martes, mayo 06, 2008

Syd Barrett: de viaje por otros mundos (II). "The Madcap Laughs"

El verdadero asalto de Syd Barrett al vinilo perdido empieza con este disco, grabado en 1970 en unas circunstancias muy especiales. Después de un año desaparecido, Barrett propuso publicar un disco con material que había compuesto casi en secreto. Las canciones parecían interesantes y se aprobó el proyecto, lo cual dio lugar a una serie de sesiones de grabación caóticas, sujetas a los caprichos imprevisibles de Barrett, al ajustado presupuesto con el que contaban y al límite de horas de estudio. El resultado, sin embargo, se ajustó como un guante a lo que necesitaban las canciones de Barrett: una atmósfera de extravagancia y locura, un clima encerrado en sí mismo pero increíblemente sugerente, y una desnudez de fondo que potencia la fuerza de unas composiciones excepcionales.

Hay quien ha criticado esta sobreexposición a la que fue sometido Barrett: las canciones muestran sin compasión sus desvaríos, sus gallos, en definitiva, su condición de persona enferma. Pero al mismo tiempo parece como si el disco no pudiera sonar de otro modo. The Madcap Laughs funciona tanto como el retrato de un artista esquizofrénico -la enfermedad se nos muestra de una manera hermosa, positiva, creativa- como, sobre todo, uno de los discos más encantadores y sugerentes que se han grabado nunca. "Terrapin" es el primer paso en este terreno incierto, arrastrada, perezosa, pero también hipnótica y, al final, una de las señas de identidad del disco tras su condición de blues alucinado. En "No Good Trying" ya asoma el caos, a Barrett le cuesta seguir el ritmo y la canción parece a punto de desbordarse en cualquier momento. Si a esto le sumamos una melodía obsesiva, atropellada, pero que al final siempre lleva a su puerto el desconcierto de instrumentos, nos queda una canción de otro mundo, hermosa e indescifrable. No menos compulsiva es "Love You", el sueño se adentra en senderos de cabaret y pianos de opereta, a un ritmo neurótico que rompe cualquier tipo de referencia, la música expresada a través de un filtro lisérgico en plena lucidez. "No Man's Land" llega a ser emocionante, aparece una guitarra distorsionada que viene de la época del primer disco de Pink Floyd, pero enterrada bajo capas de humo para no quitar protagonismo a una canción poderosa que nos ataca sin compasión.

En ese momento aparece la desarmante "Dark Glove", sólo Barrett y su guitarra para sonar más auténticos que nunca, casi escalofriante por el desamparo que expresa entre múltiples gallos y frenéticos cambios de acorde. Uno de los momentos más hirientes del disco, de efectos rebajados por la más luminosa "Here I Go", tonadilla alegre en la cual las nubes despejan por un momento bajo efluvios de suave vodevil. Y entonces otro magnífico estallido de rabia: "Octopus" demuestra la extraordinaria habilidad compositiva de Barrett y su enorme intuición, los cambios de ritmo enganchan a la primera a pesar de no tratarse precisamente de una canción sencilla. Es el aperitivo perfecto para otro alto en el camino: la cabalística, inamovible, contemplativa "Golden Hair", o nuevamente cómo hacer audibles el LSD y las experiencias místicas inducidas, gracias a una melodía que Barrett ha extraído del mundo de los seres míticos y unos arreglos muy sutiles y apropiados al tono visionario. Pero hay más: "Long Gone" suena agreste, desértica, desesperanzada, y alcanza niveles impresionantes en un estribillo que supura dolor.

En "She Took A Long Cold Look" Barrett lee directamente las notas y los acordes de una libreta, pero la canción, aunque casi es tratada como un esbozo, mantiene un cálido poder, una belleza de fondo que la hace imbatible. "Feel" es preciosa y duele en sus giros, suena desde un pozo de tristeza infinita con sus formas de folk que nace en el alma. Otro capítulo excepcional, al que le sigue "If It's In You". No podremos evitar escuchar mil veces la primera entrada en falso de Barrett, su graznido, como si el disco fuera a desmontarse definitivamente, pero al final lo logra, la canción mantiene el nivel de las otras, es extrañamente fascinante su poder para suscitar, al mismo tiempo, una idea de locura y descuido y, por otro lado, una infinita y visionaria sabiduría compositiva. Y el disco aparca en "Late Night", el último trallazo de esquizofrenia luminosa que atraviesa las estrellas, la última oportunidad para engancharse a la cola del cometa que nos llevará a otro universo. Mágica y caleidoscópica.

The Madcap Laughs es un disco necesario, un capítulo aparte al margen del desarrollo histórico de la música, la obra más pura y perfecta en su imperfección de un músico visionario y sobrepasado por las circunstancias. Su siguiente paso, Syd Barrett, grabado en 1971, también presentaría canciones brillantes pero esta vez tratadas con traje de gala. La alucinación instantánea, los gestos bohemios y el aire viciado quedarían como rasgos exclusivos de uno de los discos más adictivos y extraños de los setenta.

