lunes, julio 21, 2008

Charlie Manson: canciones y asesinatos en masa

A finales de agosto de 1975, antes de un mastodóntico concierto en Long Beach, California, de unos Led Zeppelin en pleno apogeo, el agente de prensa del grupo, Danny Goldberg, recibió a una chica pelirroja con un grotesco tic nervioso, que quería hablar con Jimmy Page. Estaba segura de que se avecinaba algo terrible que podía ocurrir en el concierto de aquella noche. Según sus palabras, la última vez que había tenido un presentimiento así pudo ver cómo mataban a un tipo de un disparo delante de sus ojos. La chica, completamente desquiciada, sólo se fue cuando le aseguraron que era imposible hablar con Jimmy. Durante el concierto de aquella noche no sucedió nada. Sin embargo, una semana más tarde, el 5 de septiembre, aquella chica aparecía en todas las noticias por haber intentado asesinar -con una pistola que en realidad no estaba cargada- al presidente de Estados Unidos Gerald Ford, durante un mítin en San Francisco.

La chica era Lynette Fromme, una de las adeptas más convencidas y persistentes de la familia que Charles Manson reunió a finales de los años sesenta, donde era llamada Roja. Curiosamente, otra chica del clan rebautizada con un color, Sandra Good, Azul, arrastró su fanatismo durante el resto de su vida desde el encarcelamiento de Manson, e incluso fue sentenciada a diez años de cárcel en 1975 por enviar cartas amenazantes a corporaciones que "contaminaban la tierra". Al finalizar la pena, no dudó en buscar una vivienda cerca de la prisión de Cormoran, en California, donde Manson cumple su cadena perpetua desde hace aproximadamente cuarenta años. Sólo son dos muestras de uno de los hechos más destacados del final de la magia inocente de los sesenta: la atmósfera enrarecida, violenta, subversiva y delirante hacia donde desembocó la expansión de la conciencia liberada por el LSD a mediados de la década, y su particular protagonista: Charles Manson.

Convicto experimentado, filósofo antisistema y, especialmente, músico frustrado, Manson empezó a hacerse fuerte a partir de su salida de la cárcel el 21 de marzo de 1967. Hasta entonces, la suma de sus condenas era más de la mitad de su edad, treinta y dos años. En su último encarcelamiento en la cárcel de McNeil Island (Washington) -por proxenetismo, robo y falsificación de cheques-, había aprendido a tocar la guitarra gracias al famoso gángster Alvin Creepy Karpis, de quien se había hecho amante. Una vez libre viajó hacia San Francisco, donde encontró el caldo de cultivo ideal para enraizar su paranoia y convertir a la causa a jóvenes desorientados que enseguida cayeron en sus redes. Experto en detectar los puntos débiles de los demás, magnético y seductor, y respaldado por una ideología propia que era un batiburrillo de misticismo oriental, catolicismo y delirios de todo tipo, se rodeó de un importante grupo de jóvenes (casi todo chicas) dispuestos a adorarle como lo que él mismo decía que era, "Cristo y Satán al mismo tiempo". El caso Manson reviste interés no sólo por ser paradigma de una época enfebrecida, sino también porque en él confluye una síntesis de lo mejor de la música que había dado aquella época dorada.

Manson, compositor dotado, pero excesivamente alterado por su personalidad, se movió a lo largo de 1968 entre algunos de los más importantes músicos y productores californianos, a los que seducía con sus cócteles de drogas y chicas jóvenes y dispuestas. Había conocido a Dennis Wilson, el más crápula de los Beach Boys, en la primavera de 1968. De hecho, estuvo viviendo con sus jóvenes adeptos en su casa en el 14.400 de Sunset Boulevard, lo cual supuso en aquel verano unos gastos de casi 100.000 dólares para Dennis. El batería de los Beach Boys llegó a realizar estas declaraciones sobre Manson en la revista británica Rave en diciembre de 1968: "A veces me asusta el mago, Charlie Manson, un amigo mío (...) Canta, toca y escribe poesía. Tal vez pronto sea uno de los artistas del catálogo de Brother Records". Pese a su heterodoxia y su rebeldía, en realidad el sueño de Manson era convertirse en un músico famoso y millonario. Dennis le presentó al afamado productor Terry Melcher, bastión del sonido pop californiano de finales de la década (e hijo de Doris Day), así como a otros productores y agentes. Siempre ocurría lo mismo: todos se sentían atraídos por la particular personalidad de Charlie, pero enseguida percibían al mismo tiempo una onda siniestra y violenta que terminaba por apartarlos de su lado. Aunque Manson logró arrancar algunas vagas promesas, al final nadie deseó apostar por él y entonces su resentimiento social alcanzó niveles críticos. Pese a todo, le había dado tiempo a grabar algunas canciones ni más ni menos que en el estudio privado de Brian Wilson, en su propia mansión en el 1.448 de Laurel Way, y en dos sesiones, la primera el 11 de septiembre de 1967 y la segunda, el 9 de agosto de 1968, con el ingeniero de sonido Stephen Desper a los mandos y el acompañamiento de seis de las chicas de su familia, algunas de ellas partícipes en los asesinatos de agosto del año siguiente que darían fama mundial a Manson y su clan. Las canciones se publicarían en formato de disco un par de años más tarde. Sin embargo, en enero de 1969, Manson tuvo que añadir a la ruptura de su sueño musical californiano el robo que Dennis Wilson hizo de su canción "Cease To Exist", a la que cambió el título por "Never Learn Not To Love" para incluirla en el disco de los Beach Boys 20/20. Dennis siempre afirmaría que la canción no era de Manson, sino que la había compuesto casi toda él. No obstante, y a pesar de que sus arreglos endulzados no tienen nada que ver con la aridez de la versión de Manson, lo cierto es que por debajo se intuye un aroma pervertido, insano, que no se corresponde con el espíritu musicalmente amable de los Beach Boys.

