024-03-07T09:55:11.742+01:00En busca del vinilo perdidoBlog sobre vinilos, canciones y gruposMr. Glassheadhttp://www.blogger.com/profile/13524226312743708105noreply@blogger.comBlogger99125tag:blogger.com,1999:blog-32825938.post-18648400293404202822009-05-19T00:45:00.004+02:002009-05-19T00:51:36.252+02:00El ladrón de melodías (X)<div align="justify"><span style="font-family:arial;">Caminar sobre la arena durante horas, desconociendo la distancia que queda por recorrer y con la única compañía de un gigante silencioso de casi dos metros y corte de pelo mohicano puede llegar a ser de una monotonía enfermiza. Yo había llegado en el momento convenido, con una libreta bajo el brazo y un bolígrafo en el bolsillo. El cielo se mantenía tibio y el sol apenas se insinuaba. Pero a mediodía continuábamos junto a la pared del acantilado. El mar era uniforme a lo largo de la pared y había perdido ya todo rasgo distintivo. Ni siquiera podía saber exactamente el tiempo que llevábamos andando, pues el gigante me había confiscado el reloj en cuanto me vio aparecer entre los surfistas. Tenía mucha sed, había llegado a un punto en que me limitaba a arrastrar los pies, sin apenas levantarlos, y el sol, fuerte y claro en el centro del cielo, me provocaba un creciente dolor de cabeza. A pesar de mis continuas quejas, sólo recibía una respuesta de mi enigmático acompañante, siempre por delante de mí, y que ni siquiera giraba la cabeza para contestarme.</span></div><span style="font-family:arial;"><div align="justify"><br />–Sea paciente.</div><div align="justify"><br />Cuando la sed, los pies doloridos y la cabeza golpeada por el sol se han convertido casi en una costumbre, una pequeña brecha en la pared rocosa, después de kilómetros de acantilado uniforme, puede llegar a ser una revelación extraordinaria y emocionante. Ni siquiera me hubiese dado cuenta del pequeño agujero de no ser porque el gigante se detuvo, por primera vez en toda la mañana, y lo señaló con el índice. Al principio la grieta resultaba prácticamente imperceptible, y podía pasar por un casual oscurecimiento de las rocas. Había que fijarse muy bien para detectarla. Y era necesario tener mucha fe para creer que un hombre la podía atravesar.</div><div align="justify"><br />–A partir de este momento dispone usted de una hora. Tenga su reloj.<br />–Un momento. Es imposible entrar. Es demasiado estrecho.<br />–Inténtelo, no es muy difícil.<br />–Puedo quedar atrapado.<br />–Usted mismo. Si quiere, nos vamos. </div><div align="justify"><br />Malhumorado, mientras gruñía y perjuraba, me encajé en el diminuto hueco e intenté pasar. Durante unos momentos me dio la impresión de estar atascado, oprimido mi pecho por las rocas, pero tras un esfuerzo desesperado logré caer en un espacio más amplio.</div><div align="justify"><br />La luz entraba por la grieta. Estaba en el interior de la roca. Olía a humedad y el eco transformaba cada uno de mis pasos en varias docenas más. Seguí un estrecho pasillo natural y una vez en el fondo, hacia la derecha, pude distinguir los peldaños de una escalera ascendente de piedra, muy cortos e inclinados. No había otra salida, así que empecé a subirlos, apoyándome en las mismas formas convexas de la pared que me descalabrarían si tropezaba. </div><div align="justify"><br />Después de varios minutos, empecé a asustarme. Tenía que encontrarme ya en un punto muy elevado con respecto a la grieta por la que había entrado, y la luz se había ido apagando hasta encontrarme prácticamente a oscuras. Sin dejar de subir, asegurando fuertemente los pies en los minúsculos escalones, no podía entender cómo había sido tan ingenuo, y por qué me había puesto tan fácilmente en manos de aquellos tipos, que en un momento así podían hacer de mí lo que quisieran. Pero mi claustrofobia remitió cuando observé que los escalones empezaban a reflejar delgados rayos de luz que poco a poco se hacían más gruesos. </div><div align="justify"><br />Nunca podré transmitir la corriente de emociones que me invadió una vez arriba, cuando alcancé la entrada de la que provenía la luz, así que me limitaré a describir de la forma más exacta posible lo que apareció frente a mí. En primer lugar, el cielo azul lo ocupaba todo, y por debajo quedaba el mar, tranquilo y acariciado por un viento suave. Me acerqué a la roca quebrada, que daba luz al resto del recinto y lo rodeaba. La irregularidad de sus contornos indicaba que se había abierto a consecuencia de un desprendimiento natural, o quizá por aquellas obras emprendidas hacía ya décadas de las que me había hablado el director de los guardianes del templo. Me agaché porque sentí vértigo, pero en la arena, a muchos metros de distancia, distinguí la figura del gigante mohicano, sentado y mirando hacia el mar, muy pequeño desde donde yo estaba. </div><div align="justify"><br />Entonces reparé en el suelo. Desde el momento de entrar, mis sandalias habían dejado de rozar la piedra de los escalones. Toda la superficie, una fina capa de arena, estaba totalmente cubierta por hojas de laurel, que se levantaban al más mínimo desplazamiento. De hecho, el aire estaba perfumado por el laurel y por la brisa fresca y salada del mar. Hubiera sido un gran placer sentarse sobre el manto de hojas y contemplar el mar desde allí, o cerrar los ojos e ir quedando poco a poco dormido, junto al murmullo del mar y abrigado por el viento de mediodía.</div><div align="justify"><br />Me obligué a pensar en lo que realmente hacía allí. Aunque lo vi desde el principio, me había dedicado a reservar para el final la sensación de tener frente a mí, por fin, lo que buscaba desde hacía tantos años. En el centro de aquella estancia había un púlpito de piedra, orientado hacia el mar, y rodeado de columnas dóricas que nacían en el suelo y cuyos capiteles parecían adherirse de forma natural al techo rocoso. Miré mi reloj. Ya había pasado un cuarto de hora.</div><div align="justify"><br />Me subí al púlpito. Frente a mí tenía una pantalla de cristal que cubría un papiro desplegado e imponente, casi de un metro de ancho y la mitad de largo. Estaba repleto de circunferencias muy pequeñas, cada una de un color y con una nota musical en escritura griega clásica –a veces dos, o incluso tres– incluida dentro. Las circunferencias comunicaban entre sí, y estaban unidas por líneas rectas de color azul. En definitiva, el dibujo resultó ser mucho más sencillo de lo que yo había imaginado infinitas veces.</div><div align="justify"><br />De hecho, comprendí el mecanismo fácilmente. De forma instantánea desapareció cualquier tipo de temor que pudiese haber guardado sobre mi capacidad para descifrar el papiro, a pesar de mi dominio de las formas musicales clásicas. Caí entonces en una especie de trance del que me recuperé tres cuartos de hora más tarde, cuando el tiempo había finalizado y mi libreta estaba llena de apuntes. Antes de salir del templo miré por última vez el papiro, y no había dejado de recordarlo cuando volvía en avión a Barcelona, entusiasmado y ansioso por ponerme manos a la obra.</div><div align="justify"><br />Sólo había examinado una pequeña parte de las circunferencias del papiro. Para utilizarlo, bastaba con empezar en una de ellas y realizar un trayecto arbitrario por el resto, siguiendo las líneas que las unían, una tras otra. Así se conseguía una melodía. En cambio, para buscar algo más complejo, se podía seguir una secuencia de circunferencias y después empezar una nueva por otras circunferencias situadas más allá. En este caso el resultado sería un estribillo con su puente, es decir, unas notas ascendentes que culminaran en el clímax (el estribillo) de forma natural y equilibrada, o quizá también dos melodías enlazadas. Aunque estas diferencias no importaban demasiado. A fin de cuentas, todo podía reducirse al placer de la extracción de belleza.</div><div align="justify"></div><div align="justify">Durante el viaje de vuelta no sólo pensaba en el gran disco que tenía entre manos, sino que imaginaba una y otra vez que poseía el papiro, que podía disponer de él eternamente, disfrutar de la música de los dioses hasta perder la razón, y después transcribirla en forma de canciones pop que daría a conocer al resto del mundo.</div><div align="justify"> </div><div align="right"><em>CONTINUARÁ</em></span></div>Mr. Glassheadhttp://www.blogger.com/profile/13524226312743708105noreply@blogger.com28tag:blogger.com,1999:blog-32825938.post-44741652833487290802009-05-04T23:45:00.003+02:002009-05-05T00:08:11.007+02:00El ladrón de melodías (IX)<div align="justify">Entramos en la casa y recorrimos un pasillo alfombrado. En una de las paredes colgaba un cuadro, casi ocupándola por completo, donde se veía un mar y algo semejante a una bola luminosa. Subimos unas escaleras y llegamos a la segunda planta.<br /><p></p></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">Todas las ventanas estaban abiertas. El suelo, de baldosas blancas y brillantes, recogía los últimos rayos del sol. Llegamos a un despacho. La puerta estaba abierta. <p></p></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">–Entre –dijo mi desconocido y silencioso acompañante, antes de marcharse.</div><div align="justify"><p></p></div><div align="justify"></div><div align="justify">Detrás de la mesa, un hombre con evidente sobrepeso, de pelo cano y vestido con una camisa de manga corta a rayas rojas, me observaba a través de sus gafas excesivas, un modelo de pasta excéntrico que le ocupaba la mitad de la cara. Me estaba esperando, y parecía muy tranquilo. Tenía las manos una sobre otra. <p></p></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">–Buenos días, señor Alejandro.</div><div align="justify">–Hola, ¿cómo conoce mi nombre? ¿Y qué hago yo aquí?</div><div align="justify">–Usted sabe muy bien lo que hace. Lleva años buscando el templo de Apolo y por fin lo ha encontrado. No hace falta que disimule, conocemos cada uno de sus movimientos y no hay lugar a la duda. <p></p></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">Su voz era tan pausada y ausente de cualquier matiz agresivo que dejé de sentirme tenso. La ventana del lateral de la habitación estaba abierta y dejaba pasar aire con olor a pino, a viento fresco y salado y a cloro de piscina. <p></p></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">–Voy a ser todo lo breve que pueda, pero hay una serie de cosas que usted debe conocer. En primer lugar, tengo que decirle que le hablo en nombre de una sociedad dedicada a guardar el templo de Apolo. En estos momentos, yo soy el director, aunque no puedo decirle mi nombre. Llevamos muchos años en activo, miles de siglos. Puede decirse que gestionamos el uso que se hace del papiro. Entienda que la magnitud del secreto obliga a una máxima discreción. <p></p></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">Se levantó y empezó a caminar a un lado y otro de la mesa, con las manos apretadas detrás de la espalda. <p></p></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify">–Como le he dicho, hace siglos que no cesamos en nuestras actividades de vigilancia, que incluyen tanto detectar a buscadores del templo de todo el planeta como mantener el secreto de su localización y preservar el papiro. A pesar de todo, hasta hace poco no tuvimos algo realmente concreto que vigilar. Anteriormente, conocíamos de forma aproximada el lugar donde debía estar el templo. A principios de los años cincuenta alguien llevó a cabo una serie de obras en la pared rocosa que usted ha visto esta tarde. Se derrumbaron algunas rocas y, ante la sorpresa de los obreros, surgió el templo de Apolo de su escondite milenario. Inmediatamente nos encargamos de que no se divulgara el secreto, y tuvimos que planear nuevas estrategias de vigilancia. <p></p></div><div align="justify"></div><div align="justify">Se detuvo un momento frente la ventana, observando el exterior. Estaba de espaldas a mí, pero continuaba hablando. <p></p></div><div align="justify"></div><div align="justify">–El templo se mantenía intacto. Parecía recién salido de la antigüedad. E incluía el papiro, también perfectamente conservado. Todo esto provocó en el seno de nuestra organización muchas controversias. Surgieron propuestas de muy distinto tipo. Algunos eran partidarios de quemar el papiro. Otros hablaban de lo necesaria que era su divulgación a toda la humanidad. Llegamos a la conclusión de que aquella fuente de belleza sobrehumana no podía permanecer tan sólo en nuestras manos. Fue el único punto en que empezamos a apartarnos de las raíces tradicionales de nuestra sociedad, que sólo hacen referencia a la vigilancia. De algún modo, queríamos que la humanidad saliera beneficiada. Éste es el motivo por el que usted está ahora mismo aquí. Sin embargo, su reproducción masiva sólo podía llevar al caos y a la confusión. Conducir repentinamente a todo el mundo a un nuevo estado de conciencia, sin ninguna progresión y de un momento a otro, supondría un peligro de insospechadas consecuencias para la especie humana </div><div align="justify">–¿Qué quiere decir con que debo mi presencia aquí a ese cambio de orientación? </div><div align="justify">–A que finalmente optamos por un término medio. La humanidad iba a beneficiarse del descubrimiento, pero poco a poco, a lo largo de los siglos. Sería posible acceder al papiro, pero sólo lo harían aquellas personas que lo estuviesen buscando. Conocemos todas las fuentes donde los autores clásicos ocultaron las pistas. Nos hemos desarrollado lo suficiente para detectar a las personas que están manejando esta clase de ediciones y someterlas a seguimiento, hasta que estamos convencidos de que han descubierto el secreto. </div><div align="justify">–¿Y entonces? <p></p></div><div align="justify"></div><div align="justify">Se sentó de nuevo detrás de la mesa del despacho. <p></p></div><div align="justify"></div><div align="justify">–Pues entonces, esta persona merece acceder al papiro. Pero tenga en cuenta que hay toda una serie de restricciones. <p></p></div><div align="justify"></div><div align="justify">Abrió un cajón de la mesa, del que extrajo una hoja de color azul con varios puntos. Enseguida me quedaron claras las reglas de la sociedad: <p></p></div><div align="justify"></div><div align="justify">1- No divulgar el secreto.</div><div align="justify">2- No exceder el tiempo permitido.</div><div align="justify">3- No acceder al papiro sin permiso.</div><div align="justify">4- Respetar las decisiones de uso de la sociedad. <p></p></div><div align="justify"></div><div align="justify">–El primer punto es sencillo –me dijo. E incluso es de sentido común, porque comprenda que cuanta menos gente conozca el secreto, más se beneficiará usted de lo que pueda obtener. El segundo punto tampoco entraña demasiadas dificultades. A usted se le asignará un tiempo determinado de contacto con el papiro, y bajo ningún concepto lo sobrepasará. El tercero es bien sencillo. Y el último es indiscutible. Quiero decir que nosotros decidiremos el uso que usted va a hacer del papiro: cuánto tiempo podrá examinarlo y las veces que podrá volver.</div><div align="justify">–¿Son limitadas? ¿En qué se basan para decidirlo?</div><div align="justify">–En aspectos que nos reservamos. Pero tenga en cuenta que lo calculamos todo y que las decisiones nunca son arbitrarias. Sencillamente, si se le dice que no va a poder volver, se limitará a no volver. Quizá con suerte, al cabo de los años, se le permita acceder de nuevo.</div><div align="justify">–¿Lo usa mucha gente?</div><div align="justify">–Desde los años cincuenta, en total una treintena de personas, contando activos, es decir, los que pueden volver a usarlo, e inactivos, los que de momento no han vuelto a tener acceso. No todo el mundo ha sabido aprovecharlo por igual, pero le aseguro que los mejores músicos han pasado por el templo.</div><div align="justify">–¿Por ejemplo?</div><div align="justify">–Comprenda que no se lo puedo decir. <p></p></div><div align="justify"></div><div align="justify">Sin embargo, en mi cabeza ya aventuraba posibilidades. Brian Wilson manipulaba el papiro y anotaba las canciones que lo convertirían en el más importante autor del pop. Arthur Lee aparecía en el ensayo con un puñado de canciones formidables y lo justificaba como un arrebato de inspiración propiciado por el presentimiento de su propia muerte. Burt Bacharach solía hablar de la complejidad musical necesaria en una buena composición, pero a solas se limitaba a interpretar los códigos extraídos del papiro. <p></p></div><div align="justify"></div><div align="justify">Aquel hombre se levantó del asiento con una agilidad sorprendente para su tamaño, y me acompañó hasta la puerta del despacho. <p></p></div><div align="justify"></div><div align="justify">–Usted debe estar mañana por la mañana a las diez en el mismo lugar de la playa donde le han visto los vigilantes.</div><div align="justify">–¿Los vigilantes? ¿Se refiere a todos los surfistas? ¿Son miembros de la sociedad?</div><div align="justify">–Así es. Y otra cosa. Espero que usted conozca las notaciones musicales clásicas.</div><div align="justify">–Soy experto. <p></p></div><div align="justify"></div><div align="justify">Me tendió la mano. <p></p></div><div align="justify"></div><div align="justify">–Un momento, ¿cuánto tiempo podré estar?</div><div align="justify">–Lo sabrá usted mañana. No se preocupe, y considérese un afortunado. Buenas tardes. <p></p></div><div align="justify"></div><div align="justify">Al salir por el pasillo alfombrado presté más atención al cuadro que ocupaba la pared. La bola luminosa descansaba sobre un carro, con varios caballos atados alrededor. El mar reflejaba un cielo que parecía el del amanecer, de color naranja, más vivo y rojizo cuanto más cerca estaba de la bola. En una esquina, tendido sobre la arena, un hombre dibujaba formas circulares en un papel. <p></p></div><div align="justify"></div><div align="right"><em>CONTINUARÁ</em></div>Mr. Glassheadhttp://www.blogger.com/profile/13524226312743708105noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32825938.post-53541979958020484622009-04-28T00:37:00.004+02:002009-04-28T00:44:52.557+02:00El ladrón de melodías (VIII)<div style="text-align: justify;">El viaje en avión me pareció eterno. Estaba ansioso por ver materializado mi esfuerzo. Y pronto estuve cerca del lugar que reflejaba el mapa. Se trataba de una de las playas más aisladas del Estado. En los alrededores sólo se extendían algunos núcleos de viviendas residenciales, y el resto estaba ocupado por espacios secos y arenosos. Por suerte, encontré un grupo de bungalows relativamente próximos a la zona donde yo intentaría encontrar el templo.<br /><br />Para llegar a la orilla, era necesario descender un inclinado camino de tierra que parecía no acabar nunca. En ocasiones tenía que apartarme para dejar pasar camionetas con tablas de surf en el remolque o atadas al techo, y la mayoría adornadas con hojas de palmera. A mi derecha crecía una pared rocosa. A la izquierda, una hilera de pinos, salpicados por algunos matorrales, mezclaba su aroma en el aire salado. El camino giraba sutilmente hacia la derecha. El viento, cada vez más fresco, era una señal de que la playa estaba cerca.<br /><br />Desde abajo, el espectáculo era sorprendente. La playa se alargaba hacia el fondo, separada unos quinientos metros de una pared de rocas. El mar emitía destellos bajo el sol de la tarde, pero en la orilla se rompía en grandes olas. El viento soplaba fuerte. Los bañistas hablaban en corro o dejaban pasar el tiempo estirados en sus toallas. A veces, de entre las olas emergía la figura de un surfista sobre su tabla. Cada cierto tiempo alguien tomaba entre los brazos una tabla y la deslizaba sobre la orilla, aprovechando un momento de calma. El resto aguardaba junto a las camionetas, aparcadas muy cerca de las rocas, y con las tablas de surf desperdigadas sobre la arena o apoyadas en los vehículos.<br /><br />Empecé a recorrer la playa. Nunca he sido demasiado susceptible, pero al pasar junto a los grupos de surfistas me daba la impresión de que clavaban sus miradas en mí. A veces aplaudían las arriesgadas piruetas de uno de ellos sobre las olas. Si estaba cerca, aplaudía también, intentando disimular para los demás la sensación de intrusismo que me asaltaba.<br /><br />Poco a poco los dejé atrás. La playa quedó desierta. El lugar tenía que estar próximo. Mis ojos no se apartaban un momento de las rocas, buscando algún indicio del templo en toda la uniformidad.<br />No recuerdo cuánto tiempo estuve caminando. Quizá una hora, en absoluta soledad. Por eso me asusté al ver que una figura alargada salía desde detrás de unas rocas, varios metros por delante de mí, y se acercaba hacia donde yo estaba.<br /><br />Medía aproximadamente dos metros y vestía un pequeño bañador. Su piel estaba tostada por el sol. Era más bien delgado, pero de músculos perfectamente definidos. Su corte de pelo parecía el de un mohicano, rapado en la parte superior del cráneo y largo y rubio en los lados. A pesar de esta imagen imponente, sus ojos, azules y de mirada nítida y afable, me tranquilizaron.<br /><br />–¿Puede esperar un momento conmigo, por favor?<br /><br />Su voz era grave y segura.<br /><br />–No tengo tiempo.<br />–Sabemos lo que está buscando. No se incomode, lo ha encontrado. Pero primero hay que seguir los pasos.<br /><br />No tenía otra opción. No me veía capaz de hacer frente a aquel gigante educado, aunque sus últimas palabras me inquietaban. Mi mente flotaba aturdida, esperando una explicación que diera sentido a la situación en que me encontraba.<br /><br />Escuché el traqueteo de un motor desde el lado de la playa que ya había recorrido. El gigante cruzó los brazos y fijó la mirada en la dirección de la que provenía el ruido. En unos minutos llegó una de aquellas camionetas decoradas con hojas de palmera.<br /><br />–Métase en la parte trasera.<br /><br />Pensé en salir corriendo, pero no tenía ninguna posibilidad de escapar. Me subí a la camioneta. El conductor era un hombre musculado y con el pelo largo y rubio. Su sencillo atuendo constaba de unos pantalones cortos y unas sandalias. Dio la vuelta y recorrió la playa en sentido inverso. Volvimos a pasar al lado de los grupos de surfistas y subimos la cuesta que conducía a la playa.<br /><br />–¿Me puede decir adónde vamos?<br /><br />Tardó unos segundos en responder.<br /><br />–No.<br /><br />Media hora después me acompañaba por la entrada de una casa de dos pisos, de amplios jardines y donde el color blanco de las paredes comenzaba a apagarse por la caída de la tarde. Atravesamos una piscina donde dos jóvenes, tumbados sobre colchonetas y con vasos de cóctel en las manos, conversaban y sonreían. No nos miraron al pasar, como tampoco lo hizo la mujer rubia y exuberante que estaba fuera del agua, en bikini y recostada en una hamaca, pintándose las uñas de los pies.<br /><br /><div style="text-align: right; font-style: italic;">CONTINUARÁ<br /></div></div>Mr. Glassheadhttp://www.blogger.com/profile/13524226312743708105noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32825938.post-8335424699015815642009-03-31T00:11:00.002+02:002009-03-31T00:18:10.240+02:00El ladrón de melodías (VII)<div style="text-align: justify;">Mis lecturas hicieron de mí un experto conocedor de la mitología clásica, pero nunca había escuchado nada así. Impresionado por aquella leyenda, me sulfuraba no comprender qué significaba la parte inferior del manuscrito. Opté por ser prudente y no divulgar mi hallazgo, e hice bien, porque al poco tiempo me di cuenta de que aquellas palabras indescifrables señalaban, en realidad, partes de obras de la antigüedad.<br /><br />Había un total de diez obras, con una breve explicación junto a cada una de ellas que debía ser supuesta, ya que estaba formada por frases inconexas e incomprensibles a primera vista. Finalmente, comprendí que aquella explicación podía hacer referencia al fragmento de la obra que al sabio monje le interesaba señalar. Una de las obras era, precisamente, las <span style="font-style: italic;">Metamorfosis</span> de Ovidio –y de ahí, supongo, que encontrase el manuscrito en el interior de este libro. La explicación estaba formada, entre otras, por estas palabras: “Apolo”, “Jacinto”, “flor”, “no hay vergüenza”, todas en latín. Fascinado, leí con atención la obra y subrayé las palabras que coincidiesen con estas anotaciones. Me desanimé al comprobar que muchas de las partes del libro quedaban subrayadas sin un criterio aparente. Entonces decidí fijarme en aquellos lugares en los que estas palabras apareciesen más cerca la una de la otra. Tras una selección, me quedé con cuatro posibles párrafos, de los cuales descarté dos por insignificantes. Al final escogí el único donde se mostraba una localización geográfica, que apunté en un mapa.<br /><br />Comprendí que debía hacer lo mismo con todos los libros que figuraban en el manuscrito. Ninguno de ellos fue tan fácil como la primera obra. Muchas veces me preguntaba si lo que estaba haciendo tenía algún tipo de sentido o era una pueril pérdida de tiempo. Me animó el hecho de que siempre encontraba partes del texto donde las palabras coincidían con las citadas, estaban más o menos cerca e incluían un lugar concreto en el mapa, que procedía a anotar.<br /><br />Me di cuenta del secreto que podía contener aquel manuscrito: el lugar exacto donde estaba oculto el desconocido templo de Apolo. La posibilidad de encontrarme en el camino correcto me empujó a no ceder en mi esfuerzo. Poco a poco el mapa contenía más puntos de localización. Pero no fue tan fácil. Muchas veces tenía varios puntos para una sola obra porque en más de un párrafo había proximidad entre las palabras señaladas y se incluía una localización. Además, no encontraba ediciones realmente antiguas de determinadas obras que, por lo tanto, podrían haber llegado a la versión moderna modificadas o distintas a las referencias que había empleado el monje delator.<br /><br />Fue un trabajo muy arduo y en el que tuve que invertir mucho tiempo y dinero. Me convertí en un habitual de las subastas de bibliotecas, de las convenciones cartográficas y de las conferencias sobre lenguas antiguas. Y me veía obligado a ser rápido, porque cualquier otra persona podría haber llegado al secreto. Imaginé muchas veces que tenía entre mis manos el papiro de Apolo y que de él extraía infinitas canciones que me convertían en el mejor músico posible, en un fabricante de melodías celestiales que permitían a las personas abrazar los secretos de los dioses.<br /><br />Deseché cientos de mapas por inadecuados. Confiaba en que, una vez consultadas las obras y establecidos los puntos, la unión de todos ellos convergiese en un punto central que mostrara el emplazamiento del templo de Apolo. Según la leyenda, debía ser una playa. Y muchas veces me encontré con situaciones absurdas: puntos en pleno océano o en el polo norte. Además, estaba seguro de que no disponía de la edición adecuada de al menos cuatro de las obras, así que cuatro de los puntos, con toda probabilidad, eran equivocados. Cuando tú y yo nos conocimos, me encontraba en un estado de desesperación y bloqueo.<br /><br />Vi la luz gracias a un tratante de libros que me consiguió lo que necesitaba, eso sí, por un precio bastante exagerado. Estaba tan cegado por mi objetivo que no quise reparar en medios. Los cuatro libros encuadernados que tuviste la oportunidad de ver –ediciones muy antiguas, dignas de cualquier museo importante, y con toda seguridad robadas– eran las últimas claves que faltaban en el enigma.<br /><br />Durante aquellos días, apenas salía de mi habitación y no dormía más de una o dos horas. Tras repasar los cuatro volúmenes, identificar algunos errores muy importantes de traducción de las ediciones modernas y fijar al fin varios puntos nuevos más, logré, por el cruce de todos los puntos resultado de aquellos años de búsqueda, un emplazamiento posible y bastante verosímil: concretamente, en una de las playas de California. Llegué a la conclusión de que aunque el monje que con estos códigos camufló el lugar no pudiera, por lógica histórica, conocer el nuevo mundo, debía tener conciencia de un espacio mítico situado en nuestro planeta y que luego se revelaría como el continente americano.<br /><div style="text-align: right;"><span style="font-style: italic;">CONTINUARÁ</span><br /></div></div>Mr. Glassheadhttp://www.blogger.com/profile/13524226312743708105noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-32825938.post-2300528200379534642009-03-28T11:23:00.004+01:002009-03-28T11:29:53.600+01:00WilsonesquePor favor, no se pierdan la impresionante recopilación (una más) que Manolo Martos ha preparado en su blog:<br /><br /><a href="http://pedaladasabuenritmo.blogspot.es/1238074260/wilsonesque-ii/">Wilsonesque 2</a><br /><br />Una colección de grandísimas canciones que toman como modelo al genio entre genios, y una fuente inapreciable de descubrimiento de sorprendentes grupos.<br /><br />En breve, la séptima entrega de <span style="font-style: italic;">El ladrón de melodías</span>.Mr. Glassheadhttp://www.blogger.com/profile/13524226312743708105noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-32825938.post-91666901078740177622009-03-21T12:52:00.003+01:002009-03-21T13:05:46.094+01:00El ladrón de melodías (VI)<div style="text-align: justify;">Aquí empieza la segunda parte del relato, de la cual ya no soy responsable. Hasta ahora he explicado lo que puedo asegurar como cierto y lo único que es posible comprobar, e incluso a pesar de sus momentos de misterio no deja de tener lógica dentro del mundo en que vivimos. Lo que viene a continuación llenará los vacíos de la historia que he contado, pero desde una perspectiva muy cuestionable o, incluso, alucinada.<br /><br /><br /><span style="font-style: italic;">Carta de Alejandro Navas</span><br /><br /><br />Discúlpame, pero tengo que pedirte que creas en todo que lo estoy a punto de contarte. Lo más fácil es que cuando leas esto, yo ya no esté. Ahora mismo tengo miedo e intuyo que mi final se acerca. Suponía que podía pasar algo así, pero nunca acabé de tomarlo en serio. Sólo había visto la parte amable del misterio. Escribo rápidamente estas palabras. Espero que al menos me dé tiempo. No me gustaría que todo lo que sé acabara conmigo. Va a ser difícil que me des algo de crédito, pero concédeme al menos el beneficio de la duda.<br /><br />Lo que sabes de mí es mentira. Nunca he estudiado literatura clásica. Para mí nunca ha existido nada más aparte de la música. Antes de mi viaje a California, llevaba muchos años componiendo. Después de mis primeros fracasos, pensaba que tarde o temprano lo lograría. La práctica y la experiencia me conducirían hacia mi meta, que no era otra que escribir al menos una buena canción. Es duro ver cómo, después de infinitos intentos, de lo único que queda constancia es de la ausencia de talento. No me desanimé pronto. El paso de los años me hizo ser consciente de que nunca llegaría a nada. El mundo de la música no era para mí, al menos como partícipe.<br /><br />Cualquier otra persona más voluble hubiera aceptado su fracaso sin más y se habría dedicado a otra cosa. Yo no buscaba otro tipo de realización. La música me gusta demasiado. Fui terco en mis decepciones. No podía hablar de mis mejores o peores canciones, sino en todo caso de las menos malas. Esto es duro cuando quieres ser alguien, cuando quieres utilizar el arte para descubrir a la humanidad verdades ocultas. Las canciones pop encierran secretos indescriptibles, mudos pero vibrantes. Yo sólo quería emocionar con mis canciones.<br /><br />Aparte de la música, todo lo demás lo he tomado siempre como una afición. Incluso el resto del arte. Mi padre me contagió el gusto por la literatura clásica. Pero también acabé derivando estos conocimientos hacia el fin que realmente me interesaba.<br /><br />La biblioteca de mi padre era muy extensa, llena de ediciones polvorientas y de manuscritos antiguos, comprados generalmente a muy buen precio en mercados callejeros. No había demasiado orden ni criterio, de modo que a veces era posible encontrar algo de valor entre una gran cantidad de papeles que no servían para nada. Antes de cumplir los veinte años, pasaba tardes enteras escudriñando entre los estantes, como un cazador de tesoros. Examinaba los textos y apartaba los que suponía más importantes, o que a mi parecer destacaban del resto. Mi formación al respecto era nula, de tal modo que frecuentemente sólo separaba los que estaban marcados con una fecha muy antigua o aquéllos cuyo contenido era peculiar o me resultaba interesante. De vez en cuando me molestaba en llevarlos a tasar y solía venderlos cuando el beneficio era razonable.<br /><br />Sólo una vez no vendí un manuscrito de cuyo valor estaba absolutamente seguro. Porque entonces fue cuando se produjo la conexión con el mundo donde se concentraban mis auténticas obsesiones: la música. Lo había descubierto por casualidad, mientras ojeaba una edición del siglo XVII de las <span style="font-style: italic;">Metamorfosis</span> de Ovidio. Entre sus páginas surgió un papel amarillento y frágil, resquebrajado por uno de los márgenes y lleno de palabras en latín, pero perfectamente legible a pesar de la caligrafía medieval. La letra estaba concentrada, como si su autor hubiese querido aprovechar al máximo el espacio disponible. Los números romanos que aparecían al final del papel indicaban que había sido escrito en mil cuatrocientos siete.<br /><br />El manuscrito se dividía en dos partes. El párrafo de la parte superior era perfectamente comprensible. Explicaba una pequeña leyenda de la que hasta entonces yo no tenía noticia. Un poco más abajo una serie de referencias se alineaban una tras otra. En un primer momento no las comprendí, porque no seguían un orden sintáctico lógico.<br /><br />En cuanto comencé a entender lo que se decía en aquel papel amarillento, me sentí absorbido por una tarea fascinante y que me ocupó por completo desde entonces. Supuse que su autor había sido un monje, un conocedor de fuentes ocultas y desaparecidas para la modernidad. Tras darme cuenta, con el paso del tiempo, de que todo encajaba tal y como se refería en el manuscrito, alejé de mí cualquier tendencia a considerar aquella búsqueda como un juego o entretenimiento.<br /><br />Apolo, el dios de la música en la mitología griega y romana, pero también de la poesía, la medicina y la luz, fue retado por el pastor Marsias en un duelo musical. Los jueces de esta lucha fueron los habitantes del pueblo de Nisa. Marsias extrajo impresionantes sonidos de su flauta, pero el canto de Apolo logró provocar en el público duraderas lágrimas de emoción.<br /><br />No importa que Apolo, como venganza por la afrenta, decidiera desollar a Marsias en lo alto de un árbol. Lo realmente interesante, y aquí es donde no llegan la mayoría de los mitos conocidos, es que Apolo, desterrado por su comportamiento cruel con el pastor, decidió ocupar el tiempo en una particular obra de arte. Apartado de todos, en una playa desconocida, decidió elaborar una tabla donde se expusieran todos los secretos del universo. Y para ello empleó el código que más conocía: la música. La tabla quedó plasmada en un papiro que contendría la sinfonía definitiva, un receptáculo de belleza inmortal que embriagaría todas las almas y acercaría a las personas a la grandeza de los dioses.<br /><br />Apolo volvió del destierro, pero tras mucho pensarlo, y con los ánimos más calmados, decidió no poner aquel conjunto de conocimientos a disposición de los estrechos límites humanos. Sin embargo, orgulloso de su creación, tampoco se atrevió a destruirla. En un lugar desconocido de la playa en la que había pasado aquellos años de soledad, construyó un templo donde depositó el papiro. Para asegurarse de que nadie accedería a aquellos secretos, puso el templo y el papiro bajo la vigilancia de sus mejores discípulos. Apolo volvió al Olimpo, donde otra vez se encargaba de transportar el sol en su carro día tras día.<br /><div style="text-align: right;"><span style="font-style: italic;">CONTINUARÁ</span><br /></div></div>Mr. Glassheadhttp://www.blogger.com/profile/13524226312743708105noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32825938.post-56104555470545739922009-03-15T12:56:00.003+01:002009-03-15T13:05:32.937+01:00El ladrón de melodías (V)<div style="text-align: justify;">Volví a ver a Alejandro con las maletas una tarde de principios de agosto, un año después de su primera marcha. Se iba de nuevo a California. En ningún otro lugar, según me dijo, podría sentirse mejor para empezar a componer. Necesitaba aislarse, alejarse de entrevistas y conciertos. Las revistas ya adelantaban que su nuevo trabajo aparecería en septiembre. Y él no había escrito una sola canción.<br /><br />Dos meses después tuvo lugar el cambio definitivo. Alejandro no apareció. Pero no se limitó a no volver a nuestro piso, donde su presencia ya era bastante casual, a pesar de que continuaba pagando las mensualidades. Por el contrario, desapareció para todo el mundo. La noticia corrió rápido y dio lugar a muchas especulaciones. Yo no dejaba de leer el periódico en busca de nuevas informaciones sobre el caso.<br /><br />Al mismo tiempo, casi sin quererlo, me encontré con toda una serie de noticias bastante turbadoras en la agitación de aquellos días.<br /><br />“Hemos decidido abandonar. No estamos inspirados y no nos salen las cosas. Lo mejor será que cada uno siga su camino. Hace tiempo que no logramos nada bueno.”<br /><br />La frase está extraída de una entrevista donde el grupo californiano Gigolo Aunts, de forma insospechada, y un año después de la publicación de un gran disco –<span style="font-style: italic;">Pacific Ocean Blues</span>– de canciones perfectas llenas de belleza y melancolía, anuncia su separación. La noticia pilló por sorpresa a quienes ya lo consideraban un grupo que iba a tener un gran alcance en los años venideros.<br /><br />“Ya soy muy viejo. A veces no logro comprender cómo he podido crear todas esas canciones. Parece como si fueran ajenas a mí, ya que he perdido el modo de escribir otras semejantes. Prefiero ser honesto, así que no voy a componer más.”<br /><br />Esta declaración venía acompañada de una fotografía de Burt Bacharach, con la mirada pensativa y amarga bajo su flequillo blanco. Uno de los mayores artífices del pop de quilates y de las melodías pluscuamperfectas y llenas de emoción se declaraba fuera del juego después de tantos años. Su obra permanecía, pero su público quedaba definitivamente desamparado.<br /><br />Y por último:<br /><br />“Estoy perdido. No sé quién fui. Creo que logré dar con el secreto, y eso está bien, tengo muy buenas canciones. He llegado lejos. Ahora es necesario que me centre y lo olvide todo. He disfrutado con el pop y lo he ennoblecido en lo que me ha sido posible. Antes creía que las canciones eran una forma de hablar con Dios. Más vale dejarlo cuando eres incapaz de comunicar nada.”<br /><br />Lo escuché en la televisión, en una entrevista en la que Brian Wilson aparecía con la expresión divertida que lo caracterizaba desde que había empezado a salir de sus laberintos mentales. Decía estas palabras de manera despreocupada, casi irresponsable. Imaginé el efecto que esta declaración hubiera causado sobre Alejandro Navas, y entonces me di cuenta de que él también había desaparecido para la música. Era una víctima más del virus que asediaba implacablemente al pop.<br /><br />Mi desconcierto se mantuvo lo suficiente como para que me resultase imposible encontrar una explicación más allá de las casualidades. Me sentía como el adorador de un dios cuyo culto estaba desapareciendo y cuyos seguidores eran aniquilados y estaban en vías de extinción.<br /><br />La policía me hizo varias visitas, pero no pude ayudar en nada. Conocían el segundo viaje de Alejandro a California y, es más, les constaba que había vuelto y había alquilado un piso, también en el centro de la ciudad.<br /><br />Poco después recibí una carta. El sobre era demasiado pequeño para el contenido que albergaba: varios folios doblados hasta la máxima compresión y escritos apresuradamente con la inconfundible letra de Alejandro. Cuando terminé de leerlos, pensé que quizá debía haber comentado a los agentes mis dudas sobre la salud mental de mi compañero.<br /><div style="text-align: right;"><span style="font-style: italic;">CONTINUARÁ</span><br /></div></div>Mr. Glassheadhttp://www.blogger.com/profile/13524226312743708105noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32825938.post-63751836065834938802009-03-12T16:26:00.002+01:002009-03-12T16:35:19.936+01:00El ladrón de melodías (IV)<div style="text-align: justify;">Había perdido de vista a Alejandro durante algo más de un mes, y ahora me resultaba extraño encontrarlo en una situación anímica tan poco usual en él. Se levantó del sofá y caminó hacia su habitación. Cambió la música.<br /><br />–¿Qué tal en California?<br />–Estupendo, creo que es el mejor lugar del mundo. Dormía en un bungalow junto a la playa. No puedes ni imaginar la belleza de aquel mar. Me sentí muy inspirado, empecé a componer muchas canciones. Llené toda una libreta. ¿Y sabes que hice en cuanto llegué aquí?<br /><br />Me senté en otro sofá, todavía confuso.<br /><br />–Me esforcé y alquilé un estudio por horas. He grabado una maqueta y estoy seguro de que alguna compañía me la va a comprar. Son las mejores doce canciones que he compuesto nunca.<br /><br />Yo no podía ser más escéptico ante sus palabras. Hasta entonces, su talento me había dado demasiadas pruebas de sus límites. Pero me gustaba la canción que estaba escuchando. El estribillo, hermoso y enérgico, fluía sobre unos arreglos de cuerda delicados, que emocionaban con una precisión asombrosa. El resto de la canción se amoldaba perfectamente al clímax, aunque con originalidad y equilibrio. Y no podía haber mejor voz para cantarla, a pesar de que jamás la había escuchado en otro contexto que no fuese un conjunto de ruidos pintorescos o unos acordes sosos y acoplados con calzador.<br /><br />–¿Es alguna versión?<br />–No te infravalores. ¿Crees que un fanático del pop como tú no iba a reconocer una versión de una canción tan buena?<br /><br />A lo largo de la noche escuché varias veces su maqueta, sin salir de mi asombro. Alejandro Navas había creado un brillante disco de pop. Durante cuarenta minutos, las doce canciones se entrelazaban sin dar lugar al aburrimiento o a la previsibilidad. Cada una era la prueba de un especial talento para forjar melodías. Efectivamente, daban la impresión de haber sido compuestas en la playa, en un especial estado de paz. Predominaban las guitarras acústicas, a veces las eléctricas –pero siempre en un plano muy discreto–, y un bajo y batería que se limitaban a marcar el ritmo adecuado en el momento idóneo. Los arreglos de cuerda eran muy sutiles y embellecían pasajes ya de por sí vibrantes.<br /><br />Nunca hubiese creído que Alejandro fuera capaz de crear aquel mundo de belleza. Le felicité y expresé mi sorpresa. A los pocos días, una discográfica le propuso la edición del disco. En un mes la maqueta fue regrabada con mejores medios, pero mantenía su espíritu intacto. A finales de septiembre, Alejandro Navas ya era toda una revelación para los aficionados al pop más exquisito, un prometedor sucesor de Brian Wilson.<br /><br />Por fin estaba viviendo su sueño. Apenas venía ya al piso, pues las promociones y los conciertos le mantenían muy ocupado. El éxito crítico había sido unánime, y como mucho se le podía recriminar su “clasicismo”, su apego a los clásicos del pop, aunque siempre reconociendo su extraordinaria habilidad compositiva. A veces topaba con alguna de las entrevistas que le habían hecho a raíz del éxito de su disco. Y aunque se había convertido en un músico brillante, casi nada de lo que decía Alejandro tenía demasiado interés. A excepción de una de las frases que repetía con más frecuencia:<br /><br />“He pasado muchos años preguntándome sobre el secreto de las grandes canciones, estudiándolas, tratando de encontrar una explicación a la chispa que generan. Mis canciones son el resultado de esa búsqueda.”<br /><br />Apenas lo vi durante aquel año. Las pocas veces que coincidimos, me habló de lo cansado que estaba y de las ganas que tenía de volver a componer.<br /><br />–Estoy muy ilusionado con mi nuevo proyecto, pero aún no he escrito nada. Empezaré este verano. Y en septiembre ya estoy obligado a entregar un disco. Pero confío en mí mismo. ¿Recuerdas lo que le pasó a Brian Wilson después de grabar Pet Sounds?<br /><br />Habíamos hablado de ello miles de veces. Después del disco Pet Sounds, de fama perenne, el líder de los Beach Boys se propuso crear el mejor disco de pop de todos los tiempos, una “sinfonía adolescente para Dios”, en sus propias palabras. No sólo no lo consiguió, sino que su carrera entró en un largo declive y su mente se perdió en la niebla de la locura. No se recuperaría hasta años más tarde.<br /><br />–A mí no me va a pasar lo mismo. Te aseguro que voy a componer el mejor disco de pop que se haya creado jamás.<br /><br />Alejandro lograba contagiarme su entusiasmo. Después de este tipo de conversaciones, deseaba escuchar enseguida su nuevo material. Su sorprendente debut hacía razonable esperar algo grande del segundo disco.