Syd Barrett. The Madcap Laughs (1970)

El jueves presentaremos el último artículo de la semana Syd Barrett, sobre el disco que grabó en 1970, antes de desvanecerse para siempre, cargado de auténticas joyas que acabarían de pulir su leyenda.

Textos recomendados:
"The Madcap Laughs". Por Cinco Clavos en
Crítica Crítica. El autor se muestra contrario al tipo de producción del disco, que califica de "despiadada".
"Syd Barrett. The Madcap Laughs". Por El Buen Amigo en Aficiones, Aflicciones y Afectos del Buen Amigo. Disección del disco canción por canción.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Sinceramente, adoro este blog , pero este disco es el peor y más mezquino ejemplo de pornografía. Lo siento, tenía que decirlo.

Mr. Glasshead dijo...

Bueno, Sebastian, yo prefiero quedarme con la parte creativa, y en ese sentido opino que se justifica sobradamente por sí mismo. Pongo un enlace a un artículo que se posiciona también contra este disco por la forma en que fue grabado, pero sinceramente creo que tampoco es para tanto ni creo que Barrett salga tan degradado.

Anónimo dijo...

El problema no es el grado de la degradación, sino los que asisten a *disfrutar* de esa degradación como si fuera una genialidad cuando no es más que un espectáculo impúdico.

Saludos

Anónimo dijo...

mi humilde opinión respecto a Syd Barrett es que es un mito en gran parte por motivos extramusicales, y eso es algo que nadie puede remediar, ni siquiera los fans más intransigentes. Contando con ese inevitable detalle, creo que la obra de Barrett está sobredimensionada en grado sumo. El primer disco de Pink Floyd tiene algunos buenos momentos, pero tampoco creo que sea un disco redondo, llegando en algunos momentos a cansar con tanto empeño lisérgico.
Respecto a la discografía en solitario, en general se es muy condescenciente con Barrett, porque entre algunas canciones destacables ahí cosas ridículas y completamente insuficientes pero que se sobrevaloran por la 'excusa' de que Barrett estaba en una encrucijada vital. Son a menudo viñetas incompletas, inacabadas, donde muchas veces se quiere ver más de lo que realmente es o se deja traslucir.
El valor de Barrett como inspirador e influencia (Partridge & Moulding, Cope, Hitchcock, etc...) creo que es su mejor baza a la hora de tomarlo en cuenta. Es responsable de un buen puñado de canciones, pero el global de su obra depende demasiado de su biografía y del aspecto morboso de su personaje y su destino. Saludos.

Anónimo dijo...

Absolutamente de acuerdo.

Anónimo dijo...

en lo que ami respecta no es un disco para personas cerradas de mente...no es para todos los gustos, solo aquellos exigentes, y que gustan de una poesia extraña,musica de sueños.es justamente la descripcion de un sueño borroso.

Toño dijo...

Visito este blog de vez en cuando y hace rato que oigo el lp aquí reseñado. A mí si me parece un disco genial al que sólo le sobran cosas como el pasar páginas en un tema o alguna cosa así pero creo que eso le da autenticidad a la grabación. Entiendo la gnete que lo critíca de manera negativa, suena cerdo, no tiene grandes arreglos etc pero como dije más arriba, le da una pureza tan grande a la grabación que creo que es increible.
No es fácil hacerse con la música que grabó y yo reconozco que si le di vueltas y vueltas a este lp es por lo mucho que me gustó y me gusta el primero de pink floyd.
Debo ser raro porque a mí este disco realmente me emociona, pero como dije antes, hay que darle una oportunidad y aunque se la des, no es recomendable a todos los públicos.

falci dijo...

David Bowie ha admitido su influencia por este disco (se puede apreciar en Long Gone) En Octopus, nada más empezar, podéis escuchar un riff the Nirvana, en Dark Globe podéis escuchar , 10 o 15 años después a Roger Waters con sus gritos en The Wall... así que tan malo no será... los destellos de este dísco son de una calidad impresionante... y lo que le da su toque de rareza, de poesía y de magia, es la situación límite de Syd. Melodías geniales luchando por salir a través de una mente enferma, pero manteniendo esos detalles de alegría infantil.... este disco ha sido un puto descubrimiento....

Unknown dijo...

Mi opinión es la siguiente...

Las redes sociales y masificación de la música se transforman en riesgos cuando cualquier saco de hueas puede acceder a escuchar un álbum y dárselas de crítico. He ahí la diferencia entre escuchar este tipo de música, o entenderla.

Atte
Christian Alvaerz Bastias
Temuco

Unknown dijo...

Es un disco, que pese a sus imperfecciones y una producción un tanto caótica, es pura magia. Posee canciones excelentes ( no todas, pero si la mayoria ) y nos sumerge en distintas sensaciones. Jamas sera un disco comercial, ni para las masas.Es un disco de culto. Musica de autor. De un grande, como lo fue Syd Barrett.....