El desencuentro con Dennis Wilson se había producido mucho antes, cuando éste, a pesar del sexo fácil -en aquellas orgías llegaron a participar Neil Young y Mike Love-, empezó a distanciarse del clan y dejó de pagar el alquiler de la casa que Manson había ocupado con la familia. Manson y los suyos fueron expulsados por impago a comienzos de otoño de 1968. Se dirigieron entonces, en un autobús escolar Volkswagen pintado de negro para no llamar la atención de la policía, al rancho Spahn, en Chatsworth, un lugar oculto en la zona desértica del Valle de la Muerte -a unos cincuenta kilómetros de Los Ángeles, en la zona montañosa de Santa Susana-, y que había hecho las veces de pueblo del Oeste en antiguas producciones. El rancho, ya abandonado, era propiedad de un anciano de ochenta y tres años, George Spahn, al que convencieron para permanecer allí a cambio de los favores sexuales de Lynette Fromme. Aislados, rendidos a Manson y a sus ideas virulentas, y expuestos a dosis continuas de LSD, anfetaminas y sexo en grupo, el clan se encerró en sí mismo y empezó a distanciarse de la realidad tanto como se lo permitía el infinito silencio del desierto. Faltaba todavía uno de los ingredientes detonadores, el motor que disparase las ideas destructivas de Manson, y esto se produjo a finales de noviembre de 1968, cuando los Beatles publicaron su White Album.

Ian MacDonald explica perfectamente en Revolución en la mente la influencia decisiva de la música de los Beatles en los pensamientos lunáticos de Manson: "Tratar las producciones determinadas por la casualidad al mismo nivel que el material intencionadamente dotado de significado es caer en un relativismo que sólo puede terminar en el caos, y el caos atrae a los psicópatas". En efecto, los juegos de azar, de libertad creativa e imaginación sin límites que empezaron a protagonizar la música de los Beatles -y por extensión, toda la música popular- a partir de 1966, no sólo supusieron una gloriosa culminación artística, sino también el acercamiento peligroso de interpretaciones delirantes o malsanas. La exuberancia estilística y musical del White Album sirvió de iluminación para Charles Manson, que a partir de aquí reorganizó sus teorías y encontró una coartada abstracta para sus solícitos compañeros. "Revolution 9", por ejemplo, dejaba de ser la mejor aproximación del pop a la música vanguardista para convertirse en una profecía del apocalipsis cercano. Manson afirmaba que los negros se rebelarían en el verano de 1969 y que matarían a todos los blancos: sería el "Helter Skelter", canción que Manson relacionó con esta masacre quizá por su furibunda atmósfera de guitarras infernales (ignorando, por supuesto, que el Helter Skelter era un tobogán en espiral típicamente británico). Él y la familia, sin embargo, se ocultarían en un lago subterráneo que recorría el Valle de la Muerte -Manson tomó prestada esta idea de una antigua leyenda de los indios shoshon y hopi, que hablaban del "agujero del diablo" o del "pozo sin fondo"-, y permanecerían allí hasta llegar a ser 144.000 descendientes. Entonces saldrían de nuevo a la tierra y gobernarían el mundo, dado que el hombre negro y su inteligencia inferior lo habrían sumido de nuevo en el caos. Para Manson, los Beatles eran los cuatro ángeles del Apocalipsis y él era el quinto. Manson encontró más mensajes en la excepcionalmente violenta "Piggies" de George Harrison, que según él incitaba al asesinato en masa de la gente adinerada; en "Blackbird", que profetizaba el alzamiento del hombre negro; y también en "Honey Pie", por la cual los Beatles expresaban el deseo de conocerle (entre otras cosas, la canción dice "ven a enseñarme la magia"). Manson y su familia empezaron a enviar cartas a los Beatles para concertar una cita -que evidentemente no fueron respondidas-, y el White Album era de escucha constante y obligada en los dominios paranoicos del rancho Spahn. Por otro lado, estas ideas de muerte y destrucción tenían su reflejo en una colección de Volkswagens robados y adaptados al desierto como buggies areneros, en patrullas nocturnas -con sus correspondientes puestos de vigilancia-, en depósitos de combustible escondidos bajo las rocas y, sobre todo, en un variado surtido de cuchillos, pistolas y rifles (Charlie era un experto en cuestiones de armamento). Si el Apocalipsis iba a producirse, convenía estar bien preparado.

Los fieles de Manson -unas veinte chicas y tan sólo cinco chicos- mostraron una absoluta fe en estas profecías, a pesar de que muchos de ellos procedían de familias acomodadas y contaban con estudios universitarios. Las tendencias agresivas y sociópatas de Manson empezaron a desbocarse a medida que avanzaba 1969. En junio, la idea predominante de Manson en el rancho era que debían enseñar a los negros cómo empezar la revolución. El 26 de julio, Charles Manson y otros tres adeptos -Bobby Beausoleil, Mary Brunner, que no participó y luego testificaría como acusación, y Susan Atkins- hicieron una visita al 964 de Topanga Canyon, en Los Ángeles, donde vivía el profesor de música Gary Hinman, a quien conocían porque les había acogido anteriormente. Manson pensaba erróneamente que Hinman había heredado 20.000 dólares. Tras dos días de torturas, y al no obtener resultados, Manson le rebanó una oreja y ordenó a Bobby Beausoleil -quien, por cierto, en 1964 había interpretado al diablo en la película de Keneth Anger Scorpio Rising; y que había tocado la guitarra brevemente en 1965 en unos iniciales Love, cuando aún se llamaban The Grass Roots, antes de la llegada de Bryan MacLean- que acabara con él. Beausoleil, atrapado en un marasmo de LSD y de ideas satánicas, no dudó en acuchillar a Hinman hasta la muerte y, por supuesto, en iniciar la peculiar marca de la casa del clan: en una de las paredes, con la sangre de Hinman, escribió "Political Piggy". La policía arrestó a Beausoleil el 6 de agosto, al sorprenderlo conduciendo el vehículo de Hinman y encontrar el arma del crimen escondida en un neumático.