<br /><br /><div style="text-align: right;"><span style="font-style: italic;">CONTINUARÁ</span><br /></div></div>Mr. Glassheadhttp://www.blogger.com/profile/13524226312743708105noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32825938.post-16560067936177667302009-03-02T00:22:00.003+01:002009-03-02T00:27:38.558+01:00El ladrón de melodías (III)<div style="text-align: justify;">A las pocas semanas se produjo otro cambio. Una mañana, Alejandro llegó con un paquete. Lo puso encima de la mesa del comedor y lo abrió. El cartón desveló cuatro libros con una encuadernación que parecía antigua, de colores rojizos y apagados. Los llevó a su habitación y estuvo toda la tarde encerrado. Pasaron varios días. Las pocas veces que salía de la habitación se podía ver, detrás de la puerta entreabierta, una parte de su cama llena de folios con anotaciones. No me explicó nada. Una noche, mientras cenábamos, le hablé de cierta película interesante que acababan de estrenar. Le dije que podíamos ir a verla.<br /><br />–Imposible. Ahora estoy muy liado con los exámenes.<br /><br />Por las tardes, cuando volvía de la facultad, me encontraba con cientos de papeles desordenados sobre la mesa del comedor. Se trataba de escritos en griego clásico y latín, infestados de apuntes en los márgenes con la letra de Alejandro. Me convencí de que, realmente, mi compañero se encontraba en plena época de exámenes. Por lo demás, yo también estaba muy ocupado con los exámenes de medicina, así que no pude dedicar mucho tiempo a investigar lo que Alejandro podía traerse entre manos. Sin embargo, ciertos detalles despertaban en mí sospechas de todo tipo. A veces, entre sus folios garabateados, me encontraba con mapas desplegables a distintas escalas, de diferentes partes del mundo y de distintas épocas. Todos ellos estaban cruzados por líneas de bolígrafo obsesivas que parecían dibujar rutas. A pesar de todo, lo más preocupante tenía lugar por las noches. Mientras intentaba dormir, dando vueltas en la cama, acosado por el calor húmedo de la ciudad –estábamos a principios de julio–, empezaron a sobresaltarme los gritos de entusiasmo que profería Alejandro desde su habitación, a cualquier hora de la madrugada. Al principio sólo lo hacía de vez en cuando. Resultaba imposible no ver en aquellos estallidos una expresión de satisfacción, de la plenitud de haber alcanzado un objetivo.<br /><br />Los gritos se incrementaron poco a poco hasta llegar a hacerse muy frecuentes en una sola noche. Además, el carácter de Alejandro era cada vez más taciturno, lo cual me hizo dudar seriamente de su estabilidad mental. Pensé en brotes de esquizofrenia y en alienaciones de la realidad. Y me temí lo peor cuando mi compañero no apareció por casa durante tres días seguidos. Estuve a punto de denunciar su ausencia a la policía. Cuando más peso había alcanzado esta determinación, Alejandro volvió. Llevaba consigo dos maletas de tamaño grande, recién compradas. El comedor empezaba a oscurecerse con las sombras del atardecer. Alejandro encendió una lámpara.<br /><br />–Ya he acabado los exámenes. Estuve estudiando en casa de unos amigos, por eso no he podido venir por aquí. Quizá tendría que haberte avisado.<br />–Me faltaba poco para avisar a la policía.<br /><br />Se quitó la bufanda y la chaqueta, y las arrojó despreocupadamente sobre un sofá. Arrastró las maletas hasta su habitación y volvió al comedor.<br /><br />–Mañana me voy de vacaciones. He comprado un billete para California. Necesito quitarme todo el estrés de los exámenes.<br />–¿Te vas a California?<br />–Eso he dicho, ¿no? –me dijo, guiñando un ojo–. Calculo que estaré fuera un par de semanas, como mucho tres. No te preocupes, dejo pagado el alquiler de todo el mes.<br /><br />Se fue al día siguiente. A partir de su marcha, el verano transcurrió para mí como una línea de serenidad y paz continua. Las últimas extravagancias de Alejandro habían generado de nuevo una distancia entre nosotros, esta vez reafirmada por mis dudas sobre su salud mental. Estuve solo en el piso durante dos semanas, en las que aproveché su ausencia para organizar pequeñas fiestas o, simplemente, disfrutar de la desaparición de las tensiones que habían marcado nuestra relación. Finalmente, yo mismo marché de vacaciones. Contemplé el regreso al piso, y la compañía de Alejandro, como una carga incómoda. Consideré seriamente la posibilidad de cambiar de vivienda en cuanto volviese. Sólo tomé conciencia de lo duro que iba a ser acostumbrarme de nuevo a la normalidad cuando, tres semanas después, abrí la puerta del piso y escuché música desde dentro. Alejandro se encontraba allí. Intenté sonreír. Estaba reclinado en el sofá. Tenía la piel morena y vestía con una camisa de flores hawaiana y unas bermudas.<br /><br />–Vaya, veo que las vacaciones te han sentado genial.<br />–¿Genial? ¡Más que eso! Mi vida ha cambiado por completo.<br /><br /><div style="text-align: right;"><span style="font-style: italic;">CONTINUARÁ<br /><br /></span><div style="text-align: left;">Leer <a href="http://enbuscadelviniloperdido.blogspot.com/2009/02/el-ladron-de-melodias-i.html">El ladrón de melodías (I)</a><br />Leer <a href="http://enbuscadelviniloperdido.blogspot.com/2009/02/el-ladron-de-melodias-ii.html">El ladrón de melodías (II)</a><br /><span style="font-style: italic;"></span></div></div></div>Mr. Glassheadhttp://www.blogger.com/profile/13524226312743708105noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-32825938.post-11042944259239972942009-02-24T20:27:00.002+01:002009-02-24T20:35:30.612+01:00El ladrón de melodías (II)<div style="text-align: justify;">Paul McCartney había dicho en 1966 que <span style="font-style: italic;">God Only Knows</span>, compuesta por Brian Wilson, líder de los Beach Boys, era la mejor canción que se había escrito jamás. Y aunque a manos de Alejandro Navas yo la había confundido con un canto de adoración a Satán, lo cierto es que aquello supuso un cambio en nuestra relación. Alejandro no tardó demasiado en enseñarme su extensa colección de discos. Al igual que yo, era un fanático admirador de la música pop, lo cual hizo que pasáramos de no comunicarnos en absoluto a mantener largas conversaciones sobre música y arte. Dejé de cenar fuera cada noche y llegaba al piso en el momento en que sabía que Alejandro estaría preparando su comida. Después, nos sentábamos en el comedor y escuchábamos discos desde el equipo de música de su habitación. Como deduje, estudiaba literatura clásica desde hacía varios años.<br /><br />–Nunca he tenido la concentración necesaria para estudiar más de dos asignaturas por curso. Pero me gustaría terminar este año.<br /><br />También me habló de su trabajo como músico. Tocaba en un bar todos los fines de semana.<br /><br />–Tengo un grupo con unos amigos. Nos dedicamos a interpretar clásicos del pop, sobre todo los más desconocidos. Yo me encargo del teclado.<br /><br />Sin embargo, nunca me decía dónde actuaban ni me invitaba a ir a verlos algún día. Respondía con evasivas o cambiaba abruptamente de tema.<br /><br />–¿Y nunca has pensado en componer?<br /><br />Cuando le hice esta pregunta, fijó la mirada en el suelo y alisó su cabello con los dedos.<br /><br />–Me gustaría, pero me doy cuenta de que no tengo talento. Me irrita especialmente saber que tengo buen gusto, o sea, me gusta lo que es bueno, lo sé apreciar. Pero no tengo el secreto para componer buenas canciones. Creo que hay algo mágico en una canción que logra emocionar. He estudiado infinitas veces la estructura de las canciones que más me gustan, he intentado descomponerlas, he estudiado detenidamente la melodía. Pero es imposible, una meta inalcanzable para mí.<br /><br />Una noche me dio a escuchar unas canciones que él mismo había grabado. Aunque el sonido estaba más controlado que cuando ensayaba con el teclado en su habitación –sólo había acoples de vez en cuando–, y a pesar de la impericia musical y de todos los gazapos, percibí con claridad las canciones a las que Alejandro trataba de dar forma. En efecto, como él mismo reconocía, eran composiciones mediocres, sin garra, que intentaban seguir la estela melódica de Brian Wilson y quedaban en simples caricaturas. Pero no quise ser cruel:<br /><br />–Bueno, tampoco están tan mal.<br /><br />Nuestra relación había mejorado, pero eso no impedía que en ocasiones apareciesen facetas de Alejandro absolutamente desagradables. No discriminaba en el momento de mostrar estos rasgos de su personalidad. Quiero decir que, aunque durante un par de horas hubiésemos estado hablando de forma cordial sobre el talento de Elvis Costello o sobre grupos infravalorados de los ochenta, inmediatamente era capaz de ofenderme con una opinión rotunda y sentenciosa:<br /><br />–¿Te gusta Robert Musil? Sí, está bien si uno no tiene demasiada personalidad y se cree todo lo que se cuenta en los libros de crítica.<br /><br />Estas situaciones se producían cuando empezaba a apreciarle o cuando ya me había olvidado de otras palabras del mismo estilo, pero de días atrás. Nunca me ha gustado discutir, así que cuando esto ocurría, interrumpía la conversación, me levantaba del sofá y me acostaba, prometiéndome a mí mismo no darle a Alejandro más confianza y limitar la relación a lo estrictamente necesario. Enseguida me olvidaba de mis propósitos cuando, al día siguiente, y quizá movido por la mala conciencia, Alejandro me dejaba un disco que “seguro que me iba a gustar” o me proponía ver una película por la noche, cuando volviese de ensayar con su grupo.<br /><br />De todos modos, creo que empecé a comprenderle a partir de cierta noche, dos meses después de mi entrada en el piso. Salí con varios amigos de la facultad a tomar unas copas. Uno de ellos habló de un bar musical en el que había actuaciones, en el barrio Gótico. Hacia allí nos dirigimos. El bar estaba en un callejón estrecho y con olor a orín. Cuando entramos, la actuación ya había comenzado. Un hombre gordo, calvo y con barba gris contaba chistes sin demasiada gracia a un público que, más bien, se reía de él. Y detrás de un teclado, a cargo de los efectos de sonido y de la música que acompañaba el final de todos los chistes –siempre salpicada con el “¡Vete a tu casa!” o los silbidos de los espectadores–, descubrí a Alejandro Navas. Intentó no cruzar su mirada conmigo a lo largo de toda la actuación.<br /><br />Durante unos días pareció como si hubiésemos vuelto al principio, cuando no nos hablábamos. Pero poco a poco percibí un esfuerzo por su parte para volver a comunicarse conmigo, y enseguida estábamos de nuevo conversando todas las noches. Sin embargo, él jamás hizo referencia a aquel encuentro, y yo tampoco le pregunté. Me daba cuenta de que su personalidad era una compleja mezcla de insatisfacciones y de un frustrado deseo de talento.<br /><br /><div style="text-align: right;"><span style="font-style: italic;">CONTINUARÁ<br /><br /></span><div style="text-align: left;">Leer <a href="http://enbuscadelviniloperdido.blogspot.com/2009/02/el-ladron-de-melodias-i.html">El ladrón de melodías (I)</a><br /><span style="font-style: italic;"></span></div></div></div>Mr. Glassheadhttp://www.blogger.com/profile/13524226312743708105noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-32825938.post-10685307505004058782009-02-22T11:53:00.003+01:002009-02-24T20:36:57.418+01:00El ladrón de melodías (I)<div style="text-align: justify;">No he dejado de pensar en él desde su desaparición, desde aquella carta. Estudio mentalmente todo lo que sé, pero no me atrevo a dar por definitiva una explicación porque, a fin de cuentas, nunca he estado dentro de su mundo. Ya el primer día, a partir del momento en que le apreté la mano y le miré de arriba abajo, sabía que iba a ser una persona de trato imprevisible. Buscaba congeniar rápidamente con mi nuevo compañero de piso, pero intuí que aquel hombre de baja estatura, cercano a la treintena y que me miraba serio, por encima de las gafas, con suficiencia, no me iba a poner las cosas fáciles.<br /><br />–Me llamo Alejandro. No hagas mucho ruido cuando lleves las cosas a tu habitación. Estoy estudiando.<br /><br />Hasta entonces, Alejandro Navas era simplemente un nombre que figuraba en una de las partes del contrato que había firmado. La chica que me cedía la habitación no me había contado nada sobre él, aparte de que “es muy tranquilo”. Ahora le veía darse la vuelta y cerrar de nuevo la puerta desde la que había salido. Al menos se esforzaba en recibirme.<br /><br />Fui extremadamente cuidadoso a la hora de respetar su aviso. Había conseguido un buen alquiler para tratarse de un piso mediano en el centro de Barcelona, y lo último que quería era problemas. Los primeros días apenas nos vimos. Por la mañana, me despertaba justo cuando él salía del baño, con su cabello oscuro, rizado y largo peinado hacia atrás, con claros incipientes en determinadas partes de la cabeza. Sus patillas estaban recortadas varios centímetros por debajo de las orejas, casi alcanzando el cuello, y llevaba una eterna barba de cuatro días. Desayunaba un café y se iba a la universidad. Se ponía la chaqueta y una bufanda de color morado, a pesar de que ya estábamos en primavera.<br /><br />Por los libros que a veces dejaba sobre la mesa del comedor, descubrí que estudiaba literatura clásica. Los primeros días volví muy tarde a casa, cuando ya se había acostado. Estudiaba en la facultad de medicina y las prácticas a veces me mantenían muy ocupado. Tenía ganas de hablar con él, pero no me esforzaba demasiado, dolido, en el fondo, por la poca delicadeza que había demostrado nada más conocerme, y por el desprecio que se deducía de su poca tendencia a la palabra.<br /><br />Cierta tarde decidí estudiar en mi habitación hasta la noche. Cuando llegué al piso, parecía no haber nadie. La puerta de la habitación de Alejandro estaba cerrada. Hacía muy buen día, así que opté por aprovechar la luz del sol que iluminaba el comedor. Creo que eran las cuatro de la tarde. Me senté en el sofá y me enfrasqué en la lectura de un libro sobre enfermedades nerviosas. Pude concentrarme enseguida, pero no por demasiado tiempo. Empecé a escuchar unos sonidos extraños que provenían de la habitación de mi compañero. Al principio pensé que era una radio o un televisor que se habían encendido accidentalmente. Pero el volumen subía, y aquellos chirridos empezaron a hacerse muy molestos. Parecía el ruido de una computadora loca. Escuché pasos en la habitación, y un irritante sonido de acople que duró unos segundos. No había duda de que Alejandro estaba allí.<br /><br />Me levanté y me encerré en la habitación. Estaba enfadado por aquella interrupción en la paz de mi estudio. Intenté volver a la lectura, pero el sonido creció hasta niveles grotescos y me molestaba incluso con la puerta cerrada. Pensé en salir del piso e irme a estudiar a la biblioteca de mi facultad. Entonces sonó la voz de Alejandro, inconfundible y amplificada. Percibí su timbre levemente nasal y femenino. Al principio, conjuntada su voz con aquellos golpes de ruido obsesivos, creí que quizá estaba ensayando algún tipo de oración demoníaca o un conjuro. Llegué a la conclusión de que ya era suficiente. Me acordé de todos los cuidados que yo había puesto para no molestarlo, a raíz de sus primeras palabras, y aquella cínica falta de respeto me sulfuraba. Muy irritado, salí de mi habitación y crucé el comedor en dirección a la suya.<br /><br />Sin embargo, a medida que me acercaba, descubrí que en aquella maraña de sonidos grotescos había una armonía, un rasgo que me resultaba familiar. Aprecié mejor la voz, que hasta entonces daba la impresión de ser un “o” satánico, alargado y sin matices. Me fijé en el nexo que unía aquel intento de palabra con el resto del ruido, y distinguí una primitiva asociación. Entonces comprendí lo que en realidad decía la voz amplificada de Alejandro Navas:<br /><br />–<span style="font-style: italic;">God only knows</span>.<br /><br />Abrí la puerta. Alejandro me miraba desde el fondo de la habitación, encajonado entre un armario y varios estantes repletos de libros. Estaba sorprendido y, a juzgar por el color de su cara, avergonzado. Sus dedos se habían detenido sobre las teclas de un piano electrónico bastante vistoso, lleno de botones, con dos grandes amplificadores y con un soporte con patas que lo elevaba desde el suelo. A un lado temblaba un micrófono, también con soporte, y conectado a un amplificador que colgaba en la pared. El micrófono empezó a acoplarse otra vez, pero Alejandro lo desconectó.<br /><br />–Lo siento, pensaba que no estabas –me dijo, con voz temblorosa.<br />–No sabía que te gustan los Beach Boys.<br /><br /><div style="text-align: right;"><span style="font-style: italic;">CONTINUARÁ</span><br /><br /><div style="text-align: left;">Leer <a href="http://enbuscadelviniloperdido.blogspot.com/2009/02/el-ladron-de-melodias-ii.html">El ladrón de melodías (II)</a><br /></div></div></div>Mr. Glassheadhttp://www.blogger.com/profile/13524226312743708105noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-32825938.post-949212255663505952008-08-18T13:40:00.006+02:002008-08-18T14:48:41.896+02:00"That Thing You Do" y "Southside Girl"<div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixVRL0Cc68v93_1YQY7tELo0-4dCFILoIK_-EGKx4tu2KqJ62M8AZ2ltgFrOqSteZsVtSINuN7jSTdIPjWThXLArXWu5XYhnJDW1F-hFRAewS9AmtKfKvjNk00q3G7NP6wc6hrZg/s1600-h/wonders3.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixVRL0Cc68v93_1YQY7tELo0-4dCFILoIK_-EGKx4tu2KqJ62M8AZ2ltgFrOqSteZsVtSINuN7jSTdIPjWThXLArXWu5XYhnJDW1F-hFRAewS9AmtKfKvjNk00q3G7NP6wc6hrZg/s400/wonders3.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5235828614116575650" border="0" /></a>La película <span style="font-style: italic;">The Wonders</span>, dirigida y guionizada por <span style="font-weight: bold;">Tom Hanks</span> en 1996, mostraba de manera algo tópica las andanzas de un grupo ficticio de un solo éxito, desde su ascensión hasta su inevitable caída, en el año mágico de 1964. Sin embargo, muchas veces lo que queda en el recuerdo es aquello que en un principio tenía un papel secundario, y en este caso, la canción que aquel imaginario grupo llevaba hasta el número uno, "That Thing You Do", era lo que en realidad todo el mundo estaba deseando escuchar a lo largo de la película (y mientras se esperaba a que saliera de la pantalla ese tipo de aspecto tan antipático y con cara de pato que interpretaba al líder del grupo).<br /></div><div style="text-align: justify;"><br />"That Thing You Do", compuesta por <span style="font-weight: bold;">Adam Schlesinger</span>, el bajista de los estupendos <span style="font-weight: bold;">Fountaines of Wayne</span>, es una pequeña maravilla pensada a propósito para la película de Hanks -que tuvo el buen gusto de elegirla como banda sonora-, y una joya del power-pop moderno que llama la atención a todo aquel que la escucha, sea o no aficionado al género (pertenece al muy exclusivo club del power-pop de éxito: la otra canción afiliada es "My Sharona" de <span style="font-weight: bold;">The Knack</span>). "That Thing You Do" es adictiva, vibrante, seductora, actúa como un mecanismo de precisión con todas las piezas en su lugar, y mientras disfrutamos de una parte, ya estamos esperando que llegue la siguiente y así durante los apenas tres minutos que dura.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvBXXrsWGK8QsGj50Kf42Yhy_5pAFFQxLVbv6A2vINkRtql6j6MRyOKaCDNBDogAnrF-qArY1SUphPXzt73fsfrER8pAt4Rm9t7lFeWJVQGpITwZN42SR91Ng8lGC3aoS51NQzwQ/s1600-h/wonders4.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvBXXrsWGK8QsGj50Kf42Yhy_5pAFFQxLVbv6A2vINkRtql6j6MRyOKaCDNBDogAnrF-qArY1SUphPXzt73fsfrER8pAt4Rm9t7lFeWJVQGpITwZN42SR91Ng8lGC3aoS51NQzwQ/s400/wonders4.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5235829592871838610" border="0" /></a>Porque esta canción, en definitiva, encierra también un pequeño trauma: la esquizofrenia del género del power-pop, o dicho de otro modo, el arte de construir canciones comerciales dirigidas a un pequeño grupo de personas. El power-pop es un estilo fiel a sus raíces y enamorado de sus influencias, que lleva décadas sufriendo una larga travesía en el desierto y que ni siquiera es tenido en cuenta por las revistas musicales <span style="font-style: italic;">de calidad</span>. Sin embargo, el género lleva en sí mismo su propio veneno. Muchos grupos se limitan a considerarlo simplemente como un manual o un libro de recetas, sin que el talento tenga nada que ver en el asunto. Una gran cantidad de obras del estilo son un catálogo de canciones con guitarreo, melodías y estribillos sin vida que se caen por su propio peso, lo cual genera centenares de grupos iguales unos a otros y discos perfectos en la forma, pero insípidos en el fondo. El amor por repetir esquemas vence muchas veces a una auténtica personalidad artística y convierte un género de tan aristocrática estirpe en una parodia de sí mismo.<br /><br />No obstante, cuando el estilo confluye con un talento innato, se produce sin duda la música más maravillosa que es posible escuchar hoy día. También a este selecto club pertenece "That Thing You Do".<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzP6emgf2YLoZQiTE4OcHfgJo5xBspOgTw8JbH9y7n5VthOEfplRa6R6GDdH35QdGP_PIQdbjVrYKLFiYYGh4ZswCDsDq7bMPRcUuVvjAmCAbtCzwTDF_gEXE5dNBYpQXItQNSLA/s1600-h/Arrogance.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzP6emgf2YLoZQiTE4OcHfgJo5xBspOgTw8JbH9y7n5VthOEfplRa6R6GDdH35QdGP_PIQdbjVrYKLFiYYGh4ZswCDsDq7bMPRcUuVvjAmCAbtCzwTDF_gEXE5dNBYpQXItQNSLA/s400/Arrogance.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5235830958241865954" border="0" /></a>De clásico a clásico: ya hacía mucho tiempo que quería hablar de "Southside Girl", canción legendaria que el grupo <span style="font-weight: bold;">Arrogance</span>, de North Carolina, compuso en 1982, después de una carrera algo irregular en la que se afiliaban a una especie de rock americano setentero de radiofórmula. "Southside Girl" no es sólo lo mejor que hicieron, es también la mejor canción de los ochenta. Una revelación hecha música, un pedazo de espíritu enamorado convertido en tres minutos de placer sin igual, donde todo es perfecto y feliz. Y las herramientas para ello son sencillas, pero genialmente utilizadas: un bajo basculante a lo "The Dock of The Bay" De <span style="font-weight: bold;">Otis Redding</span>, la influencia de los <span style="font-weight: bold;">Beatles</span> en cada átomo -atención al puente, un homenaje a "Drive My Car"-, una melodía que absorbe el alma de los <span style="font-weight: bold;">Searchers</span> de "Needles & Pins" y sobre todo, una manera apasionada y honesta de cantar que transmite una chispa vital absolutamente electrizante. Inigualable e imprescindible, "Southside Girl" es una de las canciones señeras de una manera de entender la música y una joya que nadie debería dejar pasar sin arrepentirse toda su vida.<br /><br />Aquí podréis conseguir "That Thing You Do" de los Wonders, "Southside Girl" de Arrogance y una versión de "That Thing You Do" a cargo de los <span style="font-weight: bold;">Travoltas</span>, una delicia tocada a la manera acústica de los <span style="font-weight: bold;">Beach Boys</span> en su disco <span style="font-style: italic;">Party</span>:<br /><br /><a href="http://rapidshare.com/files/138215158/That_Thing_You_Do_Southside_Girl.zip.html">That Thing You Do + Southside Girl</a><br /></div>Mr. Glassheadhttp://www.blogger.com/profile/13524226312743708105noreply@blogger.com46tag:blogger.com,1999:blog-32825938.post-18964505347295641012008-07-21T17:03:00.036+02:002008-11-13T19:58:37.560+01:00Charlie Manson: canciones y asesinatos en masa<div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBNp7vhqrbpzyA3N_WD8_3XZAeQ39NmGip5ENxEUbhvqZzyqYSbB7RPtmty54T7Hii_7YuPLcog85QfT9gDi1LbLTFW2luT2eLhU2PSSsVlxEms1dFbvjeRMyTJzwvghrAyVGEfA/s1600-h/image016aajpg.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBNp7vhqrbpzyA3N_WD8_3XZAeQ39NmGip5ENxEUbhvqZzyqYSbB7RPtmty54T7Hii_7YuPLcog85QfT9gDi1LbLTFW2luT2eLhU2PSSsVlxEms1dFbvjeRMyTJzwvghrAyVGEfA/s400/image016aajpg.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5225896010844549490" border="0" /></a>A finales de agosto de 1975, antes de un mastodóntico concierto en Long Beach, California, de unos <span style="font-weight: bold;">Led Zeppelin</span> en pleno apogeo, el agente de prensa del grupo, <span style="font-weight: bold;">Danny Goldberg</span>, recibió a una chica pelirroja con un grotesco tic nervioso, que quería hablar con <span style="font-weight: bold;">Jimmy Page</span>. Estaba segura de que se avecinaba algo terrible que podía ocurrir en el concierto de aquella noche. Según sus palabras, la última vez que había tenido un presentimiento así pudo ver cómo mataban a un tipo de un disparo delante de sus ojos. La chica, completamente desquiciada, sólo se fue cuando le aseguraron que era imposible hablar con Jimmy. Durante el concierto de aquella noche no sucedió nada. Sin embargo, una semana más tarde, el 5 de septiembre, aquella chica aparecía en todas las noticias por haber intentado asesinar -con una pistola que en realidad no estaba cargada- al presidente de Estados Unidos <span style="font-weight: bold;">Gerald Ford</span>, durante un mítin en San Francisco.<br /></div><div style="text-align: justify;"><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWKJiuULoxtfhthLmaX79qoZO3jHX4gyl_2P7nWBO1e-feFQnoSjn0qrcT7V0jFdeWCmmS6YR0ahFm1lC163CR8b7YWx9nBO_6VtQ3SAEEQ_tcHfMtgB8htBC15OypoDQ9ixWcbg/s1600-h/Sandralynettejpg.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWKJiuULoxtfhthLmaX79qoZO3jHX4gyl_2P7nWBO1e-feFQnoSjn0qrcT7V0jFdeWCmmS6YR0ahFm1lC163CR8b7YWx9nBO_6VtQ3SAEEQ_tcHfMtgB8htBC15OypoDQ9ixWcbg/s400/Sandralynettejpg.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5225897199001612178" border="0" /></a>La chica era <span style="font-weight: bold;">Lynette Fromme</span>, una de las adeptas más convencidas y persistentes de la familia que <span style="font-weight: bold;">Charles Manson</span> reunió a finales de los años sesenta, donde era llamada Roja. Curiosamente, otra chica del clan rebautizada con un color, <span style="font-weight: bold;">Sandra Good</span>, Azul, arrastró su fanatismo durante el resto de su vida desde el encarcelamiento de Manson, e incluso fue sentenciada a diez años de cárcel en 1975 por enviar cartas amenazantes a corporaciones que "contaminaban la tierra". Al finalizar la pena, no dudó en buscar una vivienda cerca de la prisión de Cormoran, en California, donde Manson cumple su cadena perpetua desde hace aproximadamente cuarenta años. Sólo son dos muestras de uno de los hechos más destacados del final de la magia inocente de los sesenta: la atmósfera enrarecida, violenta, subversiva y delirante hacia donde desembocó la expansión de la conciencia liberada por el LSD a mediados de la década, y su particular protagonista: Charles Manson.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvggX8hi19f65QsDKDwaVrcfCPPud3TniDlMo9DbQSZgDBcIEWM893OjX57WG8Rk_IWl6BopEk0xczY9SxBqaHi9A-8daJSfNpaZV5u7lZEIDsbsS4jJWT2wpCuE2q4c7fSdno/s1600-h/saliendocarceljpg.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvggX8hi19f65QsDKDwaVrcfCPPud3TniDlMo9DbQSZgDBcIEWM893OjX57WG8Rk_IWl6BopEk0xczY9SxBqaHi9A-8daJSfNpaZV5u7lZEIDsbsS4jJWT2wpCuE2q4c7fSdno/s320/saliendocarceljpg.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5225589748411283746" border="0" /></a>Convicto experimentado, filósofo antisistema y, especialmente, músico frustrado, Manson empezó a hacerse fuerte a partir de su salida de la cárcel el 21 de marzo de 1967. Hasta entonces, la suma de sus condenas era más de la mitad de su edad, treinta y dos años. En su último encarcelamiento en la cárcel de McNeil Island (Washington) -por proxenetismo, robo y falsificación de cheques-, había aprendido a tocar la guitarra gracias al famoso gángster <span style="font-weight: bold;">Alvin Creepy Karpis</span>, de quien se había hecho amante. Una vez libre viajó hacia San Francisco, donde encontró el caldo de cultivo ideal para enraizar su paranoia y convertir a la causa a jóvenes desorientados que enseguida cayeron en sus redes. Experto en detectar los puntos débiles de los demás, magnético y seductor, y respaldado por una ideología propia que era un batiburrillo de misticismo oriental, catolicismo y delirios de todo tipo, se rodeó de un importante grupo de jóvenes (casi todo chicas) dispuestos a adorarle como lo que él mismo decía que era, "Cristo y Satán al mismo tiempo". El caso Manson reviste interés no sólo por ser paradigma de una época enfebrecida, sino también porque en él confluye una síntesis de lo mejor de la música que había dado aquella época dorada.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQCcXf3h__eUBOIVIBUQoSYyNQHq7WBNa44bVgUnct9_W8-4AjR_3UELFr42z5OVqrv_IntsHKSJBsePBZNaxDBfUX1hpJQQ5n9k6JbLKQC3cjvZo_KXNeME8DMDXbjVK6QGhn/s1600-h/Charles.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQCcXf3h__eUBOIVIBUQoSYyNQHq7WBNa44bVgUnct9_W8-4AjR_3UELFr42z5OVqrv_IntsHKSJBsePBZNaxDBfUX1hpJQQ5n9k6JbLKQC3cjvZo_KXNeME8DMDXbjVK6QGhn/s400/Charles.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5225590259721664962" border="0" /></a>Manson, compositor dotado, pero excesivamente alterado por su personalidad, se movió a lo largo de 1968 entre algunos de los más importantes músicos y productores californianos, a los que seducía con sus cócteles de drogas y chicas jóvenes y dispuestas. Había conocido a <span style="font-weight: bold;">Dennis Wilson</span>, el más crápula de los <span style="font-weight: bold;">Beach Boys</span>, en la primavera de 1968. De hecho, estuvo viviendo con sus jóvenes adeptos en su casa en el 14.400 de Sunset Boulevard, lo cual supuso en aquel verano unos gastos de casi 100.000 dólares para Dennis. El batería de los Beach Boys llegó a realizar estas declaraciones sobre Manson en la revista británica <span style="font-style: italic;">Rave</span> en diciembre de 1968: "A veces me asusta el mago, Charlie Manson, un amigo mío (...) Canta, toca y escribe poesía. Tal vez pronto sea uno de los artistas del catálogo de Brother Records". Pese a su heterodoxia y su rebeldía, en realidad el sueño de Manson era convertirse en un músico famoso y millonario. Dennis le presentó al afamado productor <span style="font-weight: bold;">Terry Melcher</span>, bastión del sonido pop californiano de finales de la década (e hijo de <span style="font-weight: bold;">Doris Day</span>), así como a otros productores y agentes. Siempre ocurría lo mismo: todos se sentían atraídos por la particular personalidad de Charlie, pero enseguida percibían al mismo tiempo una onda siniestra y violenta que terminaba por apartarlos de su lado. Aunque Manson logró arrancar algunas vagas promesas, al final nadie deseó apostar por él y entonces su resentimiento social alcanzó niveles críticos. Pese a todo, le había dado tiempo a grabar algunas canciones ni más ni menos que en el estudio privado de <span style="font-weight: bold;">Brian Wilson</span>, en su propia mansión en el 1.448 de Laurel Way, y en dos sesiones, la primera el 11 de septiembre de 1967 y la segunda, el 9 de agosto de 1968, con el ingeniero de sonido <span style="font-weight: bold;">Stephen Desper</span> a los mandos y el acompañamiento de seis de las chicas de su familia, algunas de ellas partícipes en los asesinatos de agosto del año siguiente que darían fama mundial a Manson y su clan. Las canciones se publicarían en formato de disco un par de años más tarde. Sin embargo, en enero de 1969, Manson tuvo que añadir a la ruptura de su sueño musical californiano el robo que Dennis Wilson hizo de su canción "Cease To Exist", a la que cambió el título por "Never Learn Not To Love" para incluirla en el disco de los Beach Boys <span style="font-style: italic;">20/20</span>. Dennis siempre afirmaría que la canción no era de Manson, sino que la había compuesto casi toda él. No obstante, y a pesar de que sus arreglos endulzados no tienen nada que ver con la aridez de la versión de Manson, lo cierto es que por debajo se intuye un aroma pervertido, insano, que no se corresponde con el espíritu musicalmente amable de los Beach Boys.<br /><br /><span id="fullpost"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikGtoMSfKyzPJhM3xbZg8rR3u8A2NtZhvKH3wTskZTgqoAJm9fwMl6gfTus2tbdDvHfXqRoG3b3586rLS2DRa6srSXxJsWJDFTeFYdiFvBSAqVxF1WwF2hAhHQseu3EgV-ehba/s1600-h/vidaenrancho.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer; width: 327px; height: 202px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikGtoMSfKyzPJhM3xbZg8rR3u8A2NtZhvKH3wTskZTgqoAJm9fwMl6gfTus2tbdDvHfXqRoG3b3586rLS2DRa6srSXxJsWJDFTeFYdiFvBSAqVxF1WwF2hAhHQseu3EgV-ehba/s400/vidaenrancho.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5225592442081306546" border="0" /></a>El desencuentro con Dennis Wilson se había producido mucho antes, cuando éste, a pesar del sexo fácil -en aquellas orgías llegaron a participar <span style="font-weight: bold;">Neil Young</span> y <span style="font-weight: bold;">Mike Love</span>-, empezó a distanciarse del clan y dejó de pagar el alquiler de la casa que Manson había ocupado con la familia. Manson y los suyos fueron expulsados por impago a comienzos de otoño de 1968. Se dirigieron entonces, en un autobús escolar Volkswagen pintado de negro para no llamar la atención de la policía, al rancho Spahn, en Chatsworth, un lugar oculto en la zona desértica del Valle de la Muerte -a unos cincuenta kilómetros de Los Ángeles, en la zona montañosa de Santa Susana-, y que había hecho las veces de pueblo del Oeste en antiguas producciones. El rancho, ya abandonado, era propiedad de un anciano de ochenta y tres años, <span style="font-weight: bold;">George Spahn</span>, al que convencieron para permanecer allí a cambio de los favores sexuales de Lynette Fromme. Aislados, rendidos a Manson y a sus ideas virulentas, y expuestos a dosis continuas de LSD, anfetaminas y sexo en grupo, el clan se encerró en sí mismo y empezó a distanciarse de la realidad tanto como se lo permitía el infinito silencio del desierto. Faltaba todavía uno de los ingredientes detonadores, el motor que disparase las ideas destructivas de Manson, y esto se produjo a finales de noviembre de 1968, cuando los <span style="font-weight: bold;">Beatles</span> publicaron su <span style="font-style: italic;">White Album</span>.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsjqOK1kUwrLNl4oQ5eO14BXuGsfF0xya8Zn8RCvBz91mmmPXE_CxdizIvF58-uAno5fQJbnBId77SI-hMYPMpufHZ_WEKqpdu9o0111zqyKkv5hpsYX0qb3gmQgQj-1Ct4G4PVw/s1600-h/recogiendolacomidajpg.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsjqOK1kUwrLNl4oQ5eO14BXuGsfF0xya8Zn8RCvBz91mmmPXE_CxdizIvF58-uAno5fQJbnBId77SI-hMYPMpufHZ_WEKqpdu9o0111zqyKkv5hpsYX0qb3gmQgQj-1Ct4G4PVw/s400/recogiendolacomidajpg.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5225595718847387842" border="0" /></a><span style="font-weight: bold;">Ian MacDonald</span> explica perfectamente en <span style="font-style: italic;">Revolución en la mente</span> la influencia decisiva de la música de los Beatles en los pensamientos lunáticos de Manson: "Tratar las producciones determinadas por la casualidad al mismo nivel que el material intencionadamente dotado de significado es caer en un relativismo que sólo puede terminar en el caos, y el caos atrae a los psicópatas". En efecto, los juegos de azar, de libertad creativa e imaginación sin límites que empezaron a protagonizar la música de los Beatles -y por extensión, toda la música popular- a partir de 1966, no sólo supusieron una gloriosa culminación artística, sino también el acercamiento peligroso de interpretaciones delirantes o malsanas. La exuberancia estilística y musical del <span style="font-style: italic;">White Album</span> sirvió de iluminación para Charles Manson, que a partir de aquí reorganizó sus teorías y encontró una coartada abstracta para sus solícitos compañeros. "Revolution 9", por ejemplo, dejaba de ser la mejor aproximación del pop a la música vanguardista para convertirse en una profecía del apocalipsis cercano. Manson afirmaba que los negros se rebelarían en el verano de 1969 y que matarían a todos los blancos: sería el "Helter Skelter", canción que Manson relacionó con esta masacre quizá por su furibunda atmósfera de guitarras infernales (ignorando, por supuesto, que el Helter Skelter era un tobogán en espiral típicamente británico). Él y la familia, sin embargo, se ocultarían en un lago subterráneo que recorría el Valle de la Muerte -Manson tomó prestada esta idea de una antigua leyenda de los indios shoshon y hopi, que hablaban del "agujero del diablo" o del "pozo sin fondo"-, y permanecerían allí hasta llegar a ser 144.000 descendientes. Entonces saldrían de nuevo a la tierra y gobernarían el mundo, dado que el hombre negro y su inteligencia inferior lo habrían sumido de nuevo en el caos. Para Manson, los Beatles eran los cuatro ángeles del Apocalipsis y él era el quinto. Manson encontró más mensajes en la excepcionalmente violenta "Piggies" de <span style="font-weight: bold;">George Harrison</span>, que según él incitaba al asesinato en masa de la gente adinerada; en "Blackbird", que profetizaba el alzamiento del hombre negro; y también en "Honey Pie", por la cual los Beatles expresaban el deseo de conocerle (entre otras cosas, la canción dice "ven a enseñarme la magia"). Manson y su familia empezaron a enviar cartas a los Beatles para concertar una cita -que evidentemente no fueron respondidas-, y el <span style="font-style: italic;">White Album</span> era de escucha constante y obligada en los dominios paranoicos del rancho Spahn. Por otro lado, estas ideas de muerte y destrucción tenían su reflejo en una colección de Volkswagens robados y adaptados al desierto como buggies areneros, en patrullas nocturnas -con sus correspondientes puestos de vigilancia-, en depósitos de combustible escondidos bajo las rocas y, sobre todo, en un variado surtido de cuchillos, pistolas y rifles (Charlie era un experto en cuestiones de armamento). Si el Apocalipsis iba a producirse, convenía estar bien preparado.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAGGMSDMTHLC67LW6WqXmcuSQFENgCVf0GqNBdwqhn4SFuWrQujWpR23bgeiDPEdAjnGppK1ZRbd1ZYbUR-i-CMNVBBdfoqK29QRz_bl-h17IBrg3YMegN6FUPPqpHvVXW56gg8w/s1600-h/Beausoleiljpg.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAGGMSDMTHLC67LW6WqXmcuSQFENgCVf0GqNBdwqhn4SFuWrQujWpR23bgeiDPEdAjnGppK1ZRbd1ZYbUR-i-CMNVBBdfoqK29QRz_bl-h17IBrg3YMegN6FUPPqpHvVXW56gg8w/s400/Beausoleiljpg.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5225597231365651650" border="0" /></a>Los fieles de Manson -unas veinte chicas y tan sólo cinco chicos- mostraron una absoluta fe en estas profecías, a pesar de que muchos de ellos procedían de familias acomodadas y contaban con estudios universitarios. Las tendencias agresivas y sociópatas de Manson empezaron a desbocarse a medida que avanzaba 1969. En junio, la idea predominante de Manson en el rancho era que debían enseñar a los negros cómo empezar la revolución. El 26 de julio, Charles Manson y otros tres adeptos -<span style="font-weight: bold;">Bobby Beausoleil</span>, <span style="font-weight: bold;">Mary Brunner</span>, que no participó y luego testificaría como acusación, y <span style="font-weight: bold;">Susan Atkins</span>- hicieron una visita al 964 de Topanga Canyon, en Los Ángeles, donde vivía el profesor de música <span style="font-weight: bold;">Gary Hinman</span>, a quien conocían porque les había acogido anteriormente. Manson pensaba erróneamente que Hinman había heredado 20.000 dólares. Tras dos días de torturas, y al no obtener resultados, Manson le rebanó una oreja y ordenó a Bobby Beausoleil -quien, por cierto, en 1964 había interpretado al diablo en la película de <span style="font-weight: bold;">Keneth Anger</span> <span style="font-style: italic;">Scorpio Rising</span>; y que había tocado la guitarra brevemente en 1965 en unos iniciales <span style="font-weight: bold;">Love</span>, cuando aún se llamaban <span style="font-weight: bold;">The Grass Roots</span>, antes de la llegada de <span style="font-weight: bold;">Bryan MacLean</span>- que acabara con él. Beausoleil, atrapado en un marasmo de LSD y de ideas satánicas, no dudó en acuchillar a Hinman hasta la muerte y, por supuesto, en iniciar la peculiar marca de la casa del clan: en una de las paredes, con la sangre de Hinman, escribió "Political Piggy". La policía arrestó a Beausoleil el 6 de agosto, al sorprenderlo conduciendo el vehículo de Hinman y encontrar el arma del crimen escondida en un neumático.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4OqMiUt1ySeGA55hhJmUAwDJ3XhAW-Jg_KNi_hHxbAFrntV9eyRFK2MztPiGmtYQTQnmpZywF4FOcfcdSUS6VmvZ-4catJpMwyvYDwFcXvMwgYWs28dHtZn6Ylanj4-SsO4M3yQ/s1600-h/pintadajpg.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4OqMiUt1ySeGA55hhJmUAwDJ3XhAW-Jg_KNi_hHxbAFrntV9eyRFK2MztPiGmtYQTQnmpZywF4FOcfcdSUS6VmvZ-4catJpMwyvYDwFcXvMwgYWs28dHtZn6Ylanj4-SsO4M3yQ/s400/pintadajpg.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5225598942383039602" border="0" /></a>A partir de aquí, los acontecimientos se precipitaron. El resentimiento de Manson hacia los productores musicales que le rechazaron había alcanzado cotas psicóticas. El mismo Terry Melcher acudió en dos ocasiones al rancho Spahn en mayo para escuchar la música de Manson; la segunda de ellas lo hizo acompañado de un amigo que llevaba un pequeño equipo de grabación portátil, aunque a raíz de un ataque de violencia verbal de Manson contra uno de los adeptos por interrumpir una canción, Melcher decidió no volver más y deshacerse de las grabaciones y de cualquier tipo de acuerdo. El arresto de Beausoleil, por otro lado, podía hacer que se implicara a la familia en el crimen. Manson decidió entonces que había llegado el momento de otro "creepy-crawl" ('gateo espeluznante'), como llamaba a las misiones nocturnas en las que se introducían en casas y robaban o cambiaban los muebles de sitio mientras sus habitantes dormían. Sin embargo, esta misión iría bastante más allá. Manson buscaba un crimen que, por un lado, pudiera convencer a la policía de que Beausoleil no era el responsable del asesinato de Hinman y que, además, sirviera como venganza a sus fallidas ansias de fama. Y todo ello, en último término, orientado a advertir a los negros de que había llegado el momento del Helter Skelter.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZx_unNL7151Pwuv52_smvLgwhKu27MW2G5OET76N3yegpRvNqENRREbqMwo6KXS4J8TuAhGcRD0K3uItOCFkAr8LgunKzDKRthUFowcEDUVnHq5cal2u2iQftX9IjrmcIOnJ7jg/s1600-h/cielodrive.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZx_unNL7151Pwuv52_smvLgwhKu27MW2G5OET76N3yegpRvNqENRREbqMwo6KXS4J8TuAhGcRD0K3uItOCFkAr8LgunKzDKRthUFowcEDUVnHq5cal2u2iQftX9IjrmcIOnJ7jg/s400/cielodrive.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5225599682155883826" border="0" /></a>Así es como se llega a la calurosa noche del 8 de agosto, cuando cerca de las doce un Chevrolet del 63 de color azul atraviesa la larga avenida de Benedict Canyon hasta llegar a Cielo Drive, donde se desvía por un pasaje situado a la derecha en el sentido de la marcha y que conduce directamente hacia el número 10.050. La finca está aislada de las otras y oculta entre las arboledas de Bel Air. En aquel momento, la propiedad está alquilada a nombre de <span style="font-weight: bold;">Roman Polanski</span>, quien paga por ella 1.000 dólares mensuales y que desde el 20 de julio se encuentra en Londres trabajando en la película <span style="font-style: italic;">El día del delfín</span>, que nunca terminó. Sus anteriores inquilinos habían sido Terry Melcher y su mujer, la actriz <span style="font-weight: bold;">Candice Bergen</span>, los cuales ya hacía meses que no vivían allí, sino en una casa propiedad de Doris Day en Malibú. Esto era algo que Manson conocía perfectamente, ya que el 23 de marzo de ese año estuvo en dos ocasiones en la casa buscando a Melcher (mientras Sharon Tate y el fotógrafo <span style="font-weight: bold;">Shahrokh Hatami</span> realizaban una sesión de fotos; Tate pudo ver a Manson por primera vez, de refilón, mientras Hatami hablaba con él), lo que refuerza la idea de que uno de los propósitos era pegarle un buen susto a Melcher. Del coche bajan tres chicas (todas ellas descalzas) y un joven, vestidos de negro y armados con un revolver Colt Buntline Special -modelo muy difícil de conseguir- del calibre 22 con silenciador, varios cuchillos de cocina de diez centímetros de largo y una cuerda de nailon. El joven se sube a un poste, corta con unas tenazas los cables telefónicos y después todos ellos entran en la finca por la parte más baja de los setos del jardín.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwS-RXnHZjBnxHSUahEqyjccs6GubqLwmYchXiigFk2eYFMFICAgjhKQKdqCxe544nD_c1Dnls1zoOzXzardVZvRPaUnUbFqN_RaydKBgNQGJ6MKkCHH9qZzR0oR22NVKYPhu4_g/s1600-h/image021jpg.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwS-RXnHZjBnxHSUahEqyjccs6GubqLwmYchXiigFk2eYFMFICAgjhKQKdqCxe544nD_c1Dnls1zoOzXzardVZvRPaUnUbFqN_RaydKBgNQGJ6MKkCHH9qZzR0oR22NVKYPhu4_g/s400/image021jpg.