Hay una mítica excitante en algunos discos de principios de los setenta, una especie de adicción delirante a los sonidos maccartnianos de los últimos discos de los Beatles, especialmente Abbey Road (1969), cocinados con guitarras poderosas que beben del iluminado Harrison de por entonces. Badfinger, por ejemplo, basó casi todo su sonido en estos componentes tan concretos (por supuesto, sumados al incomparable talento de Pete Ham), pero no fueron los únicos. The Flame, grupo ultradesconocido donde los haya, procedían de Sudáfrica pero consiguieron grabar en 1970 un disco en Los Ángeles por obra y gracia de Carl Wilson de los Beach Boys, que quedó deslumbrado ante ellos. Ahí terminó todo, pero dejaron para el recuerdo una colección de canciones gloriosas, puro pop con dinamita en las venas y algún que otro aroma soul camuflado entre melodía y melodía.
El disco de The Flame se mueve con una fuerza auténtica, desgarrada, a veces hasta brutal, pero sin olvidar nunca las estructuras clásicas de la canción y el gancho arrebatador. Asombrosamente parecidos a Badfinger, quizá por esa manera de entender los Beatles vía McCartney del 69, sus canciones están muy trabajadas, sin perder por ello un sonido limpio y un gusto por los coros herederos directos del pop británico. La primera canción, "See The Light", es una preciosidad enérgica, sin duda alguna estos chicos escucharon el Abbey Road hasta perforarse los tímpanos primero y alucinar después, porque este tipo de McCartney brilla de manera omnipresente. En un disco de estas características es inevitable un rock, y siguen los paralelismos con Badfinger, pero es que "Make It Easy" es hermana gemela de "Love Me Do" del No Dice (publicado curiosamente el mismo año). En fin, lo tiene todo, convicción, carisma, varias voces trotando sobre unos acordes ejecutados con la precisión de un gancho. El soul ya aparece un poco con "Hey Lord", aunque las guitarras, el tipo de canción, beben mucho también del rock americano puesto en boga por Stephen Stills y similares. Y bueno, "Lady" está hecha para deleitarse sin remordimientos, una melodía nostálgica que de repente desemboca en esa especie de explosión melódica que era uno de los capítulos del libro de estilo de McCartney (tarareos incluidos; también se obsesionaron con el disco de las cerezas). Al nivel de su maestro, sin lugar a dudas, y todo un clásico.
Pero Lennon también tiene su espacio, por supuesto, y esto es "Don't Worry Bill", el mejor Lennon del Abbey Road (lamento repetir tanto este disco, pero hablando de The Flame -también de Badfinger- es inevitable). Una preciosidad incontestable, puro, auténtico e incorruptible espíritu Beatle conseguido gracias a desconocidas fórmulas mágicas, con el añadido de un cambio de ritmo en varias partes que alguien absorbió de entre los surcos perdidos de la suite de la cara B. Esto sigue, "Get Your Mind Made Up" se deja de tantas sutilezas y va directa al grano, suena resentida y está cargada de despecho, pero además atrapa con saña. The Flame nos dejan respirar con "Highs And Lows", la primera balada en toda regla del disco, y cómo no, es mejor que buena. Para hacernos una idea: imaginemos algo tan bueno como "Sun King" del -otra vez, lo siento- Abbey Road, el mismo sonido de guitarra buceando en el oceáno, pero desarrollada hasta formar una canción completa. Luego llega "I'm So Happy" para compensar, puro soul tostado y caliente, un canto a la vida en el que se busca más golpear que embriagar.
"Dove" es una ópera pop de dos minutos y medio que parece cantada por el propio Mccartney, tristeza sin remedio que a veces se abre en un coro celestial de ángeles, y la misma línea sigue "Another Day Like Heaven" (en serio, muy difíciles de diferenciar de Badfinger), con esa facilidad para la melodía barroca y sensible que cae por el peso de su propia belleza. El disco se cierra con una clara reminiscencia Beatle, un reprise de la primera canción, "See The Light", con más acento africano y rítmico.
Ignorados, hijos de su tiempo y vasallos de la melodía, The Flame compusieron uno de los discos más hermosos de los setenta, una obra maestra incontestable, rotunda e inmune al paso del tiempo, como pasa siempre con todos los clásicos.
The Flame (1970)
Artículo recomendado:
"The Flames/The Flame, la sombra de los Beatles es alargada". Por Luis de Ory, en Powerpop Action. Historia de The Flame desde sus primeros tiempos, cuando se llamaban The Flames.
Próximamente, desde el vinilo perdido:
Un artículo sobre Martin Newell a cargo de Manolo Martos
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