A partir de aquí, los acontecimientos se precipitaron. El resentimiento de Manson hacia los productores musicales que le rechazaron había alcanzado cotas psicóticas. El mismo Terry Melcher acudió en dos ocasiones al rancho Spahn en mayo para escuchar la música de Manson; la segunda de ellas lo hizo acompañado de un amigo que llevaba un pequeño equipo de grabación portátil, aunque a raíz de un ataque de violencia verbal de Manson contra uno de los adeptos por interrumpir una canción, Melcher decidió no volver más y deshacerse de las grabaciones y de cualquier tipo de acuerdo. El arresto de Beausoleil, por otro lado, podía hacer que se implicara a la familia en el crimen. Manson decidió entonces que había llegado el momento de otro "creepy-crawl" ('gateo espeluznante'), como llamaba a las misiones nocturnas en las que se introducían en casas y robaban o cambiaban los muebles de sitio mientras sus habitantes dormían. Sin embargo, esta misión iría bastante más allá. Manson buscaba un crimen que, por un lado, pudiera convencer a la policía de que Beausoleil no era el responsable del asesinato de Hinman y que, además, sirviera como venganza a sus fallidas ansias de fama. Y todo ello, en último término, orientado a advertir a los negros de que había llegado el momento del Helter Skelter.

Así es como se llega a la calurosa noche del 8 de agosto, cuando cerca de las doce un Chevrolet del 63 de color azul atraviesa la larga avenida de Benedict Canyon hasta llegar a Cielo Drive, donde se desvía por un pasaje situado a la derecha en el sentido de la marcha y que conduce directamente hacia el número 10.050. La finca está aislada de las otras y oculta entre las arboledas de Bel Air. En aquel momento, la propiedad está alquilada a nombre de Roman Polanski, quien paga por ella 1.000 dólares mensuales y que desde el 20 de julio se encuentra en Londres trabajando en la película El día del delfín, que nunca terminó. Sus anteriores inquilinos habían sido Terry Melcher y su mujer, la actriz Candice Bergen, los cuales ya hacía meses que no vivían allí, sino en una casa propiedad de Doris Day en Malibú. Esto era algo que Manson conocía perfectamente, ya que el 23 de marzo de ese año estuvo en dos ocasiones en la casa buscando a Melcher (mientras Sharon Tate y el fotógrafo Shahrokh Hatami realizaban una sesión de fotos; Tate pudo ver a Manson por primera vez, de refilón, mientras Hatami hablaba con él), lo que refuerza la idea de que uno de los propósitos era pegarle un buen susto a Melcher. Del coche bajan tres chicas (todas ellas descalzas) y un joven, vestidos de negro y armados con un revolver Colt Buntline Special -modelo muy difícil de conseguir- del calibre 22 con silenciador, varios cuchillos de cocina de diez centímetros de largo y una cuerda de nailon. El joven se sube a un poste, corta con unas tenazas los cables telefónicos y después todos ellos entran en la finca por la parte más baja de los setos del jardín.

La propiedad está dividida en una casa principal de una sola planta y en otra casa anexa, más pequeña, a unos pocos metros y delante de la zona de aparcamiento, donde entonces vivía William Garretson, de 19 años, el encargado del mantenimiento (por 35 dólares a la semana) mientras el propietario de la casa, Rudi Altobelli -amigo de Melcher y agente y promotor musical millonario-, estaba fuera de viaje. Cuando los intrusos entran en el jardín, Garretson está en su apartamento con Steve Parent, de 18 años, al que conoce hace sólo una semana, un chico a punto de iniciar su carrera universitaria y aficionado a las cadenas de audio y que, tras venderle un equipo de música, ya se está despidiendo. En la casa principipal, Voytek Frykowski, playboy polaco de 37 años con pretensiones artísticas -aunque Polanski dijo de él que "era un gran amigo, pero un hombre de talento escaso"-, duerme en un sofá de la sala después de haber fumado marihuana, algo que también ha hecho su novia, Abigail Folger, joven heredera de un gran propietario de la industria cafetera y aficionada a los actos benéficos humanitarios, que permanece en su habitación. En otra habitación están hablando la preciosa Sharon Tate, embarazada de ocho meses y medio, y Jay Sebring, famoso estilista y peluquero de las estrellas de Hollywood -además, el responsable de diseñar el característico peinado flotante de Jim Morrison-, que años atrás había sido su pareja y con quien mantenía una fuerte amistad, y que, además, era cinturón negro de kárate y había sido alumno de Bruce Lee. En la mesita de noche, se encuentra la lectura de Sharon de aquellos días: Cómo tener un bebé. Jay Sebring está a punto de irse con su Porsche de color negro. El joven Steve Parent también sale de la casa del guarda, se mete en su coche, un Rambler de color blanco, y conduce hacia la salida cuando delante de la luz de los faros aparece un tipo alto y de mirada seria que le pide que se detenga mientras lo encañona con una pistola.

