Por Manolo Martos

Se trata de Martin Newell, el llamado bardo de Wivenhoe, encargado de trasmitir las historias, leyendas y poemas de su tierra; ejemplificando durante todos estos años esa cualidad de ser el excéntrico almacén de toda la esencia pop inglesa heredada de los Beatles, Kinks, Syd Barret… ya saben. “Pop tradicional inglés como solía hacerse en los sesenta”, dice, con los valores-guía de buenas canciones hechas espontáneamente, sin estar sobreproducidas, y con letras llenas de modestas viñetas de todas esas pequeñas cosas de la vida británica que son salvables y que están desapareciendo, cada vez más rápidamente: la cortesía, la campiña y la vida rural , el cambio de las estaciones… Lecciones regocijantes que resumen la visión de un mundo potenciada, además, con su labor como poeta y esa costumbre de vestir de modo dickensiano (¿no recordamos a Dickens mejor por sus personajes secundarios? ¿No es acaso el criado Sam Weller el que logra mantener el interés durante la lectura de Los papeles del Club Pickwick?), con lo que tenemos una especie de reliquia de atmósfera victoriana. Como un agradable olorcillo de ostras y cerveza negra… añadiéndole otro de sidra casera y marihuana, para rebajar un posible clasicismo encorsetado. Sobre todo en los primeras tiempos de la carrera de este ilustre excéntrico no egocéntrico.
“Debo de haber sido el único tipo del mundo en unirse a una banda para escapar de las drogas”

Él dice que su introducción a la fama fue “Young Jobless”, el single que hizo para Liberty en 1980. Lo ponían en Radio One, y él lo escuchaba mientras fregaba platos en un restaurante. Ya vivía en Wivenhoe, cerca de Colchester, y llegó a tomar notoriedad por culpa de algún periódico que, a causa de la letra, quiso convertir a nuestro Martin en un recluso drogata y paranoico. “Muy importante, porque eso fue lo que me impulsó a formar The Cleaners From Venus”.
Canciones a cambio de bolsitas de té
Era 1981, y estaba determinado a hacer canciones pop directas, con malas o buenas letras, pero siempre música pop instantánea: “Bonitas melodías con algún toque psicodélico a las guitarras. En realidad era muy ingenuo: me gustaban los Beatles, los Monkees… ese tipo de cosas. Para qué complicarlo con otros aspectos intelectuales o técnicos”.

Los fanzines hicieron su bendito trabajo (especial mención para Joachim Reinbold, quien al frente de Jarmusic ha distribuido durante todos estos años el material de Martin Newell, cuidando de que siga habiendo vinilo en sus discos), y la cinta que hacía la número cinco (Under Wartime Conditions) se convirtió en el primer álbum de los Cleaners, editado en Alemania por Modell en 1985.

Town and Country (Ammunition, 1988) fue el tercer y final álbum de los Cleaners (ya sin Lol, y en el que destaca “Felicity”, compuesta por Giles Smith), con lo que la aventura da un total de siete años, ocho cassettes y tres álbumes, resumida en un par de recopilatorios sacados por Tangerine Records, aquel sello de reediciones tan especial que logró propagar a principios de los noventa precisamente ese particular aroma tan inglés del que Martin Newell es tan culpable. Un sello que bien merecería una cariñoso recuerdo (Paul Bevoir y sus Jet Set; Squire!; Direct Hits…).
Esos recopilatorios (Golden Cleaners y Back From The Cleaners) recogen su más sustancioso talento pop, dejando aparte sonidos rudimentarios y espontáneos de gran significado para él, porque “es en las cintas donde se encuentra el verdadero espíritu, pues una vez firmado con las compañías de discos, enseguida te ponían ingenieros y músicos para parar todo aquel sinsentido. Pensábamos que la música debía hacerse instantáneamente. No creíamos en la laboriosidad y el refinamiento de los artesanos. El desorden era mucho más divertido. Sigo adorando la imperfección, el sonido barato. Es lo que evita a los profesionales y a los tecnócratas. Siempre prefiero pensar: “¡Anda! ¿Ya es la hora? ¿Quién se apunta a una cerveza?”. He aquí el espíritu de Sam Weller, el personaje que ejemplificó el incesante torrente de sinsentidos llenos de cordura. Volvamos a levantar esas jarras en honor de aquellos secundarios que supieron hacer de ello un ideal de vida buena.
Del problema de ni siquiera saber cómo ser corrupto, de la vida rural y de cómo conocer Inglaterra en bici.
Demasiada presión, demasiada profesionalidad para el gusto de Martin en los últimos tiempos de los Cleaners: “Todo el mundo veía oportunidades para hacer dinero, carrera, ambiciones, y yo nunca estaba hambriento por el dinero. Me gustaba la atención, claro; las entrevistas, conocer a gente… El problema es que soy un inocentón, y cuando los demás me empujan demasiado, lo dejo y me voy”.