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5225600944601856706" border="0" /></a>La propiedad está dividida en una casa principal de una sola planta y en otra casa anexa, más pequeña, a unos pocos metros y delante de la zona de aparcamiento, donde entonces vivía <span style="font-weight: bold;">William Garretson</span>, de 19 años, el encargado del mantenimiento (por 35 dólares a la semana) mientras el propietario de la casa, <span style="font-weight: bold;">Rudi Altobelli</span> -amigo de Melcher y agente y promotor musical millonario-, estaba fuera de viaje. Cuando los intrusos entran en el jardín, Garretson está en su apartamento con <span style="font-weight: bold;">Steve Parent</span>, de 18 años, al que conoce hace sólo una semana, un chico a punto de iniciar su carrera universitaria y aficionado a las cadenas de audio y que, tras venderle un equipo de música, ya se está despidiendo. En la casa principipal, <span style="font-weight: bold;">Voytek Frykowski</span>, playboy polaco de 37 años con pretensiones artísticas -aunque Polanski dijo de él que "era un gran amigo, pero un hombre de talento escaso"-, duerme en un sofá de la sala después de haber fumado marihuana, algo que también ha hecho su novia, <span style="font-weight: bold;">Abigail Folger</span>, joven heredera de un gran propietario de la industria cafetera y aficionada a los actos benéficos humanitarios, que permanece en su habitación. En otra habitación están hablando la preciosa <span style="font-weight: bold;">Sharon Tate</span>, embarazada de ocho meses y medio, y <span style="font-weight: bold;">Jay Sebring</span>, famoso estilista y peluquero de las estrellas de Hollywood -además, el responsable de diseñar el característico peinado flotante de <span style="font-weight: bold;">Jim Morrison</span>-, que años atrás había sido su pareja y con quien mantenía una fuerte amistad, y que, además, era cinturón negro de kárate y había sido alumno de <span style="font-weight: bold;">Bruce Lee</span>. En la mesita de noche, se encuentra la lectura de Sharon de aquellos días: <span style="font-style: italic;">Cómo tener un bebé</span>. Jay Sebring está a punto de irse con su Porsche de color negro. El joven Steve Parent también sale de la casa del guarda, se mete en su coche, un Rambler de color blanco, y conduce hacia la salida cuando delante de la luz de los faros aparece un tipo alto y de mirada seria que le pide que se detenga mientras lo encañona con una pistola.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1puBZMpylBacwMv3dTBwvVOs8L4owDPhwLBulAe1Wxk9MtIpv1FcLJD3pFakRv7b2CiBU58B3MxxpxcVA-iKed_5PHUqZjI9stsW__H0tf6_5cBBX6Ow3IJNOKSr2v8qfLpXYcA/s1600-h/sadiebienjpgg.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1puBZMpylBacwMv3dTBwvVOs8L4owDPhwLBulAe1Wxk9MtIpv1FcLJD3pFakRv7b2CiBU58B3MxxpxcVA-iKed_5PHUqZjI9stsW__H0tf6_5cBBX6Ow3IJNOKSr2v8qfLpXYcA/s400/sadiebienjpgg.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5225603086711422706" border="0" /></a>Lo que ocurre entonces es lo más parecido a un Apocalipsis en pequeña escala. <span style="font-weight: bold;">Charles Tex Watson</span>, que había ingresado en la familia en la primavera de 1968 -gracias, por cierto, a Dennis Wilson, quien le presentó a Manson después de que Tex lo ayudara con su coche averiado-, había sido un estudiante modelo y as de los deportes en su universidad, en Copeville, Texas, antes de decidir darse unas pequeñas vacaciones después de la licenciatura. Con el cerebro frito por las anfetaminas y los mantras de destrucción de Manson, aquella noche no sólo era el único al que Manson había dado instrucciones sobre lo que se debía hacer, sino que también se convirtió en un asesino implacable, despiadado, casi robótico, y el responsable del 90% de las cuchilladas que se dieron aquel día y el siguiente ("Soy el diablo y os voy a matar a todos", les dijo a unos despavoridos inquilinos que hasta entonces no comprendían lo que estaba pasando). <span style="font-weight: bold;">Susan Atkins</span> -también llamada <span style="font-weight: bold;">Sadie Mae</span> en el entorno de la familia, otra vez por influencia del <span style="font-style: italic;">White Album</span>-, californiana de 21 años, era una belleza vampírica, camaleónica y malsana -en 1967 fue contratada como stripper para la celebración del día de Halloween que hizo el famoso satanista <span style="font-weight: bold;">Anton Lavey</span>-, cuya vida disfuncional cobró sentido ese mismo 1967 cuando conoció a Manson y se enamoró de él inmediatamente (al escuchar la voz de Susan, refinada y dulce, cuesta entender que cuando Sharon Tate clamó piedad por la vida de su hijo, pudiese decirle "No habrá compasión para ti, puta"). <span style="font-weight: bold;">Patricia Krenwinkel</span> era una chica fea y velluda, con la autoestima inexistente, y que por lo tanto había sido una presa fácil para Manson. Ni ella ni Susan Atkins sabían lo que iban a hacer aquella noche, pero al descubrirlo no dudaron en sumarse a la fiesta con alborozo, ante una horrorizada Sharon Tate, conocida por su ingenuidad y candidez, que sin embargo fue la última en morir y tuvo que ver cómo aquellas personas acababan violentamente con la vida de sus amigos, uno tras otro. Fuera, en el jardín, quedó otra chica de la familia, <span style="font-weight: bold;">Linda Kasabian</span>, quien no imaginaba la carnicería que estaba teniendo lugar y que posteriormente se convirtió a cambio de inmunidad en el principal testigo de la acusación contra Manson y la familia. Mientras regresaban en coche al rancho, Patricia Krenwinkel dijo a sus compañeros de masacre lo siguiente: "Cuando se hiere y se encuentra hueso, duele la mano, y después es difícil sacar el cuchillo". Meses después, en el juicio por los asesinatos, Susan Atkins comentó: "Lo que más recuerdo es el ruido que hacía la sangre de Sharon al salir de sus heridas". Igual que en el anterior crimen de Gary Hinman, los asesinos dejan otro mensaje. Susan Atkins, con una toalla mojada en la sangre de Tate, escribe "Pig" en la puerta de entrada. Ninguno de ellos sabe quiénes son las personas a las que acaban de matar. La macabra escena es descubierta al día siguiente por la encargada de la limpieza, <span style="font-weight: bold;">Winifred Chapman</span>, a las nueve de la mañana (posteriormente, en el juicio se negó a relatar lo que vio porque "es demasiado para mí"). William Garretson, el guarda, es despertado por los golpes de la policía. Se había pasado la noche escuchando música con su nuevo equipo, sin enterarse de nada. Es considerado sospechoso pero se le libera enseguida. Más tarde, daría muestras de su estrafalaria personalidad al apoyar a la inefable <span style="font-weight: bold;">Rosie Tate Polanski</span>, quien decía ser la hija que Tate estaba a punto de dar a luz -dato que se caía por sí solo, puesto que ya se sabía que el bebé iba a ser niño y se le pensaba llamar <span style="font-weight: bold;">Paul Richard</span>-, y también al aparecer entrevistado en un especial para televisión en el año 2000, considerablemente borracho y sugiriendo que en realidad había escuchado gritar a Sharon Tate y había visto el asesinato de Abigail Folger a través de su ventana.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi964I6x-c3ev81CwpKCfguG6jVh4Z6gHT4gzqH9_h2mApVZ_OY_DxJrDZ_OLzPUhHGACeawOqJBo_GheZb1u3SqnjtR-6ZBBL5Qhle3wfAEIpMKD98RMxDDQSJPs7pyMv54ypUzQ/s1600-h/Texmixbien.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi964I6x-c3ev81CwpKCfguG6jVh4Z6gHT4gzqH9_h2mApVZ_OY_DxJrDZ_OLzPUhHGACeawOqJBo_GheZb1u3SqnjtR-6ZBBL5Qhle3wfAEIpMKD98RMxDDQSJPs7pyMv54ypUzQ/s400/Texmixbien.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5225605521543710114" border="0" /></a>La noche siguiente, el 9 de agosto, el sangriento "creepy-crawl" se repitió, esta vez un poco más al este de Cielo Drive, en el 3.301 de Waverly Drive, donde vivía un matrimonio cuarentón, <span style="font-weight: bold;">Leno</span> y <span style="font-weight: bold;">Rosemary LaBianca</span>, propietarios de un supermercado y una boutique. Manson, enfadado por considerar que el alboroto de la noche anterior había sido innecesario, les explicó que en esta ocasión les acompañaría para enseñarles cómo hacer las cosas: "No quiero que los espantéis. Conviene que crean que no les sucederá nada malo. Que mueran rápidamente, como en un sueño". Él mismo camina en solitario hacia la casa, entra por la puerta trasera, que estaba abierta, y encañona al matrimonio con un revólver. Les convence de que sólo quiere robar y de que no les ocurrirá nada. Los deja atados con tiras de cuero y regresa al coche. Llega entonces el momento de, nuevamente, Tex Watson y Patricia Krenwinkel, con una nueva incorporación, <span style="font-weight: bold;">Leslie Van Houten</span>, anterior reina de su instituto de Monrovia, población de Los Ángeles. Como en la noche anterior, los adeptos de Manson no parecen desear una muerte rápida y compasiva de sus víctimas y se ensañan nuevamente: Leno recibe doce cortes con una bayoneta y catorce incisiones con un tenedor, que Patricia deja clavado en su estómago, después de que Tex le haya marcado en el abdomen la palabra "War". Rosemary se lleva la escalofriante cifra de 41 navajazos. Por supuesto, la firma de la familia se deja ver con más inscripciones escritas en sangre: "Death To Pigs" y "Rise" ('alzáos', mensaje dirigido a los negros) en la pared de la sala, y "Healter Skelter" (nótese la falta de ortografía) en la puerta del frigorífico (de donde Watson comió algunas alitas de pollo, mientras las chicas se limpiaban la sangre en el baño). Curiosamente, muchos años después, en 1987, una de las hijas que el matrimonió dejó huérfanas, <span style="font-weight: bold;">Suzan Laberge</span>, empezó a visitar en la cárcel a Tex Watson, que en 1980 había fundado un movimiento cristiano llamado Abounding Love Ministries (Ministerios del Amor Abundante). Suzan acabó no sólo perdonando a Watson, sino también declarando a su favor en las sucesivas audiencias para su libertad condicional. Tex Watson, por otro lado, huyó a la casa de sus padres en Texas el día después de la segunda masacre, incapaz de entender lo que había hecho y creyendo que Manson terminaría matándole. Y Manson, mientras se llevaba a cabo el asesinato de los LaBianca, dejó a Linda Kasabian y a Susan Atkins en Venice, también en Los Ángeles, donde vivía un actor con el que Linda había tenido relaciones sexuales y al que también debían matar. Linda lo impidió llamando deliberadamente a otra puerta, lo que hizo que respondiese un extraño. Terminaron abortando el plan, aunque antes Susan Atkins tuvo la cortesía de defecar en el hueco de la escalera.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4I0OcVtqWVjuGGPmeG2l7vrwAbobXSrKrCY4SVd2CCk9udZjeVJRk8OQIkcU0AzRcUbSxk3zaFRJR47AIj1fpaTfkLK1z-IusvaafYfwH7G0CgF8H7dknZbAdno8phqu8qSj4Ew/s1600-h/Todasjpg.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4I0OcVtqWVjuGGPmeG2l7vrwAbobXSrKrCY4SVd2CCk9udZjeVJRk8OQIkcU0AzRcUbSxk3zaFRJR47AIj1fpaTfkLK1z-IusvaafYfwH7G0CgF8H7dknZbAdno8phqu8qSj4Ew/s400/Todasjpg.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5225881911500452866" border="0" /></a>A pesar de las coincidencias entre los crímenes de Hinman y los del 8 y el 9 de agosto, el Departamento de Policía de los Ángeles no tuvo en cuenta la conexión -ni siquiera creían que los crímenes de Tate y Labianca estuviesen relacionados- y se centró en la hipótesis de una venganza por cuestión de drogas en el caso Tate (se encontraron unas pocas drogas en la casa y en el Porsche de Jay Sebring) y de una imitación en el caso LaBianca. Pocos días después de los crímenes, el 12 de agosto, se hizo una redada en el rancho Spahn y se detuvo a Manson y a 25 de sus acólitos, acusados de robo de coches, pero un nuevo error, en este caso una orden judicial caducada, hizo que enseguida quedaran otra vez en libertad (tampoco se preocuparon de comprobar que sus nombres fuesen los verdaderos y no los seudónimos que usaban entre ellos). Manson empezó a ponerse nervioso y a finales de agosto decidió asesinar a un miembro ocasional de la familia, <span style="font-weight: bold;">Donald Shorty Shea</span>, de 36 años -que había actuado como extra en películas de Hollywood y también en algunas producciones pornográficas-, porque creía que sabía demasiado sobre las actividades de la familia. <span style="font-weight: bold;">Bruce Davis</span> y <span style="font-weight: bold;">Steve Grogan</span> fueron los encargados de acabar con él. <span style="font-weight: bold;">Barbara Hoyt</span>, con tan sólo diecisiete años y unos pocos meses en la familia, pudo escuchar los gritos de Donald por la noche desde un riachuelo, testimonio que luego formó parte de la acusación y que la familia trató de evitar ofreciéndole a cambio un viaje gratis a Hawai. Hoyt, asustada, aceptó y el 6 de septiembre de 1970 realizó el viaje con <span style="font-weight: bold;">Ruth Anne Moorehouse</span> (parte del núcleo duro de la familia y deseosa de matar "a su primer cerdo", como le dijo una vez a <span style="font-weight: bold;">Dan DeCarlo</span>, jefe de una banda de motoristas que se relacionaba con la familia y que proporcionó datos a la policía). Ya en Hawai, Ruth Ann le ofreció a Hoyt una hamburguesa que contenía en su interior diez tabletas de LSD. Tras superar una grave crisis psicótica, Barbara Hoyt dejó de tener dudas y testificó contra la familia, y aún hoy día llora al recordar los gritos de Shorty Shea en las audiencias para la libertad condicional de alguno de los miembros.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiaCEeCFH30BJZFd4krK_wqqSDm7aZARRFPl2BVVjj6RG4fzQG1TWiEovq9yVEfz4vQNSbMhyf0xhG4DhvgAyo_JMmF1HZ5s6GYLkuPnZRU5GXq740Fe_ZU2-Ejh_NOT3sMfvFlw/s1600-h/Polensjpg.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiaCEeCFH30BJZFd4krK_wqqSDm7aZARRFPl2BVVjj6RG4fzQG1TWiEovq9yVEfz4vQNSbMhyf0xhG4DhvgAyo_JMmF1HZ5s6GYLkuPnZRU5GXq740Fe_ZU2-Ejh_NOT3sMfvFlw/s400/Polensjpg.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5225884870501286562" border="0" /></a>El clan estuvo moviéndose por el desierto del Valle de la Muerte mientras buscaba el agujero del diablo en el que se esconderían hasta la llegada del Apocalipsis. Al final decidieron quedarse en el rancho Barker, en Goler Wash, a unos 200 kilómetros de Los Ángeles, y para ello Manson convenció a su propietaria prometiéndole el mantenimiento del lugar y regalándole el disco de oro que los Beach Boys habían obtenido por <span style="font-style: italic;">Today!</span> (1965), y que a su vez le había regalado Dennis Wilson. El rancho Barker había sido una antigua explotación minera, y los mineros que aún residían en los alrededores empezaron a quejarse a la policía de la actitud amenazante del grupo -todos ellos estaban armados con cuchillos en el cinto- y sus peculiares costumbres (las chicas de la familia tomaban el sol desnudas y todos practicaban sexo sin importarles que hubiese alguien cerca). Esto, junto a las evidencias de robo de coches, estafa, falsificación de documentos e incluso la quema de un buldózer, originó una nueva redada policial el 19 de noviembre en la que detuvieron a Manson y a 24 personas más. Casualmente, este hecho provocó que explotara la cadena de revelaciones. Todos los detenidos fueron llevados a la cárcel del condado Inyo, en Independence. La policía descubrió que el nombre de una de las chicas, Susan Atkins, correspondía con las informaciones de Bobby Beausoleil sobre quién le había acompañado en el asesinato de Gary Hinman. Con el objetivo de interrogarla, desplazaron a Susan a la cárcel de mujeres de Santa Mónica, en Los Ángeles, donde su declaración no les permitía demostrar su responsabilidad. Sin embargo, sus compañeras de celda, <span style="font-weight: bold;">Shelly Joice Nadell</span> y <span style="font-weight: bold;">Ronnie Howard</span>, escucharon estupefactas cómo Atkins les decía que ella y sus compañeros habían matado a Sharon Tate y les explicaba los asesinatos con todo lujo de detalles, incluido el hecho de que después de que Tate muriese, ella se chupó los dedos que tenía manchados con su sangre ("Fue la experiencia sexual más intensa de mi vida", dijo Atkins sobre los asesinatos, posteriormente en las declaraciones del juicio). Susan ofrecía a sus compañeras una perla tras otra: "Me sentía tan fuerte y tenía el espíritu tan limpio que quería rajar el vientre de Tate para extraer el bebé, llevármelo y cuidarlo yo" y "deseaba vaciar las cuencas oculares de toda las víctimas y arrojar los ojos contra las paredes y cortarles los dedos". También comentó algo bastante significativo: "Ninguno de nosotros puede negarse a nada de lo que Charlie te ordena hacer". Las prisioneras que escucharon el relato de Atkins no tardaron en hacérselo llegar a la policía. A partir de aquí se produjeron todas las detenciones de los miembros de la familia implicados en el asesinato, y el 11 de diciembre de 1969 Manson apareció por primera vez en la Sala del Jurado, en el Tribunal de Los Ángeles, vestido con un estrambótico traje de piel de ante.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNjb9En9lyiMO7oER1bsvtYLEv65p8XemDoddPZn6GnfsYVEDj4vlujkEy-Kl6upgjC3W_n9qT4WbJmGVrZFvYq4Sra_MKjAr9QPMzxkQxGE-fiaMA8fv9RTLQzpt_wRlKV3fJMw/s1600-h/Juiciotresjpg.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNjb9En9lyiMO7oER1bsvtYLEv65p8XemDoddPZn6GnfsYVEDj4vlujkEy-Kl6upgjC3W_n9qT4WbJmGVrZFvYq4Sra_MKjAr9QPMzxkQxGE-fiaMA8fv9RTLQzpt_wRlKV3fJMw/s400/Juiciotresjpg.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5225887708935229618" border="0" /></a>El juicio, celebrado en la sala número 816 del Tribunal de Los Ángeles, no comenzó hasta el 15 de junio de 1970, y rápidamente se convirtió en un espectáculo mediático. Algunas de las chicas de la familia hacían guardia permanente a las puertas del Tribunal y se solidarizaban con su líder, siguiendo cualquiera de sus directrices (afeitarse el cabello, trazarse una cruz entre los ojos o cantar sus canciones, algo que también harían las principales encausadas: Susan Atkins, Patricia Krenwinkel y Leslie Van Houten). Enseguida se reveló la fascinación y el sometimiento de las chicas de la familia por Manson, e incluso Linda Kasabian, la principal testigo acusadora que afirmó que "Dios me ha mandado decir al mundo que Manson es un falso profeta", reconocía que todavía estaba enamorada de él. Otra chica del clan, <span style="font-weight: bold;">Catherine Gillies</span>, testificó que ella hubiese matado las noches de los crímenes, pero no lo hizo porque no la necesitaron. Las amenazas de muerte de la familia eran el pan de cada día, y Manson no tardó en demostrar que la táctica para su defensa era inculpar sin miramientos a sus secuaces como responsables del crimen. La nueva encarnación del mal no cesaba de repetir en el juicio su eterno mantra: "Yo soy lo que vosotros me habéis hecho ser", de insultar -llegó a decirle al juez, <span style="font-weight: bold;">Charles Older</span>, lo siguiente: "Usted es un negro viejo que huele mal"-, adoptar estrambóticas posiciones yoga, quejarse de que no le permitían defenderse a sí mismo -aunque al principio sí se le dejó, acabó determinándose que no tenía la preparación mínima para hacerlo- e, incluso, atacar con un lápiz a su propio abogado, <span style="font-weight: bold;">Irving Kanerak</span>. Otra de las notas sorprendentes fue la súbita desaparición a finales de noviembre de 1970 del abogado defensor de Leslie Van Houten, <span style="font-weight: bold;">Ronald Hughes</span>, un bohemio de aspecto hippy que hasta entonces no había intervenido en ningún caso como defensor, y que se había negado a seguir la táctica judicial de inculpar a Leslie para salvar a Manson. Tiempo después, ya terminado el juicio, el 29 de marzo de 1971, se encontró su cadáver a unos 150 kilómetros de Los Ángeles, incrustrado entre dos rocas en Ventura County, en estado avanzado de descomposición. Sandra Good, Azul, dijo que le había matado la familia, aunque oficialmente la causa de la muerte fue "indeterminada". Un hecho más estrafalario todavía fue que el por entonces presidente de Estados Unidos, <span style="font-weight: bold;">Richard Nixon</span>, atentando contra cualquier noción de presunción de inocencia, afirmara en una rueda de prensa en Denver que Manson -sometido a juicio y todavía supuesto asesino- era sin duda culpable, tal y como recogió <span style="font-style: italic;">Los Ángeles Time</span> en su edición del 4 de agosto.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzzPwzs9P5cxiiRhiftTYbE0eUAuYYRt2RfjRQ7NPLCRMuEdZMwS3MH2Wc_m1lzdWBCJmOy9TOyXca1JpmKtpqFVzx0tLV4Mynx3MNgrm6_y0WzXYx8OcXMLndisdEDss06bANqg/s1600-h/Lieterror.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzzPwzs9P5cxiiRhiftTYbE0eUAuYYRt2RfjRQ7NPLCRMuEdZMwS3MH2Wc_m1lzdWBCJmOy9TOyXca1JpmKtpqFVzx0tLV4Mynx3MNgrm6_y0WzXYx8OcXMLndisdEDss06bANqg/s400/Lieterror.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5225888614526710722" border="0" /></a>Como no podía ser de otro modo, el caso Manson tuvo igualmente su vertiente musical. El 6 de marzo de 1970 se editó el primer disco oficial de Charlie: <span style="font-style: italic;">Lie: The Love And Terror Cult</span>, que incluye catorce de las canciones que se habían grabado en el estudio privado de Brian Wilson, y que fue publicado gracias a <span style="font-weight: bold;">Phil Kaufman</span>, antiguo compañero de celda de Manson y, también, uno de los responsables del robo del cadáver de <span style="font-weight: bold;">Gram Parsons</span> el 20 de septiembre de 1973. La carpeta del disco muestra la famosa portada de la revista <span style="font-style: italic;">Life</span>, del 19 de diciembre de 1969, en la que aparece Manson con un rostro desencajado por la paranoia. En cuanto a lo musical, cualquier acercamiento escéptico al disco queda inmediatamente anulado en cuanto empieza la primera canción, "Look At You Game, Girl", que demuestra casi de manera obscena el talentoso músico que había en Manson, bajo capas de violencia y resentimiento. Su voz nasal, característica importante del disco, entona una canción suave, sutil y sobrada de lirismo. Muchas veces sus composiciones son circulares, hipnóticas, casi mantras que encierran un poderoso magnetismo, como es el caso de "Ego", "Mechanical Man" o "Don't Do Anything Legal", y que no hacen muy difícil imaginar cómo era el ambiente de las orgías de música y LSD de la familia. La instrumentación es siempre muy austera, apenas la guitarra de Manson, algunas percusiones, puntualmente las voces de sus chicas y un estilo casi siempre cercano al folk. Hay que destacar la terrorífica "I'll Never Say Never To Always", una canción de tono infantil pero de intenciones perversas, interpretada sólo por las chicas -las risas que se escuchan hacia el final resultan especialmente siniestras-, entre ellas Susan Atkins y Patricia Krenwinkel, que después se convertirían en asesinas. La pegadiza "Garbage Dump" habla de la costumbre de la familia de alimentarse con las sobras que los supermercados de Simi Valley lanzaban a sus contenedores traseros, lo cual Manson consideraba un acto anticapitalista. Por último, no se puede dejar de citar "Cease To Exist", casi irreconocible en comparación con la versión de los Beach Boys, y aquí mucho más dylaniana; y "Big Iron Door", una gran canción que suena especialmente tétrica gracias al contrapunto de sus onomatopeyas. Con el dinero de las ventas del disco -no demasiadas, tan sólo se vendieron unas trescientas copias-, Manson trató de sufragar los costes del juicio. Hoy día queda como el testimonio malicioso y alucinado, pero, repito, recomendable y no exento de talento -como él mismo repetía en las entrevistas, "la música es mi religión"-, de uno de los hechos más tenebrosos de finales de los sesenta.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjt6Z4cQeJWe_SB35KcLL0XvaH4vdmRu0Aw-CZX5n53p-q66Yb_Ru5qDfeboq-sHE00vBv6wyX2P3sK5R-bRZGXqTvrBtVCNuUwhrJ16gSOJBDFX6ktrny1pgCAsDzSTO5VDctOwA/s1600-h/Charlieyajpg.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjt6Z4cQeJWe_SB35KcLL0XvaH4vdmRu0Aw-CZX5n53p-q66Yb_Ru5qDfeboq-sHE00vBv6wyX2P3sK5R-bRZGXqTvrBtVCNuUwhrJ16gSOJBDFX6ktrny1pgCAsDzSTO5VDctOwA/s400/Charlieyajpg.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5225891956852480098" border="0" /></a>Finalmente, el 19 de abril de 1971 los miembros de la familia Manson inculpados fueron condenados a muerte (menos Tex Watson, que no pudo ser juzgado porque en el momento de las detenciones se encontraba en Texas, y gracias a las influencias que manejaba su familia pudo evitar su extradición hasta agosto; sin embargo, en octubre fue igualmente condenado a muerte). En febrero de 1972, sin embargo, la Corte Suprema de California anuló la pena de muerte en el Estado, y las condenas fueron conmutadas por cadena perpetua.<br /><br />Los asesinatos de Tate-LaBianca, y la misma existencia de un grupo como Manson y la familia, supusieron uno de los hechos que acabaron definitivamente con la apertura optimista y la confianza ciega de la década. Como dice <span style="font-weight: bold;">Joe Boyd </span>en <span style="font-style: italic;">Blancas bicicletas</span>, "el espíritu amoroso de 1967 se evaporó con el calor de las drogas chungas, la violencia, el mercantilismo y la presión policial". Al conocer la decisión del jurado, Susan Atkins gritó: "Será mejor que cerréis las puertas con llave y vigiléis a vuestros hijos". Ya hemos visto que otra adepta, Lynette From, Roja, se convirtió en un esperpento viviente gracias al cual se ganó una condena perpetua por tratar de matar al presidente Ford; lo mismo ocurrió con su hermana espiritual, Sandra Good, Azul, que entre idas y venidas de la cárcel no dudaba en aparecer en talk-shows televisivos para predicar el mesianismo de su líder y, cómo no, amenazar a cualquier tertuliano que osara llevarle la contraria. La crueldad y el ensañamiento de los crímenes, cometidos, además, con estrellas públicas que hasta entonces parecían intocables, no sólo significó la elevación de Manson a los altares de la cultura popular, sino que también produjo una conmoción de tal calibre que los miembros condenados llevan a día de hoy cuarenta años en la cárcel y se les ha denegado todas las propuestas de libertad condicional. Susan Atkins no ha recibido la piedad que ella misma le negó a Sharon Tate, y hace poco se le denegó la libertad pese a ser la reclusa que más tiempo lleva encerrada en prisión en California y padecer un tumor incurable en el cerebro, con una pierna amputada y la otra paralizada, y una esperanza de vida de tan sólo unos meses. Todos ellos se han convertido en el signo más visible de unos tiempos oscuros, en el mismo año que se cerraría el 6 de diciembre con el concierto gratuito de los <span style="font-weight: bold;">Rolling Stones</span> en Altamont y su fatídico saldo de cuatro muertos.<br /><br />Podéis conseguir el disco de Manson aquí:<br /><br /><a href="http://rapidshare.com/files/131438653/Manson__Charles_-_Lie-The_Love___Terror_Cult.zip.html">Charlie Manson. <span style="font-style: italic;">Lie: The Love And Terror Cult</span> (1970)</a><br /></span></div>Mr. Glassheadhttp://www.blogger.com/profile/13524226312743708105noreply@blogger.com23tag:blogger.com,1999:blog-32825938.post-66148142203101685662008-07-03T18:33:00.014+02:002008-11-13T19:58:38.688+01:00The Left Banke<div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfGsNQRGZEnh9QmjJfRyaTYf28_zawx0e_fQKKPXctFE-yxwNn63fzJiNIYpjiqxRdJH8Yf9F4DS11pyi2YClOHz3aDwKYNV8T7_z_dG5mc225BhHH-CKpW0r2eHUj-swn9i2S/s1600-h/Leftbanke1.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfGsNQRGZEnh9QmjJfRyaTYf28_zawx0e_fQKKPXctFE-yxwNn63fzJiNIYpjiqxRdJH8Yf9F4DS11pyi2YClOHz3aDwKYNV8T7_z_dG5mc225BhHH-CKpW0r2eHUj-swn9i2S/s400/Leftbanke1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5218834098769533714" border="0" /></a>La historia de los <span style="font-weight: bold;">Left Banke</span> sirve para definir perfectamente lo que es un grupo de culto. A finales de los sesenta grabaron dos discos y aunque en su época no fueron demasiado conocidos, el paso de los años sirvió para dejar constancia de su enorme calidad. Los Left Banke contribuyeron a hacer más complejo el pop, a demostrar que las dimensiones desde las que podía abordarse una canción eran infinitas. El grupo se formó en 1965 en Nueva York. <span style="font-weight: bold;">Michael Brown</span>, <span style="font-weight: bold;">Tom Finn</span>, <span style="font-weight: bold;">George Cameron</span> y <span style="font-weight: bold;">Steve Martin</span> (por cierto, nacido en Madrid) se conocieron en los estudios World United, que pertenecían al padre del primero. El peso compositivo del grupo recaía precisamente sobre Michael Brown, cuya formación musical había sido clásica, lo cual explicaría la importancia que los arreglos tienen en sus canciones. Este interés por crear canciones con apoyos musicales más elaborados, junto con las facilidades que daba el hecho de que su padre fuera el dueño de los estudios, hizo que sus primeros temas ("I Haven't Got The Nerve" y "I've Got Something On My Mind") ya contengan los rasgos característicos de su estilo. De hecho, su música podría definirse como una mezcla de melodías pop y exuberantes arreglos de instrumentos clásicos (clavicordios, violines, etc.), en algo que se ha llamado <span style="font-style: italic;">pop barroco</span> o <span style="font-style: italic;">pop de cámara</span>, como también hicieron los <span style="font-weight: bold;">Zombies</span> (una de las principales influencias de Left Banke). Este tipo de pop sería el desarrollo más exquisito del pistoletazo que habían dado los <span style="font-weight: bold;">Beatles</span> con <span style="font-style: italic;">Rubber Soul</span> (1965) y los <span style="font-weight: bold;">Beach Boys</span> con <span style="font-style: italic;">Pet Sounds</span> (1966).<br /></div><div style="text-align: justify;"><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjESRykI7YCWzXBzJcKY1nirGS3hdh6m3RKDLtMWVkXp6J-IVArcZUwrpQXFZhFB3HjMOah8PlrysAtaHOd0SjDfQ_e0UPeJXYjj-yqpOsc-FcTjf3-GfYgO7ydHuKLsrR7oeBo/s1600-h/Leftbanke3.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjESRykI7YCWzXBzJcKY1nirGS3hdh6m3RKDLtMWVkXp6J-IVArcZUwrpQXFZhFB3HjMOah8PlrysAtaHOd0SjDfQ_e0UPeJXYjj-yqpOsc-FcTjf3-GfYgO7ydHuKLsrR7oeBo/s400/Leftbanke3.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5218835648601935394" border="0" /></a>Después de que sus primeras grabaciones no consiguieran despertar el interés de ninguna discográfica, Michael Brown decidió disolver el grupo y se fue a California. Sin embargo, los otros miembros retomaron una de sus composiciones, "Walk Away Renee" -de la que sólo se había grabado un esbozo-, completaron su grabación y la lanzaron como single junto con "I Haven't Got the Nerve". Alcanzaron el número 6 de las listas norteamericanas. Ante este éxito, el grupo volvió a unirse y publicó otro single: <span style="font-style: italic;">Pretty Ballerina/Lazy Day</span>, que llegó al número 15. A principios de 1967 llegó su primer álbum, <span style="font-style: italic;">Walk Away Renee/Pretty Ballerina</span>. Con apenas 18 años de edad cada uno, Michael Brown y su grupo lograron una obra maestra, una de las joyas más ocultas del pop. Todas las canciones de este disco pertenecen a un mismo manual de estilo: melodías brillantes potenciadas por los arreglos, que las llenan de lirismo y de una belleza turbadora, junto con la impresionante calidad de las armonías vocales. El disco empieza con "Pretty Ballerina", que incluye una pegadiza línea de teclado que explota en un estribillo memorable. De hecho, esta canción, así como "Walk Away Renee" y "She May Call You Up Tonight", las compuso Brown inspirado por su enamoramiento hacia <span style="font-weight: bold;">Renee Fladen</span>, la novia de Tom Finn. Sigue "She May Call You Up Tonight", otra de las grandes canciones del disco -si es que hay alguna que no lo sea-, donde la brillantez de una melodía de fuerte influencia beat se hace omnipresente y no necesita siquiera ser respaldada por los arreglos. "Barterers and their wives" explora un cierto aire medieval, y es un claro ejemplo de la maestría con que los Left Banke conjuntaban sus voces. Enseguida un clavicordio introduce "I've Got Somehing On My Mind". En esta excelente canción, la melodía, limpia y perfecta, sujeta sobre un ritmo constante de batería, da paso a breves pasajes instrumentales, reflexivos y de una gran belleza.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjuMBmChAyEIXn8nasvuYgWHssGdp3EDB3_mANTSOvRlQgwpgSlYcLVUuS1xLgHR_2Mzl7LA2rCZICoSZ_fNenZk82E7d3HtJyab94lTYNjlqUzCStmwSZPslp-xvkykK20LJQ3/s1600-h/Leftbanke4.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer; width: 264px; height: 264px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjuMBmChAyEIXn8nasvuYgWHssGdp3EDB3_mANTSOvRlQgwpgSlYcLVUuS1xLgHR_2Mzl7LA2rCZICoSZ_fNenZk82E7d3HtJyab94lTYNjlqUzCStmwSZPslp-xvkykK20LJQ3/s400/Leftbanke4.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5218836226814591906" border="0" /></a>Hasta aquí el recorrido del álbum ha sido intachable, pero con "Let Go Of You Girl" se alcanza el éxtasis. Probablemente la mejor canción del disco, dibujada sobre un teclado hipnótico y constante a lo largo de la composición, y que se hunde en nuestro interior hasta embriagarnos. Las voces, en esta ocasión, se hacen hermanas gemelas de la de <span style="font-weight: bold;">Colin Blunstone</span> de los Zombies. Después de una canción de este calibre, "Evening Gown" suena un poco a interludio de lujo, con todos los ingredientes característicos del grupo. Pero pronto aparece otra joya: "Walk Away Renee", que como hemos visto había sido todo un éxito en single. En este caso se trata de una composición más melancólica, perfecta dentro de las leyes del pop. Las cuerdas subrayan la tristeza de la melodía, anticipando la mayor oscuridad de la última parte del disco. Antes, sin embargo, podemos ver cómo el grupo lleva a cabo una canción country, "What Do You Know?", que no resulta demasiado discordante porque sus matices son típicamente Brown. "Shadows Breaking Over My Head" recuerda de nuevo a los Zombies, y sigue la norma general del disco en cuanto a la excelente conjunción de las voces y la perfección de la melodía, que en este caso acentúa su faceta melancólica. "I Haven't Got The Nerve" tiene un carácter más rítmico, y otra vez el clavicordio es el protagonista. El disco se cierra con un sello de oro, "Lazy Day", donde aparece una guitarra eléctrica abrupta, casi terrorífica. La melodía, más enérgica que en las anteriores canciones, deja claro que si en la primera parte del disco ha primado la placidez pop, al final queda un regusto oscuro, de tristeza próxima a la desesperación.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgd64mUW-5SRHMVUQItm6JeQEqGh7IxnYoCJJ0jubeoumhB6GcHdFTqR6j8VsOLQ9Z8lw5aDkWnh7PAiUW4P_r_XX2vwoDUnZv0lstjkBOmS7Pe3AoOjfQZV-h5zMz2oghUIu2n/s1600-h/Leftbanke5.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer; width: 314px; height: 136px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgd64mUW-5SRHMVUQItm6JeQEqGh7IxnYoCJJ0jubeoumhB6GcHdFTqR6j8VsOLQ9Z8lw5aDkWnh7PAiUW4P_r_XX2vwoDUnZv0lstjkBOmS7Pe3AoOjfQZV-h5zMz2oghUIu2n/s400/Leftbanke5.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5218837373039696050" border="0" /></a>Poco después de este gran disco de belleza crepuscular, desconocido e infravalorado en su época, los miembros de los Left Banke deciden separarse, sobre todo por la voluntad de Michael Brown de dedicarse totalmente a la composición en estudio. Esto supone bastantes problemas, ya que Brown continúa grabando con el nombre del grupo, bajo la oposición del resto. Desde esta separación, Brown edita el single <span style="font-style: italic;">Ivy Ivy/And Suddenly.</span> "Ivy Ivy" es una canción enorme, inmejorable, con una melodía onírica donde unos precisos arreglos de trompeta subrayan ese tono de ensueño feliz. Sin duda, una canción así hubiera hecho que discos como <span style="font-style: italic;">Sgt. Pepper's</span> o <span style="font-style: italic;">Pet Sounds</span> fuesen aún más grandes, y demuestra el estado de inspiración en que se encontraba Brown. Por otro lado, también es muy alto el nivel de calidad de "And Suddenly", una elegante y sofisticada canción pop que juguetea con el estilo crooner. A pesar de la excepcionalidad de este single, no tuvo ningún éxito por el boicoteo que los otros miembros del grupo realizaron desde el club de fans, con el resultado de que la compañía se negó a promocionarlo.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRlymdPAswyVsLqW1q-EMQ4EqmV0Vn1ibCC48DCtToLjGqo_510Jlgyu_lyoCsB967Rga9salVEoKHjkiNeFtsC-05agIvJoOEDoLNIiZs-UFIG08EE0ngDEgMBGChMymx2jSm/s1600-h/Leftbanke7.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRlymdPAswyVsLqW1q-EMQ4EqmV0Vn1ibCC48DCtToLjGqo_510Jlgyu_lyoCsB967Rga9salVEoKHjkiNeFtsC-05agIvJoOEDoLNIiZs-UFIG08EE0ngDEgMBGChMymx2jSm/s400/Leftbanke7.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5218838900658954002" border="0" /></a>Brown se reintegra al grupo tres meses más tarde para grabar las canciones "Desiree" e "In The Morning Light", compuestas por él mismo junto a <span style="font-weight: bold;">Tom Feher</span>, que había colaborado en el primer disco y en el single <span style="font-style: italic;">Ivy Ivy/And Suddenly</span>. "Desiree" ahonda en la melancolía con la que terminaba el primer disco de los Left Banke, y se sirve de unos arreglos orquestales más recargados y estridentes, pero no pierde en ningún momento la estela de calidad propia de Brown. "In the Morning Light" también incorpora este abigarramiento instrumental, al cual añade un cierto tono épico hasta entonces inexistente en las canciones del grupo. La calidad de estas grabaciones era muy alta, pero los Left Banke no volvieron a conseguir el éxito que obtuvieron con los singles del primer disco. Michael Brown se fue de nuevo, esta vez definitivamente, y el resto del grupo se centró en la preparación de un nuevo disco. El peso compositivo recayó entonces sobre Tom Finn, con la ayuda del guitarrista Tom Feher.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjHmxhnH7k0VhMlriUA-kiyGIzwOQzJ-T43eFP_J2gLWvHC35FfSNPDpg8L1xNvGL2lLXyoxDToNjNqa3-FZVGSG4QL9hhZGTtZ78tQ16DVqf5_qKBMH-5NVB-fgfIRrS16r3o1/s1600-h/Leftbanke6.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjHmxhnH7k0VhMlriUA-kiyGIzwOQzJ-T43eFP_J2gLWvHC35FfSNPDpg8L1xNvGL2lLXyoxDToNjNqa3-FZVGSG4QL9hhZGTtZ78tQ16DVqf5_qKBMH-5NVB-fgfIRrS16r3o1/s400/Leftbanke6.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5218839626637391794" border="0" /></a><span>Y a pesar de todo,</span><span style="font-style: italic;"> The Left Banke Too</span> es un muy buen disco, de escucha necesaria, aunque quizá resulta un tanto artificial con respecto al anterior. Sin Michael Brown, los demás miembros del grupo se centran en recrear las características de su estilo sin aportar otras novedades, a excepción del abultamiento orquestal y el intento de una mayor complejidad en la estructura de las canciones. A pesar de todo, "Goodbye Holly" es una canción pop que vuela alto, de las mejores del disco, con un perfecto estribillo basado en la conjunción de las voces. "There's Gonna Be A Storm", por el contrario, se basa en la sensación completa de canción, con unos arreglos sensuales, antes que en la pegada del estribillo. "Sing Little Bird Sing" es una composición hermosa, otra vez con ribetes medievales y unos arreglos que incluyen arpas, cuerdas y distintas percusiones. "Nice To See You" tiene una fuerte influencia de los Beatles más psicodélicos, y "Give The Man A Hand" es una canción que engaña, pues su comienzo triste, casi una plegaria, da lugar a un estribillo soleado y brillante, configurando una de las mejores canciones del álbum. En "Bryant Hotel" volvemos a encontrarnos a los Zombies, y "Dark is the Bark" es de nuevo una canción sobrecargada de arreglos, lánguida y melancólica, aunque tal vez un poco hueca. Lo mismo podría decirse de la última, "My Friend Today". En este álbum también se incluyen las dos canciones anteriormente aparecidas en single, "Desiree" e "In The Morning Light", la única participación de Michael Brown.<br /><br />El álbum no logró ningún éxito, por lo que el grupo volvió a separarse. Sin embargo, en 1969 se editó un nuevo single de los Left Banke, <span style="font-style: italic;">Myrah/Pedestal</span>, a cargo de Michael Brown y Steve Martin. Estas dos magníficas composiciones -resulta difícil decir cuál de ellas es mejor- son la culminación del estilo Left Banke, y una irrefutable muestra del talento de Michael Brown. Con ellas termina la brillante historia en los sesenta de uno de los mejores -y más desconocidos- grupos del pop de cámara.<br /><br />La carrera de Michael Brown se prolongó durante los años setenta en grupos como <span style="font-weight: bold;">Montage</span> y <span style="font-weight: bold;">Stories</span>. Los Left Banke editaron un nuevo disco como grupo en 1986, <span style="font-style: italic;">Strangers On A Train</span> (después de ocho años desde que empezara a grabarse), aunque no tuvo ninguna repercusión. Como decíamos al principio, el paso de los años ha hecho que, desde la oscuridad, la obra de los Left Banke continúe reluciendo y adquiriendo importancia. Actualmente, dejar pasar esta colección de canciones sería un lujo suicida para cualquier aficionado al pop.<br /><br />El recopilatorio<span style="font-style: italic;"> <a href="http://www.megaupload.com/?d=8SFBOBP9">There's Gonna Be A Storm</a></span> reúne todas las canciones de la época clásica del grupo, y acaba siendo imprescindible para cualquier persona mínimamente interesada en el pop de los sesenta. Enorme y rebosante de algunas de las más bellas canciones que se han grabado nunca, no se puede dejar pasar.<br /><span style="font-size:85%;"><br />Escribí este artículo hace ya varios años, allá por el 2002. Apareció originariamente en la página web <a href="http://www.los60.es/">Los 60</a>.</span><br /></div>Mr. Glassheadhttp://www.blogger.com/profile/13524226312743708105noreply@blogger.com72tag:blogger.com,1999:blog-32825938.post-48052114365527080422008-06-25T21:01:00.010+02:002008-11-13T19:58:39.486+01:00Los Gurus, "En la oscuridad"<div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4UP76wn_b6cFHS2cOCewDs7PJMv_DXbCPbN7s1qxxXlBWjIjsT73GIeS438gtTGxQo8Y5-8qp85QyFCXFO5c4D7l0uZEjjU10dZvAavfzfrobM-0SGgiQvcMvCRO9H0Sryk30/s1600-h/Gurus1.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4UP76wn_b6cFHS2cOCewDs7PJMv_DXbCPbN7s1qxxXlBWjIjsT73GIeS438gtTGxQo8Y5-8qp85QyFCXFO5c4D7l0uZEjjU10dZvAavfzfrobM-0SGgiQvcMvCRO9H0Sryk30/s400/Gurus1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5215929657776425666" border="0" /></a>En la película <span style="font-style: italic;">Isi/Disi</span> (2004), protagonizada por <span style="font-weight: bold;">Santiago Segura</span> y <span style="font-weight: bold;">Florentino Fernández</span>, y en la que participaba como estrella invitada el inefable <span style="font-weight: bold;">Joaquín Sabina</span>, aparecía de vez en cuando una de esas canciones que te llevan a preguntarte por su responsable, un chispazo eléctrico de magia Beatle que a la postre fue el verdadero secreto oculto de la comedia. La canción era "It's Only Love" y gracias a ella conocí a <span style="font-weight: bold;">los Gurus</span>, un grupo catalán que había iniciado su trayectoria en 1998 con <span style="font-style: italic;">En la oscuridad</span>, el disco que nos ocupa. Extremadamente difícil de encontrar hoy día, <span style="font-style: italic;">En la oscuridad</span> puede definirse como una marcianada, el glorioso producto de un grupo que, a la manera de los <span style="font-weight: bold;">Spongetones</span>, transformaba su amor por los sesenta en un álbum redondo, plagado de canciones felices y poderosas, en una especie de fascinante flash-back para recuperar la ingenuidad, la frescura y el vitalismo de los primeros discos de los <span style="font-weight: bold;">Beatles</span>.</span><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQa-Go6rAOK1GO7s_FoFjcXrjFNTDmGsoxHd1OY4pEOMTi8ra604X1olYRgMpNNztPTSCUZjyXbSEUxqNcqaSfVkek4fSVy_0fg1EgJs9OHhF7Dpwo33OJUliDUvWWlIX2Tq0r/s1600-h/Gurus5.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQa-Go6rAOK1GO7s_FoFjcXrjFNTDmGsoxHd1OY4pEOMTi8ra604X1olYRgMpNNztPTSCUZjyXbSEUxqNcqaSfVkek4fSVy_0fg1EgJs9OHhF7Dpwo33OJUliDUvWWlIX2Tq0r/s400/Gurus5.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5215930499046515666" border="0" /></a>Los Gurus se esforzaron en continuar el camino iniciado por <span style="font-weight: bold;">los Brincos</span> cuatro décadas atrás, el mismo año en que la prensa musical ponía por las nubes un disco -por llamarlo de alguna manera- como <span style="font-style: italic;">Una semana en el motor de un autobús</span>, de <span style="font-weight: bold;">los Planetas</span>. El pop cristalino y por la cara se celebraba en un festival de dieciséis canciones, y aunque el disco es una de las obras más emocionantes y humildes de la música española, en su momento este derroche de ganas, honestidad y auténtica pasión quedó completamente al margen (tanto, que ni siquiera he podido encontrar una imagen de la portada). Fue una lástima que casi nadie se fijara, por ejemplo, en canciones como "En la oscuridad", que es la que abre el disco y la que recupera sin complejos y con furia el espíritu de los mejores Brincos, pop de alta calidad en el que las armonías vocales y los estribillos se hacen vitales. "Serás parte de mí" enamorará a quienes gusten de discos como <span style="font-style: italic;">A Hard Day's Night</span> de los Beatles, a los que siempre se hayan sentido hipnotizados por canciones como "I Should Have Known Better" o "Happy Just To Dance With You". En definitiva, a los devotos de esas melodías que por unos momentos retrotraen a la adolescencia y hacen olvidar el cinismo acumulado a lo largo de los años. También huele a invasión británica en "Escaparme", con un sonido de guitarras más inspirado en los años posteriores a 1965, cuando se fraguaba el reinado de <span style="font-style: italic;">Rubber Soul</span> y <span style="font-style: italic;">Revolver</span>.