Lo que ocurre entonces es lo más parecido a un Apocalipsis en pequeña escala. Charles Tex Watson, que había ingresado en la familia en la primavera de 1968 -gracias, por cierto, a Dennis Wilson, quien le presentó a Manson después de que Tex lo ayudara con su coche averiado-, había sido un estudiante modelo y as de los deportes en su universidad, en Copeville, Texas, antes de decidir darse unas pequeñas vacaciones después de la licenciatura. Con el cerebro frito por las anfetaminas y los mantras de destrucción de Manson, aquella noche no sólo era el único al que Manson había dado instrucciones sobre lo que se debía hacer, sino que también se convirtió en un asesino implacable, despiadado, casi robótico, y el responsable del 90% de las cuchilladas que se dieron aquel día y el siguiente ("Soy el diablo y os voy a matar a todos", les dijo a unos despavoridos inquilinos que hasta entonces no comprendían lo que estaba pasando). Susan Atkins -también llamada Sadie Mae en el entorno de la familia, otra vez por influencia del White Album-, californiana de 21 años, era una belleza vampírica, camaleónica y malsana -en 1967 fue contratada como stripper para la celebración del día de Halloween que hizo el famoso satanista Anton Lavey-, cuya vida disfuncional cobró sentido ese mismo 1967 cuando conoció a Manson y se enamoró de él inmediatamente (al escuchar la voz de Susan, refinada y dulce, cuesta entender que cuando Sharon Tate clamó piedad por la vida de su hijo, pudiese decirle "No habrá compasión para ti, puta"). Patricia Krenwinkel era una chica fea y velluda, con la autoestima inexistente, y que por lo tanto había sido una presa fácil para Manson. Ni ella ni Susan Atkins sabían lo que iban a hacer aquella noche, pero al descubrirlo no dudaron en sumarse a la fiesta con alborozo, ante una horrorizada Sharon Tate, conocida por su ingenuidad y candidez, que sin embargo fue la última en morir y tuvo que ver cómo aquellas personas acababan violentamente con la vida de sus amigos, uno tras otro. Fuera, en el jardín, quedó otra chica de la familia, Linda Kasabian, quien no imaginaba la carnicería que estaba teniendo lugar y que posteriormente se convirtió a cambio de inmunidad en el principal testigo de la acusación contra Manson y la familia. Mientras regresaban en coche al rancho, Patricia Krenwinkel dijo a sus compañeros de masacre lo siguiente: "Cuando se hiere y se encuentra hueso, duele la mano, y después es difícil sacar el cuchillo". Meses después, en el juicio por los asesinatos, Susan Atkins comentó: "Lo que más recuerdo es el ruido que hacía la sangre de Sharon al salir de sus heridas". Igual que en el anterior crimen de Gary Hinman, los asesinos dejan otro mensaje. Susan Atkins, con una toalla mojada en la sangre de Tate, escribe "Pig" en la puerta de entrada. Ninguno de ellos sabe quiénes son las personas a las que acaban de matar. La macabra escena es descubierta al día siguiente por la encargada de la limpieza, Winifred Chapman, a las nueve de la mañana (posteriormente, en el juicio se negó a relatar lo que vio porque "es demasiado para mí"). William Garretson, el guarda, es despertado por los golpes de la policía. Se había pasado la noche escuchando música con su nuevo equipo, sin enterarse de nada. Es considerado sospechoso pero se le libera enseguida. Más tarde, daría muestras de su estrafalaria personalidad al apoyar a la inefable Rosie Tate Polanski, quien decía ser la hija que Tate estaba a punto de dar a luz -dato que se caía por sí solo, puesto que ya se sabía que el bebé iba a ser niño y se le pensaba llamar Paul Richard-, y también al aparecer entrevistado en un especial para televisión en el año 2000, considerablemente borracho y sugiriendo que en realidad había escuchado gritar a Sharon Tate y había visto el asesinato de Abigail Folger a través de su ventana.

La noche siguiente, el 9 de agosto, el sangriento "creepy-crawl" se repitió, esta vez un poco más al este de Cielo Drive, en el 3.301 de Waverly Drive, donde vivía un matrimonio cuarentón, Leno y Rosemary LaBianca, propietarios de un supermercado y una boutique. Manson, enfadado por considerar que el alboroto de la noche anterior había sido innecesario, les explicó que en esta ocasión les acompañaría para enseñarles cómo hacer las cosas: "No quiero que los espantéis. Conviene que crean que no les sucederá nada malo. Que mueran rápidamente, como en un sueño". Él mismo camina en solitario hacia la casa, entra por la puerta trasera, que estaba abierta, y encañona al matrimonio con un revólver. Les convence de que sólo quiere robar y de que no les ocurrirá nada. Los deja atados con tiras de cuero y regresa al coche. Llega entonces el momento de, nuevamente, Tex Watson y Patricia Krenwinkel, con una nueva incorporación, Leslie Van Houten, anterior reina de su instituto de Monrovia, población de Los Ángeles. Como en la noche anterior, los adeptos de Manson no parecen desear una muerte rápida y compasiva de sus víctimas y se ensañan nuevamente: Leno recibe doce cortes con una bayoneta y catorce incisiones con un tenedor, que Patricia deja clavado en su estómago, después de que Tex le haya marcado en el abdomen la palabra "War". Rosemary se lleva la escalofriante cifra de 41 navajazos. Por supuesto, la firma de la familia se deja ver con más inscripciones escritas en sangre: "Death To Pigs" y "Rise" ('alzáos', mensaje dirigido a los negros) en la pared de la sala, y "Healter Skelter" (nótese la falta de ortografía) en la puerta del frigorífico (de donde Watson comió algunas alitas de pollo, mientras las chicas se limpiaban la sangre en el baño). Curiosamente, muchos años después, en 1987, una de las hijas que el matrimonió dejó huérfanas, Suzan Laberge, empezó a visitar en la cárcel a Tex Watson, que en 1980 había fundado un movimiento cristiano llamado Abounding Love Ministries (Ministerios del Amor Abundante). Suzan acabó no sólo perdonando a Watson, sino también declarando a su favor en las sucesivas audiencias para su libertad condicional. Tex Watson, por otro lado, huyó a la casa de sus padres en Texas el día después de la segunda masacre, incapaz de entender lo que había hecho y creyendo que Manson terminaría matándole. Y Manson, mientras se llevaba a cabo el asesinato de los LaBianca, dejó a Linda Kasabian y a Susan Atkins en Venice, también en Los Ángeles, donde vivía un actor con el que Linda había tenido relaciones sexuales y al que también debían matar. Linda lo impidió llamando deliberadamente a otra puerta, lo que hizo que respondiese un extraño. Terminaron abortando el plan, aunque antes Susan Atkins tuvo la cortesía de defecar en el hueco de la escalera.

