Hablar a estas alturas de la grandeza de Teenage Fanclub no es nada nuevo ni astuto, sólo RockdeLux parece no haberse dado cuenta de ello e ignora continuamente a esta banda para dar líneas a dj's de controvertido nombre, a grupos españoles de pop sospechosamente sensible o a raperos con influencias flamencas que nadie recordará en un par de años. Pero la música de la banda escocesa perdura ya desde hace casi dos décadas, deleitándonos disco tras disco con luminosas, radiantes melodías que no quieren innovar sino adherirse suavemente a nuestra historia personal.
Y es que de esto quiero hablar hoy, de esa capacidad de la música para dejar huella imborrable en nuestros recuerdos, y para ello tomaré como excusa el mejor ejemplo posible, el primoroso Bandwagonesque. Dice Nick Hornby en su excelente colección de ensayos 31 canciones que no está de acuerdo con que nuestras canciones favoritas nos retrotraigan a una época determinada o sean un reflejo de las vivencias que experimentamos cuando las escuchamos; su argumento es que, si nos gustan mucho, las escucharemos constantemente de tal modo que se actualizarán de manera continua y jamás podremos asociarlas a unos momentos determinados. Y yo creo que hasta cierto punto es así, pero es innegable que el sello que nos dejaron algunos discos fue demasiado profundo como para poder quitárselo de encima con sucesivas escuchas, como enamorarse por primera vez, como estremecerse por un primer beso.
Me compré Bandwagonesque en el 2001. Estaba de saldo y había leído a Ignacio Julià poniéndolo muy bien, y además aquella portada me llamaba mucho la atención, tan simple pero al mismo tiempo tan sensual, con ese rosa vivo en magnífica lucha con el amarillo brillante. La primera vez que lo escuché me desconcertó un poco ese sonido tan deslavazado, casi sucio, pero al mismo tiempo había algo por debajo que me atrapaba, algo muy hermoso que hacía imposible que guardara el disco en un cajón para siempre. En la segunda escucha empecé a caer rendido. La primavera ya empezaba a oler a verano y yo acababa de topar con una increíble colección de canciones, un cofre que al abrirlo me proporcionaba aromas dulces y embriagadores, podría decirse que casi carnales. No voy a cortarme y, a riesgo de parecer exagerado o pedante, diré que viví una especie de experiencia mística, la inefable sensación de que el disco había llegado en el momento adecuado para conciliarme con la vida y con el mundo, para demostrarme que siempre podía aparecer un resquicio de belleza, magia y esperenza.
No era para menos. "The Concept" ya abría un escenario inexplicablemente hermoso, una melodía triste y entregada absolutamente a gustar, a ser disfrutada, sin más esquinas que ese sonido distorsionado de guitarra tan característico de principios de los 90, con armonías por todas partes y sensibilidad sin complejos. "December" era más optimista pero se movía en las mismas pautas, parecía un oasis de relajación para tomar aire ante tan brutal comienzo, pero no se trataba ni mucho menos de una canción segundona. "What You Do To Me" ya son palabras mayores, el primer pico del disco, un puñetazo de belleza directo al rostro, donde la sensualidad de la melodía encaja con un ritmo trepidante, herencia directa de Big Star, y sumerge la canción en un bucle hipnótico y extenuante como un interminable orgasmo. "I don't know" se aprovecha de un absoluto dominio de las armonías vocales y continúa sin perder su vibración guitarrera, subida de revoluciones en "Star Sign", inmediata, pegadiza, alegre, genial. Y a continuación la siguiente falta de oxígeno, "Metal Baby", una mezcla extraña de Byrds, Beatles, Big Star, Badfinger, todo absolutamente, y todo lo mejor, concentrado en una casi obscena y ofensiva muestra de talento que hace que al hablar de ella tiemble la voz.