</span><br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQwqYUnFHeEfYxnWkLgq5coAJqH6NppA_qm72IqiY19tTK6TSmXPJ2rGh6tsC_lm24GHDimbie2VPMskp4Vb8E4haAs5dgMkLmiW26oQ5A5pKMTkoKjdmGXNnymeylvFYsIjWU/s1600-h/Gurus3.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQwqYUnFHeEfYxnWkLgq5coAJqH6NppA_qm72IqiY19tTK6TSmXPJ2rGh6tsC_lm24GHDimbie2VPMskp4Vb8E4haAs5dgMkLmiW26oQ5A5pKMTkoKjdmGXNnymeylvFYsIjWU/s400/Gurus3.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5215930775446065922" border="0" /></a>El contrapunto lo pone la balada "Palabras para ella", que rezuma desencanto y nostalgia, un sentimiento apagado que duele y que aparca el optimismo a la espera de tiempos mejores, y en "Cuando tú no estás", una de las mejores canciones del disco, aparece otra de las influencias notables del grupo, los <span style="font-weight: bold;">Raspberries</span>: una melodía sinuosa con toques a lo <span style="font-weight: bold;">McCartney</span> que se extiende imparable sobre una adictiva línea de guitarra. Emocionante, un hito para el recuerdo y una canción a la altura de los mejores momentos de <span style="font-weight: bold;">Eric Carmen</span>. Es entonces cuando aparece "Mil lunas por detrás", absolutamente energética, para quitar peso al asunto, festiva, de acordes simples pero directos y efectivos, una especie de <span style="font-weight: bold;">Undertones</span> suavizados por la sensibilidad del Mersey Beat. "Golpes Bajos" es puro <span style="font-weight: bold;">Lennon</span> de principios de los setenta, una canción tan perezosa como encantadora, que se mueve entre pianos limpios y guitarras melancólicas. Sensacional, al igual que "Por dentro, por fuera", que ya se viste con los colores de una ligera psicodelia a lo "Ticket To Ride" y que a pesar de todo sigue siendo genuino pop alborozado.</span><br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfD8yP2NeAMDElxw25LgVeTtlul-S14nqX-O8aJQok3Xo5ceLAkuOqqDXJyLwuTCl3O262rW97-N79792ixKo-z8oKqpT301ITDeU_suSflqFDBJ6culL5W6r-9tZAEeJvOntv/s1600-h/Gurus4.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfD8yP2NeAMDElxw25LgVeTtlul-S14nqX-O8aJQok3Xo5ceLAkuOqqDXJyLwuTCl3O262rW97-N79792ixKo-z8oKqpT301ITDeU_suSflqFDBJ6culL5W6r-9tZAEeJvOntv/s400/Gurus4.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5215931050932891634" border="0" /></a>Pero aún quedan impresionantes canciones, como "Hotel Codorniz", una de mis favoritas, vitamínica y adictiva hasta límites insospechados, y que alterna entre melodía y estribillo aguerrido sin conceder respiro, con el añadido de unos fabulosos arreglos de trompeta a lo "Penny Lane". En un disco que demuestra tanta cultura y amor por el pop, no podía faltar la canción de ritmo sincopado y con gotas de music-hall a lo <span style="font-weight: bold;">Kinks</span> -aunque los Beatles también lo hacían de vez en cuando, de hecho esta canción recuerda a "I'm Only Sleeping" de <span style="font-style: italic;">Revolver</span>-, porque "Deja que te arrastre junto a mí" la podría haber compuesto el mejor de los <span style="font-weight: bold;">Ray Davies</span> tras beber diez litros de té inglés. Increíblemente buena. Sin embargo, "Don Magí" asume el reto y es mejor si cabe, saltarina y alegre hasta el entusiasmo y, cómo no, con un estribillo mítico, de los que llaman la atención aunque en ese momento se esté un poco despistado. Pero ojo, si esto no ha sido suficiente, "Días de lluvia" va a hacer que nos enamoremos de este disco, porque parece una canción fantasma de Lennon y McCartney en su mejor momento -de hecho, ese áspero "solían tener" hace que pensemos que es Lennon el que está cantando y que se nos ponga la piel de gallina, un momento cumbre del disco no sólo por su calidad, sino también por ser símbolo de su idiosincrasia-, una especie de vibrante "And I Love Her" español. Los Raspberries vuelven con la bellísima "La calle 33", que destaca por su frescura, por su honestidad, pero sobre todo por esa melodía cantada como si no fuera para tanto pero cuyo afilado gancho nos hará muy difícil librarnos de ella. "Porque la historia no es de ayer" es beat anfetamínico, oscuro, parecido de alguna manera a las grutas misteriosas que componían los <span style="font-weight: bold;">Merseybeats</span>, pero como siempre, por encima de todo 100% Beatle. "Canción de un pobre muchacho" pone el punto final a un extraordinario disco de una manera ligera, divertida y carismática.</span><br /><br />No cabe andarse con rodeos. <span style="font-style: italic;">En la oscuridad</span> es demasiado bueno como para haber permanecido tantos años en el olvido y, al igual que <a href="http://www.blogger.com/enbuscadelviniloperdido.com/2007/11/los-imposibles-en-el-pas-del-nio-mosca.html"><span style="font-style: italic;">En el país del niño mosca</span></a> de <span style="font-weight: bold;">los Imposibles</span>, una obra que nace tanto de un talento fuera de serie como del verdadero amor por la música (ese tipo de discos de los que nunca hablarán en <span style="font-style: italic;">Rockdelux</span><span>, como solemos decir por aquí</span>), y tan fuera de onda en su momento que sólo el paso del tiempo podrá ponerlo en su lugar. Los Gurus siguieron grabando más discos, añadiendo cada vez dosis más guitarreras y psicodélicas a sus canciones y pasándose al inglés, hasta llegar a su apreciable aunque rocoso último álbum, <span style="font-style: italic;">Now</span> (2008), que poco o nada tiene que ver con <span style="font-style: italic;">En la oscuridad</span>.<br /><br /><a href="http://rapidshare.com/files/125024762/Gurus_En_la_oscuridad.zip.html">Los Gurus. <span style="font-style: italic;">En la oscuridad</span> (1998)</a><br /></span></div>Mr. Glassheadhttp://www.blogger.com/profile/13524226312743708105noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-32825938.post-48284599567779175752008-06-09T17:58:00.026+02:002008-11-13T19:58:42.071+01:00Raras vibraciones: la cara oculta de Smile<div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEsXcjF0lQiD5TB88GtKsg5nulOwzHYdo7qyTVW_RI0Xa4yh9dTteAf-pFEqPuD8GrG6nlS19AjIFkzhJl2OnJADGP7hEsI6qQnurjCwTZjt8RwhzUUwrdDtsQtHnye9cIEkj3/s1600-h/Smileverd1.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEsXcjF0lQiD5TB88GtKsg5nulOwzHYdo7qyTVW_RI0Xa4yh9dTteAf-pFEqPuD8GrG6nlS19AjIFkzhJl2OnJADGP7hEsI6qQnurjCwTZjt8RwhzUUwrdDtsQtHnye9cIEkj3/s400/Smileverd1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5210016087144471042" border="0" /></a>El disco con número de catálogo T2580 de Capitol, programado para diciembre de 1966, nunca llegó a publicarse. <span style="font-style: italic;">Smile</span> iba a ser la obra más ambiciosa de los <span style="font-weight: bold;">Beach Boys</span>, un hito sin precedentes en la historia de la música. Según un comunicado que Capitol envió a las tiendas de discos esas mismas navidades, poco después de que <span style="font-style: italic;">Smile</span> fuera aplazado por primera vez hasta enero de 1967, "Tiene una feliz carpeta y sonidos realmente deliciosos en el interior". Se habían imprimido cerca de medio millón de carpetas y otros tantos folletos interiores a todo color, con fotos de <span style="font-weight: bold;">Guy Webster</span>. Por primera vez en la carátula no aparecía el grupo, sino una ilustración del dibujante <span style="font-weight: bold;">Frank Holmes</span>, de trazos ingenuos y colores vivos. Una tienda de vendedores sonrientes ofrecía cajas de sonrisas en sus escaparates. Por detrás figuraba una lista de doce canciones y, ahora sí, una pequeña foto del grupo en la que faltaba su único elemento imprescindible: Brian Wilson, que prefería quedar en la sombra como el director de su obra.<br /></div><div style="text-align: justify;"><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5u3NaRL5UpwiNSgA734skKcbTz5IrG2RZ0esNlQa9Ts0Cci2W1S13WWaGZ-jvDd5XPBUhw5ZKdTgsw_BkTKUo4uzGZqNTXqP6ZQ2-Pa40KthuX363A3IQYFaP5PV1kqYwUabd/s1600-h/smileverd2.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5u3NaRL5UpwiNSgA734skKcbTz5IrG2RZ0esNlQa9Ts0Cci2W1S13WWaGZ-jvDd5XPBUhw5ZKdTgsw_BkTKUo4uzGZqNTXqP6ZQ2-Pa40KthuX363A3IQYFaP5PV1kqYwUabd/s400/smileverd2.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5210017201512627442" border="0" /></a>Varios meses después, el 10 de abril de 1967, <span style="font-weight: bold;">Paul McCartney</span> y su novia <span style="font-weight: bold;">Jane Asher</span> utilizaron un jet cedido por <span style="font-weight: bold;">Frank Sinatra</span> para viajar hasta Los Ángeles y, en el transcurso de una estancia de un día y medio, hacer una visita a Brian Wilson en el estudio, donde seguía retocando, haciendo y deshaciendo las canciones que tenían que formar parte de <span style="font-style: italic;">Smile</span>. El orgulloso McCartney, que por entonces estaba a punto de acabar con los <span style="font-weight: bold;">Beatles</span> su <span style="font-style: italic;">Sgt. Pepper's</span>, tocó al piano "She's Leaving Home" y le puso a Brian Wilson un acetato con "A Day In The Life". Escuchar esta última canción fue la puntilla definitiva para un proyecto que nació vigoroso e ilusionado, pero que fue perdiéndose en su propio laberinto hasta que Brian se sintió incapaz de llevarlo a buen puerto. <span style="font-weight: bold;">Derek Taylor</span>, el jefe de prensa de los Beach Boys, redactaba el 6 de mayo el acta de defunción del disco: "Cada pieza musical bellamente diseñada, forjada con finura, soldada con notable inspiración en estos últimos meses por Brian y sus artesanos de los Beach Boys, ha sido desechada".<br /><br />Empezaba a partir de este momento una de las leyendas más hermosas del pop: el fantasma de un disco que podría haberlo cambiado todo merodeó a lo largo de los años hasta que, en el 2004, Brian Wilson, acompañado por los <span style="font-weight: bold;">Wondermints</span>, decidió darle forma oficial y publicarlo por primera vez. Había empezado a idear el disco en mayo de 1966, después de que <span style="font-style: italic;">Pet Sounds</span> obtuviera un unánime éxito de crítica -aunque no comercial-, y sus intenciones fueron espoleadas por la conmoción que causó el single <span style="font-style: italic;">Good Vibrations</span> en octubre de ese mismo año. Aupado definitivamente a la categoría de genio, se centró de manera obsesiva en su siguiente objetivo: crear un disco que supusiera un nuevo nivel en la música pop. Una colección de canciones que inspirasen amor y buenos sentimientos, una música cargada de religiosidad y de misticismo, un ramillete de "sinfonías adolescentes a Dios". Se puso el listón a sí mismo en lo más alto posible. Sin embargo, en aquella época difícilmente podría imaginar que <span style="font-style: italic;">Smile</span> tardaría casi cuarenta años en salir a la luz.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyitwV6r4gNJv3ATpjjjBn0York5fdPx-PPvBYTuFu-XzxX_8k2yQp-umFsS1gf7tbMUc7XI3v7NUNxNB9hMj1-H4iDoDfvDYDCwKqqn4xP3Afh6SPeqPwk_dnaV3zhs8PCA3V/s1600-h/smileverd3.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyitwV6r4gNJv3ATpjjjBn0York5fdPx-PPvBYTuFu-XzxX_8k2yQp-umFsS1gf7tbMUc7XI3v7NUNxNB9hMj1-H4iDoDfvDYDCwKqqn4xP3Afh6SPeqPwk_dnaV3zhs8PCA3V/s400/smileverd3.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5210018001684866626" border="0" /></a>Los motivos para el fracaso fueron numerosos y se apilaron unos sobre otros. El frágil espíritu de Brian Wilson, un visionario en el estudio pero una persona insegura y vulnerable, terminó doblegándose ante todos los estímulos negativos que debió afrontar, algunos de ellos fruto del momento, pero otros encubados durante años. Además, hablamos de un periodo en el que el pop se había desarrollado hasta tal punto que los grupos más importantes competían por lograr el disco definitivo, la obra de referencia que iba a marcar un antes y un después. Brian vivió esta carrera de una manera enfermiza, resuelto a no dejarse superar y a volcar todas sus fuerzas para llegar el primero. La presión comenzó rápidamente a tener efectos sobre su comportamiento. El abuso de las drogas fue una de las consecuencias instantáneas de la búsqueda maniática de la belleza. Aun así, y a pesar de que Brian había construido en su casa una tienda para fumar hachís, y de que siempre que podía hablaba de las virtudes del LSD para ampliar la conciencia -él mismo contribuyó a alimentar la leyenda de su afición a los alucinógenos: "Allí fumábamos marihuana y tomábamos LSD. Fumaba mucho, cada día. Me ayudó a meterme a fondo en la música, pero la experiencia me asustó", dijo recientemente-, lo cierto es que todo esto no deja de ser un tópico, porque Brian apenas probó las drogas psicodélicas. Lo suyo eran más bien las anfetaminas, concretamente el Desbutal.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfc6RcLl721mrIcCAw7anX1eqNu56DAWC8Ig0Nlqi2HcOYrOLR9ZVBIbUi05z7mCKLnzOE0We5118IjMkVRU-qpTfqn9hqRiN4Tu6KpXbj2n54GHk2wafmsf9gwBkj_Zp6fPjU/s1600-h/Smileverd4.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfc6RcLl721mrIcCAw7anX1eqNu56DAWC8Ig0Nlqi2HcOYrOLR9ZVBIbUi05z7mCKLnzOE0We5118IjMkVRU-qpTfqn9hqRiN4Tu6KpXbj2n54GHk2wafmsf9gwBkj_Zp6fPjU/s400/Smileverd4.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5210018597583550418" border="0" /></a>El Desbutal le ayudaba a ignorar el estrés, pero al mismo tiempo contribuía a incrementar la paranoia de un Brian que empezó a ver enemigos por todas partes. Con una casa en cuya gramola sólo había discos de los Beach Boys y de <span style="font-weight: bold;">Phil Spector</span>, su primer objetivo no pudo ser otro que el artífice de "Be My Baby", al que veneraba y envidiaba a partes iguales. Comenzó a obsesionarse -todavía más- con él y su música y a escuchar cada día, sin cesar, "Be My Baby". Creía ver en sus canciones mensajes ocultos, amenazas personales y explicaciones al misterio del universo. Una noche regresó a casa muy asustado, después de ir al cine para ver <span style="font-style: italic;">Plan diabólico</span>, de <span style="font-weight: bold;">John Frankenheimer</span>, película que empezaba con la siguiente frase: "Hola, Mr. Wilson". Estaba convencido de que Spector había tramado aquella película (pues trabajaba para Columbia, aunque en realidad la película era de Paramount) para advertirle del peligro que corría si se atrevía a superarle con su nuevo disco. Otro día, el periodista <span style="font-weight: bold;">David Dalton</span> acudió a una sesión fotográfica del grupo y se sorprendió por la afabilidad con la que Brian lo recibía, quien hasta terminó invitándole a su casa. Una vez allí, rodeado de grabadoras que repetían una y otra vez las percusiones iniciales de "Be My Baby", e intrigado por las extrañas actitudes de Brian, que parecía esperar algo de él, acabó huyendo cuando el líder de los Beach Boys le hizo la siguiente pregunta: "¿Qué estás haciendo aquí, Phil?". Pensaba que el periodista era Phil Spector, disfrazado para entrar en su estudio y robar sus secretos musicales. Por otro lado, pasaba el tiempo intentando descubrir los micrófonos que pensaba que su padre, <span style="font-weight: bold;">Murry Wilson</span>, había colocado para robarle las ideas y las canciones.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyfSJy-26Vp8b3ePFJrtvRfbfzgF0naSH8X1nVwTReHORDrdgtwW1vkhwKagqwYdNN002F9ACWMswXHHWEL8RSWSBjW8MRs2ZcTaO_bUr-EE3MHSuYyWx69eqbROoXnWYspR8I/s1600-h/smileverd5.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyfSJy-26Vp8b3ePFJrtvRfbfzgF0naSH8X1nVwTReHORDrdgtwW1vkhwKagqwYdNN002F9ACWMswXHHWEL8RSWSBjW8MRs2ZcTaO_bUr-EE3MHSuYyWx69eqbROoXnWYspR8I/s400/smileverd5.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5210019197363466114" border="0" /></a>La paranoia generada por las anfetaminas era algo que también contribuía a alimentar <span style="font-weight: bold;">Van Dyke Parks</span>, el joven escritor y músico al que Brian había conocido gracias al productor <span style="font-weight: bold;">Terry Melcher</span> -involucrado en muchos de los grandes discos del sunshine pop de finales de la década-, y al que contrató para poner letra a las canciones que estaba componiendo para <span style="font-style: italic;">Smile</span>. Esto es lo que dijo Van Dyke Parks del jefe de prensa de los Beach Boys, que anteriormente había trabajado con los Beatles: "A Derek Taylor lo enviaron aquí como espía en beneficio de los Beatles para ver qué se cocía en la Costa Oeste. Creo que Derek les facilitó la escucha de <span style="font-style: italic;">Smile</span> antes de que idearan <span style="font-style: italic;">Sgt. Pepper's</span>". Curiosamente, en las entrevistas que se hicieron a raíz de la publicación oficial de <span style="font-style: italic;">Smile</span> en el 2004, seguía manteniendo la misma tesis, aunque ligeramente variada: "Por lo que sé, algunos miembros de los Beatles fueron al estudio aprovechando que Brian no estaba y escucharon algunas cintas de lo que estaba haciendo". Afortunadamente, Van Dyke Parks también aportó unas magníficas letras, lo suficientemente etéreas e imaginativas para la música que iba a acogerlas.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGk-YUZ4ZtpPPz-g9QClh3EuWYqK2TKUwqslbtTvVCBub0JAHqmkV0nPEoYGTzWRGlnClILlh7dnNd60WazU01Zb6m9mnAR4LdFgV0Y6bg0KM4FtSFzV-I1KXaE93RIQbAKtRv/s1600-h/smileverd6.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGk-YUZ4ZtpPPz-g9QClh3EuWYqK2TKUwqslbtTvVCBub0JAHqmkV0nPEoYGTzWRGlnClILlh7dnNd60WazU01Zb6m9mnAR4LdFgV0Y6bg0KM4FtSFzV-I1KXaE93RIQbAKtRv/s400/smileverd6.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5210019760693707634" border="0" /></a>Otro de los efectos del Desbutal eran los delirios de grandeza. En palabras del periodista <span style="font-weight: bold;">Jules Siegel</span>: "Una gran parte de lo sucedido fue por las anfetaminas. No puedes parar, debes expresar todos tus pensamientos. El problema es cuando sucumbes, el problema es simplemente lo feo y estúpido y trivial que parece todo. Todo lo que ves son los errores". Brian repetía una y otra vez las tomas, se entregaba a miles de versiones de cada canción, las grababa y regrababa y al final lo desechaba todo para empezar de nuevo. Las ediciones pirata de <span style="font-style: italic;">Smile</span> muestran un caos de canciones alargadas, acortadas, combinadas unas con otras y con títulos diferentes. Las ideas de Brian bullían con tal intensidad y en tantas direcciones que le era imposible mantenerlas sobre unos raíles y quedar satisfecho. A pesar de todo, desde el principio tuvo claro que su metodología iba a cambiar. En "Good Vibrations" inauguró una nueva forma de trabajo, basada en grabar pequeños fragmentos separados, en principio muy distintos entre sí, que cobraban sentido cuando se juntaban en una sola composición. Los cambios de ritmo, deliciosas melodías y armonías vocales que se combinaban frenéticamente en "Good Vibrations", convirtieron la canción en un éxito aplastante y en algo nunca visto hasta entonces. Brian se propuso llevar al límite esta fórmula y aplicarla a un disco en conjunto. El ensamblaje de las diferentes partes daría como resultado un disco con un mensaje artístico y espiritual tan intenso que haría felices a las personas que lo escucharan.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizJkGiuFXBfl_rTWqVZ3gYAOC18g50ai0vZQepI7eogZuuAALtNMEpqRfZf8Pxl4jjzNJeBdNAEJvIs1LCciONQikYW9jNU1UvUDbVDYYClvy6n7YPpLXy5vkksUuzRmJYQmCq/s1600-h/smileverd7.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizJkGiuFXBfl_rTWqVZ3gYAOC18g50ai0vZQepI7eogZuuAALtNMEpqRfZf8Pxl4jjzNJeBdNAEJvIs1LCciONQikYW9jNU1UvUDbVDYYClvy6n7YPpLXy5vkksUuzRmJYQmCq/s400/smileverd7.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5210020694175135426" border="0" /></a>Como es lógico, esto afectó directamente al espíritu de las canciones. El deseo de "transmitir vibraciones amorosas a la gente" y de crear "un sonido que tuviese un encanto imperecedero", en palabras del propio Brian, junto al nuevo método de combinación de fragmentos, le hicieron apuntar hacia una totalidad para la que necesitaba un concepto compositivo muy distinto al que había usado hasta entonces. Su aclamado <span style="font-style: italic;">Pet Sounds</span> contenía canciones majestuosas, de una hermosura sin límites, pero todavía estaban construidas linealmente, con un principio, un fin y unos estribillos muy marcados, una tras otra hasta acabar el disco. La fórmula sólo variaba un poco en las dos piezas instrumentales, "Let's Go For Awhile" y "Pet Sounds", que creaban atmósfera, se expandían hacia todas partes e insinuaban miles de detalles. Éste fue, precisamente, el molde para <span style="font-style: italic;">Smile</span>. Un disco estrafalario, absolutamente extraño en su época y muy avanzado para lo que imperaba por entonces, obsesivo, volcado en sí mismo, realmente conceptual, pero sin digresiones estériles y a pesar de todo centrado en las melodías y en los bellos sonidos. Un disco, en definitiva, de intenciones vanguardistas, sin precedentes, y que iba mucho más alla del <span style="font-style: italic;">Sgt. Pepper's</span>, que a pesar de las novedades de sonido seguía planteando el esquema tradicional de conjunto de canciones. Además, Van Dyke Parks y Brian planearon que fuese también un disco sobre el concepto de lo americano, algo que escuchando las grabaciones sólo se puede percibir desde un punto de vista más intuitivo que comprensivo, y sólo con algunas pocas canciones. La sudorosa y épica "Cabin Essence", por ejemplo, que trata sobre la construcción del ferrocarril estadounidense, transmite esta sensación de siglos lejanos, de trabajo en los raíles. De todos modos, Van Dyke Parks, necesitado de dinero, se cansó de esperar a que Brian saliera algún día del estudio con el disco completado y abandonó el proyecto en abril de 1967. Pero le dio tiempo a tomar buena nota de las ideas fragmentarias de Brian y aplicarlas a su primer disco en solitario, <span style="font-style: italic;">Song Cycle</span>, editado en 1968, una pequeña joya de sonidos barrocos.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhApcJX416Pzj7bInVr3wQHZ0TrZHc8tnTRMlGlgZi5qfnSCb9ob1TQHJHaI7IXt3-paeoyEmrnRfGTXRjU8RMYiOT6Sg-zqymmX9GUoDPRSWQRvNpI1q6Dig2gDypQSsDKal3p/s1600-h/smileverd8.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhApcJX416Pzj7bInVr3wQHZ0TrZHc8tnTRMlGlgZi5qfnSCb9ob1TQHJHaI7IXt3-paeoyEmrnRfGTXRjU8RMYiOT6Sg-zqymmX9GUoDPRSWQRvNpI1q6Dig2gDypQSsDKal3p/s400/smileverd8.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5210020989219099410" border="0" /></a>Meses antes, en noviembre de 1967, el resto de los Beach Boys habían regresado de una exitosa gira en Gran Bretaña, planeada a raíz del éxito de "Good Vibrations". Cuando entraron en el estudio y se encontraron con las cintas del nuevo disco, su reacción inmediata fue oponerse frontalmente a lo que su líder planeaba. Montados nuevamente en las mieles del triunfo, creían -y posiblemente no se equivocaban- que <span style="font-style: italic;">Smile</span> no iba a ser comprendido por el público y que se convertiría en un fracaso. Mike Love definiría posteriormente <span style="font-style: italic;">Smile</span> como "un disco sobre la locura de Brian". Brian se encontró completamente solo y enfrentado a sus compañeros, que no dejaban de quejarse entre toma y toma, durante las demenciales sesiones de estudio en las que se repetían incesantemente los mismos fragmentos, e incluso <span style="font-weight: bold;">Dennis</span> y <span style="font-weight: bold;">Carl</span>, en principio más afines a su hermano, se abstuvieron de apoyarle ante el constante acoso y derribo que venía de la parte reaccionaria del grupo, representada por <span style="font-weight: bold;">Mike Love</span>. A este problema, se le unió la denuncia por desfalco que el grupo interpuso contra su propia discográfica, Capitol, a finales de febrero de 1967 -y que terminó con la creación de Brother Records, desde entonces el sello de los Beach Boys-, de modo que mientras durase el pleito no podría presentarse ante una audiencia masiva el siguiente single, "Heroes & Villains". Tampoco ayudó demasiado el hecho de que un anfetamínico Brian Wilson, víctima además de todas las presiones, se sintiera cada vez más inseguro sobre su propia música y sobre hacia dónde quería dirigirse. Si bien al principio había querido crear un disco optimista y lleno de amor, el resto de los Beach Boys tuvieron que escuchar cómo un día Brian decidía que en realidad iba a grabar un disco de sonidos acuosos, otro día, un disco de humor, al siguiente, un disco de música de fondo para hacer gimnasia -llenó su sala de aparatos de gimnasia que nunca utilizó-, y así toda una ristra de posibilidades que cambiaban prácticamente cada día y que minaban la ya escasa confianza en el disco de sus compañeros.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhx-dfI0HEoHRBqf2rOhiODREnax-8OJoRP-BtmW0MI0maQWyVVZbgC9CKimwFXEPmpx_JBP-4vfPpdFfZCNZacq7AKsWjZgIXlk3TQ6-hQlysgD4Z6E3MiAJUcq3z1wvew_KDc/s1600-h/smileverd9.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhx-dfI0HEoHRBqf2rOhiODREnax-8OJoRP-BtmW0MI0maQWyVVZbgC9CKimwFXEPmpx_JBP-4vfPpdFfZCNZacq7AKsWjZgIXlk3TQ6-hQlysgD4Z6E3MiAJUcq3z1wvew_KDc/s400/smileverd9.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5210021656683528706" border="0" /></a>El resultado ya sabemos cuál fue, pero la pregunta más interesante en este sentido es la que hace referencia a lo estrictamente musical. A pesar de todos los cambios, Brian logró terminar una serie de secciones que iban a ser la base del disco. No cabe duda de que en <span style="font-style: italic;">Smile</span> había enormes canciones. Para empezar, una impresionante "Heroes & Villains", tan novedosa como "Good Vibrations", con los característicos cambios de ritmo y de melodías, de la que Brian hizo cientos de versiones, algunas de ellas bastante más largas que la versión acortada que apareció posteriormente en <span style="font-style: italic;">Smiley Smile</span> (1970). "Heroes & Villains" contaba una historia épica, plagada de efectos chocantes, cantos tribales insólitos y espirales sonoras. También estaba el encanto barroco, cristalino y refinado de "Wonderful". No obstante, destacaba especialmente "Surf's Up", quizá la canción más novedosa y radical del disco, que entre falsetes angelicales y espejismos oníricos, nos llevaba de la mano por un fascinante mundo de ensueño, para terminar con un Brian Wilson casi ultraterrenal, presente en espíritu puro, que sólo con un piano nos despertaba emociones de milenios pasados en planetas perdidos. "Wind Chimes" era delicada, tan cuidadosa y brillante como una escultura de hielo. Y por supuesto, no podemos olvidarnos de "Good Vibrations", el primer paso en la columna que Brian quería construir hasta el paraíso. Todas estas canciones suponían una especie de puertos de montaña, paisajes a los que se llegaba tras seguir los complicados senderos del disco.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_aUXVOOrA7XSUTfT08QnnQhOWRSc70aPRP8LjuSk2RpcLiTigA1wY31E7oqsgiKG-1_zKnwEk3yE4ZfJkmcqWbJ_UcHc2YpwzkxMQBORS0Wt9hOIkLWmDtsOObdPJehnAG0El/s1600-h/smileverd10.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_aUXVOOrA7XSUTfT08QnnQhOWRSc70aPRP8LjuSk2RpcLiTigA1wY31E7oqsgiKG-1_zKnwEk3yE4ZfJkmcqWbJ_UcHc2YpwzkxMQBORS0Wt9hOIkLWmDtsOObdPJehnAG0El/s400/smileverd10.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5210022118966839698" border="0" /></a>Porque <span style="font-style: italic;">Smile</span> era mucho más que estas canciones. Incrustadas entre ellas, quedaban fragmentos y mosaicos minimalistas que aparecían una y otra vez, a veces reclamando el protagonismo en el interior de las propias canciones. Esto es lo que sucedía con el fragmento de "Heroes & Villains" conocido como "Bicycle Rider", la parte intrigante de clavicordios que aparecía inesperadamente en otras composiciones como "Do You Like Worms" (más tarde retitulada "Roll Plymouth Rock") o insinuada en muchas otras más, como "Song For Children" o "In Blue Hawaaii". Precisamente, el cálido y precioso mantra de "Do You Like Worms" era reescrito en la minimalista "Barnyard", una melodía soleada de apenas un minuto que daba paso a los robustos violines de "Old Master Painter" y a la añeja y nostálgica "Are You My Sunshine". "Child Is Father To The Man" era otro mantra adictivo, expansivo, con cierto punto de obsesión en sus palabras, repetidas en un estribillo a modo de bucle que también asoma al final de "Surf's Up". La festiva "I'm In Great Shape" tenía el añadido de una parte conocida como "The Woodshop Song", con sonidos de una carpintería tras una breve y relajada composición jazz. "Vegatables" era absolutamente naíf, reducida a su mínima expresión, y rendía homenaje a la dieta sana de las verduras -aunque ésta era otra de las ridículas hipocresías de Brian, adicto sin remedio, como todos sabían, a la comida basura, "On A Holiday" presenta unos deliciosos sonidos estivales tocados con xilofón, y "Our Prayer" se bastaba con las armonías vocales para destilar una belleza etérea y sedosa. Todas las partes de <span style="font-style: italic;">Smile</span> constituían una unidad orgánica, un artefacto sonoro vivo con su propia filosofía y leyes. En 1967, Brian no fue capaz de establecer una forma fija para algo que escapaba a todo molde y que parecía tener vida propia. De hecho, en el momento en que recibió la visita de McCartney, prácticamente se había olvidado del disco para centrarse en un single con las canciones "Vegatables" y "I Love To Say Dada" (una emocionante regresión a la infancia, igualmente minimalista, que sería incluida posteriormente dentro del fragmento "In Blue Hawaaii"). La escucha de <span style="font-style: italic;">Smile</span> sugiere una especie de fluir incesante, sonidos que llaman la atención y que aparecen luego en la memoria caprichosamente, indivisibles, rebeldes e intercambiables, como si en realidad no importara demasiado el orden en el que apareciesen.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhG8igzgcYnyuC-qiqIJ0Ze1debH-fXDvATwvlIyoqAeuiW_2RHMJnAqX6QtAVRON8zxhYIVFLG-oNXx6hTvQ2a_aE77UcyPP9ygxqDA_TIa1oM_6gDH5pJI5jv0RhTE6X0OaQp/s1600-h/smileverd11.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhG8igzgcYnyuC-qiqIJ0Ze1debH-fXDvATwvlIyoqAeuiW_2RHMJnAqX6QtAVRON8zxhYIVFLG-oNXx6hTvQ2a_aE77UcyPP9ygxqDA_TIa1oM_6gDH5pJI5jv0RhTE6X0OaQp/s400/smileverd11.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5210022738400833234" border="0" /></a>Puede decirse que, en esencia, Brian cumplió parte de sus objetivos. <span style="font-style: italic;">Smile</span> es un disco impresionista -un poco a la manera de una de las piezas clásicas que Brian tomó como referencia, <span style="font-style: italic;">Rhapsody In Blue</span> de <span style="font-weight: bold;">George Gershwin</span>-, primordial, tan inmediato que apelaba antes a los sentidos que a cualquier clase de razón, con ornamentos neobarrocos y alucinados y espirales que se expandían sin fin. Sin embargo, muy lejos quedaba su deseo de transmitir amor y buenas vibraciones. Quizá fruto de un momento muy complicado, y de una estabilidad emocional a punto de estallar en pedazos, el viaje interno de <span style="font-style: italic;">Smile</span> devolvía una atmósfera enrarecida, grotesca, laberíntica y obsesiva, como puede transmitir muy bien el descenso a los infiernos que es otra de las canciones, "Mrs. O'Leary's Cow". El ambiente saludable brillaba por su ausencia y los monstruos campaban a sus anchas, amenazantes. Pero el resultado era innegablemente bello. De haberse terminado, <span style="font-style: italic;">Smile</span> hubiera sido, sin duda, uno de los discos más fascinantes de la historia de la música. No obstante, Brian también era muy consciente de que quizá había ido demasiado lejos y de que <span style="font-style: italic;">Smile</span> no tenía una salida comercialmente viable. En 1968, dijo lo siguiente en un programa de radio: "En ese momento pensé que las canciones no eran las que el público quería. El disco no era comercial". Recientemente afirmaba que "No quisimos editarlo porque pensamos que era demasiado raro". Todo lo que <span style="font-style: italic;">Smile</span> tenía de artístico y de insobornable autenticidad, lo perdía en la conexión con el público de su época, algo en lo que, sin embargo, había triunfado el <span style="font-style: italic;">Sgt. Pepper's</span> de los Beatles.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKOgykWEClkIp8KNNpTa4AA9I7cabUdUgNTpL20zdPK4nzL9mJWHDmb_y3JTNMYj9k_Opwg4Emf5M8WllPf7BBysk20K7whJVNoJvPPiCVFJjLPpOlMULB60VOoDmVLwKs1Lqd/s1600-h/smileverd12.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKOgykWEClkIp8KNNpTa4AA9I7cabUdUgNTpL20zdPK4nzL9mJWHDmb_y3JTNMYj9k_Opwg4Emf5M8WllPf7BBysk20K7whJVNoJvPPiCVFJjLPpOlMULB60VOoDmVLwKs1Lqd/s400/smileverd12.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5210023457410575954" border="0" /></a>Atrás quedó una experimentación sin límites, que llevó a Brian a componer en un piano instalado dentro de una caja de arena en la sala de estar de su casa -hasta que sus perros se aficionaron a usar la arena con otros fines-, a grabar dentro de una piscina vacía o a usar botellas, latas, cables, sierras y troncos como instrumentos para lograr un sonido único y especial. Brian buscó una comunión mística con el entorno, lo que le empujaba a atender incluso factores astrológicos a la hora de componer y de grabar. Todo esto tuvo su doble filo. De hecho, una de las pérdidas más dolorosas de <span style="font-style: italic;">Smile</span> fue una suite que se llamaría "Elements", y que tendría cuatro partes: "Water", "Wind", "Earth" y "Fire". Poco después de terminar la parte correspondiente a "Fire" (fuego), Brian se dio cuenta de que los días de grabación coincidieron con tres grandes incendios que habían estallado en California y, convencido de su responsabilidad, decidió eliminar las cintas con la canción y desechar la idea de la suite "Elements". Lo cual fue una lástima, porque sí que ha llegado hasta nosotros un corte de "Water" -posteriormente regrabada en el álbum <span style="font-style: italic;">Sunflower</span> (1970)-, canción que empieza con un precioso cántico monástico a varias voces, y que luego se desarrolla de una manera minimalista, vibrante, feliz y cargada de emociones. También quedaron fuera otras canciones sorprendentes como "She's Goin' Bald" o la fraternalista "With Me Tonight" (incluidas en <span style="font-style: italic;">Smiley Smile</span>).<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj4xRNrQuazNeUBqr3as2u0MiTprpMC7YrOJidzL-tWkzGbmwVn4Qxi6yfE4lUBclcVhCCKxRZVM8zPPMi4p0OLfJIH5aidLSJ7NBWGfWdsJPPUmYAbeYKFw0ud8eqQ5vuIzozQ/s1600-h/smileverd13.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer; width: 333px; height: 243px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj4xRNrQuazNeUBqr3as2u0MiTprpMC7YrOJidzL-tWkzGbmwVn4Qxi6yfE4lUBclcVhCCKxRZVM8zPPMi4p0OLfJIH5aidLSJ7NBWGfWdsJPPUmYAbeYKFw0ud8eqQ5vuIzozQ/s400/smileverd13.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5210023997685479122" border="0" /></a>A partir de la cancelación de <span style="font-style: italic;">Smile</span>, se abrió la veda para la leyenda. Algunas de sus canciones fueron grabadas con la mínima instrumentación posible en <span style="font-style: italic;">Smiley Smile</span>, publicado en septiembre de 1967, sólo cuatro meses después de dar <span style="font-style: italic;">Smile</span> por finiquitado. Otras canciones fueron goteando en discos posteriores, hasta llegar a <span style="font-style: italic;">Surf's Up</span> (1972). Desde entonces, el mito de <span style="font-style: italic;">Smile</span> fue creciendo a pasos agigantados, debido en parte a lo difícil que era escuchar aquellas tomas que nunca habían salido a la luz, en una época en la que no existía Internet. Mucha gente tuvo que esperar hasta 1993, con la edición de la caja <span style="font-style: italic;">Thirty Years Of Good Vibrations</span>, que repasaba toda la historia del grupo, para escuchar por primera vez algunas de aquellas canciones extrañas e inquietantes. Otra solución eran las ediciones pirata, que frecuentemente mezclaban los diferentes fragmentos sin ningún tipo de criterio y que exponían al oyente a horas de aburridas escuchas de tomas repetidas, sólo aptas para fanáticos. Entre estas ediciones, cabe destacar el <span style="font-style: italic;">Smile</span> de Odeon, bastante completo y concreto y poco inclinado a las tomas de relleno, con una infernal versión de "Heroes & Villains" de diez minutos, o en el otro extremo, el <span style="font-style: italic;">Smile</span> de Vigotone, que a lo largo de varios Cd's pretende incluirlo absolutamente todo.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiss62-dQc2Le7X3tkauzM3c9HuTFpIBJ0y_uSqoJfVbVOACW9MBkjvO7aNqBkgZGzTglaohQQW2sJkO1xtT75NQLdbnDUWJY-ygCfuF7x_grPa8tXXHSeWc3Rak7e38OyrMuGw/s1600-h/smileverd14.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiss62-dQc2Le7X3tkauzM3c9HuTFpIBJ0y_uSqoJfVbVOACW9MBkjvO7aNqBkgZGzTglaohQQW2sJkO1xtT75NQLdbnDUWJY-ygCfuF7x_grPa8tXXHSeWc3Rak7e38OyrMuGw/s400/smileverd14.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5210024601446258514" border="0" /></a>En el 2004, después de una exitosa serie de conciertos en los que presentaba <span style="font-style: italic;">Pet Sounds</span> junto a los Wondermints como grupo de acompañamiento, Brian Wilson decidió concluir la leyenda y publicar definitivamente <span style="font-style: italic;">Smile</span>. Cuando apareció, las críticas fueron generalmente benévolas -no podía ser de otro modo, dada la calidad del material-, pero a pesar del excelente trabajo realizado subyace la sensación de que el momento ya había pasado y que, en todo caso, el disco debería haberse publicado de otra manera. Regrabar hitos de carne y hueso como "Good Vibrations" parece algo innecesario y una recreación entrañable más que otra cosa, y quizá el valor auténtico de este disco consiste en haber fijado definitivamente las canciones, su forma y su orden. Todo esto sirvió para que apareciese la edición pirata definitiva, el <span style="font-style: italic;">Smile</span> de Purple Chick, que llevó a cabo un laborioso trabajo para insertar las tomas grabadas en 1967 en el esqueleto ofrecido en el 2004: lo que debería haberse hecho desde un principio. Gracias a este empeño, podemos disfrutar del <span style="font-style: italic;">Smile</span> que más se aproxima a la obra que Brian tenía en la cabeza en 1966.<br /><br /><span style="font-style: italic;">Smile</span> será para siempre el disco fantasma por antonomasia. Imprevisible y enfebrecido, da la impresión de que ya desde el principio estaba destinado a quedarse en las tinieblas y dar lugar a infinitas elucubraciones sobre lo que habría sido la historia de la música si hubiese aparecido en el instante adecuado. Su leyenda es hoy día uno más de sus encantos, pero no el único, pues por fortuna la música que contiene está a la altura de la sombra proyectada por el mito. Escuchar<span style="font-style: italic;"> Smile</span> supone una experiencia única e irrepetible, el brillo de un disco abortado cuando debió salir pero que permanece vivo y eterno para quien alguna vez decide acercarse a sus sonidos.<br /><br /><a href="http://rapidshare.com/files/121299530/Purple_Chick_Smile.zip.html"><span style="font-style: italic;">Purple Chick Smile</span></a>. Aquí podéis conseguir la mejor versión de <span style="font-style: italic;">Smile</span> que ha aparecido hasta el momento. Incluye diseño de portada para que podáis imprimirla. Puro goce auditivo.<br /><br /><span style="font-size:85%;">Las fotografías del artículo forman parte en su mayoría del libreto de doce páginas que Capitol imprimió cuando aún había esperanzas de que el disco apareciese. La fotografía que muestra la colección de <span style="font-style: italic;">Smiles</span> y de material sobre el disco se ha obtenido del foro de <a href="http://www.thebeachboysspain.com/">The Beach Boys Spain</a>.</span></div>Mr. Glassheadhttp://www.blogger.com/profile/13524226312743708105noreply@blogger.com13tag:blogger.com,1999:blog-32825938.post-5572897887835568862008-06-01T18:38:00.024+02:002008-11-13T19:58:45.044+01:00"Bacharach"<span style="font-weight: bold;">Por Manolo Martos</span><br /><br /><br /><div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCohfyxrmDFwFlVMmuH_hJIXlLYxGAsZtxtNhxSaO2k_xiKHMeajJKRE4Q5-tkifUyl593-S-o-VkdZ9Rrd5YUMI9AM8bicO6U_9_vX3cc3f9FQWSPyeqWwFNp4RM6KVmENSi5/s1600-h/BACH+13.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCohfyxrmDFwFlVMmuH_hJIXlLYxGAsZtxtNhxSaO2k_xiKHMeajJKRE4Q5-tkifUyl593-S-o-VkdZ9Rrd5YUMI9AM8bicO6U_9_vX3cc3f9FQWSPyeqWwFNp4RM6KVmENSi5/s400/BACH+13.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5206956336741622466" border="0" /></a>Durante esos años en los que uno se va moldeando como persona –de manera indecisa y empecinadamente torpe-, a veces resulta inevitable fabricarse ídolos, por aquello de tener un ideal del que tirar. Por aquí, aquella definitoria época de la educación sentimental dejó para el recuerdo un arquetipo de virtud en el que tipos como <span style="font-weight: bold;">Glenn Melia</span> encajaban bien, teniendo en cuenta lo que uno -persona torpe y miope- alcanzase a ver, muy de lejos. Su banda, <span style="font-weight: bold;">St. Christopher</span>, le dio contenido a aquella idea del “espíritu independiente”: cintas grabadas enviadas con cartas personales; actuaciones ante un grupo de amigos o en cualquier lugar, a cambio de poder alojarse en casa de alguien; rechazo a la pose o la imagen de la anti-imagen… Y lo más importante: empeño por transmitir la emoción de una canción pop.<br /></div><br /><div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0g6ct_4y7tdCAtdMOBPaekvESm3NozX40SheXkxgBFvWF1133q-cIi7YvAh9XOHLxpImhEjrHSztiVOaHsuq33xlRwFUwV4UezszoOAjolqGa1JGbg8KC9fTF8Z2QO9TYalS7/s1600-h/BACH+1.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0g6ct_4y7tdCAtdMOBPaekvESm3NozX40SheXkxgBFvWF1133q-cIi7YvAh9XOHLxpImhEjrHSztiVOaHsuq33xlRwFUwV4UezszoOAjolqGa1JGbg8KC9fTF8Z2QO9TYalS7/s400/BACH+1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5206957303109264082" border="0" /></a>Yo era de los que pedían religiosamente sus singles a Sarah Records, y me resultó extraño leer que su 10” se titulase <span style="font-style: italic;">Bacharach</span>. ¿No era aquél el apellido de un compositor… serio? Sí, me sorprendió que un grupo tan, pues eso, tan “cool” se acordara de alguien tan serio, tan antiguo, tan poco… pop de guitarras para jóvenes hambrientos.<br /></div><br /><div style="text-align: justify;">¡Ah, los típicos prejuicios! Pero peor sería carecer de la humildad para reconocer que uno se equivoca, ¿no es cierto? Así que si aquello suponía una señal para ser interpretada, entonces aquel apellido escondía un nuevo camino…<br /><span class="fullpost"></span></div><br /><div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGZT0zNELMEZC8qgKiLe_4D0rBzcWTN9hi5TQzqOa7Tgzk5tXiAJfvA0hyLaqWmOz4Hbk6zKU4Et0xerrOwAjM_1u9KnLhT4Xg5eAWlURvjQsq2urt-YSmycTaf6F9ebRRkf6A/s1600-h/BACH+0.gif"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGZT0zNELMEZC8qgKiLe_4D0rBzcWTN9hi5TQzqOa7Tgzk5tXiAJfvA0hyLaqWmOz4Hbk6zKU4Et0xerrOwAjM_1u9KnLhT4Xg5eAWlURvjQsq2urt-YSmycTaf6F9ebRRkf6A/s400/BACH+0.gif" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5206957947354358498" border="0" /></a>¿Qué motivos tuvo Glenn Melia para elegirlo como título? No llegué a leer ninguna declaración al respecto, por lo que podía empezar a lanzar hipótesis ad hoc en consonancia con un Ideal no desmentido hasta el día de hoy. Y así llegaría a entender que debió de ser la rendición emocional, subrayando ese apellido que ejemplificaba su máxima aspiración musical. Tardé, pero acabé dándome cuenta de que con ese nombre no se puede apuntar más alto al señalar el camino definitivo del pop imperecedero. Porque decir “Bacharach” es tomar partido por la consideración de la canción como una forma compacta llena de precisos, delicados, sofisticados extras que consigue crear una respuesta emocional en el oyente. <span style="font-weight: bold;">Elvis Costello</span> –el culpable de que en los últimos años haya habido material de interés con la firma Bacharach-, comentaba que hay un matiz de duda romántica en sus composiciones más soleadas que las hace imperecederas. Y uno lo certifica humildemente con este corazón de cartón mojado que ha logrado menearse de emoción escuchando, por ejemplo, “This Guy’s In Love With You”.<br /></div><br /><div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0Fm0RJsaddKOf_rMeeCXunpXjSu7uBats_E68-BLes8il_qnpOLVWD4N1qoH9LT4lGAtEvxM6pMQ5tRQ9bG-RYQj0MufvaHftqh6uNNT-5rKWyQyRr023dYiW3eVV6pK_KiWg/s1600-h/BACH+5.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0Fm0RJsaddKOf_rMeeCXunpXjSu7uBats_E68-BLes8il_qnpOLVWD4N1qoH9LT4lGAtEvxM6pMQ5tRQ9bG-RYQj0MufvaHftqh6uNNT-5rKWyQyRr023dYiW3eVV6pK_KiWg/s400/BACH+5.