A pesar de las coincidencias entre los crímenes de Hinman y los del 8 y el 9 de agosto, el Departamento de Policía de los Ángeles no tuvo en cuenta la conexión -ni siquiera creían que los crímenes de Tate y Labianca estuviesen relacionados- y se centró en la hipótesis de una venganza por cuestión de drogas en el caso Tate (se encontraron unas pocas drogas en la casa y en el Porsche de Jay Sebring) y de una imitación en el caso LaBianca. Pocos días después de los crímenes, el 12 de agosto, se hizo una redada en el rancho Spahn y se detuvo a Manson y a 25 de sus acólitos, acusados de robo de coches, pero un nuevo error, en este caso una orden judicial caducada, hizo que enseguida quedaran otra vez en libertad (tampoco se preocuparon de comprobar que sus nombres fuesen los verdaderos y no los seudónimos que usaban entre ellos). Manson empezó a ponerse nervioso y a finales de agosto decidió asesinar a un miembro ocasional de la familia, Donald Shorty Shea, de 36 años -que había actuado como extra en películas de Hollywood y también en algunas producciones pornográficas-, porque creía que sabía demasiado sobre las actividades de la familia. Bruce Davis y Steve Grogan fueron los encargados de acabar con él. Barbara Hoyt, con tan sólo diecisiete años y unos pocos meses en la familia, pudo escuchar los gritos de Donald por la noche desde un riachuelo, testimonio que luego formó parte de la acusación y que la familia trató de evitar ofreciéndole a cambio un viaje gratis a Hawai. Hoyt, asustada, aceptó y el 6 de septiembre de 1970 realizó el viaje con Ruth Anne Moorehouse (parte del núcleo duro de la familia y deseosa de matar "a su primer cerdo", como le dijo una vez a Dan DeCarlo, jefe de una banda de motoristas que se relacionaba con la familia y que proporcionó datos a la policía). Ya en Hawai, Ruth Ann le ofreció a Hoyt una hamburguesa que contenía en su interior diez tabletas de LSD. Tras superar una grave crisis psicótica, Barbara Hoyt dejó de tener dudas y testificó contra la familia, y aún hoy día llora al recordar los gritos de Shorty Shea en las audiencias para la libertad condicional de alguno de los miembros.

El clan estuvo moviéndose por el desierto del Valle de la Muerte mientras buscaba el agujero del diablo en el que se esconderían hasta la llegada del Apocalipsis. Al final decidieron quedarse en el rancho Barker, en Goler Wash, a unos 200 kilómetros de Los Ángeles, y para ello Manson convenció a su propietaria prometiéndole el mantenimiento del lugar y regalándole el disco de oro que los Beach Boys habían obtenido por Today! (1965), y que a su vez le había regalado Dennis Wilson. El rancho Barker había sido una antigua explotación minera, y los mineros que aún residían en los alrededores empezaron a quejarse a la policía de la actitud amenazante del grupo -todos ellos estaban armados con cuchillos en el cinto- y sus peculiares costumbres (las chicas de la familia tomaban el sol desnudas y todos practicaban sexo sin importarles que hubiese alguien cerca). Esto, junto a las evidencias de robo de coches, estafa, falsificación de documentos e incluso la quema de un buldózer, originó una nueva redada policial el 19 de noviembre en la que detuvieron a Manson y a 24 personas más. Casualmente, este hecho provocó que explotara la cadena de revelaciones. Todos los detenidos fueron llevados a la cárcel del condado Inyo, en Independence. La policía descubrió que el nombre de una de las chicas, Susan Atkins, correspondía con las informaciones de Bobby Beausoleil sobre quién le había acompañado en el asesinato de Gary Hinman. Con el objetivo de interrogarla, desplazaron a Susan a la cárcel de mujeres de Santa Mónica, en Los Ángeles, donde su declaración no les permitía demostrar su responsabilidad. Sin embargo, sus compañeras de celda, Shelly Joice Nadell y Ronnie Howard, escucharon estupefactas cómo Atkins les decía que ella y sus compañeros habían matado a Sharon Tate y les explicaba los asesinatos con todo lujo de detalles, incluido el hecho de que después de que Tate muriese, ella se chupó los dedos que tenía manchados con su sangre ("Fue la experiencia sexual más intensa de mi vida", dijo Atkins sobre los asesinatos, posteriormente en las declaraciones del juicio). Susan ofrecía a sus compañeras una perla tras otra: "Me sentía tan fuerte y tenía el espíritu tan limpio que quería rajar el vientre de Tate para extraer el bebé, llevármelo y cuidarlo yo" y "deseaba vaciar las cuencas oculares de toda las víctimas y arrojar los ojos contra las paredes y cortarles los dedos". También comentó algo bastante significativo: "Ninguno de nosotros puede negarse a nada de lo que Charlie te ordena hacer". Las prisioneras que escucharon el relato de Atkins no tardaron en hacérselo llegar a la policía. A partir de aquí se produjeron todas las detenciones de los miembros de la familia implicados en el asesinato, y el 11 de diciembre de 1969 Manson apareció por primera vez en la Sala del Jurado, en el Tribunal de Los Ángeles, vestido con un estrambótico traje de piel de ante.