Así pues, Martin Newell había decidido acabar con los Cleaners From Venus, y Nelson se quedó con él. Músicos callejeros y pobres, pero allí estaba el Capitán Sensible para prestarles una grabadora y conseguir que su música se siguiera escuchando gracias a que Andy McQueen les ofreció la oportunidad de grabar un elepé en su sello Deltic, “Sin que costara mucho, nada opulento”. Y con sesiones a las que iban en bici y en las que grababan entre gallinas, conejos y gatos, finalizadas con la cerveza que hacía en casa o yendo al pub, terminaron Lizardland en el verano de 1987. Venititrés libras costó. Así lo cuenta en las notas del álbum, tomando la costumbre de dejar en cada disco suyo una serie de comentarios de tanto agrado para sus fans como la música que contiene.
-“Y ahora supongo que no habrá oportunidad de hacer alguna gira, ¿no?” les dijo Andy McQueen, al finalizar el disco.
-“Pues sí, pero va a ser en bicicleta”, replicaron.
Aquella gira fue famosa (“La mejor que he hecho en mi vida”), y tuvo su eco en los medios gracias a la corriente de conciencia ecológica a favor; aunque siempre, por mucho que cambiaran de dirección, se encontraban con el aire en contra. Es la eterna ley que sufrimos los ciclistas.
Hasta que llegó el día de 1990 en que los New Model Army necesitaban a un bajista y alguien se acordó de que Nelson era un buen bajista y EMI le ofreció el puesto. “Íbamos pedaleando por los llanos de Salisbury, en silencio. Llegó un momento en el que le dije: 'Nelson, tienes que cogerlo, sabes…'. Unas cuantas millas más en silencio, hasta que murmuró: 'Sí, supongo'”.
“Cuando el mundo corre ya demasiado deprisa, me dedico a la jardinería”

Lo curioso es que como escritor sí que le llegó el reconocimiento de inmediato. Alguien leyó un divertido poema suyo sobre los cantantes pop en Radio One (de nuevo Radio One) que generó interés, y alguien de los tiempos de The Cleaners From Venus que trabajaba para The Independent le llamó y le ofreció una columna semanal. De repente, Martin se había convertido en un poeta cuyos libros se vendían.
Hasta que llegó un día de 1991 o 1992 en que recibió la llamada de Andy Partridge, preguntándole si tenía más libros publicados. Y Martin le pasó su segundo libro a cambio del disco Nonsuch. Bonito trueque. Fue Kevin Crace, del sello Humbug, el que tuvo la idea de que Andy podría producirle un nuevo álbum. “Vale, mándame algunas canciones.” Y escuchó sus demos y le dijo: “Pues no son nada malas, Martin. No me explico cómo no eres más conocido”, sorprendido.