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5206958849297490674" border="0" /></a>Vista la luz, el ideal tomó forma definitiva en ese hombre llamado <span style="font-weight: bold;">Burt Bacharach</span>. Un hombre universal, cuidado con eso, arquetipo del virtuoso artesano compositor que elude el brillo de los escaparates para realizarse como creador de canciones para otros, y que sean ellas las que hablen. Un modelo de esfuerzo recompensado y de trabajo en equipo, con su asociación con letristas (<span style="font-weight: bold;">Hal David</span> muy especialmente) con los que trabajar codo con codo, echándole horas para redefinir una melodía, una letra, un estribillo, un arreglo. Sin personalismos. Algo tan alejado de narcisistas ávidos de atención, a base de imagen y declaraciones. A los que (¿soportamos o disfrutamos?) una desastrosa vida social, siempre nos atrajo más la orquesta de músicos detrás en el escenario, en sombras, pero sabiendo que ellos son los que tienen el mango de la fiesta bien cogido, sin los cuales la estrella que se luce en el escenario poco podría hacer. Las instantáneas en el elepé <span style="font-style: italic;">Reach Out</span> del Bacharach que dirige la orquesta, desarrollando y dejándose llevar por la melodía, en deportivas y con la camisa remangada, pone imagen definitiva a ese ideal.<br /></div><span id="fullpost"><br /><div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNVN6FZArBJ3eDQsd_Yg6pVck4IfSRfnlrzZZckoP9YtrKCc43gVNTYGJR-COItkn1BvvSOjKhikfuweoiol_nmsdFbYYIhN6A99pXZ0RaMichZR_mHQYpRzTYculqInX8dSZH/s1600-h/fortygolden%255F04%252Ejpg.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNVN6FZArBJ3eDQsd_Yg6pVck4IfSRfnlrzZZckoP9YtrKCc43gVNTYGJR-COItkn1BvvSOjKhikfuweoiol_nmsdFbYYIhN6A99pXZ0RaMichZR_mHQYpRzTYculqInX8dSZH/s400/fortygolden%255F04%252Ejpg.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5206959510722454274" border="0" /></a>Ese es el motivo perseguido al escoger aquí unos cuantos recopilatorios que muestren el poder del que “escribió todas las canciones del mundo”. Poder como compositor, como arreglista y como productor, para subrayar la importancia de entender que el éxito de Bacharach como autor radica en su completo control sobre el producto finalizado, hecho canción. Muy importante también como parte de La Idea, para diferenciar a aquellos –buenos- compositores vistos como útiles creadores pero inmediatamente apartados de la cadena de montaje, pues una vez hecho su trabajo germinador, eran otros los que se ocupaban del oficio de terminar de sacar adelante una canción: arreglistas, productores y a veces incluso los mismos cantantes. Por supuesto que se hacían buenísimos trabajos de equipo, pero con Bacharach tenemos un ejemplo del cine de Autor hecho música: canciones que son como mini películas de tres minutos, con sus altibajos –sus cambios de ritmo, sus arreglos-, y sus intérpretes a las órdenes del director. “Escrito, producido y dirigido por”, ese es un buen lema en cine y en música. Un lema ideal.<br /></div><br /><div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhrJITsv_96LdCJuU0-FlVxhPoq1Wtub57GESohzt5tG9Vg1tOZ_gGOHbyAkdcvy3H7Vw0CBrnnXYyVxP0d-CnUsgoT4300uMJjCFSoYO92FQ0boFt5vZs8faX0CZ85IxGqNCGe/s1600-h/BACH+2.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhrJITsv_96LdCJuU0-FlVxhPoq1Wtub57GESohzt5tG9Vg1tOZ_gGOHbyAkdcvy3H7Vw0CBrnnXYyVxP0d-CnUsgoT4300uMJjCFSoYO92FQ0boFt5vZs8faX0CZ85IxGqNCGe/s400/BACH+2.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5206960653183755026" border="0" /></a>Y claro que Bacharach tuvo que trabajarse su propio espacio en aquel edificio Brill de once pisos que es otro icono del Pop (más madera: austeras habitaciones “llenas de humo, con una ventana que no se abría y un piano”, en las que músicos y letristas hacían su labor. En una de ellas pasaban entre cuatro y cinco horas al día Burt Bacharach y el letrista Hal David, que suele comentar con sorna que, conforme tenías más éxito, ibas bajando de planta en aquel edificio), pero una vez que demostró que era de fiar como proveedor de éxitos, consiguió ganarse el respeto de las editoras y sellos musicales. “Me convertí en arreglista y productor para defender mis canciones.” He aquí un ejemplo de integridad para alimentar el Ideal. A la hora de componer, gratifícate a ti mismo; no pares hasta sentirte completamente feliz con la canción. Y, como responsable absoluto de la criatura, si puede ser, que no te la estropeen. Por eso siempre le tocaba los arreglos a los músicos, para mostrarles el feeling correcto; por eso hacía repetir las tomas cuantas veces fuese necesario hasta plasmar cómo debía quedar una grabación. Así que aquellos recopilatorios que recojan mayor cantidad de material escrito, arreglado y producido por Burt Bacharach, puesto en boca de finos estilistas deseosos de agarrarse a una buena canción para mostrar su valía y lanzar su carrera artística, más puntos a favor para convertirlos en ejemplos del mejor Bacharach, cuyas grandes añadas se encuentran en la primera mitad de los sesenta, lo que no quita que no sean muy saboreables muchos buenos ejemplos de años posteriores. Completado todo con el otro frente: el de las versiones que demuestran su reconocimiento al creador haciéndolas diferentes, buscándoles un nuevo lado desde el que contemplar su brillo. ¿No son las grandes canciones las que no se agotan ante las numerosas versiones sino que, muy al contrario, dan mucho juego? ¿No se les termina llamando genuinas clásicas, como las “jazz standars”? Y aquí especialmente, pues cuando un artista se toma libertades con una canción de Bacharach, consigue el efecto de llamar la atención subrayando algún detalle que ya estaba puesto por Bacharach.<br /></div><br /><div style="text-align: justify;">Con esos planteamientos he tratado de repescar lo que en su momento llegó a convertirse en una señal de identidad del fanzine <span style="font-style: italic;">Mockba 80</span>, al recomendar en cada nuevo número algún disco dedicado al cancionero Bacharach, juntando esos recopilatorios para, con algún añadido, ofrecer de nuevo una humilde pero apasionada recomendación para adentrarse en el legado de este hombre universal, cuyas creaciones han sido un acontecimiento para el Pop que quizá sólo los dioses podrían explicar y que uno tal vez sólo pueda describir con admiración.<br /></div><br /><br /><div style="text-align: justify;">Debo comenzar, y pienso hacerlo de manera orgullosa, con una carta de presentación inmejorable: ni más ni menos que la del querido <span style="font-weight: bold;">Juan de Pablos</span>. Fue una suerte dar los primeros pasos por ese nuevo camino anunciado en aquel disco de St Christopher siendo guiado por su programa. ¡Que estén pasando todos estos años y que él siga ahí!... ¿Hay mejor prueba de la cualidad del pop como instante eterno, cualesquiera las condiciones externas que traten de apagarlo? Nada más reconfortante que poder disfrutar como oyente de aquellos especiales suyos que ya les gustaría poder ofrecer a muchos especialistas en tal o cual artista. Por eso decía lo de orgulloso.<br /></div><br /><div style="text-align: justify;">Su especial dedicado a Bacharach me fue descubriendo gema tras gema a lo largo de varios programas de <span style="font-style: italic;">Flor de Pasión</span>, durante unas tardes del verano de… ¿1996 puede ser? Por ahí andarán las cintas, guardadas en cajas de zapatos (como mandan los clásicos cánones del aficionado pop de no hace tampoco mucho, queridos jóvenes asépticos de la era Ipod), y una en especial con regrabaciones seleccionadas de esas grabaciones: ahí se encuentran, amén de <span style="font-weight: bold;">Dionne Warwick</span>, los intérpretes que configuran el núcleo duro de mis voces favoritas del cancionero Bacharach, con hasta dos y tres ejemplos por barba: <span style="font-weight: bold;">Chuck Jackson</span>, <span style="font-weight: bold;">Tommy Hunt</span>, <span style="font-weight: bold;">Jimmy Radcliffe</span>…<br /></div><br /><div style="text-align: justify;">Esa cinta, a la que le hice una portada muy resultona, queda como mi personal recopilatorio introductorio y definitivo que marcó mis preferencias, y al que todos los discos oficialmente editados que descubrí después se debían medir, según contuviesen o no esas mismas versiones.<br /></div><br /><div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiArMUxBSUOpqk5n6Ub_YI4lhHfwJWq4Dsp24G5ejoO8dCw5aloDGxRM1ex0OLcC0gijVQ2Gdb0JruHq7D8qmBf1Wp4hk2b64aWFbT-XZL12I2mYopGpFoCCQOHxXyPSLlZdf9R/s1600-h/BACH+3.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiArMUxBSUOpqk5n6Ub_YI4lhHfwJWq4Dsp24G5ejoO8dCw5aloDGxRM1ex0OLcC0gijVQ2Gdb0JruHq7D8qmBf1Wp4hk2b64aWFbT-XZL12I2mYopGpFoCCQOHxXyPSLlZdf9R/s400/BACH+3.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5206962869386879794" border="0" /></a>Pues bien, comencemos por el primer recopilatorio oficial, <span style="font-style: italic;">The Sound Of Bacharach</span>, editado por el sello PYE en 1965 -y reeditado por Westside Records en CD, añadiéndole material de años posteriores-, porque además se basa en todos esos artistas. Por aquel entonces, Bacharach pasaba parte del año en Londres, donde ya era bastante famoso por programas como <span style="font-style: italic;">The Bacharach Sound</span>, del que bebían los que reverenciaban todos aquellos singles que venían de América, llenos de glamour y sonoridad; fuente de las versiones inglesas del material Bacharach que difícilmente resisten la comparación con las versiones copiadas de los éxitos de Dionne Warwick, por ejemplo (así que no busquen por aquí a <span style="font-weight: bold;">Sandie Shaw</span> o <span style="font-weight: bold;">Dusty Springfield</span>). Burt comenzaba a tomarle el gustillo a aparecer en TV, y aunque ya comenzara a deslizarse por esa imagen ideal del creador en la sombra, se lo vamos a perdonar porque su creatividad estaba en todo lo suyo. Hacía unos diez años que había dejado las actuaciones al piano en bares y restaurantes (con una formación musical entre clásica, jazz y vanguardista en la que aquel famoso consejo de “No temas escribir una melodía que se pueda tararear” se llevó el gato al agua), y conocido -sugerencia de un editor musical- a Hal David, el letrista con el que iba a hacer uno de los tándems más grandiosos de la historia de la música popular, del que saldrían unas 150 canciones (“Quedábamos sobre las 11 de la mañana, y empezábamos: “¿Qué piensas de esto y de lo otro?”. Mientras estábamos trabajando en una canción, nos pasábamos nuevas melodías y letras, de forma que podíamos llegar a trabajar en tres o cuatro canciones al mismo tiempo.”), y una impresionante lista de éxitos desde finales de los cincuenta hasta principios de los setenta. Y no fue hasta que lograron tener el completo control sobre sus composiciones, produciéndolas con los artistas de su elección, que esa creatividad no terminó por alcanzar una altura definitiva, produciendo una especie de unión intangible entre su cancionero (“como un espíritu fluyendo”) que hace que se hable de un sonido o estilo Bacharach, resultado de una evolución natural (“Compongo según mi gusto y no para el de los demás. Si una canción es buena, ya encontrará la gente la manera de acercarse a ella.”), reconocible en la manera como fluye el ritmo, en ese uso de las sonoridades a favor de la emoción melódica: encajes rítmicos con precisos punteos de guitarras que parecen caer de golpe y a intervalos irregulares, cortantes, metálicos; elegantes desplieges de notas con el piano, abriendo camino al desarrollo de la melodía; enérgicos redobles de batería sorprendiendo con un cambio en el compás, metiéndole otra marcha a la canción, reavivándola, enriqueciéndola, para que tengamos que volver a cogerle el ritmillo; timbales de envolvente eco; uso, en fin, de los recursos de muchos instrumentos (culpable de que tenga que aclararme con la diferencia entre marimba, xilófono y vibráfono, o tirar de diccionario para saber la correspondencia de “flugehorn” y “French horn”), y esas trompetas (alegres, desenfadadas, delicadas, graves con discreción), seguro que una de las marcas más reconocibles de la casa, junto al uso de los coros y cuerdas para envolver la voz cantante, marcando el horizonte de la melodía… Demasiado soulero para ser estrictamente pop; trabajado y sofisticado, pero también fresco. Música contemporánea, pero trascendente e intemporal.<br /></div><br /><div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkNtxVZb2bSj2xWCOKWha-owv_-wzUBlUtVgRa_yAEB18IRWlzrLSsBZPqB1PJLpeBGkx07wWiWDM2miE_BIyamEW-Tso0zH2p9j2bNBLu6xz68qsE1JQNBoBSmXmemdh4T2wR/s1600-h/BACH+3B.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkNtxVZb2bSj2xWCOKWha-owv_-wzUBlUtVgRa_yAEB18IRWlzrLSsBZPqB1PJLpeBGkx07wWiWDM2miE_BIyamEW-Tso0zH2p9j2bNBLu6xz68qsE1JQNBoBSmXmemdh4T2wR/s400/BACH+3B.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5206964243776414530" border="0" /></a>El material principal de <span style="font-style: italic;">The Sound Of Bacharach</span> sirve para situar a nuestro hombre donde más me gusta: en la trastienda, pero controlando ya su mercancía (pata negra y canela en rama, cosa fina), a principios de la década; sirviendo los cada vez más numerosos pedidos de las editoras musicales; comenzando a bajar pisos en el edificio Brill gracias a otra pareja, <span style="font-weight: bold;">Jerry Leiber</span> y <span style="font-weight: bold;">Mike Stoller</span>, que lo había acogido, como se dice, bajo su paraguas, fichándolo como arreglista además. Especialistas en aquel pop de grupos de chicas, era inevitable encontrarse con grabaciones de las <span style="font-weight: bold;">Shirelles</span>; pero, no sé por qué, nunca han estado entre mis favoritas. El interés de este primer recopilatorio está en esas otras grabaciones para Scepter/Wand, el sello de <span style="font-weight: bold;">Florence Greenberg</span> (mujer con personalidad, eso seguro: con el dinero del marido funda su sello y convierte al productor, negro, en su pareja, en 1959), que tenía por costumbre reutilizar muchas demos hechas por vocalistas para los artistas “principales”, a menudo copiando o simplemente usando la misma base instrumental. Algunas de aquellas versiones anteriores no quedaron superadas en calidad por la edición oficial, y no resulta difícil elegir a muchos de esos intérpretes como algunos de los vocalistas definitivos del repertorio Bacharach. Como <span style="font-weight: bold;">Jimmy Radcliffe</span>, a quien solían utilizar para presentarle las demos a <span style="font-weight: bold;">Gene Pitney</span> (otro gran intérprete de canciones Bacharach, como “True Love Never Runs Smooth” o “Twenty Tour Hours From Tulsa”, ambas del 63); suyas son favoritas como “There Goes The Forgotten Man” (1962) y “Long After Tonight Is All Over” (1964); o <span style="font-weight: bold;">Tommy Hunt</span>, quien al parecer no era muy del agrado de la capo del sello (por serlo de una de las Shirelles), que no quiso promocionar su carrera; aquí está, por ejemplo, su versión de “I Just Don’t Know What To Do With Myself” (1962), convertida en éxito por Dionne Warwick posteriormente, o “Lover”, del mismo año, y que no es sino la canción “Any Day Now” (por cierto con letra de <span style="font-weight: bold;">Bob Hilliard</span>, seguramente el letrista que no fuera Hal David de más éxito asociado a Burt), pero con otra letra; por haberla radiado, Juan de Pablos tiene la culpa de que la prefiera a la versión del gran Chuck Jackson (bueno, Juan de Pablos y la labor de recuperación del sello Kent, por haber sacado a la luz en la segunda mitad de los ochenta muchos de estos ejemplos en sus discos dedicados a estos vocalistas).<br /><br /><span style="font-weight: bold;">Chuck Jackson</span> es un valor fijo –o solía serlo- en la programación de <span style="font-style: italic;">Flor de Pasión</span>. Al principio no conocía a Bacharach, y por eso le resultaba extraño aquel tipo del piano que no paraba de levantarse para hacer estas y aquellas indicaciones, interfiriendo en las sesiones de grabación; se pueden figurar por tanto la mano de Bacharach en producciones al principio puestas a nombre de otros. Su “They Don’t Give Medals (To Yesterday’s Heroes)” creo que es mi segunda favorita de todo el repertorio de versiones Bacharach, y aunque mi opinión no deba contar para mucho, apoyo la sentencia que proclama a Chuck Jackson como el vocalista definitivo, junto a <span style="font-weight: bold;">Rudy Lewis</span> de los <span style="font-weight: bold;">Drifters</span>, de este primer periodo en la carrera de Burt Bacharach.<br /><br />¡Ah, cómo despacha <span style="font-weight: bold;">Rudy Lewis</span> “Let The Music Play”! Un buen título para ser la favorita en la interpretación del cancionero Bacharach, ¿no les parece? Que la suela canturrear montado en bici, arrebatado y con los brazos desplegados, mientras enfilo una pequeña recta entre almendros, sin caerme, dice ya algo sobre el poder redentor de la música (para soportar el ridículo).<br /></div><br /><div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXdeOCOogFBdIQWWTsopznIyHv0W8e0OXwKITBbFaxPng23Ht5ituo4IhIGJTYCY-O73rXDdpl6UTThuYaqOZ25CBytTnT_VOnqnckck9LZnPlfi4zV7rEWUmZ03Kwqle2tmRx/s1600-h/BACH+4.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXdeOCOogFBdIQWWTsopznIyHv0W8e0OXwKITBbFaxPng23Ht5ituo4IhIGJTYCY-O73rXDdpl6UTThuYaqOZ25CBytTnT_VOnqnckck9LZnPlfi4zV7rEWUmZ03Kwqle2tmRx/s400/BACH+4.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5206964978215822162" border="0" /></a>“Let The Music Play” reluce entre muchos otros definitivos ejemplos contenidos en el que pasa por ser el recopilatorio definitivo del cancionero Bacharach: <span style="font-style: italic;">The Look Of Love. The Burt Bacharach Collection</span>, el box-set editado por Rhino en 1998, con un magnífico libreto, repasando toda la carrera del maestro, desde los primeros éxitos de “The Story Of My Life” de <span style="font-weight: bold;">Marty Robbins</span> y “Magic Moments” de <span style="font-weight: bold;">Perry Como</span> en 1958, hasta “God Give Me Strength” de 1996, con Elvis Costello, en plena explosión del revival Bacharach. Lleno de los clásicos éxitos pero también de algunas destacadas selecciones menos obvias. El repaso es cronológico, así que el primer CD recoge buena parte del estupendo material de <span style="font-style: italic;">The Sound Of Bacharach</span>, pero es que además repesca “al Dionne Warwick maculino”: <span style="font-weight: bold;">Lou Johnson</span>, un vocalisca que le colgaron a Bacharach y a David porque en el sello Big Top no sabían qué hacer con él. Y así se encontró con aquellas composiciones tan trabajadas de melodías complejas, “Pero yo siempre tuve buen oído. Era de los que podía escuchar crecer la hierba”. Aquí nos encontramos con unas magníficas interpretaciones de un material soberbio, como “Reach Out For Me” (1963), que Dionne Warwick grabaría unos meses después, o “The Last One To Be Loved” (1964). Así que uno de los aciertos de esta caja es haber recuperado cuatro estupendas versiones de un cantante que fue de fracaso comercial en fracaso. Lo mandaron a Inglaterra, con “(There’s) Something There To Remind Me”, pero nada, tampoco, hasta que Sandie Shaw copió su versión nota por nota y… la convirtió en un éxito. Al menos Dionne Warwick sí sabía apreciar su talento.<br /></div><br /><div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpuekc3W0hHr73iq5qxxMqbmT3tDShVM5MogXaOsFrlVE2A_5yW41ZbkF_wAhxVkcNYptit7X_e7NROy4DKscTtsQFWNB9GCijYdOshyzHfk79p_d3kzQHmDna7VykvDUXrtZP/s1600-h/Bacharach2.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpuekc3W0hHr73iq5qxxMqbmT3tDShVM5MogXaOsFrlVE2A_5yW41ZbkF_wAhxVkcNYptit7X_e7NROy4DKscTtsQFWNB9GCijYdOshyzHfk79p_d3kzQHmDna7VykvDUXrtZP/s400/Bacharach2.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5206966082022417250" border="0" /></a>Vaya, la Warwick ya ha sido nombrada unas cuantas veces sin haber sido oficialmente presentada… Cuando Leiber y Stoller ficharon a Bacharach como arreglista, en las sesiones de trabajo con los <span style="font-weight: bold;">Drifters</span> había un cuarteto de voces femeninos llamado <span style="font-weight: bold;">The Gospelaires</span>, entre las que destacaba, según el capricho de Burt, una tal <span style="font-weight: bold;">Dionne Warrick</span> a la que tomó como vocalista para grabar los encargos. La encantadora voz de aquella chica de 21 años en la demo de “It’s Love That Really Counts” le llegó a Florence Greenberg, que la fichó enseguida. El primer single previsto iba a ser “Make It Easy For Yourself”, pero sus autores comentaron que ya había sido grabada por <span style="font-weight: bold;">Jerry Butler</span>. Parece que la reacción de la joven no estuvo en consonancia con su voz, pero Bacharach y David la contentaron componiéndole expresamente “Don’t Make Me Over” (1962), la primera canción que lanzó la carrera profesional de Dionne Warwick (apellido retocado por error en la portada, ya para siempre), que resultó ser la intérprete perfecta para su material. “Esa canción requería ser cantada en un tono difícil, y ella lo hizo con los ojos cerrados.” Parecía cantar sin esfuerzo, de igual manera que hablaba. En ella encontraron el perfecto correlato a las notas y las letras que libremente parecían conformar -así y de ninguna otra manera- las canciones de Bacharach y David, de modo que llegó un punto en el que ya componían pensando en ella. “Sentía que podía ir en cualquier dirección con Dionne. Era tan flexible, tan versátil, que igual podía cantar algo más R&B o canciones más blancas. Cuantas más canciones componía, más oportunidades de tomarme libertades con el ritmo y la armonía descubría que podía tener.” Esa elegancia, flexibilidad y versatilidad aparece bien documentada en la caja de Rhino, con algunos éxitos (“Walk On By”) y alguna selección bien escogida (“Paper Maché” (1969), que resume en esencia lo que uno puede encontrarse si se hace con los recopilatorios -de Rhino, claro- <span style="font-style: italic;">The Dionne Warwick Collection-Her All Time Greatest Hits</span> y su complemento con <span style="font-style: italic;">Hidden Gems</span>. Lo mejor, eso siempre, es repasar por cuenta propia los elepés que sacó en aquellos años en los que la maquinaria Bacharach-David-Warwick avanzaba imparable, deslizándose con la suavidad de una ligera pero resistente rueda de bicicleta con un buen buje: <span style="font-style: italic;">Presenting Dionne Warwick</span> (1963); <span style="font-style: italic;">Make Way For Dionne Warwic</span>k (1964); <span style="font-style: italic;">The Sensitive Sound Of Dionne Warwick</span> (1965); <span style="font-style: italic;">Here I Am</span> (1965); <span style="font-style: italic;">Here, Where The Love Is</span> (1966); <span style="font-style: italic;">The Windows Of The World</span> (1967), <span style="font-style: italic;">In The Valley Of The Dolls</span> (1968) o <span style="font-style: italic;">I’ll Never Fall In Love Again</span> (1969).<br /></div><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDT3XN6n0kf_61pSSPikiAG-44PLYMcDYOIaE1EVROscVccgzKq-QalRZXSG5JxeXbx-vrwdPJSMGj0qfpv5jy5lkOOuKIkkX0t5JevSwa6japw6xk7lyMcCIW40UWnnqskgU2/s1600-h/Bacharach3.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDT3XN6n0kf_61pSSPikiAG-44PLYMcDYOIaE1EVROscVccgzKq-QalRZXSG5JxeXbx-vrwdPJSMGj0qfpv5jy5lkOOuKIkkX0t5JevSwa6japw6xk7lyMcCIW40UWnnqskgU2/s400/Bacharach3.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5206969986147689346" border="0" /></a><div style="text-align: justify;">Pero el mejor cancionero Bacharach no se agotó en esa carrera, porque merece la pena destacar, y mucho, la colaboración con la gran <span style="font-weight: bold;">Jackie DeShannon</span>. A mediados de 1965, Bacharach y David tenían “What The World Needs Now Is Love” preparada para ser grabada por Dionne Warwick, pero a ella no le gustó, y merced a un acuerdo con Liberty, terminó siendo para una de sus artistas pop que hasta ese momento necesitaba más éxito. No hace falta hablar del talento de Jackie DeShannon como intérprete y como compositora, de su personalidad y criterio en una industria acostumbrada a vocalistas aparentes y nada más. Para la primera sesión de grabación Jackie voló de Los Angeles a Nueva York vistiendo de corto, y terminó tirada sobre el piano del estudio, con fiebre, pero aguantando las tomas y dando lo mejor para registrar, entre 1965 y 1966, tres singles antológicos bien representados en este recopilatorio, aunque “Windows And Doors” (1966) no aparezca (lo hace en el propio de Jackie, <span style="font-style: italic;">The Definitive Collection</span>, con el que la conocí y por el que me enamoré de ella (coincidió, recuerdo también, con uno doble dedicado a la gran <span style="font-weight: bold;">Laura Nyro</span>… presa fácil cuando uno está dispuesto a dejarse vencer por el ideal pop). Son singles con caras B que terminan siendo A en mi selección pero también literalmente, como le ocurrió con “A Lifetime Of Loneliness” (1965). Era una de esas pocas artistas catalizadoras de material que conseguía apropiarse de una canción y sacarle toda su belleza. Dionne Warwick no tenía la exclusiva, mal que le pesara.<br /><br />Jackie DeShannon tuvo buena parte de la culpa de la explosión folk-rock de aquella mitad de los sesenta (cómo olvidarse de “Needles And Pins” o “When You Walk In The Room”), y en este boxset encontramos una versión que se deja llevar bastante por esos nuevos aires electroacústicos: “Made In Paris” (1966), de <span style="font-weight: bold;">Triny Lopez</span>, llama la atención por su frescura, con unas guitarras a un paso de poder ser cambiadas por una Rickenbacker, convirtiéndose en todo un festín para los oídos. Deseoso delirio.<br /><br />Dejamos la caja de Rhino señalando la inevitable inclusión de “Alfie” (1966) en la versión de <span style="font-weight: bold;">Cilla Black</span>, producida por Sir <span style="font-weight: bold;">George Martin</span>, devolviéndole así el orgullo a Las Islas por el papel en el cancionero Bacharach, y dejando constancia, empero, del pequeño detalle que señala la presencia de Burt en los estudios de Abbey Road, tocando el piano, dirigiendo la orquesta y guiando a la Black en su interpretación, todo al mismo tiempo, y durante las tomas que fuesen necesarias. “No se lo hubiera permitido a cualquiera, pero se trataba de Burt Bacharach.”<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEgXqUCll_mCfOtF5CXOZHma0PreAYCLxCFCHWofoY420br6_qaZ2Y0xbdyO8QBvSbkAOHaNDNO_WPZIUqb4xya05EABsL7J5txiZ2wYhANeNmokLD0OmGmzrFNORw0grRpSYY/s1600-h/BACH+7.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEgXqUCll_mCfOtF5CXOZHma0PreAYCLxCFCHWofoY420br6_qaZ2Y0xbdyO8QBvSbkAOHaNDNO_WPZIUqb4xya05EABsL7J5txiZ2wYhANeNmokLD0OmGmzrFNORw0grRpSYY/s400/BACH+7.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5206971528040948626" border="0" /></a>En 1967, Bacharach firma en solitario con A&M para hacer álbumes que se componían de canciones semi instrumentales con arreglos de sus éxitos, en las que un grupo vocal femenino cantaba parte de la letra (“orquesta y coros dirigidos por Burt Bacharach”), o bien lo hacía él mismo: “Tenía miedo de cantar, que la gente viera lo limitado de mi voz, así que me apoyaba en las chicas.” <span style="font-style: italic;">Reach Out</span> (1967); <span style="font-style: italic;">Make It Easy On Yourself</span> (1968) y <span style="font-style: italic;">Burt Bacharach</span> (1971) eran continuadores de esa manera de recopilar sus éxitos ya mostrada en sus primeros álbumes para Kapp: <span style="font-style: italic;">The Hit Maker!</span> (1965) o <span style="font-style: italic;">Burt Bacharach Plays His Hits</span> (1966). Hip-o-Select, subsello de Rhino, editó en 2005 un box-set de cuatro discos engarzados como si de un libro disco se tratara (muy bonito y muy caro), con todo este material y algunas rarezas que los seguidores fascinados no podíamos dejar escapar. De sus álbumes, siempre he tenido por favorita su propia versión de “Make It Easy For Yourself”, a la que le pega especialmente bien su forma de cantar humilde pero honesta (a otro gran genio como <span style="font-weight: bold;">Jobim</span> le pasaba lo mismo), por esa letra que muestra la dignidad en medio de la desolación de un corazón roto. “Hasbrook Heights” (1971) suele ser otra favorita.<br /><br />Lo bueno de sus álbumes en solitario es que, entre tanta reinterpretación, en cada uno de ellos se incluye algunas piezas especialmente reseñables, entre las que casi siempre selecciono “Pacific Coast Highway” (1968) como ejemplo de instrumental inspirado y elegante. “Nikki” (dedicado a su hija, tras un parto difícil) o “Freefall” también suelen acompañar, pertenecientes a su álbum de 1971, <span style="font-style: italic;">Burt Bacharach</span>, que suele dar bastante juego.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjcxBmGSpCN5U4KWsoTm35nBIBNIeq4J5vxU9Jqx9lnXLpOTqCZNbJ-UNueYd4m9q0TnA7MX6n2fMOi3qB2EPnFh_lgXiJGZvWk-7DsLgvhA9FLgDA9-95rDh3A0VGDCHwyb484/s1600-h/BACH+6.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjcxBmGSpCN5U4KWsoTm35nBIBNIeq4J5vxU9Jqx9lnXLpOTqCZNbJ-UNueYd4m9q0TnA7MX6n2fMOi3qB2EPnFh_lgXiJGZvWk-7DsLgvhA9FLgDA9-95rDh3A0VGDCHwyb484/s400/BACH+6.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5206972468638786466" border="0" /></a>Pero antes de que nos atropelle a todos la imagen de un Burt Bacharach bronceado y bien vestido, conduciendo un descapotable por carreteras de la costa californiana, recurriré a otro recopilatorio que contiene más ejemplos del primer Bacharach, el del romántico Ideal. Se trata del doble <span style="font-style: italic;">Rare Bacharach</span> (Raven, 2003), que va del 57 al 78, con algunas canciones de primeros encargos para películas, con más material blanco e inglés (y australiano), y con otro tanto del negro norteamericano. Son cincuenta y tres canciones, y muy pocas se solapan con la caja de Rhino. Aquí sí aparece “Windows And Doors” de Jackie DeShannon, y entre las “novedades” que contiene, destaco “Try to See It My Way” (<span style="font-weight: bold;">Little Peggy March</span>), “The Love of a Boy” (<span style="font-weight: bold;">Julie Rogers</span>) o “I'm a Better Man (For Having Loved You)” de <span style="font-weight: bold;">Engelbert Humperdinck</span>. Una pena que no pueda ponerle una fecha, porque el libreto que trae está dedicado a resumir las previstas bondades del autor, pero se echan en falta unos comentarios canción por canción o, al menos, señalar algunos créditos de las grabaciones. Pero el contenido es un buen añadido, y lo bueno es que se anuncia como <span style="font-style: italic;">The Rare Bacharach 1</span>. ¿Habrá volumen 2?<br /><br />Termino con “el otro frente” conformado por algunos discos con versiones más alejadas del estilo Bacharach, sin estar sometidas a su control o sin copiar este estilo; versiones que amplían el espectro estilístico originario, y que enriquecen el cancionero gracias a algunos sabios ejercicios para llevarlo adonde el intérprete (arreglista o productor) quiere.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgM8rewKpdjG1JcoDkbi0uX5rwXJ1yMh_hhhmlLJDIpnVqOIq_CwOii0mkmH433T9GnY8zgc4pjUaOefBVYz0Ic6PDRt2KyEohH_AQH0aMCuRTXai9pwIx-n49v6SGExpwQTLG-/s1600-h/BACH+9.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgM8rewKpdjG1JcoDkbi0uX5rwXJ1yMh_hhhmlLJDIpnVqOIq_CwOii0mkmH433T9GnY8zgc4pjUaOefBVYz0Ic6PDRt2KyEohH_AQH0aMCuRTXai9pwIx-n49v6SGExpwQTLG-/s400/BACH+9.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5206973606805119922" border="0" /></a>El primero no resulta demasiado sorprendente: las canciones Bacharach atacadas desde el jazz. Cuando se tiene feeling para dar y tomar, estas canciones son ideales para explotarlo, y el oyente acaba doblemente agradecido. Por eso <span style="font-style: italic;">Blue Bacharach. A Cooler Shaker</span> es muy disfrutable, y contiene algunas versiones que para mí son casi clásicos mayores. Hay que ver lo bien que le sientan a estas canciones un tratamiento instrumental que subraye y haga explotar los arreglos de Bacharach. <span style="font-weight: bold;">Stanley Turrentine</span> hace la que creo que es mi versión favorita de la clásica “This Guy’s In Love With You” (desde luego, Stanley Turrentine es casi la estrella en este recopilatorio, con tres ejemplos más de un disco al que siempre quise echarle el oído completo pero por el que nunca termino de ir), y casi lo mismo hace <span style="font-weight: bold;">Richard ‘Groove’ Holmes</span> con una “Do You Know The Way To San Jose” realmente groovy. Otra destacada es la versión en directo nada menos que de “They Don’t Give Medals”, a cargo de <span style="font-weight: bold;">Lou Rawls</span>, que la coge rapidísima al vuelo como si se tratara de una ligera y elástica masa para pizza.<br /><br />Este recopilatorio podría confundirse con otro recopilatorio de Blue Note –en los últimos años tan dado a sacar series y series-, <span style="font-style: italic;">Blue Note Plays Bacharach</span>, de parecido contenido al repetir parte del material. Éste no lo tengo, aunque le pusieron mejor portada que la de <span style="font-style: italic;">A Cooler Shaker</span>, en la que el dibujo de un Bacharach con camisa desabotonada, luciendo colgante con una rubia a su espalda, podría pasar como diseño orgullosamente hortera para una sesión de música disco, pero no desde luego como correlato a nuestro ideal hacedor de canciones, cuyos estándares son tratados con devoción y divertimento por las huestes del jazz.<br /><br />Y todo esto no se despacha tan fácil con etiquetas como “easy listening” o “lounge”, usadas de modo indiscriminado. Tratándose de Burt Bacharach, resulta más bien ingenuo. Un poco de atención a los cambios de ritmo y armonía a lo largo de una canción Bacharach resultaría más bien contraproducente en el sedado ambiente de la consulta de un dentista, por ejemplo. Si las melodías suenan fáciles y atrapan al oyente es por mor de la sabia experiencia de un creador que trabajaba con melodías asimétricas cuidadosamente medidas. Que se lo pregunten a cantantes con poca flexibilidad interpretativa. “Not So Easy Listening”, llevan de pegatina en sus coches algunos de sus más jaleosos admiradores.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiife9xFyiJRGb4d77FAnoEpUurlWkRfGfxDzXlWbxtDyYvzJCfsWN-0L046kX2353ugajtBsbko50a7tvoqoHsMx_wruqDTtE7zsZghzUKsrXZM_emQlX3hNgwEZVmzTtsiRpp/s1600-h/BACH+10.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiife9xFyiJRGb4d77FAnoEpUurlWkRfGfxDzXlWbxtDyYvzJCfsWN-0L046kX2353ugajtBsbko50a7tvoqoHsMx_wruqDTtE7zsZghzUKsrXZM_emQlX3hNgwEZVmzTtsiRpp/s400/BACH+10.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5206975694159225810" border="0" /></a>Nada de un Bacharach lounge, pues, por mucho que vuelva a usarse en otro de esos recopilatorios favoritos dentro de una serie favorita, <span style="font-style: italic;">Lounge Legends</span>, ideada desde Alemania por<span style="font-weight: bold;"> Stefan Kassel</span>, diseñador de buen gusto musical y capo de Marina Records, que cuenta con el beneplácito de Universal Germany para rastrear en el fondo de sus sellos asociados. En este caso echando mano del señor <span style="font-weight: bold;">David Scott</span>, uno de los artistas que más lustre le están dando al sello Marina; perfectamente indicado (pienso por ejemplo en su instrumental “The Vampires Of Camelon”) para presentar al maestro en unas notas en las que cambia lo de lounge por un calificativo mucho más apropiado. “Mr Avant-Pop”, sí señor. “Coge un lápiz y traza líneas caprichosas por todo el folio, hasta que las formas abstractas comiencen a emerger; entonces coloréalas y… ¡ahí está! Eso es lo que Bacharach parece hacer con sus canciones, ensanchando melodías hasta más allá de lo imaginable, atrayendo al oyente con detalles, poco a poco, hasta tenerlo en su poder. Sus canciones consiguen sacar lo mejor de cada intérprete, instrumentista y arreglista, como prueba este recopilatorio.” Inmejorable presentación para un disco de esos que piden una desinhibida apertura de orejas para dejarse llevar y terminar disfrutando de lo lindo.<br /><br />¿Quién había dicho algo de música disco? Pues el recopilatorio comienza con un “Wives & Lovers’79” de más de seis minutos y triunfando, oiga. Eso sí, la favorita vuelve a ser, otra vez –¡y no he hablado de la versión de <span style="font-weight: bold;">Herb Alpert</span>!-, “This Girl’s In Love With You” (ya saben que “This Girl” o “This Guy” viene a ser lo mismo, según el sexo del que la cante), merced a la estupenda interpretación vocal de <span style="font-weight: bold;">Brenda Lee</span> y los no menos estupendos arreglos que presenta; otro favorito, y ya tocaba desde que comencé con la cinta del especial de <span style="font-style: italic;">Flor de Pasión</span>, donde relucían los <span style="font-weight: bold;">Walker Brothers</span> con “Another Tear Falls” (1966), es <span style="font-weight: bold;">Scott Walker</span>, al que le sienta fenomenal la rendición emocional que desprenden las grandes canciones Bacharach; en esta ocasión se luce con “The Windows Of The World”. Destaquemos también “Any Old Time Of The Day” (1967) a cargo de <span style="font-weight: bold;">Stan Getz</span>. Stan Getz, <span style="font-weight: bold;">Ramsey Lewis</span>, <span style="font-weight: bold;">Sergio Mendes</span>… Jazz, soul, bossa nova, en un recorrido por los sesenta y setenta. El recopilatorio de más amplios y perfumados horizontes. Y vaya si funciona, porque se trata de una cuidada selección entre material variado, con criterio y sin prejuicios, así que de interés doble para los que nos dejamos mecer por aguas tanto septentrionales como meridionales. Bacharach enriquecido con dosis apropiadas de mestizaje, cuando él siempre admiró también a aquellos inquietos revolucionarios brasileños de la bossa nova, y su mismo ejemplo siempre le dará la razón a los aventureros que quieran cambiar, desde dentro, un estado estancado ante la falta de inspiración. La manera de que una utopía no se convierta en un utopismo.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfyqtvVbf8upFiqRFRCx8-A_46-k6bTQ5kPN7lZWp0n1cRNA-4mT6ieAro0Rje8nFEzddapLVlNkoXZ0nbcLfgoXEvLsDUfeIdsO8aDtZfWqwnO7WZLVdgn_bXiSK-QMx9BxDf/s1600-h/BACH+11.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfyqtvVbf8upFiqRFRCx8-A_46-k6bTQ5kPN7lZWp0n1cRNA-4mT6ieAro0Rje8nFEzddapLVlNkoXZ0nbcLfgoXEvLsDUfeIdsO8aDtZfWqwnO7WZLVdgn_bXiSK-QMx9BxDf/s400/BACH+11.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5206976694886605794" border="0" /></a>Uno de los guerreros del jazz que forman parte de esas huestes con ganas de excursión –mal que les pese a los ortodoxos- es el vibrafonista y percusionista <span style="font-weight: bold;">Cal Tjader</span>, cuya discografía conviene no perderla mucho de vista, y de entre la que destaca aquella aventura con los compañeros afines<span style="font-weight: bold;"> Gabor Szabo</span> y <span style="font-weight: bold;">Gary Mcfarland</span> que fue la formación del sello Skye Records, de corta duración pero largo recuerdo entre los aficionados souljazzeros más funkoides. De esa época es <span style="font-style: italic;">Sounds Out Burt Bacharach</span> (1968), reeditado junto a <span style="font-style: italic;">Solar Heat</span> por Vampisoul en el 2003, consiguiendo que piense en él como buen ejemplo de disco de versiones Bacharach a cargo de un solo artista. Por “My Little Red Book” o “You’ll Never Get To Heaven”… con las que El “Chaider” y su grupo de músicos de sesión de Los Ángeles demuestran cómo meterle condimento a los clásicos sonando igualmente pulido y elegante.<br /><br />Y en el apartado de las decepciones… Un <span style="font-style: italic;">The Bacharach and David Songbook</span> sacado por EMI al que yo no le saco nada (aunque al menos aquí la portada no desentona), pero sobre todo <span style="font-style: italic;">Motown Salutes Bacharach</span>, con muchas papeletas a priori para triunfar, pero con mala suerte en el sorteo final. No termina de ir, y lo que queda es una sensación de recargado engalanamiento que le resta frescura a esas interpretaciones. No sé, será que estas composiciones imponen su propia dictadura para según qué estilos. Por eso tampoco presté mucha atención en su momento a “What The World Needs Now”, hecho desde el mundillo powerpopero por el sello Big Deal. Para este tipo de cosas, sólo funcionan aquellas bandas capaces –como los extraordinarios <span style="font-weight: bold;">Wondermints</span>– de tirar de recursos, para no hacer tabula rítmica rasa.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzf79atDkEC80C-pOh-cK_zNnLCrFdUC40BfGjgWhS5bDqdNgqqs7W06fLjhHQUr8FkCRjYnJgq9Pj6Rt-jhTYYP7QSx0bFWAAjy8L8t4F9DVosg7PIJGLrWSJQVHv8IZu679O/s1600-h/NOVI+SINGERS+BACH.gif"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzf79atDkEC80C-pOh-cK_zNnLCrFdUC40BfGjgWhS5bDqdNgqqs7W06fLjhHQUr8FkCRjYnJgq9Pj6Rt-jhTYYP7QSx0bFWAAjy8L8t4F9DVosg7PIJGLrWSJQVHv8IZu679O/s400/NOVI+SINGERS+BACH.gif" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5206977691319018482" border="0" /></a>Muy osado se ha de ser para tomar a Bacharach como modelo, usando tan pocos discos recopilatorios. Que los connoisseurs perdonen a este torpe idólatra que niega lo que no quiere ver. Antes de descubrir nuevos discos con un buen puñado de memorables canciones, al menos tengo en la lista del debe algún que otro futurible, de momento encabezada por el disco que un grupo vocal polaco de los setenta, los <span style="font-weight: bold;">Novi Singers</span>, dedicó al cancionero Bacharach. <span style="font-style: italic;">Alexander Mazur Quartet & Novi Singers: Bacharach</span> bien puede merecerse una escucha, teniendo en cuenta la inquieta escena jazz de ese país durante aquellos años. Los <span style="font-weight: bold;">Dells</span> nunca defraudan, así que su elepé <span style="font-style: italic;">The Dells Sing Dionne Warwick’s Greatest Hits</span> puede estar bien.<br /><br />Otro recopilatorio hecho desde Japón, creo, es <span style="font-style: italic;">Lippy Lipp Bacharach</span>, y puede que traiga más selecciones perfumadas al estilo de compilaciones muy tenidas en cuenta por aquí como son los <span style="font-style: italic;">Cafe Apres Midi</span>. Y como nota curiosa, sé que hay al menos un par de discos –y creo que ambos hechos en Alemania durante los setenta– con la idea de un Bach-Bacharach, repasando los estándares en clave barroca. Y he escuchado <span style="font-style: italic;">Bacharach Baroque</span>, que pasa como curioso entretenimiento.<br /><br />Y llegó el momento de la censura, porque pienso terminar aferrándome a la Gran Idea del Hacedor de Canciones en La Sombra para dejar este recorrido lleno de prejuicios con el fin de los sesenta. Para entonces, ya se dejaba mi Burt querer demasiado por los medios; ya se había casado con <span style="font-weight: bold;">Angie Dickinson</span> y acudían como pareja de moda a fiestas de alto copete; ya comenzaba a ser víctima de su propio trabajo, habiendo salido bien parado de musicales que fueron éxito… hasta que llegó <span style="font-style: italic;">Lost Horizon</span>. En 1972, Dionne Warwick firmó con Warner BROS para trabajar con Thom Bell y otros productores. Pero sobre todo, nada volvería a ser igual tras el fracaso de <span style="font-style: italic;">Lost Horizon</span>, fracaso que sembró dudas y hartazgo en el propio Burt.<br /><br />No voy a hablar entonces de la ruptura, con juicios de por medio, del divino trío Bacharach & David & Warwick; ni de la afición por los caballos; ni el anuncio de Martini; ni de su gusto actual, con opiniones favorables hacia gente como <span style="font-weight: bold;">Mariah Carey</span>… ¡Que la Gran idea me nuble la vista, por Dios! En estos tiempos en los que las melodías parecen ya menos importantes, no digamos las letras, dentro de un remolino impetuoso en el que lo que cuenta es la aglomeración amplificada de sonidos, mantengamos congelada la imagen de un Bacharach en blanco y negro –ciertamente atlético-, con el traje de faena puesto junto a Hal David (los dos con mangas remangadas y corbata floja), siendo mayores que otros legendarios equipos (<span style="font-weight: bold;">Carole King</span> y <span style="font-weight: bold;">Gerry Goffin</span>, <span style="font-weight: bold;">Cynthia Weil</span> y <span style="font-weight: bold;">Barry Mann</span>, <span style="font-weight: bold;">Neil Sedaka</span> y <span style="font-weight: bold;">Howard Greenfield</span>) que componían pensando más en los jóvenes. Allí recluidos, en el edificio Brill (¿a quién representa el busto colocado encima de la puerta?), aunque tampoco me molesta eso de que bajasen de vez en cuando al bar a tomarse un sándwich, compartiendo barra a lo mejor con Phil Spector…<br /><br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7GuMvQEK8LptHtbQjc0UF5v5v9-Dy7K9-EdiDh6hxub3l1pDwVvgpy2g54IVsXGNfW8qEtgH4rblwWkG8-tLv5EHWnPojBWofD_r2ZA6rIufsvUyOdWDQz1FQhwzMre0iVYNq/s1600-h/BACH+12.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7GuMvQEK8LptHtbQjc0UF5v5v9-Dy7K9-EdiDh6hxub3l1pDwVvgpy2g54IVsXGNfW8qEtgH4rblwWkG8-tLv5EHWnPojBWofD_r2ZA6rIufsvUyOdWDQz1FQhwzMre0iVYNq/s400/BACH+12.