El juicio, celebrado en la sala número 816 del Tribunal de Los Ángeles, no comenzó hasta el 15 de junio de 1970, y rápidamente se convirtió en un espectáculo mediático. Algunas de las chicas de la familia hacían guardia permanente a las puertas del Tribunal y se solidarizaban con su líder, siguiendo cualquiera de sus directrices (afeitarse el cabello, trazarse una cruz entre los ojos o cantar sus canciones, algo que también harían las principales encausadas: Susan Atkins, Patricia Krenwinkel y Leslie Van Houten). Enseguida se reveló la fascinación y el sometimiento de las chicas de la familia por Manson, e incluso Linda Kasabian, la principal testigo acusadora que afirmó que "Dios me ha mandado decir al mundo que Manson es un falso profeta", reconocía que todavía estaba enamorada de él. Otra chica del clan, Catherine Gillies, testificó que ella hubiese matado las noches de los crímenes, pero no lo hizo porque no la necesitaron. Las amenazas de muerte de la familia eran el pan de cada día, y Manson no tardó en demostrar que la táctica para su defensa era inculpar sin miramientos a sus secuaces como responsables del crimen. La nueva encarnación del mal no cesaba de repetir en el juicio su eterno mantra: "Yo soy lo que vosotros me habéis hecho ser", de insultar -llegó a decirle al juez, Charles Older, lo siguiente: "Usted es un negro viejo que huele mal"-, adoptar estrambóticas posiciones yoga, quejarse de que no le permitían defenderse a sí mismo -aunque al principio sí se le dejó, acabó determinándose que no tenía la preparación mínima para hacerlo- e, incluso, atacar con un lápiz a su propio abogado, Irving Kanerak. Otra de las notas sorprendentes fue la súbita desaparición a finales de noviembre de 1970 del abogado defensor de Leslie Van Houten, Ronald Hughes, un bohemio de aspecto hippy que hasta entonces no había intervenido en ningún caso como defensor, y que se había negado a seguir la táctica judicial de inculpar a Leslie para salvar a Manson. Tiempo después, ya terminado el juicio, el 29 de marzo de 1971, se encontró su cadáver a unos 150 kilómetros de Los Ángeles, incrustrado entre dos rocas en Ventura County, en estado avanzado de descomposición. Sandra Good, Azul, dijo que le había matado la familia, aunque oficialmente la causa de la muerte fue "indeterminada". Un hecho más estrafalario todavía fue que el por entonces presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, atentando contra cualquier noción de presunción de inocencia, afirmara en una rueda de prensa en Denver que Manson -sometido a juicio y todavía supuesto asesino- era sin duda culpable, tal y como recogió Los Ángeles Time en su edición del 4 de agosto.

Como no podía ser de otro modo, el caso Manson tuvo igualmente su vertiente musical. El 6 de marzo de 1970 se editó el primer disco oficial de Charlie: Lie: The Love And Terror Cult, que incluye catorce de las canciones que se habían grabado en el estudio privado de Brian Wilson, y que fue publicado gracias a Phil Kaufman, antiguo compañero de celda de Manson y, también, uno de los responsables del robo del cadáver de Gram Parsons el 20 de septiembre de 1973. La carpeta del disco muestra la famosa portada de la revista Life, del 19 de diciembre de 1969, en la que aparece Manson con un rostro desencajado por la paranoia. En cuanto a lo musical, cualquier acercamiento escéptico al disco queda inmediatamente anulado en cuanto empieza la primera canción, "Look At You Game, Girl", que demuestra casi de manera obscena el talentoso músico que había en Manson, bajo capas de violencia y resentimiento. Su voz nasal, característica importante del disco, entona una canción suave, sutil y sobrada de lirismo. Muchas veces sus composiciones son circulares, hipnóticas, casi mantras que encierran un poderoso magnetismo, como es el caso de "Ego", "Mechanical Man" o "Don't Do Anything Legal", y que no hacen muy difícil imaginar cómo era el ambiente de las orgías de música y LSD de la familia. La instrumentación es siempre muy austera, apenas la guitarra de Manson, algunas percusiones, puntualmente las voces de sus chicas y un estilo casi siempre cercano al folk. Hay que destacar la terrorífica "I'll Never Say Never To Always", una canción de tono infantil pero de intenciones perversas, interpretada sólo por las chicas -las risas que se escuchan hacia el final resultan especialmente siniestras-, entre ellas Susan Atkins y Patricia Krenwinkel, que después se convertirían en asesinas. La pegadiza "Garbage Dump" habla de la costumbre de la familia de alimentarse con las sobras que los supermercados de Simi Valley lanzaban a sus contenedores traseros, lo cual Manson consideraba un acto anticapitalista. Por último, no se puede dejar de citar "Cease To Exist", casi irreconocible en comparación con la versión de los Beach Boys, y aquí mucho más dylaniana; y "Big Iron Door", una gran canción que suena especialmente tétrica gracias al contrapunto de sus onomatopeyas. Con el dinero de las ventas del disco -no demasiadas, tan sólo se vendieron unas trescientas copias-, Manson trató de sufragar los costes del juicio. Hoy día queda como el testimonio malicioso y alucinado, pero, repito, recomendable y no exento de talento -como él mismo repetía en las entrevistas, "la música es mi religión"-, de uno de los hechos más tenebrosos de finales de los sesenta.