"Pet Rock" reincide en los estribillos emocionantes, esta vez con el añadido de unas trompetas que le dan al asunto un cierto aire soul, pero en "Sidewinder" estamos de nuevo con el pop puro, estival, orgiástico, casi un pecado, un arañazo en la fibra, dan ganas de llorar. Sin embargo, por entonces Teenage Fanclub tenían argumentos de sobras para impresionarnos, para el más difícil todavía, y ahí es donde entra "Alcoholiday", un as en la manga, cinco minutos y medio de placer, de coros, de desengaño, esos característicos movimientos de bajo, carnosos pero inofensivos como en todo el disco. La belleza de "Guiding Star" es más gélida, más académica si se quiere, clasicista, elegante. Y para acabar, el instrumental "Is This Music?" no es ni mucho menos un relleno, especialmente teniendo en cuenta todo lo que le precede. De hecho, recuerdo que sus guitarras, tan dulces y sinceras como si nos declarasen su amor, me conmovían, me emocionaban en mi camino hacia casa recién salido del tren, y pocas sensaciones hay semejantes después de escuchar un disco así, una locura de ese calibre.
10 comentarios:
Lo compré en lustroso vinilo un par de meses después de salir a la venta.
En aquel 92 yo vivía por trabajo en Valencia, pero te reconozco que nunca lo asocio a aquella época.
Porque aún hoy, aquí en Bilbao, llego algún viernes cansado a casa y el vinilo sigue sonando. Y cada día lo hace mejor.
Por cierto, Rockdeluxe?
Je, no digo las palabras que pienso, que este sitio es de lo más agradable.
No se porque extraña razón no acabé de encontrarme con ellos hasta hace un par de años, cuando cayó en mis manos Grand Prix y Man Made su último disco hasta la fecha, pero desde ese momento se han hecho con un reluciente hueco en el Olimpo de mis grupos de guitarras favoritos.
Gran disco, como todos los suyos, y de nuevo un gran artículo.
Saludos !
Red River: yo nunca he dejado de escucharlo, siempre está ahí, lo que pasa es que de alguna manera este disco me impresionó demasiado, para mí suponía en ese momento algo muy nuevo. Y en cuanto a Rockdeluxe sólo puedo decir que me parece la revista más ignorante que hay en el mercado.
Mr_Pleasant: para mí son todo unos clásicos, lo que pasa es que como no ha pasado el tiempo suficiente todavía no se nota, pero han puesto el listón muy alto, me cuesta mucho encontrar en los 90 un grupo mejor. Por cierto, el Man Made me gustó mucho!
1. Grand Prix y Bandwagonesque son dos obras maestras. La canción Don' look back es una de mis 100 favoritas de toda la historia del rock.
2. Los de Rock de Lux son unos cretinos.
Un saludo,amigo.
he pasado muy buenos momentos con grand prix
Alex: también son dos de mis discos favoritos, aunque quizá yo prefiero Songs of Northern Britain a Grand Prix. Lo que tienen los grupos geniales es que es muy difícil quedarse con un solo disco. Por otro lado, estoy completamente de acuerdo con tu segundo apunte. Cretinos, ignorantes y atrevidos.
Mrcondis: yo también, es un disco increíble. Uno de mis temas favoritos de ese disco es "Say no", me encanta esa sencillez.
Gran disco, aunque prefiero antes "Songs from Northern Britain".
Los he visto un par de veces en directo y la segunda, en diciembre, fue para tocar enterito "Bandwagonesque": tremendo. Banda clásica ya y de lo mejorcito que hay actualmente.
Por cierto, un enlace donde intenté plasmas mi devoción por "Songs from..":
http://www.lacoctelera.com/kiko/post/2006/09/12/teenage-fanclub-songs-from-northern-britain
Tienen la mágica capacidad de ponerte una sonrisa en la cara.
sin dudas una de mis bandas favoritas de siempre. aunque mi favorito es grand prix, con ese me enamoraron. y despues con songs from northern britain, pero admito que EL disco con los hits es bandwagonesqueue. una lastima que poca gente les de bola, creo que ya todos me odian por intentar hacerles escuchar teenage fanclub. es que son tan buenos, caramba!
:)
Sigo conservndo la copia original en vinilo de bandwagonesqueue. de acuerdo contigo de que es uno de esos discos imprescindibles. Siento especial predilección por Teenage fanclub y conservo aún las entradas de sus primeras giras por España. Me han brindao grandes momentos...
Siempre he pensado qué hubiera sido de bandwagonesqueue con una producción mucho más brillante como la de Grand Prix...
Es una de las joyas de mi colección. No recuerdo ya cuando lo compré, pero ese vinilo con esa portada inconfundible, me ha hecho pasar muy buenos momentos.
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