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5206961404803031842" border="0" /></a><br />También me sirve otra imagen. Creo que fue en la revista <span style="font-style: italic;">Mojo</span>, en pleno revival, donde se recogía el típico “un día en la vida de…” Burt Bacharach en el estudio, cuya estampa resulta tan apropiada para reforzar el ideal del compositor que controla su perfecto mundo: allí, en Nueva York, en el estudio de la Séptima Avda., con el ingeniero de A&M, <span style="font-weight: bold;">Phil Ramone</span>, y en el momento en el que, por alguna razón, alguna de las canciones no termina de ir bien. Es entonces cuando Burt mira a alguno de sus músicos habituales de estudio (el batería <span style="font-weight: bold;">Gary Chester</span>, el bajista <span style="font-weight: bold;">Russ Savakus</span>), asintiendo, para seguidamente sentarse al piano. De inmediato, todos los presentes en el estudio –los dieciocho músicos, las vocalistas, incluso la madre de Phil Ramone -mascota oficiosa del estudio, sentada tras la mesa de los controles mientras hace punto, opinando sobre las canciones que se graban–, todos parecen responder a la presencia de Burt tras las teclas. Y él las toca, levantando la cabeza, apretando los labios, enfatizando cada empujón dinámico que le da a la melodía cuando vuelve a inclinarse sobre el piano. El mágico espíritu de la música vuelve a fluir, y Hal David la escucha intensamente, con los ojos cerrados.<br /><br />Impacto emocional, sinceridad… atributos perseguidos por alguien que quiso colocar en el, a veces, cerradísimo mundo independiente unas dosis de audacia y sentido de la sofisticación. Por ahí se refieren a Glenn Melia como “una reencarnación de Scott Walker para minorías”. Entre los afines a St. Christopher no sé yo si ha prendido mucho el espíritu Bacharach, presente cada vez que alguien rompe con lo establecido y explora nuevas fronteras en la música pop. En mi caso, utilizar su nombre como título de un disco consiguió aclarar y reforzar la idea del pop como imperativo ético. De momento, seguimos apostados en la sombra.<br /><br />Aquí podréis conseguir una selección de los mejores momentos de todos estos recopilatorios:<br /><br /><a href="http://www.megaupload.com/?d=H3LF49WQ">Burt Bacharach, hacedor de canciones</a><br /></div></span>Mr. Glassheadhttp://www.blogger.com/profile/13524226312743708105noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-32825938.post-795307656305718842008-05-21T22:05:00.009+02:002008-11-13T19:58:46.161+01:00Papagayo. El sunshine pop español<div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSwk9CuBE_4akzv2JuAWpXBhk3pxzgLDWmZGjZ4P5wNYEKhq6Kr_gvq99cNWhLoT3pFJTtCHHUmV6AWgQeIDBAdk620dkJ_grTqMdirFUhPLVZ7NOstoKenBtxAtLLyR3s2nZn/s1600-h/papagayo8.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSwk9CuBE_4akzv2JuAWpXBhk3pxzgLDWmZGjZ4P5wNYEKhq6Kr_gvq99cNWhLoT3pFJTtCHHUmV6AWgQeIDBAdk620dkJ_grTqMdirFUhPLVZ7NOstoKenBtxAtLLyR3s2nZn/s400/papagayo8.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5202926484633277218" border="0" /></a>Hoy presentamos una joya que viene de una dimensión desconocida. <span style="font-style: italic;">Papagayo! The Spanish Sunshine Pop</span>, es uno de los recopilatorios más sorprendentes y arrebatadores que he escuchado nunca, con veinticuatro canciones que dejan con los ojos abiertos, cada una de ellas un universo en sí misma, con el añadido de que quedaron perdidas en el tiempo: no sólo es difícil conocer alguna, sino también los grupos que las interpretan. Como indica el título, se busca un estilo pop rico en melodías y en estribillos, pero entregado a la magia y a la suntuosidad de unos arreglos que son herencia directa del estilo de sunshine pop californiano que se desarrolló a raíz de <span style="font-style: italic;">Pet Sounds</span> de los <span style="font-weight: bold;">Beach Boys</span>. Lo gracioso del asunto es que esta colección demuestra hasta qué punto la historia de la música española se encuentra sumergida en sombras, más allá de los típicos nombres y discos que se suelen citar una y otra vez (tranquilos, aquí nunca hablaremos de flamenco).<br /></div><br /><div style="text-align: justify;">Y de ahí la razón de ser del recopilatorio: las canciones se grabaron entre principios y mediados de los años setenta, pero inmediatamente quedaron barridas por la fuerza de las tendencias imperantes, y por ello fueron relegadas al olvido. Dicho de otro modo: en aquellos años, los grupos que compusieron estos temas no acataron los dictados ni del rock progresivo ni del folk jipiesco, fueron unos entusiastas del pop que murieron con sus ideas a cuestas y que ponen en evidencia lo poco, poquísimo, que se conoce la música de nuestro propio país. <span style="font-style: italic;">Papagayo</span> nos muestra una escena musical española de pop de alto nivel, adaptado al gusto más exigente y refinado, fuera de tendencias, en la etapa del franquismo tardío, y que podría figurar con orgullo junto a nombres como <span style="font-weight: bold;">Brian Wilson</span>, <span style="font-weight: bold;">Michael Brown</span>, <span style="font-weight: bold;">Curt Boettcher</span> o <span style="font-weight: bold;">Billy Nichols</span>. ¿<span style="font-weight: bold;">La Casa Azul</span>? Venga ya.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLBmN-lv0Sb_a4pK0STY9qb-4OFo_l4RUVJfv4ZIKgClRyAokYw9bDbqe9EQ29O-W51Lka7dG6LQ9kx6qmufaukgFLicI4pPDkcjg-GoJEyr4eLOhmXlaCp3FKvLioT-R70p_w/s1600-h/Papagayo9.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLBmN-lv0Sb_a4pK0STY9qb-4OFo_l4RUVJfv4ZIKgClRyAokYw9bDbqe9EQ29O-W51Lka7dG6LQ9kx6qmufaukgFLicI4pPDkcjg-GoJEyr4eLOhmXlaCp3FKvLioT-R70p_w/s400/Papagayo9.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5202928666476663618" border="0" /></a>Y atención, porque las revoluciones queman el motor ya desde el primer momento. "Don Nadie" es una canción arrolladora de un grupo sobre el que no he encontrado ninguna información, <span style="font-weight: bold;">Caoba</span>. Una guitarra acústica da paso a un festín de clavicordios, trompetas, cuerdas y, sobre todo, una melodía apasionada que atrapa sin compasión. Una obra maestra, en definitiva, que juega tanto con un calculadísimo sentido del pop emocionante como con una imaginación sin límites en los arreglos. Sensacional. Todos estos rasgos los comparte punto por punto "Lo bueno y lo malo", de <span style="font-weight: bold;">Joe y Luis</span>, otro grupo fantasma, que nos presenta una melodía celestial -sublime el momento en que cantan un "pasará" diluido entre cuerdas, con acento psicodélico- e inolvidable. Y la siguiente, "Una sonrisa, una mirada", de <span style="font-weight: bold;">Reacción</span>, es igual de buena o más, puro sentir pop, nostalgia sin paliativos y una inspiración que va a la par de la de los <span style="font-weight: bold;">Zombies</span> de<span style="font-style: italic;"> Odessey and Oracle</span>. Con sólo tres canciones se nos dejan las cosas claras: parece como si el refinado pop del excelente grupo que fueron <span style="font-weight: bold;">los Módulos</span> hubiese triunfado, pero libre de su -a veces- excesivo barroquismo y rebuscado tono lúgubre. Otro hit imaginario es "Mi canción es amor", de <span style="font-weight: bold;">Luces y Almas</span>. Más vacío informativo sobre el grupo, por supuesto, como sucede con casi todos, pero las líneas de guitarra española que incluye saben a clásico, así como su explosivo y burbujeante estribillo, por no hablar de los devaneos gratificantemente sentimentales de su melodía (¿hay quien pueda resistirse a ese "ven a mí, escúchame"?).<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEJ1ezDtHg19JYgb6ylVmqMIpZ1N5kKrNLaGSv5tn2Yx-3FWjO18AsW_V91N_2jPcoRGtr13KWm68qiaVoLyzM-rGjU79Y_mfHaJLutxJ24sRZF9EHn5q-QQQNeepaHCIplGIS/s1600-h/Papagayo1.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEJ1ezDtHg19JYgb6ylVmqMIpZ1N5kKrNLaGSv5tn2Yx-3FWjO18AsW_V91N_2jPcoRGtr13KWm68qiaVoLyzM-rGjU79Y_mfHaJLutxJ24sRZF9EHn5q-QQQNeepaHCIplGIS/s400/Papagayo1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5202929675793978194" border="0" /></a>Y luego llega "Juventud", del grupo <span style="font-weight: bold;">Tiza</span>, que parece un ligero desliz del recopilatorio, porque no eran españoles, sino chilenos, y su carrera quebró con la irrupción de la dictadura, pero la verdad es que dado el nivel de la canción, no importa demasiado. Se trata de una composición majestuosa, con unos coros circulares que se construyen como castillos de naipes y de los que salen una melodía llena de paz. "Papagayo" es la que da título al recopilatorio, de los -por no romper la norma- desconocidísimos <span style="font-weight: bold;">Ellos y Ellas</span>, exuberante, tropical, pero por encima de todo pop y condenadamente sentimental, que no sentimentalista. Otro hito de locura es "Cuatro estaciones", del grupo <span style="font-weight: bold;">Nuevos Horizontes</span>. Este grupo sacó unos pocos singles a comienzos de los setenta, compuestos todos ellos por <span style="font-weight: bold;">Vainica Doble</span>. Y la verdad es que esta canción me parece mucho mejor que cualquiera de las del famoso duo, porque no huele ni a naftalina, ni a seudorock progresivo, ni tampoco a jipi, sino que presenta un poético y altamente adictivo pop, con deliciosos cambios de ritmo. Otro clásico venido de la nada es "Mundo de Amor", de <span style="font-weight: bold;">Voces Amigas</span>, que podría figurar tranquilamente en cualquiera de los grandes discos de pop de cámara de los sesenta, una canción que parece esculpida más que compuesta, una melodía angelical entre voces mezcladas con una insuperable arquitectura. Lo mejor de la música se concentra en cada una de las esquinas de esta canción.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2-7mTxh0Fj6I5Icsd3NWCxp4ScAFKuxHhsYq4qZomuCA36zTSg0A4na5y5Y33TgGBFUNMIRrJNDky7NOLII4zq3IjBl3dT7fw9KOjk1lcvtMW8wNFJv_AXE9K8ExqmtXg5DTs/s1600-h/Papagayo3.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2-7mTxh0Fj6I5Icsd3NWCxp4ScAFKuxHhsYq4qZomuCA36zTSg0A4na5y5Y33TgGBFUNMIRrJNDky7NOLII4zq3IjBl3dT7fw9KOjk1lcvtMW8wNFJv_AXE9K8ExqmtXg5DTs/s400/Papagayo3.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5202930556262273890" border="0" /></a>"Sunshine Boy", de <span style="font-weight: bold;">Licia</span>, es una versión de un tema que no he podido identificar pero que estoy seguro de haber escuchado antes en inglés, sunshine pop de pura sangre, optimista y luminoso, a cargo de una cantante que en realidad parece que era italiana y editó esta canción sólo para el mercado español. Y luego vienen <span style="font-weight: bold;">Los Ángeles</span>, el único grupo que pude identificar la primera vez que escuché este recopilatorio, con "Sueños", una de sus canciones más entrañables, de sonido limpio y honesto y, como solía ocurrir con ellos, de inquebrantable estribillo (envuelto en este caso en un mágico "la-la-la"). Sin duda, su inclusión en este recopilatorio parece todo un homenaje. No podemos relajarnos ni un momento, "Fue una lágrima", de <span style="font-weight: bold;">Elia y Elisabeth</span>, es otra joya perdida en el tiempo, tonos veraniegos y nostálgicos con unas maravillosa voces femeninas que contagian su dolor sin perder un ápice de belleza. Y "Lluvia en tus mejillas", de <span style="font-weight: bold;">Amigos</span>, se desenvuelve con sencillez, para de repente atraparnos con un sensacional estribillo lleno de cuerdas de ensueño y que nos hace preguntarnos qué ocurrió con estos grupos de los que hoy día no se sabe nada. <span style="font-weight: bold;">Las cuatro monedas</span> en realidad eran venezolanos, pero al igual que con Tiza, este hecho no tiene demasiada importancia, "Cosas" es otro hito, espirales de trompetas, melodía intrigante e infecciosa, armonías vocales, en fin, lo tiene todo y es digna de aparecer en un recopilatorio con un nivel de exigencia que raya la utopía.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpjz_q1jOkri2N8k8aB0H_KqxQAvuR9SGpROL3HgZtoqPVP8jowxpjQKk_3MWilLqS5TQqsuRqtjl548mKPRhaX6mZFOMW3crZdGu8HRFo3xunStknjA04mgC-YYGluhyphenhyphenwZe3b/s1600-h/Papagayo4.JPG"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpjz_q1jOkri2N8k8aB0H_KqxQAvuR9SGpROL3HgZtoqPVP8jowxpjQKk_3MWilLqS5TQqsuRqtjl548mKPRhaX6mZFOMW3crZdGu8HRFo3xunStknjA04mgC-YYGluhyphenhyphenwZe3b/s400/Papagayo4.JPG" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5202931810392724338" border="0" /></a>Mencionemos brevemente "Una flor es mi amor", de <span style="font-weight: bold;">Les Extremes</span>, no porque no sea buena, todo lo contrario, igual de buena que las otras, creedme, un navío surcando olas en plena tormenta, pero es que ya no puedo contener las ganas de hablar de la que le sigue: "Voy buscando", de <span style="font-weight: bold;">Dulces Años</span>. A primera vista parece una versión de un clásico del pop, pero en realidad no lo es, se trata de un tema compuesto por los miembros de este grupo cuando tenían catorce años. Y acaba siendo palabras mayores, una de las indiscutibles cumbres del pop en español, una sensacional aventura que jamás debió ser olvidada y que contiene una melodía esperanzadora, directa, positiva, embriagadora, junto a pasajes que son de lo más sofisticado y certero que se ha hecho nunca por aquí, todo ello concentrado en sólo tres minutos. El "Good Vibrations" español, sin duda, un rayo de luz que muestra la cara oculta de nuestra música que nunca nadie se molestó en enseñarnos. El sunshine pop inyectado en vena sigue con "Pediré" de <span style="font-weight: bold;">Parábola</span>, que cualquiera diría que viene de las listas de ventas estadounidenses de mediados de los sesenta, muy parecida a las canciones de los <span style="font-weight: bold;">Monkees</span> en sus mejores momentos, honesta, buena sin paliativos. Luego, <span style="font-weight: bold;">Nueva Democracia</span>, con su "Hey Hey", nos quieren engañar con un comienzo en el que parecen haberse fijado en <span style="font-weight: bold;">Crosby, Stills, Nash & Young</span> y grupos por el estilo, pero luego se ríen en nuestra cara, porque nos dan una bofetada de sensacionales armonías vocales, muy en la línea de los Ángeles, trazadas como un águila en una melodía que rinde culto a los dioses del pop.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghQud9gbBlmVHPP0F71CB1Zg_UZSVHfFe-7Cg34y1nVrGpE8KnRqzR_PIKzLIwb4FsBjgHzWJsDCznVzzjhcMeFW1Qsek-fa_MJI09Ih1RNZxTDkfNzPVZOCLzXElgBND_bQO9/s1600-h/Papagayo6.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghQud9gbBlmVHPP0F71CB1Zg_UZSVHfFe-7Cg34y1nVrGpE8KnRqzR_PIKzLIwb4FsBjgHzWJsDCznVzzjhcMeFW1Qsek-fa_MJI09Ih1RNZxTDkfNzPVZOCLzXElgBND_bQO9/s400/Papagayo6.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5202933648638727042" border="0" /></a>Y más adelante, el grupo <span style="font-weight: bold;">Oveja Negra</span>, del que nadie sabe nada, ni siquiera su dicográfica, con una canción monumental que incluye algo más de energía guitarrera pero que al final se rinde a la magia del estribillo preciso: "Pensando en ti" es otro de los clásicos perdidos de este recopilatorio, algo folk -no mucho- y con una personalidad que hace muy raro saber que apenas grabaron nada más. "Let's Hang On", de <span style="font-weight: bold;">Queimada</span>, consiste en acercarse al clásico de los <span style="font-weight: bold;">Four Seasons</span> desde una perspectiva que reúne tanto los sonidos wilsonianos como la fuerza popera de los setenta, todo aquí es puro entusiasmo y energía. Después, <span style="font-weight: bold;">David y Sonia</span> nos presentan "Pensando en ti", teñida de melancolía y con claras referencias tanto a la elegancia de <span style="font-weight: bold;">Burt Bacharach</span> como a la bossa-nova, una sensacional rara avis del pop en español. Los chilenos Tiza repiten con la cara B de "Juventud", que es "Sometimes", un tema que remite a la música de la invasión británica de la primera época, combinando en la misma proporción gancho y humildad. Magnífica, como también lo es "Nuestro lugar" de <span style="font-weight: bold;">Tuset 31</span>, pop de cámara en el que el espíritu de los Zombies emerge de nuevo, barroquismo que no oculta una sensibilidad a flor de piel de la que no hay por qué avergonzarse. Por si no ha quedado ya claro, el sello de calidad de este recopilatorio lo certifica "Todo acabó", de <span style="font-weight: bold;">los Yetis</span>, que es ni más ni menos que una fantástica versión de "My World Fell Down" de <span style="font-weight: bold;">Sagittarius</span> -se grabó a principios de los años setenta, pero el grupo era colombiano y no español, todo hay que decirlo-, que mantiene su voluntad barroca y acentúa y hace más próxima, quizá, toda su tristeza latente. Y ya para acabar, "No te vayas nunca", de <span style="font-weight: bold;">Daniel Velázquez</span>, la canción del lote que quizá tuvo más posibilidades comerciales, porque se acercaba más a los estándares del momento, pero lo hacía por la vía de un refinamiento que tenía más que ver con <span style="font-weight: bold;">Solera</span> o <span style="font-weight: bold;">Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán</span> que con <span style="font-weight: bold;">Nino Bravo</span>.<br /><br /><span style="font-style: italic;">Papagayo, The Spanish Sunshine Pop</span> es uno de esos recopilatorios que cambian vidas y que ofrecen un placer y una felicidad sin precio. Por otro lado, su escucha resulta absolutamente imprescindible para dar luz a una dimensión desconocida de música en español que se alza alegremente al nivel de los tótems de referencia del estilo. Veinticuatro canciones de los años setenta, pero de un valor atemporal, y que se meriendan a los discos habitualmente citados en las revistas "profesionales" cuando hablan de esos años.<br /><br /><a href="http://rapidshare.com/files/116628202/papagayo__-_the_spanish_sunshine_pop.zip.html"><span style="font-style: italic;">Papagayo. The Spanish Sunshine Pop</span></a><br /></div>Mr. Glassheadhttp://www.blogger.com/profile/13524226312743708105noreply@blogger.com21tag:blogger.com,1999:blog-32825938.post-83634675436479919042008-05-08T21:55:00.010+02:002008-11-13T19:58:47.846+01:00Syd Barrett: de viaje por otros mundos (III). "Barrett"<div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhj-cqLaRpnv5XcswAP2fcOly1Jo94TcQTn5IMswMwr9-GOEy8JJh-ch_eA928a_edSwZK-Bx_AKIdPRJ5FmPoGED1nMiG23fTGgQaJMknp2nCuRFJsbsTQT4igtTnTYganCjTK/s1600-h/Barrett10.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhj-cqLaRpnv5XcswAP2fcOly1Jo94TcQTn5IMswMwr9-GOEy8JJh-ch_eA928a_edSwZK-Bx_AKIdPRJ5FmPoGED1nMiG23fTGgQaJMknp2nCuRFJsbsTQT4igtTnTYganCjTK/s400/Barrett10.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5198101109310229602" border="0" /></a><span style="font-style: italic;">Barrett</span>, publicado en 1970 y el segundo y último disco en solitario de <span style="font-weight: bold;">Syd Barrett</span>, nace como continuación natural del primero, <span style="font-style: italic;">The Madcap Laughs</span>, pero con una premisa diferente. Si antes se había querido acentuar el talento en bruto, la energía descarriada de quien en último término fue un excepcional compositor de canciones, con <span style="font-style: italic;">Barrett</span> se buscó el refinamiento, sonidos más accesibles y amigables, un objetivo que, como veremos, no siempre pudo cumplirse. <span style="font-style: italic;">Barrett</span> terminaría siendo el canto del cisne de su autor, no tan auténtico como <span style="font-style: italic;">The Madcap Laughs</span>, pero eso sí, con una generosa cantidad de joyas en las que brilla como el oro una irrepetible manera de entender la música.<br /></div><div style="text-align: justify;"><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiS6-IcO3F6-sSxOH3RFLhkOqyuSU_coixZNaY6EcWplg9CdwohENALh4RyMV7jJOYFcY7SzyJFX2B6u5uY_10ke4Fie2_TuYNuL8-z931H9QKzzG8pId26Me_IMbicZ9IKGLae/s1600-h/Barrett11.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiS6-IcO3F6-sSxOH3RFLhkOqyuSU_coixZNaY6EcWplg9CdwohENALh4RyMV7jJOYFcY7SzyJFX2B6u5uY_10ke4Fie2_TuYNuL8-z931H9QKzzG8pId26Me_IMbicZ9IKGLae/s400/Barrett11.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5198104390665243762" border="0" /></a>No hay más que escuchar "Baby Lemonade" para darse cuenta de que suena distinto a todo, de que hay un toque mágico, evocador de mundos lejanos e incomprensibles que sólo Barrett sabía ver y transmitir. El punteo de guitarra cede el paso de repente a un órgano acaparador sobre el que se vierte una melodía absolutamente infecciosa, de otro planeta, intrigante porque no sabemos muy bien qué terreno pisamos. Cósmica, esotérica, amenazante, se trata de una canción única en su especie, un innegable hito de los setenta que, gracias a la sensibilidad pop de Barrett, cuenta con un estribillo entre placentero y tenebroso, por no hablar de la batería y el bajo a lo <span style="font-weight: bold;">Beatles</span> del <span style="font-style: italic;">Magical Mistery Tour</span> que se cuelan de vez en cuando. "Love Song" quiere ser distinta, más cercana, es una de las canciones en las que Barrett intenta inyectar una candidez que está envenenada y que convierte los buenos sentimientos en un sueño obsesivo. Y para acabar de arreglarlo, la siguiente es "Dominoes", otra canción en lo más alto de la década, que transmite una infinita tristeza junto a esa sensación de estar caminando sin el suelo debajo, psicodélica en el mejor de los sentidos, emocionante por su languidez, por su incapacidad para pasar desapercibida (no es extraño que tuviese un parto muy complicado). En "It Is Obvious", Barrett parece estar descomponiéndose, algo que ni siquiera logran ocultar los pizpiretos arreglos.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiKNEDdfFVAiMwqon9XdrFOJ1rG6dOWDm-tVS_aRtasLj8R1Tvv8Dw7Rcoub-8JzVK-8iOTdtnca9t1Ks6FBHUZXUd1sWGYqGIs6drvtBmjnDtQYqRiMWbpYJQmCZ0-UvnX0f4Q/s1600-h/Barrett12.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiKNEDdfFVAiMwqon9XdrFOJ1rG6dOWDm-tVS_aRtasLj8R1Tvv8Dw7Rcoub-8JzVK-8iOTdtnca9t1Ks6FBHUZXUd1sWGYqGIs6drvtBmjnDtQYqRiMWbpYJQmCZ0-UvnX0f4Q/s400/Barrett12.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5198104833046875266" border="0" /></a>"Rats" es un intento de hacer algo parecido al blues pero sin ningún tipo de dirección, otra vez con los instrumentos jadeando para encontrarle algo de sentido al asunto. Y con "Maisie" se repite la jugada, no es más que un Barrett ya prácticamente catatónico y autista esforzándose en componer algo, aunque la insólita voz ronca con la que canta tiene su tirón. Afortunadamente, "Gigolo Aunt" nos reconcilia con las canciones entendidas como tales, es otra de las estrellas del disco, extrovertida, pegadiza, con un ritmo constante sobre el que planea una melodía que viene del mejor Barrett posible. Lo mismo podría decirse de "Waving My Arms In The Air", quizá más arrastrada y desengañada, pero con un encanto de folk del desierto que la hace irresistible. En "I Never Lied To You" se pierde nuevamente el norte: una vez pasado el atractivo comienzo, parece que el acompañamiento lo pasa mal para entender hacia dónde quiere ir Barrett, como si estuviese por completo fuera de control, aunque sucesivas escuchas revelan una belleza fragmentada de fondo que cabría preguntarse si ya tiene algo que ver con la música. Los pasos firmes se recuperan en "Wined And Dined", que destila un precioso romanticismo de marcado tono onírico, una fantasía otoñal hecha notas musicales. Igual de emocionante es "Wolfpack", aunque de una manera más épica, trascendente, como un cantar de gesta perdido, y con algunos agujeros cósmicos que demuestran lo mucho que aprendieron los <span style="font-weight: bold;">Pink Floyd</span> sinfónicos de su primer líder. El disco termina con "Effervescing Elephant", recuperada de entre las primeras canciones que compuso Barrett a los dieciséis años: deliciosa, imaginativa, juguetona y con un acertadísimo trombón de fondo que subraya la atmósfera de cuento infantil lisérgico.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXM0I4UnO02PW77h2R_zc83BySwdGPzFpezhrHyUuGUWL3FRIhXSaoYW_kY8m6zxL93q8leK2Hjj74M4UUxhyphenhyphenBLffBKQ_V_6nBh2Cbs4YVyRj2xfobI8E_VGoZJWxU3WY7CXLK/s1600-h/Barrett13.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXM0I4UnO02PW77h2R_zc83BySwdGPzFpezhrHyUuGUWL3FRIhXSaoYW_kY8m6zxL93q8leK2Hjj74M4UUxhyphenhyphenBLffBKQ_V_6nBh2Cbs4YVyRj2xfobI8E_VGoZJWxU3WY7CXLK/s400/Barrett13.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5198105322673147026" border="0" /></a><span style="font-style: italic;">The Madcap Laughs</span>, dentro de su dispersión, era un disco con una dirección muy concreta, coherente a su manera y con unas canciones redondas, fruto de una psique que aún resistía las embestidas de la inestabilidad mental. Sin embargo, en algunos momentos de <span style="font-style: italic;">Barrett</span> se hace evidente la profunda huella de la locura y el ruido de cimientos derrumbándose, a pesar de una producción que, valga el juego de palabras, opta por hacerse la loca cuando esto sucede. Lo que en todo caso resulta innegable es que el disco contiene varias canciones que demuestran por qué Barrett, más allá del romanticismo y de consideraciones no musicales, era un genio con todas las letras. Alguien que tocó una luz demasiado pronto y que desgraciadamente acabó desintegrándose, pero que dejó por el camino algunas melodías que poblaron el pop de lenguajes extraterrestres y de sueños milenarios.<br /><br /><a href="http://rapidshare.com/files/113528338/Syd_Barrett_Barrett.zip.html">Syd Barrett. <span style="font-style: italic;">Barrett</span> (1970)</a><br /><br /><span style="font-size:85%;">Es del todo recomendable la caja <span style="font-style: italic;">Crazy Diamond</span>, muy completa y habitualmente a un precio interesante, que recopila en 3 CD's todas las grabaciones de Syd Barrett, incluido <span style="font-style: italic;">Opel</span>, un recopilatorio de descartes que apareció a finales de los ochenta.<br /><br /></span></div>Mr. Glassheadhttp://www.blogger.com/profile/13524226312743708105noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-32825938.post-16974164474667803432008-05-06T19:32:00.006+02:002008-11-13T19:58:48.282+01:00Syd Barrett: de viaje por otros mundos (II). "The Madcap Laughs"<div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHnxeg-N976zXozgHf-P17DcQmrMuoCHxkKUOUuPrgLEV5EhBwFH3vtIRxw19imlo6NnlFKCN3AR3iya59F8NOq85AWrnjJvmrvTW-wm0wqwYvaKlVPn4wvq8hml2QBUkUshG4/s1600-h/Barrett6.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHnxeg-N976zXozgHf-P17DcQmrMuoCHxkKUOUuPrgLEV5EhBwFH3vtIRxw19imlo6NnlFKCN3AR3iya59F8NOq85AWrnjJvmrvTW-wm0wqwYvaKlVPn4wvq8hml2QBUkUshG4/s400/Barrett6.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5197322768633662354" border="0" /></a>El verdadero asalto de <span style="font-weight: bold;">Syd Barrett</span> al vinilo perdido empieza con este disco, grabado en 1970 en unas circunstancias muy especiales. Después de un año desaparecido, Barrett propuso publicar un disco con material que había compuesto casi en secreto. Las canciones parecían interesantes y se aprobó el proyecto, lo cual dio lugar a una serie de sesiones de grabación caóticas, sujetas a los caprichos imprevisibles de Barrett, al ajustado presupuesto con el que contaban y al límite de horas de estudio. El resultado, sin embargo, se ajustó como un guante a lo que necesitaban las canciones de Barrett: una atmósfera de extravagancia y locura, un clima encerrado en sí mismo pero increíblemente sugerente, y una desnudez de fondo que potencia la fuerza de unas composiciones excepcionales.<br /></div><div style="text-align: justify;"><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgOe7E6kpCH2r2N8WPO8yavmJ7YgPZeY4Cgv82o-Jn6dF5bP-gfkwGkPBrd-A9IFQyAoc77rVVzhLuByqENcn17KltAW-p6f_EipsBw-TN7l8mJgfeNgGOfpi0-FVbIm9R25ZRJ/s1600-h/Barrett7.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgOe7E6kpCH2r2N8WPO8yavmJ7YgPZeY4Cgv82o-Jn6dF5bP-gfkwGkPBrd-A9IFQyAoc77rVVzhLuByqENcn17KltAW-p6f_EipsBw-TN7l8mJgfeNgGOfpi0-FVbIm9R25ZRJ/s400/Barrett7.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5197323335569345442" border="0" /></a>Hay quien ha criticado esta sobreexposición a la que fue sometido Barrett: las canciones muestran sin compasión sus desvaríos, sus gallos, en definitiva, su condición de persona enferma. Pero al mismo tiempo parece como si el disco no pudiera sonar de otro modo. <span style="font-style: italic;">The Madcap Laughs</span> funciona tanto como el retrato de un artista esquizofrénico -la enfermedad se nos muestra de una manera hermosa, positiva, creativa- como, sobre todo, uno de los discos más encantadores y sugerentes que se han grabado nunca. "Terrapin" es el primer paso en este terreno incierto, arrastrada, perezosa, pero también hipnótica y, al final, una de las señas de identidad del disco tras su condición de blues alucinado. En "No Good Trying" ya asoma el caos, a Barrett le cuesta seguir el ritmo y la canción parece a punto de desbordarse en cualquier momento. Si a esto le sumamos una melodía obsesiva, atropellada, pero que al final siempre lleva a su puerto el desconcierto de instrumentos, nos queda una canción de otro mundo, hermosa e indescifrable. No menos compulsiva es "Love You", el sueño se adentra en senderos de cabaret y pianos de opereta, a un ritmo neurótico que rompe cualquier tipo de referencia, la música expresada a través de un filtro lisérgico en plena lucidez. "No Man's Land" llega a ser emocionante, aparece una guitarra distorsionada que viene de la época del primer disco de <span style="font-weight: bold;">Pink Floyd</span>, pero enterrada bajo capas de humo para no quitar protagonismo a una canción poderosa que nos ataca sin compasión.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiulANVuiA37NIXnEqSdSP8ZM0XZbAzl-pbRFBgixSUTzxRmcf0lXR2EvzgYdMK5kN430WcwdqD4gPWixV29D7DO80mjPOB79nvImXNEkQeviqS_ksse19rccqE4hnOLG7wLwPj/s1600-h/Barrett8.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiulANVuiA37NIXnEqSdSP8ZM0XZbAzl-pbRFBgixSUTzxRmcf0lXR2EvzgYdMK5kN430WcwdqD4gPWixV29D7DO80mjPOB79nvImXNEkQeviqS_ksse19rccqE4hnOLG7wLwPj/s400/Barrett8.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5197323790835878834" border="0" /></a>En ese momento aparece la desarmante "Dark Glove", sólo Barrett y su guitarra para sonar más auténticos que nunca, casi escalofriante por el desamparo que expresa entre múltiples gallos y frenéticos cambios de acorde. Uno de los momentos más hirientes del disco, de efectos rebajados por la más luminosa "Here I Go", tonadilla alegre en la cual las nubes despejan por un momento bajo efluvios de suave vodevil. Y entonces otro magnífico estallido de rabia: "Octopus" demuestra la extraordinaria habilidad compositiva de Barrett y su enorme intuición, los cambios de ritmo enganchan a la primera a pesar de no tratarse precisamente de una canción sencilla. Es el aperitivo perfecto para otro alto en el camino: la cabalística, inamovible, contemplativa "Golden Hair", o nuevamente cómo hacer audibles el LSD y las experiencias místicas inducidas, gracias a una melodía que Barrett ha extraído del mundo de los seres míticos y unos arreglos muy sutiles y apropiados al tono visionario. Pero hay más: "Long Gone" suena agreste, desértica, desesperanzada, y alcanza niveles impresionantes en un estribillo que supura dolor.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiheDD4zcUTwuaEikoLb4Djz14WHdgITLL4QK4F-6cdVFU_jRvfYbQ-DejoHlYGap0b9Aeu10MM2AGL6a7DJl03WCcqiID0ZIq9mOWrMwp5OjMVYnIvlW-xn_ubPgnWLnftyGJS/s1600-h/Barrett9.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiheDD4zcUTwuaEikoLb4Djz14WHdgITLL4QK4F-6cdVFU_jRvfYbQ-DejoHlYGap0b9Aeu10MM2AGL6a7DJl03WCcqiID0ZIq9mOWrMwp5OjMVYnIvlW-xn_ubPgnWLnftyGJS/s400/Barrett9.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5197325169520380866" border="0" /></a>En "She Took A Long Cold Look" Barrett lee directamente las notas y los acordes de una libreta, pero la canción, aunque casi es tratada como un esbozo, mantiene un cálido poder, una belleza de fondo que la hace imbatible. "Feel" es preciosa y duele en sus giros, suena desde un pozo de tristeza infinita con sus formas de folk que nace en el alma. Otro capítulo excepcional, al que le sigue "If It's In You". No podremos evitar escuchar mil veces la primera entrada en falso de Barrett, su graznido, como si el disco fuera a desmontarse definitivamente, pero al final lo logra, la canción mantiene el nivel de las otras, es extrañamente fascinante su poder para suscitar, al mismo tiempo, una idea de locura y descuido y, por otro lado, una infinita y visionaria sabiduría compositiva. Y el disco aparca en "Late Night", el último trallazo de esquizofrenia luminosa que atraviesa las estrellas, la última oportunidad para engancharse a la cola del cometa que nos llevará a otro universo. Mágica y caleidoscópica.<br /><br /><span style="font-style: italic;">The Madcap Laughs</span> es un disco necesario, un capítulo aparte al margen del desarrollo histórico de la música, la obra más pura y perfecta en su imperfección de un músico visionario y sobrepasado por las circunstancias. Su siguiente paso, <span style="font-style: italic;">Syd Barrett</span>, grabado en 1971, también presentaría canciones brillantes pero esta vez tratadas con traje de gala. La alucinación instantánea, los gestos bohemios y el aire viciado quedarían como rasgos exclusivos de uno de los discos más adictivos y extraños de los setenta.<br /><br /><a href="http://rapidshare.com/files/113024637/Syd_Barrett_The_Madcap_Laughs.zip.html">Syd Barrett. <span style="font-style: italic;">The Madcap Laughs</span> (1970)</a><br /><br /><span style="font-weight: bold;">El jueves presentaremos el último artículo de la semana Syd Barrett, sobre el disco que grabó en 1970, antes de desvanecerse para siempre, cargado de auténticas joyas que acabarían de pulir su leyenda.</span><br /><br /><span style="font-size:85%;">Textos recomendados:<br />"<a href="http://criticablog.blogspot.com/2005/07/madcap-laughs-syd-barrett.html">The Madcap Laughs</a>". Por Cinco Clavos en </span><span style="font-style: italic;font-size:85%;" >Crítica Crítica</span><span style="font-size:85%;">. El autor se muestra contrario al tipo de producción del disco, que califica de "despiadada".<br />"<a href="http://delbuenamigo.blogspot.com/2007/12/syd-barrett-madcap-laughs.html">Syd Barrett. The Madcap Laughs</a>". Por El Buen Amigo en <span style="font-style: italic;">Aficiones, Aflicciones y Afectos del Buen Amigo</span>. Disección del disco canción por canción.</span><br /></div>Mr. Glassheadhttp://www.blogger.com/profile/13524226312743708105noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-32825938.post-33940320467213155802008-05-04T20:25:00.008+02:002008-11-13T19:58:49.404+01:00Syd Barrett: de viaje por otros mundos (I). "The Piper At The Gates Of Dawn"<div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikZezouOgNrtD1V3NOxpHmcR94Xz4QYpGN2SXqoKc73XyYhWIhCA-ukt7OrhyphenhyphenDxvTBfEXH9kJ7lCYcy3BEcQxLk9hra7Or7AZ4-fZhgv02S_oI0vLgMF4lhec1nIafP3FDZTMK/s1600-h/Barrett1.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikZezouOgNrtD1V3NOxpHmcR94Xz4QYpGN2SXqoKc73XyYhWIhCA-ukt7OrhyphenhyphenDxvTBfEXH9kJ7lCYcy3BEcQxLk9hra7Or7AZ4-fZhgv02S_oI0vLgMF4lhec1nIafP3FDZTMK/s400/Barrett1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5196602854805441330" border="0" /></a><span style="font-weight: bold;">Syd Barrett</span> es el protagonista de una de las historias más fascinantes del pop, la breve e intensa carrera de un músico que expresó lo que hasta aquel momento parecía inexpresable. Un mago salido de otra galaxia y que encarnó como nadie el significado de la psicodelia y la expansión de la mente, un constructor de canciones que seguían la tradición de una legendaria y desconocida civilización marciana a la que sólo él tuvo acceso. Su obra, que abarca apenas tres discos, contiene momentos de turbación extrema, pasajes en espiral de inquietantes mundos perdidos en el fondo de nuestro espíritu, diapositivas de la dimensión desconocida que se nos muestran con todo lujo de detalles. Syd Barrett se volvió loco después de grabar su único disco con <span style="font-weight: bold;">Pink Floyd</span>, en aquel año mágico de 1967 en el que las mejores bandas competían por lograr la obra maestra definitiva del pop. Su luz llegó hasta el infinito, y por eso mismo se quemó pronto.<br /></div><div style="text-align: justify;"><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7sjpN2ce7Cn1cixlPOcjFHa8DGum1Wt_nBPDxg-gIFEivf7AkGB1m0yUl8LBaxTJioVRi9957eeIc1wdVV3RYr_QBzN9sslfUodYMSMRGUMbtC2dHu9RPInNbj0ds7WqNBWmu/s1600-h/Barrett2.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7sjpN2ce7Cn1cixlPOcjFHa8DGum1Wt_nBPDxg-gIFEivf7AkGB1m0yUl8LBaxTJioVRi9957eeIc1wdVV3RYr_QBzN9sslfUodYMSMRGUMbtC2dHu9RPInNbj0ds7WqNBWmu/s400/Barrett2.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5196605633649281874" border="0" /></a>"Arnold Layne" y "See Emily Play" eran los dos escalones necesarios para empujar a Pink Floyd hacia la fama. La primera contiene todos los ingredientes con los que Barrett hacía de sus canciones píldoras musicales de ácido lisérgico: una guitarra siempre a la expectativa, tensa, con sonido de motores de cohete a punto de despegar, baterías marciales y una melodía de exótica belleza que de repente se abre en un paisaje indescifrable, enigmático, milenario. Esto puede verse especialmente en "See Emily Play", que obtuvo inmediata repercusión: una sensación de peligro por estar a punto de perder las coordenadas, de quedarse flotando en el espacio. Sin embargo, este peligro inminente es lo que nos lleva a contemplar lo que no podríamos de otro modo: el abismo profundo de los sueños más olvidados, en los que hace siglos que los ríos fluyen, ajenos al tiempo. Amenaza y belleza son dos elementos que irán de la mano en las mejores canciones de Barrett.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJUbL5eRjCesiSuD8uFw7PHNAPtW9uNxA0H504xu0Z5LdNgG8B4H7zjLLpokdt9uDGtPa0bENOo6rlS6wgNXkAz9yH2gDb-aBsi32idu_KV1LkLTvakiePPGhXObhwJyja_pmN/s1600-h/Barrett3.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJUbL5eRjCesiSuD8uFw7PHNAPtW9uNxA0H504xu0Z5LdNgG8B4H7zjLLpokdt9uDGtPa0bENOo6rlS6wgNXkAz9yH2gDb-aBsi32idu_KV1LkLTvakiePPGhXObhwJyja_pmN/s400/Barrett3.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5196606436808166242" border="0" /></a>Pink Floyd, acostumbrados a las larguísimas improvisaciones que ofrecían en sus conciertos, en una época en que pretenciosidad, vanguardia y virtuosismo empezaban a tomar los mandos de lo que sería la música de los próximos años, se ven obligados en 1967 a concretarse y a recortar sus excesos para grabar un disco orientado al mercado pop. No podía haberles ido mejor. <span style="font-style: italic;">The Piper At The Gates Of Dawn</span> es un álbum excepcionalmente sugerente, un viaje instantáneo al fondo de la mente, una obra cumbre que su hacedor, Syd Barrett, no pudo terminar sin dejar para siempre en el camino su noción de la realidad. Los cuatro minutos escasos de "Astronomy Domine" tiene para quien la escucha auténticos efectos de proyección astral; las guitarras se trenzan unas a otras para crear un entorno que insinúa el infinito, la nada, el corazón palpitante del universo, mientras Barrett canta como un iluminado, como si en realidad rezase a un dios pagano, para acabar con un coro de apóstoles que hacen de esta canción un salmo de una religión extraterrestre. El secreto del estilo de Pink Floyd era la imprevisibilidad de Syd Barrett, de una manera que recuerda mucho a las visiones de <span style="font-weight: bold;">Roky Erickson</span> y los <span style="font-weight: bold;">13th Floor Elevators</span>, pero desde una sensibilidad más refinada y pop. "Lucifer Sam", la segunda canción, es totalmente amenazadora, revela la maldad que se esconde en los puntos ciegos de nuestra percepción, y que quedan al descubierto cuando el ácido nos abre los sentidos.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_PmMnh4nMN9yz4mu6M1VUQnoiSUhRW9KP7Zc27bpweXy5iAPDaFb7rnuCIRrsPliDQak52lzZu4V64iiuXlDttTTGfAsrXkQforZ74er6KhJiMBTJhVnZlE6R8r4jInHRBjCX/s1600-h/barrett4.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_PmMnh4nMN9yz4mu6M1VUQnoiSUhRW9KP7Zc27bpweXy5iAPDaFb7rnuCIRrsPliDQak52lzZu4V64iiuXlDttTTGfAsrXkQforZ74er6KhJiMBTJhVnZlE6R8r4jInHRBjCX/s400/barrett4.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5196606866304895858" border="0" /></a>La misma sensación tenemos en "Matilda Mother", que es un cuento infantil del que se desprende una cierta sensación perversa, como si caperucita roja fuese a degollarnos en cuanto nos despistáramos. Pero la cima de la revelación llega indiscutiblemente con "Flaming", rebosante de magia, prácticamente esotérica, con unos acertados efectos sonoros que incrementan la sensación onoríca casi hasta la experiencia audiovisual, y una guitarra acústica que protagoniza el momento más emocionante, en el que Barrett canta otra vez como el profeta de la imaginación y transmite ternura y amenaza, muerte y paz. Inolvidable. El instrumental "Pow R. Toc H.", por otro lado, juega con crear un ambiente selvático, tribal, entre surcos de piano jazz y explosiones volcánicas. "Take Up Thy Stethoscope And Walk", la única canción de Waters en el disco, es considerada por muchos un estorbo. No estoy de acuerdo: aunque mucho más estándar que las locuras astrales de Barrett -no olvidemos que era un genio-, acaba siendo un resultón puñetazo de garage con un adictivo estribillo.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjH39v0D3VjVpDXnE4YSwv277Ik6aatTUemDTqXst7UMQqH27FONi2ypKb3Ie4Xzf4Q1mJ2Xz0jchiPWo2gWCllsrKWFZde9sXG0JBmFt6C5sKxsiUZs_D8OTk-y2eGTGhQ4cSB/s1600-h/Barrett5.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjH39v0D3VjVpDXnE4YSwv277Ik6aatTUemDTqXst7UMQqH27FONi2ypKb3Ie4Xzf4Q1mJ2Xz0jchiPWo2gWCllsrKWFZde9sXG0JBmFt6C5sKxsiUZs_D8OTk-y2eGTGhQ4cSB/s400/Barrett5.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5196608399608220546" border="0" /></a>"Interestellar Overdrive" es la grabación de uno de sus momentos clímax en los conciertos. Pink Floyd pasaron gran parte de 1967 tratando comprimir este tema, que en escena podía durar casi una hora, a unos diez minutos que no desbaratasen el concepto de <span style="font-style: italic;">The Piper At The Gates Of Dawn</span> como un disco esencialmente de canciones. El esfuerzo les dio como resultado un tremebundo instrumental de pesadilla, algo extenso en el conjunto, pero totalmente disfrutable con una actitud paciente y decidida a perderse en las sensaciones cósmicas de la nave espacial que Barrett usa como guitarra. Mucho más amable es "The Gnome", que anticipa al cantautor de folk lisérgico que Barrett sería en sus dos siguientes discos después de la tormenta. "Chapter 24" sirve de nuevo para cerrar los ojos y ponerse a levitar, es otro salmo entrelazado con unos teclados pegajosos y sonidos de gong tibetano. Y de ahí otra vez al folk con "Scarecrow", humilde, casi regional, pero imbuida de una fascinante belleza en cuanto hace aparición el arpegio de guitarra acústica. Para terminar, la juguetona "Bike", que tiene su gracia en el infantilismo que rezuma, entre teclados de juguete, efectos de sonido y la forma de cantar como un niño caprichoso de Barrett.<br /><br /><span style="font-style: italic;">The Piper At The Gates of Dawn</span> fue uno de los discos más importantes de 1967 y un episodio culminante del pop psicodélico, justo a las puertas de lo que después llevaría al rock progresivo. El cerebro de Barrett había quedado seriamente dañado, tanto por su abuso de las drogas como por su continua inmersión en mundos aparte. Su incapacidad para seguir tocando en conciertos y para encontrar otro single que pudiese llegar al número 1 -apreciables intentos son canciones como "Vegetable Man" o especialmente "Jugband Blues", en la que una orquesta sale de un sueño para colarse en la canción-, le valió la expulsión del grupo. Sin el talento y la sensibilidad pop de Barrett, Pink Floyd acentuaron su faceta más grandilocuente y vacía y acabaron convirtiéndose en uno de los artífices del auge del rock progresivo.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">¿Y Syd Barrett? Frenado por sus crisis psicóticas, fue capaz, sin embargo, de componer poco a poco más visiones de su mundo de locura. El martes podréis leer el artículo correspondiente a su primer disco en solitario de 1970, <span style="font-style: italic;">The Madcap Laughs</span>.</span><br /><br /><a href="http://rapidshare.com/files/112542836/pink_floyd_-_1967_-_the_piper_at_the_gates_of_dawn.zip.html">Pink Floyd. <span style="font-style: italic;">The Piper At The Gates Of Dawn</span> (1967)</a><br /><br /><span style="font-size:85%;">Textos recomendados<br />"<a href="http://www.computer-age.net/especiales/syd-barrett">Syd Barrett</a>". Por Luis, en <span style="font-style: italic;">Computer Age</span>. Artículo sobre su trayectoria musical.<br />"<a href="http://www.geocities.com/ejpr/Syd.html">Syd Barrett. Vuelve. Tú, delirante observador de visiones</a>". Resumen de entrevistas y citas. Termina con una rarísima entrevista a Barrett en 1983, en la que ya queda patente su estado de deterioro.</span><br /></div>Mr. Glassheadhttp://www.blogger.com/profile/13524226312743708105noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-32825938.post-36719445809491650192008-04-23T18:49:00.009+02:002008-11-13T19:58:50.392+01:00Las audacias de Brian Wilson: American Spring<div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdPyiSrZCuE-v4cK4Bn_IzGZVfyhSVPwe7AYyL4j8zpARis91Nm7E6sglnBhZilNh5RcjOLPb36Tpx5LGn0RxLLngXTv5IgBV_dn4seKyjH8rUlYWHtVohGUI6Ja-PO-_Ov1Nc/s1600-h/americanspring1.