Finalmente, el 19 de abril de 1971 los miembros de la familia Manson inculpados fueron condenados a muerte (menos Tex Watson, que no pudo ser juzgado porque en el momento de las detenciones se encontraba en Texas, y gracias a las influencias que manejaba su familia pudo evitar su extradición hasta agosto; sin embargo, en octubre fue igualmente condenado a muerte). En febrero de 1972, sin embargo, la Corte Suprema de California anuló la pena de muerte en el Estado, y las condenas fueron conmutadas por cadena perpetua.

Los asesinatos de Tate-LaBianca, y la misma existencia de un grupo como Manson y la familia, supusieron uno de los hechos que acabaron definitivamente con la apertura optimista y la confianza ciega de la década. Como dice Joe Boyd en Blancas bicicletas, "el espíritu amoroso de 1967 se evaporó con el calor de las drogas chungas, la violencia, el mercantilismo y la presión policial". Al conocer la decisión del jurado, Susan Atkins gritó: "Será mejor que cerréis las puertas con llave y vigiléis a vuestros hijos". Ya hemos visto que otra adepta, Lynette From, Roja, se convirtió en un esperpento viviente gracias al cual se ganó una condena perpetua por tratar de matar al presidente Ford; lo mismo ocurrió con su hermana espiritual, Sandra Good, Azul, que entre idas y venidas de la cárcel no dudaba en aparecer en talk-shows televisivos para predicar el mesianismo de su líder y, cómo no, amenazar a cualquier tertuliano que osara llevarle la contraria. La crueldad y el ensañamiento de los crímenes, cometidos, además, con estrellas públicas que hasta entonces parecían intocables, no sólo significó la elevación de Manson a los altares de la cultura popular, sino que también produjo una conmoción de tal calibre que los miembros condenados llevan a día de hoy cuarenta años en la cárcel y se les ha denegado todas las propuestas de libertad condicional. Susan Atkins no ha recibido la piedad que ella misma le negó a Sharon Tate, y hace poco se le denegó la libertad pese a ser la reclusa que más tiempo lleva encerrada en prisión en California y padecer un tumor incurable en el cerebro, con una pierna amputada y la otra paralizada, y una esperanza de vida de tan sólo unos meses. Todos ellos se han convertido en el signo más visible de unos tiempos oscuros, en el mismo año que se cerraría el 6 de diciembre con el concierto gratuito de los Rolling Stones en Altamont y su fatídico saldo de cuatro muertos.

Podéis conseguir el disco de Manson aquí:

Charlie Manson. Lie: The Love And Terror Cult (1970)

23 comentarios:

Anónimo dijo...

Una entrada perfecta. Vaya trabajo que has hecho. Un millón de gracias.

Anónimo dijo...

Estupenda entrada una vez más. No hace mucho terminé el "Bendita locura" sobre B. Wilson y los Beach Boys, y quien me iba a decir a mi al empezar que las páginas dedicadas a Manson serían de las más adictivas. Cabe quizás recomendar el documental-entrevista "Charles Manson Superstar", donde el mismo "diablo" se presenta como lo que es, un fanfarrón (bastante resentido) que compuso, totalmente a placer, un ejército con un puñado de jóvenes descerebrados y/o desencantados.

Juan.

Mr. Glasshead dijo...

Anónimo: me alegro de que hayas citado ese documental. Creo que lo más valioso es que en la entrevista puede verse a Manson en su más pura esencia, con mus movimientos paroxísticos -¿recuerdas cuando habla de Tex Watson? dice aquello de "Watson estaba conmigo... y experimentábamos con nuestros cuerpos... y descubríamos cosas... y eso estaba bien... y descubríamos cosas", mientras hace unos movimientos de lo más raro.

Lo malo es que el documental, a veces, en su voluntad de defender a Manson como visionario, omite muchas de las cosas que pasaron, cuando no directamente distorsiona hechos. Y está lleno de imprecisiones que lo hacen poco fiable, como cuando dicen, para justificar su teoría conspiracionista-satánica, que John Lennon fue el que compuso Helter Skelter, sonrojante, la verdad, teniendo en cuenta que no es demasiado difícil saber que la había compuesto -y la cantaba- Paul, siguiendo un poco el estilo de grupos durillos de por entonces como Cream y Vanilla Fudge...

De todos modos, qué duda cabe de que es un interesantísimo documental.

61 y 49 dijo...

Poco que añadir a tan buen artículo, salvo que eres un genio, acabo de imprirme el texto para poder conservarlo fisicamente. Espero no te importe.

bonito lunch dijo...

este blog es de lo mejor.
adoro a martin newell, xtc y toda esa clase de gente .
saludos cordiales.

Mr. Glasshead dijo...

61, faltaría más, claro que puedes imprimírtelo!