La forma en la que las demos fueron presentadas a Andy pasaron el control de su legendaria meticulosidad. “Yo ya sabía que Andy tiene fama de ser un cruce entre Mussolini y Papá Noel, pero no hubo ningún problema. Cuando las tomas empezaban a superarme, siempre daba un descanso para tomarnos un té.” Andy se ocupó de la batería ringostariana, de esto y de lo otro –toques XTC-, y Martin dejó unas cuantas clases prácticas del jingle jangle más efervescente. “Mi guitarra de siempre fue una Hofner del 58, aunque en los tiempos de los Cleaners ya usaba una Rickenbacker 330 fireglo”. ¡Vaya, menos mal que no era músico!
Que alguien pida otra ronda, mientras nos imaginamos a Andy y a Martin con sonrisa de gato de Cheshire, metidos en aquel cobertizo. “Mi única contribución técnica fue conectar una radio de cocina a la mesa del estudio, para ver si las canciones pasaban la prueba definitiva de escucharlas a través de una radio de toda la vida”. Para qué elegir algunas canciones, cuando comienza con “Goodbye Dreaming Fields” y termina con “An Englishman’s Home”, pudiendo volver a escucharlas todas otra vez sin que la magia decaiga. Una magia que transmite la solemne jovialidad de la amistad, las aventuras erráticas por los viejos caminos ingleses, la hospitalidad de las viejas tabernas, la amabilidad elemental y el honor de los antiguos modales ingleses. Y la gradual pérdida de todo eso. Uno de esos discos no muy numerosos en el que el todo es mayor que la suma de las partes.

Reconócelo, Martin: “En Inglaterra somos buenos haciendo música pop. Es una de las pocas cosas en las que soy patriota. Tuvimos a la mejor banda pop del mundo, si bien los americanos consiguieron la segunda mejor… The Beach Boys, por supuesto.”
De cómo grabar canciones en el bosque de Wivenhoe

Si encima contó con la ayuda en las guitarras de Dave Gregory, la cosa estaba fácil para dejar convenientemente estampada una nueva colección de canciones. Aquí están “The Girls In The Flat Upstairs”, que la cierra de manera emocionante, o “Miss Van Houten’s Coffee Shoppe”, declarado intento de cómo Brian Wilson pudo haber hecho su disco The Village Green. También nos encontramos con una versión, “Some Girls Are Bigger Than Other”, de los Smiths… “Para demostrar que también soy capaz de arruinar las canciones de otros.”
Que muestra cómo la poesía y la música van juntas en tándem por la campiña inglesa

Fue cuestión de tiempo que el compositor que sólo hace cosas por diversión se encontrara con la compañía de discos que sólo edita cosas que le gustan; “Que el artista que no se preocupa por su carrera se encontrase con el sello que no utiliza la promoción.” Cherry Red sigue sobreviviendo –y bien: ahí están su multitud de sellos dedicados a la reedición de buen material-, tras más de veinticinco años instalados en el lado izquierdo de los sellos discográficos en Inglaterra. A nadie le extrañó que Martin Newell retomara sus composiciones para editarlas en Cherry Red, que en 1999 preparó el retorno con un generoso recopilatorio, The Wayward Genius Of Martin Newell, para repasar toda su carrera. Pero no, tranquilos que “no habrá colaboraciones con Burt Bacharach, ni intentos de que Tom Jones versionee 'Wake Up and Smell The Offy', ni supermodelos… Probablemente habrá alguna pinta de cerveza, para después regresar al trabajo.”


Propuesto como si se sintonizara una radio europea en Marte, el disco contiene aquí y allá las típicas cuñas promocionales, y un extracto de su libro This Little Ziggy en el que recuerda sus primeros pasos en esto de la música. De nuevo con Nelson a los mandos, al bajo “y al modesto violín”, el disco se abre con “The Duchess Of Leylandia”, compendio de la impronta de Brian Wilson al piano, los Beatles en esos toques de guitarra, y un final con esa clásica manera suya de estirar la melodía al cantar, como dejándose caer por una montaña rusa, para rematar con esos toques a los teclados a lo Procol Harum tan de su gusto, también. Pero trae más canciones para añadir a la antología: “The Wicked Witch”, rociada con olorosa psicodelia; “Life As A Broken Doll”, otro buen ejercicio jangle; “When We Were A Thing”…
Jarmusic añadía en el verano de ese mismo año un EP con cuatro canciones nuevas, Songs From The Station Hotel, que presentaba de portada una bonita foto antigua de ese pub de Wivenhoe. Fue la última edición exclusiva con material de interés del sello de Joachim Reinbold, que ha seguido con las tareas de distribución del catálogo de Martin Newell hasta hace muy poco. Su labor para los seguidores ha sido como maná caído del cielo. Martin quiso agradecérselo dándole esas canciones para que las editase.
En que el viejo se lanza a su tema favorito, y de las consecuencias que hubo