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdPyiSrZCuE-v4cK4Bn_IzGZVfyhSVPwe7AYyL4j8zpARis91Nm7E6sglnBhZilNh5RcjOLPb36Tpx5LGn0RxLLngXTv5IgBV_dn4seKyjH8rUlYWHtVohGUI6Ja-PO-_Ov1Nc/s400/americanspring1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5192487842344176370" border="0" /></a>Este disco perdido de 1972 puede ser el responsable de una felicidad inmediata y sin paliativos, de un placer cálido como una zona soleada en un día de frío, de un intenso y fértil bienestar, casi como un chorro de agua fresca cuando más sed tenemos. Sus artífices: ni más ni menos que <span style="font-weight: bold;">Marilyn</span> y <span style="font-weight: bold;">Diane Rovell</span>, hermanas; la primera, esposa de <span style="font-weight: bold;">Brian Wilson</span> (esto empieza a ponerse interesante); la segunda, su amante y declarado amor platónico. Conjurándolas, dirigiéndolas, eligiendo arreglos y canciones, se encontraba el propio Brian Wilson en plena época crepuscular, en uno de sus últimos y poderosos brillos antes de entregarse durante muchos años a su enfermedad mental. Y el resultado: un disco maravilloso, de colores superficialmente folkies y otoñales, pero que no puede evitar un estallido de gloria pop en cada uno de sus rincones, fiel al ideal que Brian había perseguido toda su vida.<br /></div><div style="text-align: justify;"><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzSjFyzqb7hgkNsUJQuknLmzQTm8UNKxzC7xXEL_hpUzlxPA4bSCpEXqCM_gNLoLHjuaANxP9hJzzmh4dPjqTvieYcbtxwSMbYHdDP8q7y9koIH6n36YP62vE0PNUAaRP3Q8mk/s1600-h/Americanspring3.JPG"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzSjFyzqb7hgkNsUJQuknLmzQTm8UNKxzC7xXEL_hpUzlxPA4bSCpEXqCM_gNLoLHjuaANxP9hJzzmh4dPjqTvieYcbtxwSMbYHdDP8q7y9koIH6n36YP62vE0PNUAaRP3Q8mk/s400/Americanspring3.JPG" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5192490067137235714" border="0" /></a><span style="font-weight: bold;">American Spring</span>, que a principios de los sesenta ya habían sido laboratorio de experimentos de Brian bajo el nombre <span style="font-weight: bold;">The Honeys</span>, logran en este disco el milagro absolutamente original de llegar al pop dorado mediante una imagen y ropaje folk. "Tennessee Waltz", la primera canción, puede engañar al más distraído, por ser también la que más raíces tiene entre sus ingredientes, aunque ya empezamos a ver algunas pistas, ciertos coros que se cuelan disimuladamente, unos sonidos acuosos que enseguida nos recordarán las mullidas esquinas de los <span style="font-weight: bold;">Beach Boys</span>, en fin, sólo lo justo para sospechar. Pero claro, tratándose de Brian la trampa no podía durar demasiado, y ahí está "Thinkin' Bout You Baby", compuesta por él mismo en los años sesenta. Se nota que este tema siempre le había gustado, más que nada por la generosa cantidad de veces que la grabó: primero con <span style="font-weight: bold;">Sharon Marie</span> en un estilo plenamente spectoriano, también con los propios Beach Boys dentro del calor soul de <span style="font-style: italic;">Wild Honey</span>, y después repetidas veces en sus conciertos en solitario. Aquí, dentro de una sensibilidad que presenta claras similitudes con un disco como <span style="font-style: italic;">Tapestry</span> de <span style="font-weight: bold;">Carole King</span>, esta canción de puro amor gana en fuerza y en sencillez. Sigamos. A la inmaculada producción de Brian se le une una gran selección de canciones fruto de su exquisito gusto, y ahí llega "Mamma Said" de las <span style="font-weight: bold;">Shirelles</span>, deconstruida en un adictivo festival folk-pop. Y otra gran canción que todos recordaremos por los entrañables <span style="font-weight: bold;">Carpenters</span>, tan emocionantes cuando daban en la diana: "Superstar" suena aquí rotunda, definitiva, absolutamente apropiada y genial en su cambio de ritmo antes de un estribillo que marcó una época.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQncZ05e9Md55Opp-yujgSZ52oWzIUQBDAsC0udgSwd5zqq43V4tHiqt88tfXGUP-Ak_j1YnAeIRIFR9yBxUVGlj1_wcOXjG3GI9a7SzvpzjRF_CNeC19jx1OHE4pME7s3cUS-/s1600-h/americanspring4.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQncZ05e9Md55Opp-yujgSZ52oWzIUQBDAsC0udgSwd5zqq43V4tHiqt88tfXGUP-Ak_j1YnAeIRIFR9yBxUVGlj1_wcOXjG3GI9a7SzvpzjRF_CNeC19jx1OHE4pME7s3cUS-/s400/americanspring4.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5192491965512780562" border="0" /></a>El comienzo es fulgurante, pero el desarrollo todavía más. La caja wilsoniana de las sorpresas continúa asombrando, "Awake" recupera las raíces country envueltas en un teclado cristalino y una voz sencillamente perfecta, melancolía relajada y primaveral para adornar instantes reflexivos. "Sweet Mountain" parece una canción de <span style="font-style: italic;">Surf's Up</span>, por su tono entre infantil y oscuro, los arreglos aquí ya son puramente a lo Brian Wilson, como si su <span style="font-style: italic;">Smile</span> hubiera sido una realidad y un punto y aparte en la historia de la música. En "Everybody" el tono folk se aparta, porque de hecho esto es una versión de <span style="font-weight: bold;">Tommy Roe</span> interpretada por los Beach Boys con voces femeninas, no hay otra manera de explicarla. La sonrisa cómplice se nos va a despertar con "This Whole World", una de las joyas más brillantes de <span style="font-style: italic;">Sunflower</span>, cantada aquí con parsimonia y una delicada intimidad. Y atentos, una cumbre emocional: "Forever" de <span style="font-weight: bold;">Dennis Wilson</span>, que no suena tan derrotista y épica como cuando la cantaba el mismo Dennis en <span style="font-style: italic;">Sunflower</span>, sino incluso optimista y luminosa, pura cándidez wilsoniana. Las esencias de los chicos de la playa continúan reinando en "Good Time", que aparecería mucho más tarde en el disco "Love You" (1977), cantada por <span style="font-weight: bold;">Al Jardine</span>, pero aquí es otra pequeña obra maestra, una sinfonía de bolsillo para hacer los días felices, y otra muestra de la genial habilidad de Wilson para unir partes extravagantes en un sensacional todo.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTcBEWp8toZJ2aQmMIVKp5FjHx11bsjdzLR73YzwgXEDROtuwWLhSM8CMELhpyQEotil1KPmhN7FZAwPCIbBD7l5l1FacwbV4oWl8uEDQAB_lGgvktuEOl-jqdrXDQASSsqQiU/s1600-h/Americanspring5.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTcBEWp8toZJ2aQmMIVKp5FjHx11bsjdzLR73YzwgXEDROtuwWLhSM8CMELhpyQEotil1KPmhN7FZAwPCIbBD7l5l1FacwbV4oWl8uEDQAB_lGgvktuEOl-jqdrXDQASSsqQiU/s400/Americanspring5.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5192493391441922850" border="0" /></a>"Now That Everything's Been Said" es más pop, como todo en este disco, una versión de una canción olvidada de <span>Carole King</span> con su fugaz grupo <span style="font-weight: bold;">The City</span>, directa, centrada en ser pegadiza e inmediata, de efectos devastadores gracias a las preciosas voces con las que contaba Brian. Y "Down Home" se empeña aún más en la obsesión por Carole King, esta vez junto a su por entonces marido <span style="font-weight: bold;">Gerry Goffin</span>. Una delicada muestra de pop elegante con más desvaríos instrumentales y armonías vocales de pura estirpe <span style="font-style: italic;">Smile</span> (¿seguro que fue un disco frustrado?). Bonita, profunda y suave como el mar en calma. Y, por supuesto, mi favorita, "Shyin' Away", que concentra lo mejor que hizo nunca Brian Wilson, tres minutos de puro placer ya con el sonido folkie estratégicamente olvidado, una melodía ingeniosa, capaz de ilusionar, que ofrece todo lo que se le puede pedir al pop de altura. Incansable, inocente, mágica. Todo preparado para que sea imposible que no nos entreguemos al disco con "Fallin' In Love", otra de las canciones derrotadas de Dennis, cantada en susurros apagados con un envoltorio de pop de cámara que la hace insuperable. Más genialidades: "It's Like Heaven" y su estribillo entre campanas que avisan la llegada del paraíso. O la que acaba un disco de leyenda: "Had To Phone Ya", que es otra canción de molde <span style="font-style: italic;">Smile</span>, circular, imaginativa, con cierto tono onírico, quizá la más Brian Wilson de un disco ya de por sí definitivamente wilsoniano, y en todo caso la mejor manera de finalizar una obra maestra que elige entre diferentes trajes para al final quedarse siempre con el pop.<br /><br />Ante discos así es absurdo andarse con rodeos. <span style="font-style: italic;">American Spring</span> es una obra maestra con mayúsculas, uno de los discos más importantes del pop, un hito del que casi nadie se dio cuenta y que desmiente de nuevo la estupidez de que Brian Wilson es <span style="font-style: italic;">Pet Sounds</span> y poco más. Y además, un disco que plantea al menos dos interrogantes: ¿De verdad fue <span style="font-style: italic;">Smile</span> un disco fallido, las divagaciones estériles de un adicto a las drogas y a las tarrinas de helado? ¿Seguro que es sólo una de las leyendas que hacen más bonita la historia del pop sin añadirle peso verdadero? Y otro, en mi opinión más importante: ¿no está Brian Wilson definitivamente infravalorado?<br /><br />Podéis conseguir el disco aquí:<br /><br /><a href="http://rapidshare.com/files/109857625/American_Spring.zip.html"><span style="font-style: italic;">American Spring</span> (1972)</a><br /><br /><span style="font-size:85%;">Textos recomendados:<br />"<a href="http://otonocheyenne.blogspot.com/2007/02/american-spring-united-artists-1972.html">American Spring. Discos a recuperar</a>". Por Icheyenne, en </span><span style="font-style: italic;font-size:85%;" >Otoño Cheyenne</span><span style="font-size:85%;">. Reseña sobre el disco y sus circunstancias, en un fantástico blog.<br />"<a href="http://www.ultrasonica.info/index.php/ULTRASONICA-ARTICULOS-2006-AMERICAN-SPRING.html">American Spring, la primavera perdida de Brian Wilson</a>". Por Carlos Rego, en </span><span style="font-style: italic;font-size:85%;" >Ultrasónica</span><span style="font-size:85%;">. Historia del grupo de Marilyn y Diane Rovell desde que eran las Honeys.</span><br /><u><b><span lang="ES-MX"><span style=";font-family:Arial;font-size:85%;" ></span></span></b></u><br /><span style="font-weight: bold;">Escribir sobre este disco me ha llevado a idear un artículo sobre la gestación e influencia de </span><span style="font-style: italic; font-weight: bold;">Smile</span><span style="font-weight: bold;">, que presentaremos más adelante en el vinilo perdido. Y por supuesto, los artículos dedicados a Syd Barret empezarán la semana que viene. No venía mal antes un paréntesis, sobre todo si es con discos como éste.<br /><br /></span></div>Mr. Glassheadhttp://www.blogger.com/profile/13524226312743708105noreply@blogger.com16tag:blogger.com,1999:blog-32825938.post-62461304531890492892008-04-14T13:57:00.021+02:002008-11-13T19:58:52.951+01:00The Scruffs. El peregrinaje oculto de Stephen Burns<span style="font-weight: bold;">1. Los héroes de la juventud pop</span><br /><br /><div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvBr-6pk38TAqhMqrGhd2-rBj2_nXpRpgaUBZX1GyJvZy_Id5Obezu-nVnz_TgscZy01bcSygjwk1qwYzEQbmfEqYwU3IztLG8P9MPBlVWOk4io4IVxuh4dRHdGVSnk2Cz_YUG/s1600-h/Scruffs1.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvBr-6pk38TAqhMqrGhd2-rBj2_nXpRpgaUBZX1GyJvZy_Id5Obezu-nVnz_TgscZy01bcSygjwk1qwYzEQbmfEqYwU3IztLG8P9MPBlVWOk4io4IVxuh4dRHdGVSnk2Cz_YUG/s400/Scruffs1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5189070482056141970" border="0" /></a>Corre el año 1977. En Memphis, cierto grupo debutante, los <span style="font-weight: bold;">Scruffs</span>, sorprende con un disco pegadizo y lleno de hits que dignifica el power-pop como estilo y que se convierte desde su misma creación en un clásico de culto, <span style="font-style: italic;">Wanna' Meet The Scruffs?</span> El líder del grupo, <span style="font-weight: bold;">Stephen Burns</span>, da salida a su neurosis adolescente en canciones que hablan de inseguridades, de depresiones, de desengaños, con la fuerza de unos estribillos briosos y de unas guitarras sin complicaciones, y con un sonido altamente influenciado por el pop exiquisito de <span style="font-weight: bold;">Big Star</span> -también de Memphis- y por el vuelo sin motor de los <span style="font-weight: bold;">Byrds</span>. La peculiar voz de Burns, entre quebradiza, sensual y adictiva, da forma a canciones irresistibles como "Break The Ice", "Frozen Girls" o "I've Got A Way", estallidos anfetamínicos, hormonales, entusiastas, junto a momentos de introversión y melancolía en "My Mind", "I'm a Failure" o "Bedtime Stories". El resultado: un cóctel demoledor que se convierte en uno de esos momentos imprescindibles del pop, uno de los discos con más personalidad y carisma que se pueden escuchar, y también el hito con el que consiguieron pasar a la historia como un grupo de culto. ¿Pero era justo dejarlo aquí?<br /></div><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiS0WZE4AmFMQa45oqxi37Pwbqms57WzJ99FRJPucdAlMwy_1eSzlM83uA84VoD8r3k9VMYqeT4-aZVV5qsgM3LD5dOR59NrzcVZO5foX7Tsp1mggQ5VAeHvF9H0lGc3VD4BQOO/s1600-h/Scruffs2.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiS0WZE4AmFMQa45oqxi37Pwbqms57WzJ99FRJPucdAlMwy_1eSzlM83uA84VoD8r3k9VMYqeT4-aZVV5qsgM3LD5dOR59NrzcVZO5foX7Tsp1mggQ5VAeHvF9H0lGc3VD4BQOO/s400/Scruffs2.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5189071620222475426" border="0" /></a><div style="text-align: justify;">En absoluto. Y para probarlo no hace falta ir adelante, sino hacia atrás. <span style="font-style: italic;">Angst</span>, publicado en 1997, recoge las maquetas previas al disco, que los Scruffs (muchas veces Burns a solas en el estudio, encargándose de todos los instrumentos) grabaron entre 1974 y 1976, con mayoría de canciones inéditas. Una escucha detenida revela al menos material suficiente para otra obra maestra de la misma altura y espíritu que <span style="font-style: italic;">Wanna' Meet</span>, presentada en versiones desnudas con un sonido necesariamente primitivo. Por ejemplo, "Anything" es un lago de agua cristalina, un single perdido de los Byrds tocado como si estuvieran en los años sesenta, y "Number One" homenajea sin complejos a sus admirados Big Star, con una madurez sorprendente y una habilidad artesana abrumadora. La capacidad de Burns para las melodías de seda también queda patente en joyas como "I Remember", salida de un verano que ya queda atrás, y su excitante noción del power-pop se refleja en la fresca, desacomplejada "Those Girls". Su filiación a los postulados de <span style="font-weight: bold;">Chilton</span> y <span style="font-weight: bold;">Bell</span> queda clara en esa maravilla que es "So You Want To Be a Big Star", que de paso también sirve para explicar el sonido de <span style="font-weight: bold;">Teenage Fanclub</span>. Y para rematar el pastel, se incluyen primeras versiones de algunas de las leyendas que después aparecerían en <span style="font-style: italic;">Wanna' Meet</span> ("Tragedy" y "Revenge"). Posiblemente, el mejor disco de maquetas que se ha grabado nunca.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxoZTxTEepZ-0ebvBVWy-vxAfa6UD8Tw9hE7y32Gs00KSMDrAr9g-WTYt22locMjqHvc2Y20IqbXvUdcqdWLb4Mz4o5u7fkiIIBvY0_996PEgVMmggnlsRrQbisFWz-N1yOGsN/s1600-h/Scruffs3.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxoZTxTEepZ-0ebvBVWy-vxAfa6UD8Tw9hE7y32Gs00KSMDrAr9g-WTYt22locMjqHvc2Y20IqbXvUdcqdWLb4Mz4o5u7fkiIIBvY0_996PEgVMmggnlsRrQbisFWz-N1yOGsN/s400/Scruffs3.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5189072943072402610" border="0" /></a>Pese a su calidad, <span style="font-style: italic;">Wanna' Meet The Scruffs?</span> apenas obtuvo reconocimiento -ya ni digamos éxito comercial- y el grupo, desanimado, terminó separándose en 1981. Sin embargo, les había dado tiempo a grabar otro álbum en 1978: <span style="font-style: italic;">Teenage Gurls</span>. La inoperancia de la discográfica y la ruptura del grupo provocaron que este disco permaneciese inédito hasta 1998. Toda una lástima, teniendo en cuenta que <span style="font-style: italic;">Teenage Gurls</span> es una máquina de hits, un esfuerzo creativo de Burns para conseguir un disco compuesto exclusivamente a partir de poderosos singles, obviando por una vez esos momentos de dulce y exquisita melancolía acústica. De ser publicado cuando se grabó, muy posiblemente tampoco se le hubiera hecho demasiado caso, y a pesar de todo sabe mal que canciones como "At The Movies" -de las que marcan su desamparo a fondo-, "Edge of Disaster" o "Breakdown" -rescatada de las valiosas sesiones de <span style="font-style: italic;">Angst</span> y prima hermana del disco anterior- estuviesen durante años recluidas en un cajón. <span style="font-style: italic;">Teenage Gurls</span> puede verse como un disco de puro y ortodoxo power pop, en el que se pulen las cualidades más personales de Burns -apenas encontramos alguno de sus desiertos de desesperación adolescente- para ceñirse de una manera estándar al género, pero sin bajar el listón de calidad. En definitiva, su disco más canónico en un momento especialmente propicio para el estilo (<span style="font-weight: bold;">Nick Lowe</span>, <span style="font-weight: bold;">The Knack </span>y<span style="font-weight: bold;"> </span><span style="font-weight: bold;">Elvis Costello</span> también andaban por allí), y que hasta veinte años después no tendría su oportunidad.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">2. Empieza el peregrinaje. Stephen Burns, autor de vinilos perdidos</span><br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgz6n7_EBYgLyhVjIKbkmVnJpLUwjFrojr-NxVkse7QVo5v6-R5jl5FtKmrIvhFIyFegGTU-8erUDvjZ29IcRR5pHqPDqWC17HRaDrW-KGlSkb6TwgbTj32ykKXa8Gz9ajnyfyK/s1600-h/Scruffs4.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgz6n7_EBYgLyhVjIKbkmVnJpLUwjFrojr-NxVkse7QVo5v6-R5jl5FtKmrIvhFIyFegGTU-8erUDvjZ29IcRR5pHqPDqWC17HRaDrW-KGlSkb6TwgbTj32ykKXa8Gz9ajnyfyK/s400/Scruffs4.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5189073991044422850" border="0" /></a>El fracaso comercial, la dispersión del grupo y los vaivenes de la vida hacen que Burns abandone la publicación de discos. Aun así, es incapaz de parar de componer canciones y de acercarse de vez en cuando al estudio para grabarlas. Más adelante, empieza a dedicarse a los negocios, se casa y entonces deja incluso estas grabaciones. El testimonio de este paréntesis entre la ruptura de los Scruffs y el retiro de Burns del mundo de la música es <span style="font-style: italic;">Midtwon</span>, no publicado hasta 1998. Las canciones que recoge tienen un especial y excitante tono íntimo -nuevamente, la mayoría de las veces Burns estaba solo en el estudio-, un sonido muy próximo y casero, una cercanía que, unida a un innato talento para la melodía y los estribillos, hacen de <span style="font-style: italic;">Midtown</span> un disco cálido, muy intenso emocionalmente, como si pudiéramos ponernos en la piel de Burns grabando en sus ratos libres y sin demasiada esperanza de que todo aquello saliera a la luz alguna vez. Algo que respiramos ya desde la primera canción, "Things Are Green", tan sincera que derrite, una ráfaga de primavera y honestidad pura de un Burns que se aparta de la iglesia del power pop para acercarse cada vez más al pop de autor, pese a que los hits a lo Scruffs brotan como setas ("When Donna Romances" es deliciosa). "Obssession" parece un hito secreto del pop, Burns es un experto trenzando refinados estribillos de coros celestiales que aparecen en el momento justo. Y entre himnos eternos como "Swimming Pool" o instantes directamente arrebatadores ("Emotional Gravity": hecha para caer a sus pies y dejarse acariciar por ella; Alex Chilton del primer nivel y sueños de un verano no vividos), junto a píldoras energéticas de gancho afilado ("Looks Like Love Is Missing"), las canciones del disco van cayendo como un regalo personal que no podemos negarnos a nosotros mismos. Sin duda, y teniendo en cuenta el momento en que fueron grabadas, el álbum más entrañable y acogedor de los Scruffs.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqvgHgt5ssFnVHAmBKxw9FpXCIZABFDKbYJfXIgqOpYR0KiRjy-q9QkgbQD_nIlRfQVbxQWvgrbIB6PYTv585hXQwMFEz3oTAh2t4KkE-29pz1Ie_HD7Ry9GPtQXi7GWRtA8E4/s1600-h/Scruffs5.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqvgHgt5ssFnVHAmBKxw9FpXCIZABFDKbYJfXIgqOpYR0KiRjy-q9QkgbQD_nIlRfQVbxQWvgrbIB6PYTv585hXQwMFEz3oTAh2t4KkE-29pz1Ie_HD7Ry9GPtQXi7GWRtA8E4/s400/Scruffs5.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5189075249469840594" border="0" /></a>Sin embargo, el mundo de la música que no está de moda puede ser extremadamente cruel, y como ya hemos explicado, Burns dejó de grabar durante muchos años, tiempo en el cual <span style="font-style: italic;">Wanna' Meet</span> fue fermentando como clásico de culto, lo que hizo que algunas personas se preguntaran por el grupo que había grabado aquellas maravillosas canciones. En 1990 Burns se trasladó al sur de Francia, lugar que le inspiraría futuros temas, para regresar años después a Estados Unidos, en este caso a Nueva Orleans, donde siguió dedicándose a los negocios. Sus años de sequía terminaron con un suceso tajante: Burns sufrió en 1995 un infarto del peor tipo que estuvo a punto de causarle la muerte, pero del que salió bien librado tras una recuperación de seis meses. A partir de entonces, recobró el entusiasmo y la energía suficientes para grabar más discos.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">3. El vuelo libre de los Scruffs</span><br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLOBukDSWKusa1eRforr8bdws4_WIuM1j2L2T45947z0ZdaNGAvIOzTtpGUWoZHGCHfxd1MbvFSbww_xbnF4gDdcnnzNRV5g0okrm2ehUfUzag60QZddd8PQm58J2S2GyUMwTr/s1600-h/Scruffs6.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLOBukDSWKusa1eRforr8bdws4_WIuM1j2L2T45947z0ZdaNGAvIOzTtpGUWoZHGCHfxd1MbvFSbww_xbnF4gDdcnnzNRV5g0okrm2ehUfUzag60QZddd8PQm58J2S2GyUMwTr/s400/Scruffs6.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5189078260241915122" border="0" /></a>La resurrección de los Scruffs empieza con una decisión un tanto contradictoria: Burns graba sus nuevas canciones bajo el nombre de <span style="font-weight: bold;">Messenger 45</span>, y el disco, <span style="font-style: italic;">Signs & Symbols</span>, aparece en 1997. Concebido desde una sensibilidad mucho más acústica que los anteriores, como si hubiese querido llevar más allá su faceta reflexiva, sus exquisitas baladas en las que el tiempo se detiene, <span style="font-style: italic;">Signs & Symbols</span> es un disco introspectivo y con la melodía al servicio de la nostalgia y la languidez. La primera canción, "Signs & Symbols", es una pista de lo que vendrá después, los estribillos de siempre con un evoltorio entregado a los pensamientos en una casa junto al río, el frenetismo adolescente absorbido por una madurez que se detiene en el detalle y que transforma la neurosis en melancolía. En este sentido, "Cloudy Moon" es mi favorita, la característica balada a lo Burns que aquí es mejor que nunca, entre violines, la guitarra acústica que araña el alma y especialmente la voz dolida, de una intensidad muy humana, del propio Burns.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPj5ST_RhyphenhyphenwcmJAyM2FDRpxMD83-p4LzKfmXcn6_p4UcpIfqme5BXLFvA7dZFXD5LoM1puKEDN_HX_keEXCamswZqas0mNMi2RsvEmphuKfR8SRpjKbBX-K1yUA9yJ5dF8z-bX/s1600-h/scruffs7.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPj5ST_RhyphenhyphenwcmJAyM2FDRpxMD83-p4LzKfmXcn6_p4UcpIfqme5BXLFvA7dZFXD5LoM1puKEDN_HX_keEXCamswZqas0mNMi2RsvEmphuKfR8SRpjKbBX-K1yUA9yJ5dF8z-bX/s400/scruffs7.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5189079449947856130" border="0" /></a>Otro de los clásicos del disco es "Back From The Grave", una vuelta de la tumba de especial significado para su autor, más sencilla y desnuda imposible, la definitiva cara adulta del héroe juvenil. Por supuesto, los estribillos marca de la casa siempre están ahí y "The Ruin Of Me" quizá sea el mejor ejemplo, con un cierto regusto a <span style="font-weight: bold;">Roy Orbison</span> que deja un increíble sabor de boca, y tampoco falta el himno ajeno al paso del tiempo, la etérea y luminosa "Wild Skies". Mención aparte merece "Abiquiu", una sorprendente epopeya en la que una suave balada da lugar a una pesadilla de trompetas y guitarras hipnóticas mientras Burns canta desde otra dimensión. Fascinante. Además, el hecho de que esté al final del disco (antes de un breve reprise de "Signs & Symbols") da una golpe de efecto al conjunto y, si cabe, una mayor hondura.<br /><br />El regreso de Burns no sólo comportó un gran disco que se apartaba de lo que había hecho hasta entonces, sino también la reedición de las maquetas previas a <span style="font-style: italic;">Wanna' Meet</span>, de <span style="font-style: italic;">Teenage Gurls</span> y de todo el material recogido en <span style="font-style: italic;">Midtown</span>. Por otro lado, Burns, consciente de que los Scruffs no eran una época ya pasada, sino que en realidad tenían que ver con su propio desarrollo creativo, se arrepintió de haber cambiado de nombre para este disco y ya está pensando en reeditarlo como <span style="font-style: italic;">Back From The Grave</span> y ponerlo, esta vez sí, a nombre de los Scruffs.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">4. La encrucijada escocesa</span><br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzxXmqtoqCjGr7ElibaMAqUG1ukMcsbasspHvEyTXmT1Jov5nh8y8ZRHlbsFY5c1Rw9xsljh4_dvVIixosEhBQsNVbYimTsOceGxdrzAe_XhfZiljjSVn3uMTz5JNgS5LKCRHf/s1600-h/Scruffs8.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzxXmqtoqCjGr7ElibaMAqUG1ukMcsbasspHvEyTXmT1Jov5nh8y8ZRHlbsFY5c1Rw9xsljh4_dvVIixosEhBQsNVbYimTsOceGxdrzAe_XhfZiljjSVn3uMTz5JNgS5LKCRHf/s400/Scruffs8.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5189080304646348050" border="0" /></a>Después de <span style="font-style: italic;">Signs & Symbols</span>, Burns tomó buena nota del consejo de Alex Chilton de visitar Escocia. Y allí se encontró con una pléyade de grupos de abierta sensibilidad pop, tales como Teenage Fanclub y <span style="font-weight: bold;">Belle and Sebastian</span>, que además también partían de una completa admiración hacia Big Star, los Byrds y los <span style="font-weight: bold;">Beatles</span>, y que le influyeron a la hora de depurar su sonido y de acentuar sus matices sesenteros. Con <span style="font-weight: bold;">Francis McDonald</span> de Teenage Fanclub a la batería, y la ayuda de <span style="font-weight: bold;">Norman Blake</span> en algunas guitarras, el disco resultante, <span style="font-style: italic;">Love</span> (2001), suena extremadamente limpio y escocés. Las guitarras transparentes, los coros nítidos y las melodías de pop gran reserva hacen que éste sea su disco más "contemporáneo" y accesible.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEix_xzChuwYuaabhsHOlyy5RbiK7VEqp4dGY6CNu2uZlcC0MLgbYk7Hq10UxF5dQvN6tg-wxl39Z2T9sxV1WKifgqf1eqYGaItmz-Z9a-fn5CY8n1D7yVUqwSyO42eZa0YZss/s1600-h/Scruffs8.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEix_xzChuwYuaabhsHOlyy5RbiK7VEqp4dGY6CNu2uZlcC0MLgbYk7Hq10UxF5dQvN6tg-wxl39Z2T9sxV1WKifgqf1eqYGaItmz-Z9a-fn5CY8n1D7yVUqwSyO42eZa0YZss/s400/Scruffs8.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5189081966798691618" border="0" /></a>El estilo de Burns es inconfundible, pero la transparencia de su producción hace que se resalten de manera más clara sus influencias y que por eso, curiosamente, recuerde mucho a Teenage Fanclub, que beben de los mismos sonidos. <span style="font-style: italic;">Love</span> es una preciosa obra maestra, no hay otra manera de definirlo, un ramillete de hits del que incomprensiblemente apenas se habló. "You Can't See Your Way For Clear" es un trallazo demoledor, un clásico de los sesenta ya llegado el nuevo milenio, una síntesis de influencias claramente Byrds (parece de hecho un single suyo), Big Star y Teenage Fanclub: todos siguen el mismo camino. Y en "Your Heart", Burns conjura un hechizo para encontrarse con su yo de los años setenta, porque esta canción podría estar perfectamente en <span style="font-style: italic;">Wanna' Meet</span>, viene de ahí, se perdió en la mente de Burns y la recuperó del fondo de un sueño. Encontramos muchas más guindas, entre ellas es imprescindible citar "A Girl Can Make You Cry", una de mis favoritas, llena de una tristeza infecciosa con un sutil aroma de steel guitar que la hace mucho más original. Pero sigamos, "We Will Not Speak Of Love" es maravillosa, suena como cuando Teenage Fanclub se ponen muy escoses (instrumentos del folklore incluidos), entre canción tradicional y single de pop. "Canyon Girls" es paradigma del pop elegante y clasicista, y "I Will Be The Lonely One" nos muestra uno de esos instantes de pensamientos angustiosos entre violines y hermosas melodías, algo en lo que Burns es maestro.<br /><br />La encrucijada escocesa, la unión de los postulados de la casta Scruffs con las enseñanzas de Teenage Fanclub, dio como resultado un disco enorme, apasionado y apasionante. Burns daba un paso más en su propia leyenda y alcanzaba finalmente la perfección de su sonido primigenio con otra espléndida colección de canciones. Por eso mismo, era necesario ir más allá y sin perder su esencia, ampliar el abanico de colores. Enseguida veremos cuál fue el camino que eligió para renovar la sabia Scruffs.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">5. </span><span style="font-style: italic; font-weight: bold;">Swingin' Singles</span><span style="font-weight: bold;">. Escuchando discos de los Zombies</span><br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEia65epw_bffnpOvLS0rN1vRJv2UvtUyMlWiCuzNaLteNctiwD6MQIuztnpVrq2i9vhPPEGyZdgulUr3UKVDheQR_U_BfkJG-ixXxQM6OEb2I3a3edJ5J8RanStYlXjBZpFinbL/s1600-h/Scruffs9.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEia65epw_bffnpOvLS0rN1vRJv2UvtUyMlWiCuzNaLteNctiwD6MQIuztnpVrq2i9vhPPEGyZdgulUr3UKVDheQR_U_BfkJG-ixXxQM6OEb2I3a3edJ5J8RanStYlXjBZpFinbL/s400/Scruffs9.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5189082417770257714" border="0" /></a>Con la residencia fijada en Glasgow, el itinerante Burns plantea un disco en el que mantiene los parámetros musicales de hasta entonces pero también añade una mayor sofisticación. Y para ello recoge influencias de lo mejor del pop de cámara, fijándose en grupos como <span style="font-weight: bold;">Left Banke</span>, los <span style="font-weight: bold;">Zombies</span> o <span style="font-weight: bold;">Billy Nichols</span>, pero por ahora de manera un tanto contenida. <span style="font-style: italic;">Swingin' Singles</span> (2003) es un disco a medio camino entre su huella Scruffs clásica y una vertiente refinada y virtuosa en términos compositivos. Todavía hay hits con su sello inconfundible, la muestra más potente es "World's Most Negative Guy", qué apropiado el título para una canción entrañable y suave como la seda a pesar de su potencia guitarrera, pero también "Lovin' & Lyin' Game", que gustará sin remedio a los fanáticos de <span style="font-style: italic;">Wanna' Meet</span>. La furia sigue extendiéndose en "Sugar", pura rabia pop, las baladas sentidas tienen su pedazo de la tarta en "You Are Wrong (I Am Right)", y hay claros ecos de <span style="font-weight: bold;">McCartney</span>, <span style="font-weight: bold;">Pete Dello</span> y hasta de Nick Lowe en la despertadora de sentimientos fraternales "L.A. Snow". Sin perder de vista, por supuesto, una estupenda canción que parece fruto de la influencia de Teenage Fanclub, "Yesterday Girl Gone", coros sublimes, melodías remozadas de los mejores momentos de <span style="font-style: italic;">Wanna' Meet</span> y nosotros con la boca abierta.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiuYOrVOWyK2jfGkhcRZ-7x7qTxIS7hUYgiG3x67CDrMMU5qZQRar4cEPPjflj3fEhRjW5txSfAuLnHk_fCBeK6MUamGD3m3CLU-9klsYAy91KnumFnb_nxAd_Yge6FXysOyQjL/s1600-h/Scruffs10.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiuYOrVOWyK2jfGkhcRZ-7x7qTxIS7hUYgiG3x67CDrMMU5qZQRar4cEPPjflj3fEhRjW5txSfAuLnHk_fCBeK6MUamGD3m3CLU-9klsYAy91KnumFnb_nxAd_Yge6FXysOyQjL/s400/Scruffs10.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5189084668333120834" border="0" /></a>Pero claro, <span style="font-style: italic;">Swingin' Singles</span> es mucho más que esto, gracias a su explosiva e imaginativa vertiente pop que ya aparece de forma arrolladora con "Carey", un single que podrían haber grabado los <span style="font-weight: bold;">Move</span> de "Blackberry Way", o los expertos manejadores de azúcar en dosis adecuadas que fueron <span style="font-weight: bold;">Tommy James & The Shondells</span>. Más pruebas de esta nueva percepción del pop son la embriagadora "Stars", que cae como la nieve, una postal en mil dimensiones para acariciarnos los sentidos, y también "Will I Love You?", que comienza con su cálido manto de violines para acercarse a la gloriosa desfachatez de <span style="font-weight: bold;">Del Shannon</span> en sus discos psicodélicos de finales de los sesenta.<br /><br />Así pues, guitarras, power pop y estribillos guerrilleros y también arreglos de cuerda, contemplación y melodías talladas al espíritu. <span style="font-style: italic;">Swingin' Singles</span> ofrece mucho y muy bueno, y además es la puerta de entrada a la siguiente bravuconada de un Burns dispuesto a dar otra vuelta de tuerca sin traicionarse a sí mismo. La incógnita se despejó en el 2006, en su disco más conocido aparte de <span style="font-style: italic;">Wanna' Meet</span> y también el último hasta la fecha.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">6. El <span style="font-style: italic;">Sgt. Pepper</span> de los Scruffs</span><br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgV7q-FC_Dj0eUd4WYXwlSpdvDU4zNGTH9FT4bnRh-KEZtz6hNntcUB7q2Fcs6gKgSIalA7yhN0yo5lWXq0FZYNxFQOX7EcoLZw9KshxSEwe_GkO7RUp5nv-G894ndBgNlUDQKZ/s1600-h/Scruffs11.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgV7q-FC_Dj0eUd4WYXwlSpdvDU4zNGTH9FT4bnRh-KEZtz6hNntcUB7q2Fcs6gKgSIalA7yhN0yo5lWXq0FZYNxFQOX7EcoLZw9KshxSEwe_GkO7RUp5nv-G894ndBgNlUDQKZ/s400/Scruffs11.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5189085664765533522" border="0" /></a>No hay mejor manera de definirlo. En <span style="font-style: italic;">Pop Manifesto</span>, maravilloso título para uno de los francotiradores más certeros y desconocidos del pop desde los años setenta, Burns echa el resto y se rinde por completo a esa zona de arreglos delicados y envoltorios orquestales en la que ya había entrado fugazmente en anteriores discos. <span style="font-style: italic;">Pop Manifesto</span> es el disco más cuidado y delicado de los Scruffs, una obra que opta claramente por seguir la estela de aquellos titanes que en los sesenta ofrecieron al pop toda una serie de momentos inolvidables: <span style="font-style: italic;">Pet Sounds</span> de los <span style="font-weight: bold;">Beach Boys</span>; <span style="font-style: italic;">Walk Away Renee/Pretty Ballerina</span> de <span style="font-weight: bold;">Left Banke</span>; el mundo de sensaciones íntimas de Pete Dello y <span style="font-weight: bold;">Honeybus</span>; celofanes, trompetas, cuerdas, todo se pone al servicio de uno de los discos más importantes de la década.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPq5MRZmHxM5PgvG2ZXfR_yN3gRD6YPw7kE86ZQVK3TDEswYVUo4v4tasOvCW6RTBDTjOIABkwwaVnmw0G873W9YtGwfy8xfw8EiSPzLH5BjHf3fZ238FD4IKK5ItWWHsRWx5w/s1600-h/Scruffs12.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPq5MRZmHxM5PgvG2ZXfR_yN3gRD6YPw7kE86ZQVK3TDEswYVUo4v4tasOvCW6RTBDTjOIABkwwaVnmw0G873W9YtGwfy8xfw8EiSPzLH5BjHf3fZ238FD4IKK5ItWWHsRWx5w/s400/Scruffs12.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5189087253903433058" border="0" /></a>"There's A Girl I Know" empieza el disco sin complejos, apelando a la fuerza destructora del muro de sonido de <span style="font-weight: bold;">Phil Spector</span> para entregarnos un lingote de oro, la voz de Burns surcando múltiples brillos sonoros y adaptándose a ellos con una naturalidad pasmosa. Seguimos volando en lo más alto gracias a "Swann", sus teclados cristalinos y su hábil inmediatez de estribillo magnético. Siempre llega el momento en el que Burns abre su pecho y se muestra indefenso, aquí es "Don't You Got There", con un ligero tono country que hace más emocionales todavía sus confesiones. Los Byrds reaparecen en la pluscuamperfecta "3 Girls", doce cuerdas tejiendo preciosas melodías entre armonías vocales. Por supuesto que hay más, "September's Lost" es el hit más claro, pop de autor en la cima, melodías rodeadas por sensuales arreglos de cuerda y de viento. Impresionante, pero ojo a la delicadeza de "Karrie Anne" (¿seguro que no es un descarte del <span style="font-style: italic;">Odessey & Oracle?</span>) o al ineludible brote Scruffs de "Situation Critical". Los sesenta florecen desde el pasado en plena gloria con "The Test" y sus coros a la yugular, al igual que en la optimista y luminosa "Stay Shelilah" o el tono de folklore medieval de "Your Eyes Shine" (otra de las señas de identidad del pop de cámara). Y atentos también a la magnífica y ensoñadora "Be A Dream", una recreación del <span style="font-weight: bold;">Lennon</span> de los primeros setenta que grababa singles increíbles con Spector.<br /><br /><span style="font-style: italic;">Pop Manifesto</span> es una obra rotunda, en estos momentos la última pieza en el puzzle de uno de los talentos ocultos del pop clásico, la evolución natural de un devoto de las melodías sin artificios y de las canciones en estado puro. Una colección de composiciones vestidas de gala para ser más bonitas que nunca. Su repercusión fue algo superior a la de sus anteriores discos, pero igualmente se mantuvo a años luz de lo que merecía. La historia de la vida artística de Stephen Burns.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">7. La constancia del creador</span><br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguuQU0fzOkfwXawjYrPAEnTIfOYrzYhvHJHi5FFNYjMbqIaQ9rjAiv_RcLn2dyC5Yk7Om4u-dLgQ1kOorVkCepVNkQO1UPyJCJN2jRLFeTYYEgxVHvPHXY9iRprIJ-4sGzbRo3/s1600-h/Scruffs13.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguuQU0fzOkfwXawjYrPAEnTIfOYrzYhvHJHi5FFNYjMbqIaQ9rjAiv_RcLn2dyC5Yk7Om4u-dLgQ1kOorVkCepVNkQO1UPyJCJN2jRLFeTYYEgxVHvPHXY9iRprIJ-4sGzbRo3/s400/Scruffs13.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5189088739962117490" border="0" /></a>Si hay algo inseparable de la carrera de Stephen Burns es su necesidad de estar componiendo constantemente, de grabar canciones al margen de las modas imperantes o de los sonidos del momento. De figura mítica del power pop oscuro de los setenta, a autor desconocido con una sólida carrera a sus espaldas, es necesario reivindicar todos y cada uno de sus discos y señalarlo como uno de los músicos más destacados de los últimos treinta años. Un autor que ha evolucionado desde los comienzos urgentes de <span style="font-style: italic;">Wanna' Meet</span> hasta el clasicismo de <span style="font-style: italic;">Pop Manifesto</span>, dejando por el camino algunas de las mejores canciones que se han compuesto nunca.<br /><br />Al parecer, en su nuevo disco volverá a depurar las formas y a entregar un pop más directo. Eso sí, sin traicionar jamás su voluntad de regalarnos canciones hermosas, profundas y adictivas y de revivir el espíritu de virgen inocencia que abrazó los años sesenta.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">Descargad aquí un recopilatorio que repasa la carrera de Stephen Burns al frente de los Scruffs:</span><br /><br /><a href="http://www.megaupload.com/es/?d=6HY63R9L">The Scruffs. A Stephen Burns' Story</a><br /><br />Los discos de los Scruffs todavía no han sido editados en España. Podéis saber cómo conseguirlos en la página oficial de los Scruffs, donde también es posible escucharlos y leer todo tipo de informaciones:<br /><br /><a href="http://www.thescruffs.com/">Wanna' Meet The Scruffs? Página oficial de los Scruffs</a><br /><br /><div style="text-align: justify;"><span style="font-weight: bold;">Debo infinitos agradecimientos a Alicia, que me descubrió la discografía "oculta" de los Scruffs y que me ha ofrecido todo el material y ayuda necesarios para escribir este artículo. Y también, por supuesto, a Stephen Burns, quien muy amablemente accedió a colgar un recopilatorio con una selección de sus canciones para que podáis escucharlas.<br /><br /></span></div></div>Mr. Glassheadhttp://www.blogger.com/profile/13524226312743708105noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-32825938.post-32422432894045767872008-04-07T20:45:00.025+02:002008-11-13T19:59:02.734+01:00Martin Newell, el genial secundario de Wivenhoe<span style="font-weight: bold;">Por Manolo Martos</span><br /><br /><br /><div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtxpEHJ_TuhM2m2ah9snPBpiMGJFa1K9hEaozL4zjpDon32VRjS8yG6eJnIXBawVpS2Kt42WNI0oYzu3UaKhgiMja9RGxxtx0GIJ8lzFWID9ZKDbB6u48n4kB9U5prYz5xOwvY/s1600-h/Martin.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtxpEHJ_TuhM2m2ah9snPBpiMGJFa1K9hEaozL4zjpDon32VRjS8yG6eJnIXBawVpS2Kt42WNI0oYzu3UaKhgiMja9RGxxtx0GIJ8lzFWID9ZKDbB6u48n4kB9U5prYz5xOwvY/s400/Martin.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5186610213483449762" border="0" /></a>Levantemos nuestras jarras en honor de aquellos que logran mantener el pop en las regiones de la verdad, evitando su olvido por culpa de los protagonistas egocéntricos y absolutos de La Gran Historia Oficial del Rock. Volvamos a levantarlas, pero sin triunfalismos; sonriendo con una leve sombra de cólera, pero sin malevolencia, en honor a uno de esos personajes de fondo, desenfocados, que a pesar de su condición subalterna se han vuelto imprescindibles en el afecto de bastantes seguidores de las melodías pop sinceras, humildes y entonadas.<br /></div><div style="text-align: justify;"><br />Se trata de <span style="font-weight: bold;">Martin Newell</span>, el llamado bardo de Wivenhoe, encargado de trasmitir las historias, leyendas y poemas de su tierra; ejemplificando durante todos estos años esa cualidad de ser el excéntrico almacén de toda la esencia pop inglesa heredada de los <span style="font-weight: bold;">Beatles</span>, <span style="font-weight: bold;">Kinks</span>, <span style="font-weight: bold;">Syd Barret</span>… ya saben. “Pop tradicional inglés como solía hacerse en los sesenta”, dice, con los valores-guía de buenas canciones hechas espontáneamente, sin estar sobreproducidas, y con letras llenas de modestas viñetas de todas esas pequeñas cosas de la vida británica que son salvables y que están desapareciendo, cada vez más rápidamente: la cortesía, la campiña y la vida rural , el cambio de las estaciones… Lecciones regocijantes que resumen la visión de un mundo potenciada, además, con su labor como poeta y esa costumbre de vestir de modo dickensiano (¿no recordamos a <span style="font-weight: bold;">Dickens</span> mejor por sus personajes secundarios? ¿No es acaso el criado <span style="font-weight: bold;">Sam Weller</span> el que logra mantener el interés durante la lectura de <span style="font-style: italic;">Los papeles del Club Pickwick</span>?), con lo que tenemos una especie de reliquia de atmósfera victoriana. Como un agradable olorcillo de ostras y cerveza negra… añadiéndole otro de sidra casera y marihuana, para rebajar un posible clasicismo encorsetado. Sobre todo en los primeras tiempos de la carrera de este ilustre excéntrico no egocéntrico.<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold;">“Debo de haber sido el único tipo del mundo en unirse a una banda para escapar de las drogas”</span><br /></div><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjW9MXviaemzccclxSMU5wkz2NXQJ5rNsPemVHTRwuPSI_5NbEYeNg4lZvLexnHfSYV-4wKXnH4DKhQg3fQ11WqiUvLmXEZaxj1p1U5IzXWIRSKiAh-76dk85Yf40k8NpDnYMLL/s1600-h/newell1.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjW9MXviaemzccclxSMU5wkz2NXQJ5rNsPemVHTRwuPSI_5NbEYeNg4lZvLexnHfSYV-4wKXnH4DKhQg3fQ11WqiUvLmXEZaxj1p1U5IzXWIRSKiAh-76dk85Yf40k8NpDnYMLL/s400/newell1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5186610385282141618" border="0" /></a>Colchester -noreste de Essex-, sobre 1973, y con veinte años recién cumplidos. Sus comienzos musicales fueron producto de su tiempo: <span style="font-weight: bold;">The Mighty Plod</span>, una banda glam rock. “Éramos la respuesta a <span style="font-weight: bold;">The Sweet</span>, en caso de que The Sweet fuese una pregunta”. Al mismo tiempo, formaba parte de una generación demasiado joven ya para ser hippies y que sentía que se había perdido el norte viendo a músicos ingleses con largas barbas que hacían largos discos de rock progresivo o que pretendían sonar como los <span style="font-weight: bold;">Eagles</span>. La leyenda cuenta que, finiquitada la aventura con The Mighty Plod, llegó a flirtear con aquellos <span style="font-weight: bold;">London SS</span> que fueron la semilla punk de la que germinarían <span style="font-weight: bold;">The Damned</span>, <span style="font-weight: bold;">Generation X</span> o <span style="font-weight: bold;">The Clash</span>. Respondió al anuncio en el que pedían un cantante “verdaderamente salvaje”, pero no llegó a ir a la audición.<br /><br />Él dice que su introducción a la fama fue “Young Jobless”, el single que hizo para Liberty en 1980. Lo ponían en Radio One, y él lo escuchaba mientras fregaba platos en un restaurante. Ya vivía en Wivenhoe, cerca de Colchester, y llegó a tomar notoriedad por culpa de algún periódico que, a causa de la letra, quiso convertir a nuestro Martin en un recluso drogata y paranoico. “Muy importante, porque eso fue lo que me impulsó a formar The Cleaners From Venus”.