Gracias por todos los comentarios. Por cierto, si os interesa este tema os recomiendo encarecidamente el libro de Vincent Bugliosi (fiscal del caso), que publicó en 1974. En inglés se titula "Helter Skelter". En español sólo tuvo una edición, creo, de la editorial Bruguera, "Manson: Historia de una familia", muy difícil de encontrar hoy día. Es la auténtica biblia de este tema y el lugar donde podréis encontrarlo absolutamente todo.

Anónimo dijo...

Bueno amigos, la moraleja es muy clara. Ya sabéis como acaba la irresponsable búsqueda de la inocencia y la magia. Observen a todos los escépticos y pesimistas, es gente con la que se puede convivir perfectamente.

P.D: Dios nos libre de los idealistas.

Anónimo dijo...

Hola,

Sigo "silenciosamente" este blog hace mucho tiempo, y hasta ahora nunca había dejado un comentario. Decir que todo el blog y cada uno de sus artículos me parecen una maravilla, de una calidad en sus contenidos y en el estilo muy alta. Este último artículo sobre Charles Manson, en el cual expones sus delidades con la música me ha subyugado. Pienso recomendar este blog como lugar de culto.

Un saludo

Anónimo dijo...

Os vigila desde su ventana

Anónimo dijo...

Calla rufián, o te aplastaré con mi sofisticado paraguas.

Mattt dijo...

Es muy bueno todo lo que leí acá. Te saludo desde Buenos Aires. ¿Intercambiamos links?
www.queridorock.com.ar
Abrazo.

Anónimo dijo...

yo lo escuché una vez por morbo pero la verdad es que me da algo de asco escuchar un disco de un jodido asesino en serie, asi asi como ver las pelis de la directora nazi leni riefenstahl...además este hijo de puta se cargó a la preciosa sharon tate y eso es algo imperdonable...

Anónimo dijo...

Gran trabajo en este artículo y, en general, en todos. Si no te importa te pido "prestada" una foto (la de Polansky abatido) para mi post del sábado (9 de agosto).
Saludos.

Ernesto dijo...

me permiti el atrevimiento de nombrarte como uno de mis blogs favoritos. visita mi blog para recoger el premio.

javistone dijo...

Fantástico post, menudo trabajo.
Gracias y enhorabuena por el blog.
Un saludo!

Curty Ray dijo...

Thank you!! Cool stuff, Thanks

Curty Ray

powerpopoverdose.blogsopt.com

Anónimo dijo...

Sobre este personaje me he ido enterando de cosillas a lo largo de los años. Lo cierto es que yo ya estaba de cuerpo presente cuando él y su "familia" asesinaron a Sharon Tate, con dedicatoria a los Beatles escrita en sangre en las paredes (según cuenta la leyenda) Pero era demasiado pequeño para percatarme de todas las singularidades del personaje. Creo que no hace mucho le ví en una entrevista en video (actualmente) y el tío está más que desquiciado.

Lo que no me podía imaginar es que los Beach Boys pudieran llegar a plagiarle. Es que... ya lo decía mi madre. Como te hagas jipi, te mato.

Felicidades por la página.

Anónimo dijo...

www.myspace.com/meisterjam

Beware of the eagle!

Anónimo dijo...

SOY SHARON TATE Y OTRA VEZ DECLARO QUE NO FUI ASESINADA YO SINO UNA CHICA DEL CLAN MASON QUE ADEMAS DE PARECERSEME ESTABA EMBARAZADA. YO TUVE A MI HIJA DE AHORA CASI 38 AÑOS Y VIVO EN EL BARRIO DE FLORES EN BUENOS AIRES CON MI PAREJA LESBIANA. SIMULE TODO PARA LIBRARME DEL GAY DE POLANSKY

hugo dijo...

Gracias y un Buen Año.


hugo

Anónimo dijo...

Yo tengo el libro (prestado de la biblioteca) Manson,escrito por el fiscal Bugliosi,es muy interesante,porque ya no solo te dicen que Charles manipulo a sus seguidores,si no que te muestran que estos estaban ya predispuestos al asesinato y Manson lo unico que hizo fue pulir esa predisposicion...yo,hasta que lei el libro,tenia una opinion muy distinta de Linda Kasabian,y eso que habia visto documentales,pero fue el libro quien me abrio los ojos con respecto a esta chica,no con los demas,que ya tenia muy claro qeu Manson solo fortalecio algo que los demas ya tenian en el corazon..y es que,si no quieres,no lo haces...
A mi me gustaria saber que ha sido de los restantes seguidores de Manson,donde estan y que hacen...eso de que renieguen de el...no me creo nada.
Por cierto,no sabras donde conseguir los subtitulos del documental Manson (1973),que fue nominado al oscar,verdad? es que lo tengo,pero esta en ingles y la verdad...jajaja,no lo entiendo.
Gracias!

Anónimo dijo...

Manson no mató a nadie, no es un asesino en serie. Tampoco está demostrado que fueran las chicas.

Hay una entrevista en ruta 66, con un Manson en portada, donde el gurú se muesta muy sobrio e inteligente, y el entrevistador, que es un periodista bastante bueno del entorno pop norteamericano, ahora no la tengo a mano, da algunas pistas de lo que pudo pasar

¿Un complot desde arriba para acabar con las posibilidades de rebeldía de los 60? ¿Una farsa con chivo expiatorio quitado de enmedio, como le organizaron a Lee Harvey con Kennedy?

Muchos engaños son posibles en la sociedad del espectáculo.

¿O siguen ustedes creyendo que lo de Alcasser fué Anglés?

Saludos, sigo leyendo estos artículos, ha sido un hallazgo musical este blog.
Mauro.

LIBREANDO dijo...

Una entrada perfecta.