Así que éste es el disco easy listening en plan jazz ligero de Martin Newell, en el que volvemos a encontrar a Nelson, y esta vez a otro viejo compañero, Giles Smith, al piano. Un álbum sin guitarras pero con algunas canciones que no las necesitan para entrar en la dorada selección del mejor Martin Newell destilado: “After The Boy Gets In”, “Grenadine And Blue” (compuesta para Richard Shelton) o “Trinity Square” mantienen el estilo de la casa.
Caprichos inesperados, resultado de hacer siempre lo que en cualquier momento le pareciese una buena idea. Y conclusiones consecuentes: “Tuve que hacer un álbum de estilo jazzy para aprender de verdad qué es lo mío”.
Regreso al pop autorrefrescante

Las sesiones de grabación de A Summer Tamarind duraron veinte días, y con mayoría de primeras o segundas tomas, “Y ahí lo dejamos.” Para este disco, Martin ha contado con la ayuda en la producción del ingeniero Carl Seager, ayudando también al bajo y a la guitarra en algunas canciones y ocupándose, en todas, de la batería (“Y es una de las de verdad”).

Y así están las cosas, con su amor por la vida rural de las pequeñas poblaciones inglesas y su descontento ante su desaparición. En Fiu!, Fíjate En Ese Viejo deja su autorretrato de persona mayor que “aún sigue rocanroleando cuando debería permanecer amablemente asintiendo.”
De cómo resumir esta historia como una mezcla única de idealismo e independencia
Martin escribe ahora en el East Anglia Daily Times -tras diez años haciéndolo en The Independent-, el periódico de su comarca, sobre cuestiones que conoce bien. Porque sólo se puede crear cuando se tiene interés en algo, cuando se posee la conciencia de “tener algo que decir”.

Resulta difícil no apreciar a Martin Newell y verlo como un raro ejemplo de honestidad en el mundo de las artes. Ese idealismo e independencia resultan extraños hasta en la escena musical independiente. Este hombre podría dar algunas lecciones necesarias sobre honestidad, falibilidad, espíritu crítico y comprensión, todo tratado con humor. Decía George Orwell, hablando precisamente sobre Dickens, que un chiste realmente gracioso siempre lleva una idea tras de sí, y por lo general una idea subversiva. Esa percepción emocional de que hay algo mal, y la nostalgia que conlleva, unida a una natural generosidad de espíritu que hace las veces de ancla para mantenerlo –casi siempre- en su sitio, conforma la edificante enseñanza que permanece a lo largo de la carrera de este secundario genial; de este “asesino hortocultural” capaz de expresar en forma cómica –y por tanto memorable, al igual que Dickens-, la decencia natural del hombre común. “La vaguedad de su descontento va contra una expresión del rostro humano” (esto último lo dijo Chesterton, pero no estoy seguro si sobre Dickens o sobre Martin Newell. Igual vale para ambos).
Pero demonios, ¡basta ya de tanta expresión solemne! Resulta algo bastante antinewelliano, así que menos palabrería y que alguien vaya y pida, si le quedan fuerzas, otra ronda para seguir brindando y decirlo todo con un buen trago.
Poderoso expositivo a favor de la tesis de que el camino del reconocimiento no es tan suave como una vía férrea
Aún queda para reflejar otro de esos felices accidentes que consiguen mantener la fe en la justicia poética, a poco que se deje ver. Más vale tarde que nunca:

Que nadie vaya a esperar ahora de Martin eso de tomarse su carrera en serio. ¡A buenas horas! Él sigue pensando que la mayor satisfacción a la hora de componer y grabar un disco es “tomarse unas cervezas después. Tres pintas tras una buena sesión de grabación. No hay nada mejor.”
Appendix
-¿Y quién es tu inglés vivo más grande, Martin?
-“Sir George Martin. Ya no hacen modelos así.”
Appendix (II)
“En alguna ocasión he hablado con Nelson acerca de la posibilidad de recrear aquella gira en bicicleta, haciendo de nuevo el mismo viaje a modo de homenaje.”
Appendix (III)
¡Anda! ¿Ya se ha terminado? ¿Quién se apunta a una cerveza?
Antología de Martin Newell
Martin Newell, el genial secundario de Wivenhoe, CD 1
Martin Newell, el genial secundario de Wivenhoe, CD 2
The Greatest Living Englishman, su particular obra maestra
Martin Newell. The Greatest Living Englishman (1992)
Martin Newell, el genial secundario de Wivenhoe, CD 1
Martin Newell, el genial secundario de Wivenhoe, CD 2
The Greatest Living Englishman, su particular obra maestra
Martin Newell. The Greatest Living Englishman (1992)
11 comentarios:
¡¡Gracias amigo Manolo por este genial artículo!! Emotivo homenaje para no menos emotivo artista. Van unas pintas a vuestra salud.
Mr. Glashead, enhorabuena por el excelente blog. Buen gusto y sensibilidad pop, sí señor!
icheyenne, muchas gracias por tus palabras
Y en cuanto al artículo, en fin, buenísimo desde mi punto de vista. Sólo señalar que es cierto eso de que Partridge y Newell deben de ser almas gemelas, porque escuchando detenidamente el recopilatorio ya veo señales XTC incluso en sus canciones con The Cleaners From Venus.
"The Greatest Living Englishman" incontestablemente bueno. Puro oro y especialmente jugoso si uno ya parte de ser fan de XTC.
El recopilatorio que ha preparado Manolo Martos proporciona horas de exquisito placer pop.
¡Iñaki, muchacho!
Pintas redobladas ;-)
Saludos cadenciosos.
Manolo.
Sí, Edward Ball se merece uno de sus excelentísimos posts.
Olvidé decir que encuentro particularmente emocionante este comentario de Newell:
"Otra gente de mi edad forma grupos de blues y eso, diciendo que quieren regresar a las raíces. Yo no consigo ver cómo cinco profesores de geografía que intentan tocar como viejos músicos negros pueden regresar a sus raíces, pero en fin. Mis raíces fueron los singles de pop inglés con los que crecí."
My God! esto es un post o una tesis doctoral.
Lo descubrí no hace mucho, es un genio de esos ocultos. Gracias por el artículo, refleja muy bien el estilo de Newell. Saludos!
Wow! Wish I understood this, lol (Carl Seager)
¡Qué gozada de artículo! Hasta se puede captar el olor a campiña, cobertizo y cerveza. Y pensar que podía haber muerto sin escuchar a este tío....
Gracias por el trabajo.
Impresionante artículo sobre uno de mis músicos favoritos. Enhorabuena Martos. Nunca pensé que en España hubiera nadie que estuviera interesado en la música de Martin Newell, excepto yo, claro está, The Greatest Living Spanishman. Ja. Cuando conocí a Newell a través de los Cleaners From Venus creí que el descubrimiento moriría conmigo cuando llegara el momento, pero en los últimos años ha habido una reivindicación del personaje, del poeta y de su música, que incluso me ha sorprendido a mí mismo. Para bien, claro. Tendría un montón de comentarios que hacer a tu pormenorizadísima crónica, pero quede aquí constancia simplemente de mi respeto y admiración por tu trabajo. Que además es divertido. Mi disco favorito de Newell creo que sería The Off White Album. Y tengo una especial debilidad por The Light Programme, su coqueteo jazzy. Un placer saber que aún hay por ahí enamorados de la buena música y del buen periodismo. Cheers! And a pint of beer!
es increible martin y los cleaners es pura onda y magia y eso vale mas que cualquier disco sobreproducido.
saludos desde chile
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