<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold;">Canciones a cambio de bolsitas de té</span><br /></div><br />Era 1981, y estaba determinado a hacer canciones pop directas, con malas o buenas letras, pero siempre música pop instantánea: “Bonitas melodías con algún toque psicodélico a las guitarras. En realidad era muy ingenuo: me gustaban los Beatles, los <span style="font-weight: bold;">Monkees</span>… ese tipo de cosas. Para qué complicarlo con otros aspectos intelectuales o técnicos”.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZmYKWkY-uaxTVs286Dhx864E32RIhn8RjbKxsTy03BWfv0zyH8a75HAEtpI-2m00DnW0rXr2rAyQmvDv-xNxEUGRSHvNNKAfIqzXflSfN1eYHeKWdGBtOqDeajm6L6GWW-txi/s1600-h/newell2.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZmYKWkY-uaxTVs286Dhx864E32RIhn8RjbKxsTy03BWfv0zyH8a75HAEtpI-2m00DnW0rXr2rAyQmvDv-xNxEUGRSHvNNKAfIqzXflSfN1eYHeKWdGBtOqDeajm6L6GWW-txi/s400/newell2.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5186611029527236034" border="0" /></a>Se compró un portaestudio TEAC 144 (“<span style="font-weight: bold;">Andy Partridge</span>, <span style="font-weight: bold;">Captain Sensible</span> de The Damned… todos teníamos el mismo”), y junto a <span style="font-weight: bold;">Lawrence –Lol- Smith</span> (el que secaba los platos en aquel restaurante), comenzó con la aventura de los <span style="font-weight: bold;">Cleaners From Venus</span>, distribuyendo lo que grababan en cintas. “Fuimos los inventores de la cassette underground”. Estaban dispuestos a no comulgar con el sistema impuesto. Culpa del amigo Lol, muy metido en cuestiones alternativas (alguien “absolutamente sin ninguna disciplina, pero brillante y divertido”), que seguro le pasaba tratados anarquistas entre platos y cucharillas. Fueron unos comienzos llenos de pensamientos ingenuos y subversivos. “Si nosotros queríamos hacer música, y al parecer había gente que quería escucharla, la cuestión estaba en cómo sacarla de nuestros corazones y, a través de los dedos, meterla en los oídos de la gente sin que interfiriera toda esa plétora de parásitos de la industria. Aquel eslogan de <span style="font-weight: bold;">Lennon</span>: “¿Y si hubiera una guerra y nadie fuera?” Pues eso: ¿y si nadie firmara con las compañías de discos?” Y comenzaron a distribuir su música por correo, a cambio de… “Yo qué sé… alimentos no perecederos, ¡cualquier cosa! Pero cuando vimos que no podíamos costearnos los gastos de correo con bolsitas de té, intentamos entonces vender las cintas lo más barato que pudimos. Fuimos pobres pero felices”.<br /><br />Los fanzines hicieron su bendito trabajo (especial mención para <span style="font-weight: bold;">Joachim Reinbold</span>, quien al frente de Jarmusic ha distribuido durante todos estos años el material de Martin Newell, cuidando de que siga habiendo vinilo en sus discos), y la cinta que hacía la número cinco (<span style="font-style: italic;">Under Wartime Conditions</span>) se convirtió en el primer álbum de los Cleaners, editado en Alemania por Modell en 1985.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSWIW4frv894anCZ_q5mHMnNq_cGGnauhat8_Mh4carAqvxaWxkLYoCYjmcZO6Fx3mwzKoY1VYDI09MIgvGNr3ejmTVVgINGj8AqZYAUe4GWxWx4EPjO6awUdBKYJx99PdQ4SU/s1600-h/newell3.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSWIW4frv894anCZ_q5mHMnNq_cGGnauhat8_Mh4carAqvxaWxkLYoCYjmcZO6Fx3mwzKoY1VYDI09MIgvGNr3ejmTVVgINGj8AqZYAUe4GWxWx4EPjO6awUdBKYJx99PdQ4SU/s400/newell3.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5186611583578017234" border="0" /></a><span style="font-style: italic;">Going To England</span> (Amunnition, 1987) fue el siguiente, ya en Inglaterra. En él está “Living With Victoria Grey”, una de esas canciones de las que cuesta evitar pensar que se trata de su composición más memorable. No olvidemos tampoco otras notables canciones del repertorio Cleaners incluidas en este álbum, como “Girl On A Swing”, “Mercury Girl” o “Illya Kuryakin Looked At Me”. Llegaron a vender unas 10.000 copias, y hasta el nombre apareció en un crucigrama de <span style="font-style: italic;">Sounds</span> por navidades. Por entonces Martin ya contaba con la ayuda de <span style="font-weight: bold;">Giles Smith</span> a los teclados (otro de los compinches en su carrera musical, como lo fueron Lol Smith, Captain Sensible o el siguiente, <span style="font-weight: bold;">Nelson</span>).<br /><br /><span style="font-style: italic;">Town and Country</span> (Ammunition, 1988) fue el tercer y final álbum de los Cleaners (ya sin Lol, y en el que destaca “Felicity”, compuesta por Giles Smith), con lo que la aventura da un total de siete años, ocho cassettes y tres álbumes, resumida en un par de recopilatorios sacados por Tangerine Records, aquel sello de reediciones tan especial que logró propagar a principios de los noventa precisamente ese particular aroma tan inglés del que Martin Newell es tan culpable. Un sello que bien merecería una cariñoso recuerdo (<span style="font-weight: bold;">Paul Bevoir</span> y sus <span style="font-weight: bold;">Jet Set</span>; <span style="font-weight: bold;">Squire!</span>; <span style="font-weight: bold;">Direct Hits</span>…).<br /><br />Esos recopilatorios (<span style="font-style: italic;">Golden Cleaners</span> y <span style="font-style: italic;">Back From The Cleaners</span>) recogen su más sustancioso talento pop, dejando aparte sonidos rudimentarios y espontáneos de gran significado para él, porque “es en las cintas donde se encuentra el verdadero espíritu, pues una vez firmado con las compañías de discos, enseguida te ponían ingenieros y músicos para parar todo aquel sinsentido. Pensábamos que la música debía hacerse instantáneamente. No creíamos en la laboriosidad y el refinamiento de los artesanos. El desorden era mucho más divertido. Sigo adorando la imperfección, el sonido barato. Es lo que evita a los profesionales y a los tecnócratas. Siempre prefiero pensar: “¡Anda! ¿Ya es la hora? ¿Quién se apunta a una cerveza?”. He aquí el espíritu de Sam Weller, el personaje que ejemplificó el incesante torrente de sinsentidos llenos de cordura. Volvamos a levantar esas jarras en honor de aquellos secundarios que supieron hacer de ello un ideal de vida buena.<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold;">Del problema de ni siquiera saber cómo ser corrupto, de la vida rural y de cómo conocer Inglaterra en bici.</span> </div><br />Demasiada presión, demasiada profesionalidad para el gusto de Martin en los últimos tiempos de los Cleaners: “Todo el mundo veía oportunidades para hacer dinero, carrera, ambiciones, y yo nunca estaba hambriento por el dinero. Me gustaba la atención, claro; las entrevistas, conocer a gente… El problema es que soy un inocentón, y cuando los demás me empujan demasiado, lo dejo y me voy”.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRBl8_XjJ2-JFBY0ODjNKvrbKyVyIfXsB6Og6QKXAMUODi8GEiPgC036doSQ5TU4oZJbhCIffMTUt0yW198bz0BpKDVWZgifBu9qOCfhftJsQU8vMgVnxLgHryL6_OeLdbL-pM/s1600-h/newell4.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRBl8_XjJ2-JFBY0ODjNKvrbKyVyIfXsB6Og6QKXAMUODi8GEiPgC036doSQ5TU4oZJbhCIffMTUt0yW198bz0BpKDVWZgifBu9qOCfhftJsQU8vMgVnxLgHryL6_OeLdbL-pM/s400/newell4.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5186613177010884082" border="0" /></a><span style="font-weight: bold;">The Brotherhood Of Lizards</span> fue el intento de regresar al espíritu de los Cleaners. Él suele comparar toda aquella época con un barco, y los Cleaners fueron “la balsa con un par de calzoncillos por bandera” con la que él y Lol navegaron hacia las profundidades del negocio musical. Para los dos últimos álbumes, cuando Giles entró, la balsa se convirtió en una especie de goleta más pulida en la que ya ondeaban unos pantalones con remiendos, “pero a mí no me gustaba ser tan pulido, así que quise regresar sobre un bote, remando con Nelson.” Nelson es su amigo <span style="font-weight: bold;">Peter Nice</span>, que empezó como bajista en los últimos tiempos de los Cleaners y acabó siéndolo de los mucho más famosos <span style="font-weight: bold;">New Model Army</span>. Sigue viviendo en Colchester, colaborando con Martin y, Dios los bendiga, saliendo en bici con él.<br /><br />Así pues, Martin Newell había decidido acabar con los Cleaners From Venus, y Nelson se quedó con él. Músicos callejeros y pobres, pero allí estaba el Capitán Sensible para prestarles una grabadora y conseguir que su música se siguiera escuchando gracias a que <span style="font-weight: bold;">Andy McQueen</span> les ofreció la oportunidad de grabar un elepé en su sello Deltic, “Sin que costara mucho, nada opulento”. Y con sesiones a las que iban en bici y en las que grababan entre gallinas, conejos y gatos, finalizadas con la cerveza que hacía en casa o yendo al pub, terminaron <span style="font-style: italic;">Lizardland</span> en el verano de 1987. Venititrés libras costó. Así lo cuenta en las notas del álbum, tomando la costumbre de dejar en cada disco suyo una serie de comentarios de tanto agrado para sus fans como la música que contiene.<br /><br />-“Y ahora supongo que no habrá oportunidad de hacer alguna gira, ¿no?” les dijo Andy McQueen, al finalizar el disco.<br />-“Pues sí, pero va a ser en bicicleta”, replicaron.<br /><br />Aquella gira fue famosa (“La mejor que he hecho en mi vida”), y tuvo su eco en los medios gracias a la corriente de conciencia ecológica a favor; aunque siempre, por mucho que cambiaran de dirección, se encontraban con el aire en contra. Es la eterna ley que sufrimos los ciclistas.<br /><br />Hasta que llegó el día de 1990 en que los New Model Army necesitaban a un bajista y alguien se acordó de que Nelson era un buen bajista y EMI le ofreció el puesto. “Íbamos pedaleando por los llanos de Salisbury, en silencio. Llegó un momento en el que le dije: 'Nelson, tienes que cogerlo, sabes…'. Unas cuantas millas más en silencio, hasta que murmuró: 'Sí, supongo'”.<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold;">“Cuando el mundo corre ya demasiado deprisa, me dedico a la jardinería”</span><br /></div><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIEuyZL9vSPZTnUUOThp9v6TedHqQju5CdTJPkL8uMRNca8JcZjxuWQjy2KvAheCa5DMGYkTJnvTbleAa3O-VZ7xWIw7Fwl3-xyP7rw-eL79CkWF7DpBJUfmGBD_vIECfqz7NW/s1600-h/newell5.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIEuyZL9vSPZTnUUOThp9v6TedHqQju5CdTJPkL8uMRNca8JcZjxuWQjy2KvAheCa5DMGYkTJnvTbleAa3O-VZ7xWIw7Fwl3-xyP7rw-eL79CkWF7DpBJUfmGBD_vIECfqz7NW/s400/newell5.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5186615277249891842" border="0" /></a>Fue el final de otra bonita aventura. No podía seguir, puesto que Nelson lo había dejado todo para irse con él, tras los Cleaners. No, no merecía ser reemplazado por alguien. Así que Martin se dedicó a escribir, cansado de la música, decidido a vivir en la pobreza escribiendo poesía y versos ligeros, “En vez de ser robado a ciegas por gente del espectáculo con una caja registradora por corazón”.<br /><br />Lo curioso es que como escritor sí que le llegó el reconocimiento de inmediato. Alguien leyó un divertido poema suyo sobre los cantantes pop en Radio One (de nuevo Radio One) que generó interés, y alguien de los tiempos de The Cleaners From Venus que trabajaba para <span style="font-style: italic;">The Independent</span> le llamó y le ofreció una columna semanal. De repente, Martin se había convertido en un poeta cuyos libros se vendían.<br /><br />Hasta que llegó un día de 1991 o 1992 en que recibió la llamada de Andy Partridge, preguntándole si tenía más libros publicados. Y Martin le pasó su segundo libro a cambio del disco <span style="font-style: italic;">Nonsuch</span>. Bonito trueque. Fue <span style="font-weight: bold;">Kevin Crace</span>, del sello Humbug, el que tuvo la idea de que Andy podría producirle un nuevo álbum. “Vale, mándame algunas canciones.” Y escuchó sus demos y le dijo: “Pues no son nada malas, Martin. No me explico cómo no eres más conocido”, sorprendido.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMT47j-LsmIFIp-fNHYEz81W7-2AktUPbARyt1UBIGBheH8K1O0Ln9Glpu0fyWwQaciYgVfSyXulAf8ajVOLRMgxNpvC46FYfpl1F_6wy7VfPWJXv_2TfGEhDar9zV6yyfN5CR/s1600-h/newell6.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMT47j-LsmIFIp-fNHYEz81W7-2AktUPbARyt1UBIGBheH8K1O0Ln9Glpu0fyWwQaciYgVfSyXulAf8ajVOLRMgxNpvC46FYfpl1F_6wy7VfPWJXv_2TfGEhDar9zV6yyfN5CR/s400/newell6.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5186615865660411410" border="0" /></a>Y fue así que dos personas que en muchos aspectos parecen almas gemelas -dicho por amistades de ambas partes-, se unieron para dar al mundo uno de los más grandes discos de música pop inglesa. Las sesiones de grabación se hicieron en el estudio que Andy tiene en el cobertizo de su casa, y parece que todo se conjuró para conseguir que un título como el de <span style="font-style: italic;">The Greatest Living Englishman</span> tuviera un reflejo sonoro acorde. Ambos pasaban por parecidas crisis de pareja, y cuentan que se reconfortaron mutuamente utilizando el duro trabajo como terapia. Martin lo tiene claro: “Es lo mejor que he hecho en mi vida. Cuando me muera, podré decir con orgullo que esto es lo que dejo al mundo”.<br /><br />La forma en la que las demos fueron presentadas a Andy pasaron el control de su legendaria meticulosidad. “Yo ya sabía que Andy tiene fama de ser un cruce entre Mussolini y Papá Noel, pero no hubo ningún problema. Cuando las tomas empezaban a superarme, siempre daba un descanso para tomarnos un té.” Andy se ocupó de la batería ringostariana, de esto y de lo otro –toques <span style="font-weight: bold;">XTC</span>-, y Martin dejó unas cuantas clases prácticas del jingle jangle más efervescente. “Mi guitarra de siempre fue una Hofner del 58, aunque en los tiempos de los Cleaners ya usaba una Rickenbacker 330 fireglo”. ¡Vaya, menos mal que no era músico!<br /><br />Que alguien pida otra ronda, mientras nos imaginamos a Andy y a Martin con sonrisa de gato de Cheshire, metidos en aquel cobertizo. “Mi única contribución técnica fue conectar una radio de cocina a la mesa del estudio, para ver si las canciones pasaban la prueba definitiva de escucharlas a través de una radio de toda la vida”. Para qué elegir algunas canciones, cuando comienza con “Goodbye Dreaming Fields” y termina con “An Englishman’s Home”, pudiendo volver a escucharlas todas otra vez sin que la magia decaiga. Una magia que transmite la solemne jovialidad de la amistad, las aventuras erráticas por los viejos caminos ingleses, la hospitalidad de las viejas tabernas, la amabilidad elemental y el honor de los antiguos modales ingleses. Y la gradual pérdida de todo eso. Uno de esos discos no muy numerosos en el que el todo es mayor que la suma de las partes.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiN1I2LkmDeDghBtmSp8XFeVhiDCZ-hos6yKEKutFW-cjDQy8OBAv6POR1o0rPqnQBxU330HiV0d_bat4k-90Q30KRPgCGP0IuqbZHCpBE280WDhhLL-n7S9wjskrDbHyJ5TObX/s1600-h/newell7.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiN1I2LkmDeDghBtmSp8XFeVhiDCZ-hos6yKEKutFW-cjDQy8OBAv6POR1o0rPqnQBxU330HiV0d_bat4k-90Q30KRPgCGP0IuqbZHCpBE280WDhhLL-n7S9wjskrDbHyJ5TObX/s400/newell7.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5186616312337010210" border="0" /></a>Las primeras copias del álbum fueron acompañadas por <span style="font-style: italic;">Live at The Greyhound</span>, grabación en vivo de su libro de poemas en el pub de Wivenhoe. “Si llegara cualquier día al pub diciendo que soy famoso como músico, que me conocen en Alemania o en Estados Unidos, pensarían que estoy mintiendo o que me he vuelto loco.” Pero las respuestas al disco fueron entusiastas, y hubo giras por Japón y por Francia acompañado por su compinche Captain Sensible y por Dave Gregory; y conciertos en Inglaterra abriendo para <span style="font-weight: bold;">Robyn Hitchcock</span> (otro buen ejemplar de lo que por aquí nos traemos), y los recopilatorios de Tangerine y la reedición CD en USA de <span style="font-style: italic;">Lizardland</span>… ¡Graciosa bondad! Martin había dejado la música para ser un jardinero profesional y entonces convertirse rápidamente en un escritor con obra publicada. Y ahora ese interés por su carrera musical, él que nunca se había considerado músico y que no esperaba que alguien se acordara de lo que hizo, y que un buen día pensó que esto de escribir fue lo que siempre tuvo que haber hecho y que quizá nunca debió ser un cantante pop… Su carrera musical pegaba otro estirón. La graciosa ironía es que cuanto menos se preocupó por hacer música, más interés han despertado sus discos.<br /><br />Reconócelo, Martin: “En Inglaterra somos buenos haciendo música pop. Es una de las pocas cosas en las que soy patriota. Tuvimos a la mejor banda pop del mundo, si bien los americanos consiguieron la segunda mejor… <span style="font-weight: bold;">The Beach Boys</span>, por supuesto.”<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold;">De cómo grabar canciones en el bosque de Wivenhoe </span><br /></div><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEUenWCW5Z1hejHtm_Y0Wc_3hA04wcpsBx48pqCkiYHommw-QCX_1Q44VNkqelSeeofPcZ4hqJLZEwoicj7VmL5pbbO7t8CgxxLoKqzqcw73x21sQUaUYiTei_QGBkvcW6kDQH/s1600-h/newell9.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEUenWCW5Z1hejHtm_Y0Wc_3hA04wcpsBx48pqCkiYHommw-QCX_1Q44VNkqelSeeofPcZ4hqJLZEwoicj7VmL5pbbO7t8CgxxLoKqzqcw73x21sQUaUYiTei_QGBkvcW6kDQH/s400/newell9.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5186617325949292098" border="0" /></a>En 1995 salió el EP <span style="font-style: italic;">Let’s Kiosk</span> con “The Jangling Man” del álbum al frente, junto a tres canciones nuevas en las que el propio Martin coge las riendas de la producción, entre las que sobresale, quizá, la sensible belleza atmosférica de “I Will Haunt Your Room”. Pero todavía quedaba alguna que otra escrita en la cocina de Andy Partridge, así que con los ánimos de éste llegó un nuevo álbum, <span style="font-style: italic;">The Off White Album</span> (Humbug, 1995), hecho en veintitrés días de trabajo, esta vez con el admirado <span style="font-weight: bold;">Louis Philippe</span> a los mandos (otra buena idea de Kevin Crace), quien hizo unas sesiones de producción al parecer tan interesantes y entretenidas como las que a él solía hacerle <span style="font-weight: bold;">Richard Preston</span> en sus discos para Records. “Louis posee una gran sensibilidad; muy europea, muy clásica. Es un maravilloso arreglista de cuerda. Y si bien suele desplegar la urbanidad de un intelectual parisiense, a veces sabe ser tan crudo y campechano como un veterinario rural.”<br /><br />Si encima contó con la ayuda en las guitarras de Dave Gregory, la cosa estaba fácil para dejar convenientemente estampada una nueva colección de canciones. Aquí están “The Girls In The Flat Upstairs”, que la cierra de manera emocionante, o “Miss Van Houten’s Coffee Shoppe”, declarado intento de cómo <span style="font-weight: bold;">Brian Wilson</span> pudo haber hecho su disco <span style="font-style: italic;">The Village Green</span>. También nos encontramos con una versión, “Some Girls Are Bigger Than Other”, de los <span style="font-weight: bold;">Smiths</span>… “Para demostrar que también soy capaz de arruinar las canciones de otros.”<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold;">Que muestra cómo la poesía y la música van juntas en tándem por la campiña inglesa</span><br /></div><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmYeZTU77pVQnYQ245sXphoqVxnQCsC2u57t2VuaMOA5xWwOEEklblSGRDnTdBEFWMLRTJ4aG_d9uurrOGiHlT8ocRVhzQHMweQqAup6qhqs7xPauXqGSPZpVJIULBBHees6_K/s1600-h/newell8.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmYeZTU77pVQnYQ245sXphoqVxnQCsC2u57t2VuaMOA5xWwOEEklblSGRDnTdBEFWMLRTJ4aG_d9uurrOGiHlT8ocRVhzQHMweQqAup6qhqs7xPauXqGSPZpVJIULBBHees6_K/s400/newell8.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5186617716791316050" border="0" /></a>Al año siguiente aparece <span style="font-style: italic;">Box Of Old Humbug</span>, conteniendo estos dos elepés y el EP. Para entonces Martin se había reconcentrado otra vez en su faceta de escritor y poeta iconoclasta, acomodándose en su querido hábitat rural, buscando en soledad el acompañamiento de sus libros y sus extrañas costumbres que son producto de mantener un brioso toque bohemio junto a una elegancia discreta. Sálvanos entonces, Señor, de las costumbres “normales”. Qué manera de tener que ser un exiliado en tierra propia. “Así pues, comparto con gente como Captain Sensible, XTC, Robyn Hitchcock, <span style="font-weight: bold;">Stephen Duffy</span> de <span style="font-weight: bold;">Lilac Time</span>, <span style="font-weight: bold;">Julian Cope</span> y unas cuantas personalidades más eso de ser excéntricos chiflados, ¿no? Si chiflado significa no ir por ahí en coche con una terrorífica música a toda leche, dejando que el envoltorio de Big Mac le caiga encima a ciclistas desprotegidos, entonces posiblemente sí que seamos unos excéntricos chiflados.”<br /><br />Fue cuestión de tiempo que el compositor que sólo hace cosas por diversión se encontrara con la compañía de discos que sólo edita cosas que le gustan; “Que el artista que no se preocupa por su carrera se encontrase con el sello que no utiliza la promoción.” Cherry Red sigue sobreviviendo –y bien: ahí están su multitud de sellos dedicados a la reedición de buen material-, tras más de veinticinco años instalados en el lado izquierdo de los sellos discográficos en Inglaterra. A nadie le extrañó que Martin Newell retomara sus composiciones para editarlas en Cherry Red, que en 1999 preparó el retorno con un generoso recopilatorio, <span style="font-style: italic;">The Wayward Genius Of Martin Newell</span>, para repasar toda su carrera. Pero no, tranquilos que “no habrá colaboraciones con <span style="font-weight: bold;">Burt Bacharach</span>, ni intentos de que <span style="font-weight: bold;">Tom Jones</span> versionee 'Wake Up and Smell The Offy', ni supermodelos… Probablemente habrá alguna pinta de cerveza, para después regresar al trabajo.”<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjoe5srRqhgfy8CGcI2AKc6Fc6HeSX7X4744dGy2JHF6hvVqYZXMSZErrDcyQUNoDzeZVpH98-5pdiqzDmEiE8qVbNAjxKdNl6OsMVvWChV7INiRPYgcyJ57GVduwK67RXGnn6s/s1600-h/newell10.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjoe5srRqhgfy8CGcI2AKc6Fc6HeSX7X4744dGy2JHF6hvVqYZXMSZErrDcyQUNoDzeZVpH98-5pdiqzDmEiE8qVbNAjxKdNl6OsMVvWChV7INiRPYgcyJ57GVduwK67RXGnn6s/s400/newell10.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5186618507065298530" border="0" /></a>En octubre del 2000 nos encontramos pues con un nuevo álbum, <span style="font-style: italic;">The Spirit Cage</span>, presentado bajo unas ilustraciones inspiradas en los momentos de regocijo de las clases plebeyas en la época victoriana, y producido por su colega Nelson, con la ayuda en el último momento de, nuevamente, Andy Partridge: “Al enterarme que los de Cherry Red hacen los másters en un pequeño estudio en Swindon, llamé a Andy, quien acudió rápidamente para ayudar en los toques finales de sonido. Uno de esos accidentes felices.” Un nuevo festín para los pobres, con algún puñado de excelentes canciones de la marca Newell, sobre todo en la primera mitad del disco: “Wake Up And Smell The Offy”, “My Old School” (muy wilsoniana, como el ejercicio a capella de “Lily’s Lullaby” que cierra el álbum), “You Slay Me”, “Sugarcane”, “A Smash Bird Like Brenda”…<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEip44sH-sJU-yfRqRxv5xPZ7GDmf6LSRX44UaUNiQkeVf8zFJgyzsK7vIXKGzlK_t_jyNI6DZ6t-ggL4jno30KmNQYVLYMBxUbQ09oShQjUN-k8EklG7jNYvEG_3mCj_hF_1sCT/s1600-h/newell11.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEip44sH-sJU-yfRqRxv5xPZ7GDmf6LSRX44UaUNiQkeVf8zFJgyzsK7vIXKGzlK_t_jyNI6DZ6t-ggL4jno30KmNQYVLYMBxUbQ09oShQjUN-k8EklG7jNYvEG_3mCj_hF_1sCT/s400/newell11.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5186618854957649522" border="0" /></a>Y lo mismo tenemos, un par de años después, con <span style="font-style: italic;">Radio Autumn Attic</span> (Cherry Red, 2002). Ya era el poeta más publicado en el Reino Unido, y pocos sabían de su faceta como músico, “Y los que la conocen me preguntan, de tanto en tanto: 'Martin, ¿aún sigues con lo de la música?', como si se tratara de una enfermedad venérea.” Los que nunca se interesaron ni se molestaron en esa carrera se lo perdieron, pero incluso muchos de los que alabaron trabajos como <span style="font-style: italic;">The Greatest Living Englishman</span> tampoco parecieron preocuparse por sus discos posteriores, seguro que caprichosamente menores, pero igualmente bendecidos por los seguidores de alguien que nos tiene ganados con esa sana actitud de quien se toma en serio, como diría el gran <span style="font-weight: bold;">Chesterton</span>, el acto de correr tras su propio sombrero, sabiendo que a veces nada hay más gozoso que disfrutar de las cosas ridículas.<br /><br />Propuesto como si se sintonizara una radio europea en Marte, el disco contiene aquí y allá las típicas cuñas promocionales, y un extracto de su libro <span style="font-style: italic;">This Little Ziggy</span> en el que recuerda sus primeros pasos en esto de la música. De nuevo con Nelson a los mandos, al bajo “y al modesto violín”, el disco se abre con “The Duchess Of Leylandia”, compendio de la impronta de Brian Wilson al piano, los Beatles en esos toques de guitarra, y un final con esa clásica manera suya de estirar la melodía al cantar, como dejándose caer por una montaña rusa, para rematar con esos toques a los teclados a lo <span style="font-weight: bold;">Procol Harum</span> tan de su gusto, también. Pero trae más canciones para añadir a la antología: “The Wicked Witch”, rociada con olorosa psicodelia; “Life As A Broken Doll”, otro buen ejercicio jangle; “When We Were A Thing”…<br /><br />Jarmusic añadía en el verano de ese mismo año un EP con cuatro canciones nuevas, <span style="font-style: italic;">Songs From The Station Hotel</span>, que presentaba de portada una bonita foto antigua de ese pub de Wivenhoe. Fue la última edición exclusiva con material de interés del sello de Joachim Reinbold, que ha seguido con las tareas de distribución del catálogo de Martin Newell hasta hace muy poco. Su labor para los seguidores ha sido como maná caído del cielo. Martin quiso agradecérselo dándole esas canciones para que las editase.<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold;">En que el viejo se lanza a su tema favorito, y de las consecuencias que hubo</span><br /></div><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgCr82qFFpWXs1L4_RadmcHKQxn2GJmsnn9JI2eaBG9Giq79uvke8WEyrrXsdXIciZIG-ALi5Y1uDEyJ4Mke7Hnp-luXoFByLPJe1qvqpjbq0n_7WfJrCywFrTaIVVQOndEbo-K/s1600-h/newell12.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgCr82qFFpWXs1L4_RadmcHKQxn2GJmsnn9JI2eaBG9Giq79uvke8WEyrrXsdXIciZIG-ALi5Y1uDEyJ4Mke7Hnp-luXoFByLPJe1qvqpjbq0n_7WfJrCywFrTaIVVQOndEbo-K/s400/newell12.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5186619262979542658" border="0" /></a>En 2004 Cherry Red añadía <span style="font-style: italic;">Living With Victoria Grey. The Very Best Of…</span> a la cesta de recopilatorios cuando apareció <span style="font-style: italic;">The Light Programme</span> (Cherry Red, 2004), un nuevo y sorprendente álbum en el que se nos presenta trajeado y con el pelo engominado, en plan crooner dispuesto a satisfacer a un auditorio de gente mayor. El motivo hay que buscarlo en el uso más frecuente del piano, en vez de la guitarra, como herramienta para componer, pero sobre todo en la influencia de un nuevo amigo: <span style="font-weight: bold;">Richard Shelton</span>, un cantante de jazz para el que empezó a componer algunas canciones. ¡A ver si nuestro hombre va a terminar siendo una referencia en el cancionero popular inglés!<br /><br />Así que éste es el disco easy listening en plan jazz ligero de Martin Newell, en el que volvemos a encontrar a Nelson, y esta vez a otro viejo compañero, Giles Smith, al piano. Un álbum sin guitarras pero con algunas canciones que no las necesitan para entrar en la dorada selección del mejor Martin Newell destilado: “After The Boy Gets In”, “Grenadine And Blue” (compuesta para Richard Shelton) o “Trinity Square” mantienen el estilo de la casa.<br /><br />Caprichos inesperados, resultado de hacer siempre lo que en cualquier momento le pareciese una buena idea. Y conclusiones consecuentes: “Tuve que hacer un álbum de estilo jazzy para aprender de verdad qué es lo mío”.<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold;">Regreso al pop autorrefrescante</span><br /></div><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXtyne7Dki6uMDsfeO7q9poYaSEZR4-Xoskx2S_Tv03l-7HmkC4tPF158P5nYfwm27lUkEcYWPV38JdbecexN_tZQ1UrCqWkkO6lYul_Y1HenG_xNvc7uazlHevXUqk1qo02o8/s1600-h/newell13.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXtyne7Dki6uMDsfeO7q9poYaSEZR4-Xoskx2S_Tv03l-7HmkC4tPF158P5nYfwm27lUkEcYWPV38JdbecexN_tZQ1UrCqWkkO6lYul_Y1HenG_xNvc7uazlHevXUqk1qo02o8/s400/newell13.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5186619692476272274" border="0" /></a><span style="font-style: italic;">A Summer Tamarind</span> (Cherry Red, 2007) fue la consecuencia de aquel disco jazzy: “Tras aquello, quise hacer un disco soleado, porque tenía que volver a hacer lo que mejor sé hacer: alegre pop inglés. En música sólo sé hacer una cosa razonablemente bien. Otra gente de mi edad forma grupos de blues y eso, diciendo que quieren regresar a las raíces. Yo no consigo ver cómo cinco profesores de geografía que intentan tocar como viejos músicos negros pueden regresar a sus raíces, pero en fin. Mis raíces fueron los singles de pop inglés con los que crecí. No me entusiasma el folk, ni sé bailar, ni soy irlandés, ni tampoco lo suficientemente inteligente como para tocar jazz. Por eso hago lo que hago. Uno debe hacer lo que sabe, y hablar de lo que conoce. No me veo escribiendo una canción sobre la Ruta 66, porque nunca he estado allí. Podría hacerlo sobre la A12, aunque ya sé que es muy aburrida.”<br /><br />Las sesiones de grabación de <span style="font-style: italic;">A Summer Tamarind</span> duraron veinte días, y con mayoría de primeras o segundas tomas, “Y ahí lo dejamos.” Para este disco, Martin ha contado con la ayuda en la producción del ingeniero <span style="font-weight: bold;">Carl Seager</span>, ayudando también al bajo y a la guitarra en algunas canciones y ocupándose, en todas, de la batería (“Y es una de las de verdad”).<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpazDEKcJR1tNC-5vnMzTHRu2ec-p8Gp_I4RdcNdPG_Rd1FDvkqm3YwGfE6edgMrJ4cbcbEkTk1qY6n0fCkjbBzXmcT5BrREAysAflOawZPUL_P5fU9mM4OZ-SCieQsydaAkvL/s1600-h/newell14.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpazDEKcJR1tNC-5vnMzTHRu2ec-p8Gp_I4RdcNdPG_Rd1FDvkqm3YwGfE6edgMrJ4cbcbEkTk1qY6n0fCkjbBzXmcT5BrREAysAflOawZPUL_P5fU9mM4OZ-SCieQsydaAkvL/s400/newell14.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5186620512815025826" border="0" /></a>Como por aquí uno también tiene sus debilidades, lo primero que llama la atención es “The Golden Afternoon” por su ejercicio jangly. ¡Uf! ¡Menudo entrelazado el que se marcan Martin y Carl Seager al final, con las guitarras sonando de vicio! Nada más que por esto, merece la pena. Lo mejor es que tienen razón los que afirman que puede que se trate del mejor disco de Martin Newell desde <span style="font-style: italic;">The Greatest Living Englishman</span>. “Cinnamon Blonde”, “You Made It Rain”, “A Summer Tamarind”… Mmm, casi casi que sí, eh…<br /><br />Y así están las cosas, con su amor por la vida rural de las pequeñas poblaciones inglesas y su descontento ante su desaparición. En <span style="font-style: italic;">Fiu!, Fíjate En Ese Viejo</span> deja su autorretrato de persona mayor que “aún sigue rocanroleando cuando debería permanecer amablemente asintiendo.”<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold;">De cómo resumir esta historia como una mezcla única de idealismo e independencia</span><br /></div><br />Martin escribe ahora en el <span style="font-style: italic;">East Anglia Daily Times</span> -tras diez años haciéndolo en <span style="font-style: italic;">The Independent</span>-, el periódico de su comarca, sobre cuestiones que conoce bien. Porque sólo se puede crear cuando se tiene interés en algo, cuando se posee la conciencia de “tener algo que decir”.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhGnkI_GcdZ8fNq7hg0d8qYYgwQiD1_0fd_yTbPIGKJguv4F9UfIwAPXSJMaMZCXifIWKqr05-RpIfFxljvHsAdTFCpYcHsSf_oi1nLzzXhyphenhyphenJzycc3d2WobG6jURCkUt4Phf7pu/s1600-h/newell15.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhGnkI_GcdZ8fNq7hg0d8qYYgwQiD1_0fd_yTbPIGKJguv4F9UfIwAPXSJMaMZCXifIWKqr05-RpIfFxljvHsAdTFCpYcHsSf_oi1nLzzXhyphenhyphenJzycc3d2WobG6jURCkUt4Phf7pu/s400/newell15.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5186620959491624626" border="0" /></a>Sigue publicando libros; el último, <span style="font-style: italic;">A Prospect Of Wivenhoe</span>, una serie de historias y recuerdos sobre su pueblo.<br /><br />Resulta difícil no apreciar a Martin Newell y verlo como un raro ejemplo de honestidad en el mundo de las artes. Ese idealismo e independencia resultan extraños hasta en la escena musical independiente. Este hombre podría dar algunas lecciones necesarias sobre honestidad, falibilidad, espíritu crítico y comprensión, todo tratado con humor. Decía <span style="font-weight: bold;">George Orwell</span>, hablando precisamente sobre Dickens, que un chiste realmente gracioso siempre lleva una idea tras de sí, y por lo general una idea subversiva. Esa percepción emocional de que hay algo mal, y la nostalgia que conlleva, unida a una natural generosidad de espíritu que hace las veces de ancla para mantenerlo –casi siempre- en su sitio, conforma la edificante enseñanza que permanece a lo largo de la carrera de este secundario genial; de este “asesino hortocultural” capaz de expresar en forma cómica –y por tanto memorable, al igual que Dickens-, la decencia natural del hombre común. “La vaguedad de su descontento va contra una expresión del rostro humano” (esto último lo dijo Chesterton, pero no estoy seguro si sobre Dickens o sobre Martin Newell. Igual vale para ambos).<br /><br />Pero demonios, ¡basta ya de tanta expresión solemne! Resulta algo bastante antinewelliano, así que menos palabrería y que alguien vaya y pida, si le quedan fuerzas, otra ronda para seguir brindando y decirlo todo con un buen trago.<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold;">Poderoso expositivo a favor de la tesis de que el camino del reconocimiento no es tan suave como una vía férrea</span><br /></div><br />Aún queda para reflejar otro de esos felices accidentes que consiguen mantener la fe en la justicia poética, a poco que se deje ver. Más vale tarde que nunca:<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhYDy7ylFGkFLKNcI4eAMKW6e2G5iHZyHuxJRDBpvqr923gI_Q_g6hrvyuXevotha9CPGu7pfWZu5BXV-lN1SbnO2MH_p7R0WY1s3NiXbFQAJUCrS04Q51UU6dIoI3OT5TRRwHH/s1600-h/newell16.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhYDy7ylFGkFLKNcI4eAMKW6e2G5iHZyHuxJRDBpvqr923gI_Q_g6hrvyuXevotha9CPGu7pfWZu5BXV-lN1SbnO2MH_p7R0WY1s3NiXbFQAJUCrS04Q51UU6dIoI3OT5TRRwHH/s400/newell16.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5186621723995803346" border="0" /></a>Un buen día, nuestro querido Martin se llegó hasta los estudios Abbey Road, y al pasar por la puerta del estudio número 1, decidió echar un vistazo. Allí estaba un señor llamado <span style="font-weight: bold;">Peter Long</span> conduciendo una orquesta de sesenta músicos, haciendo los arreglos para esas canciones versioneadas por Richard Shelton. Al acabar una de las piezas, invitaron a Martin a pasar y darlo a conocer entre los músicos como el compositor de esa música. “Para mi asombro, me hicieron una reverencia con sus instrumentos y me aplaudieron. Por una vez me quedé pasmado, sin saber qué decir. Casi lloro.”<br /><br />Que nadie vaya a esperar ahora de Martin eso de tomarse su carrera en serio. ¡A buenas horas! Él sigue pensando que la mayor satisfacción a la hora de componer y grabar un disco es “tomarse unas cervezas después. Tres pintas tras una buena sesión de grabación. No hay nada mejor.”<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold;">Appendix</span><br /></div><br />-¿Y quién es tu inglés vivo más grande, Martin?<br />-“Sir George Martin. Ya no hacen modelos así.”<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold;">Appendix (II)</span><br /></div><br />“En alguna ocasión he hablado con Nelson acerca de la posibilidad de recrear aquella gira en bicicleta, haciendo de nuevo el mismo viaje a modo de homenaje.”<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold;">Appendix (III)</span><br /></div><br />¡Anda! ¿Ya se ha terminado? ¿Quién se apunta a una cerveza?<br /><br /><br /><div style="text-align: left;"><span style="font-weight: bold;">Antología de Martin Newell</span><br /><br /><a href="http://rapidshare.com/files/105695309/Martin_Newell__el_genial_secundario_de_Wivenhoe__CD_1.zip.html">Martin Newell, el genial secundario de Wivenhoe, CD 1</a><br /><a href="http://rapidshare.com/files/105705019/Martin_Newell__el_genial_secundario_de_Wivenhoe__CD_2.zip.html">Martin Newell, el genial secundario de Wivenhoe, CD 2</a><br /><br /><span style="font-style: italic; font-weight: bold;">The Greatest Living Englishman</span><span style="font-weight: bold;">, su particular obra maestra</span><br /><br /><a href="http://rapidshare.com/files/105718221/Martin_Newell_The_Greatest_Living_Englishman.zip.html">Martin Newell. <span style="font-style: italic;">The Greatest Living Englishman</span> (1992)</a><br /></div></div>Mr. Glassheadhttp://www.blogger.com/profile/13524226312743708105noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-32825938.post-61165434271815491352008-03-31T22:57:00.008+02:002008-11-13T19:59:03.748+01:00The Flame<div style="text-align: justify;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjomTF1S3LXkrEO11XO_0ien8V0D75PT5UKv1t1hs8_kcYwsoNrfNwgTRpplODiYsQcLDXgR2rV3TgImmYPpfFWpCogTWz3LSXjzfNEAXzWTFqZWmTf2WvRA3mFX_dVQYU3FlHD/s1600-h/Flame1.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjomTF1S3LXkrEO11XO_0ien8V0D75PT5UKv1t1hs8_kcYwsoNrfNwgTRpplODiYsQcLDXgR2rV3TgImmYPpfFWpCogTWz3LSXjzfNEAXzWTFqZWmTf2WvRA3mFX_dVQYU3FlHD/s320/Flame1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5184013089709231458" border="0" /></a>Hay una mítica excitante en algunos discos de principios de los setenta, una especie de adicción delirante a los sonidos maccartnianos de los últimos discos de los <span style="font-weight: bold;">Beatles</span>, especialmente <span style="font-style: italic;">Abbey Road </span>(1969), cocinados con guitarras poderosas que beben del iluminado <span style="font-weight: bold;">Harrison</span> de por entonces. <span style="font-weight: bold;">Badfinger</span>, por ejemplo, basó casi todo su sonido en estos componentes tan concretos (por supuesto, sumados al incomparable talento de <span style="font-weight: bold;">Pete Ham</span>), pero no fueron los únicos. <span style="font-weight: bold;">The Flame</span>, grupo ultradesconocido donde los haya, procedían de Sudáfrica pero consiguieron grabar en 1970 un disco en Los Ángeles por obra y gracia de <span style="font-weight: bold;">Carl Wilson</span> de los <span style="font-weight: bold;">Beach Boys</span>, que quedó deslumbrado ante ellos. Ahí terminó todo, pero dejaron para el recuerdo una colección de canciones gloriosas, puro pop con dinamita en las venas y algún que otro aroma soul camuflado entre melodía y melodía.<br /></div><div style="text-align: justify;"><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguXoli-ogPvslFyDYZrR_SoGS9iadXS3ykUumUfUVrMI9Bqk48K0R-pRGDUD9ttiXsf3KJT68WoOda2kTIhDFrsVW0ztqiAq4EokCI2bMap8-MwKGAKct7NQCJmTwIZkL1DVRL/s1600-h/flame3.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguXoli-ogPvslFyDYZrR_SoGS9iadXS3ykUumUfUVrMI9Bqk48K0R-pRGDUD9ttiXsf3KJT68WoOda2kTIhDFrsVW0ztqiAq4EokCI2bMap8-MwKGAKct7NQCJmTwIZkL1DVRL/s400/flame3.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5184015516365753714" border="0" /></a>El disco de The Flame se mueve con una fuerza auténtica, desgarrada, a veces hasta brutal, pero sin olvidar nunca las estructuras clásicas de la canción y el gancho arrebatador. Asombrosamente parecidos a Badfinger, quizá por esa manera de entender los Beatles vía <span style="font-weight: bold;">McCartney</span> del 69, sus canciones están muy trabajadas, sin perder por ello un sonido limpio y un gusto por los coros herederos directos del pop británico. La primera canción, "See The Light", es una preciosidad enérgica, sin duda alguna estos chicos escucharon el <span style="font-style: italic;">Abbey Road</span> hasta perforarse los tímpanos primero y alucinar después, porque este tipo de McCartney brilla de manera omnipresente. En un disco de estas características es inevitable un rock, y siguen los paralelismos con Badfinger, pero es que "Make It Easy" es hermana gemela de "Love Me Do" del <span style="font-style: italic;">No Dice</span> (publicado curiosamente el mismo año). En fin, lo tiene todo, convicción, carisma, varias voces trotando sobre unos acordes ejecutados con la precisión de un gancho. El soul ya aparece un poco con "Hey Lord", aunque las guitarras, el tipo de canción, beben mucho también del rock americano puesto en boga por <span style="font-weight: bold;">Stephen Stills</span> y similares. Y bueno, "Lady" está hecha para deleitarse sin remordimientos, una melodía nostálgica que de repente desemboca en esa especie de explosión melódica que era uno de los capítulos del libro de estilo de McCartney (tarareos incluidos; también se obsesionaron con el disco de las cerezas). Al nivel de su maestro, sin lugar a dudas, y todo un clásico.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0da8mXk1tnBLKPHuVMqGt8CmoNfdODBLIB7Qc8Xxvdnc82His2O8JOWCwWFn8hvKOmP83gEY3sbsNM-8IsFEPbTqytk3nHDK9cGAP6UEv4EWfWLmQxg3Uz5a-zRGvmNbMSKt4/s1600-h/Flame5.jpg"><img style="margin: 0pt 0pt 10px 10px; float: right; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0da8mXk1tnBLKPHuVMqGt8CmoNfdODBLIB7Qc8Xxvdnc82His2O8JOWCwWFn8hvKOmP83gEY3sbsNM-8IsFEPbTqytk3nHDK9cGAP6UEv4EWfWLmQxg3Uz5a-zRGvmNbMSKt4/s400/Flame5.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5184016602992479618" border="0" /></a>Pero <span style="font-weight: bold;">Lennon</span> también tiene su espacio, por supuesto, y esto es "Don't Worry Bill", el mejor Lennon del <span style="font-style: italic;">Abbey Road</span> (lamento repetir tanto este disco, pero hablando de The Flame -también de Badfinger- es inevitable). Una preciosidad incontestable, puro, auténtico e incorruptible espíritu Beatle conseguido gracias a desconocidas fórmulas mágicas, con el añadido de un cambio de ritmo en varias partes que alguien absorbió de entre los surcos perdidos de la suite de la cara B. Esto sigue, "Get Your Mind Made Up" se deja de tantas sutilezas y va directa al grano, suena resentida y está cargada de despecho, pero además atrapa con saña. The Flame nos dejan respirar con "Highs And Lows", la primera balada en toda regla del disco, y cómo no, es mejor que buena. Para hacernos una idea: imaginemos algo tan bueno como "Sun King" del -otra vez, lo siento- <span style="font-style: italic;">Abbey Road</span>, el mismo sonido de guitarra buceando en el oceáno, pero desarrollada hasta formar una canción completa. Luego llega "I'm So Happy" para compensar, puro soul tostado y caliente, un canto a la vida en el que se busca más golpear que embriagar.<br /><br />"Dove" es una ópera pop de dos minutos y medio que parece cantada por el propio Mccartney, tristeza sin remedio que a veces se abre en un coro celestial de ángeles, y la misma línea sigue "Another Day Like Heaven" (en serio, muy difíciles de diferenciar de Badfinger), con esa facilidad para la melodía barroca y sensible que cae por el peso de su propia belleza. El disco se cierra con una clara reminiscencia Beatle, un reprise de la primera canción, "See The Light", con más acento africano y rítmico.<br /><br />Ignorados, hijos de su tiempo y vasallos de la melodía, The Flame compusieron uno de los discos más hermosos de los setenta, una obra maestra incontestable, rotunda e inmune al paso del tiempo, como pasa siempre con todos los clásicos.<br /><br /><a href="http://rapidshare.com/files/103904185/The_Flame.zip.html">The Flame (1970)<br /></a><br /><span style="font-size:85%;">Artículo recomendado:<br />"<a href="http://powerpopaction.blogspot.com/2007/02/flames-flame-la-sombra-de-los-beatles.html">The Flames/The Flame, la sombra de los Beatles es alargada</a>". Por Luis de Ory, en </span><span style="font-style: italic;font-size:85%;" >Powerpop Action</span><span style="font-size:85%;">. Historia de The Flame desde sus primeros tiempos, cuando se llamaban The Flames.</span><br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold;">Próximamente, desde el vinilo perdido:</span><br /><span style="font-weight: bold;">Un artículo sobre Martin Newell a cargo de Manolo Martos</span><br /><span style="font-weight: bold;">La historia de The Scruffs. El peregrinaje oculto de Stephen Burns a lo largo de una carrera que dura hasta hoy y que está plagada de grandes discos</span><br /><span style="font-weight: bold;">La semana Syd Barrett</span><br /><br /></div></div>Mr. Glassheadhttp://www.blogger.com/profile/13524226312743708105noreply@blogger.com0